Bob Stanley había declarado que intentar abarcar toda la historia de la música popular moderna en un solo libro sería una insensatez. Poco después le llegó la oferta de hacerlo, aclarando que él era el insensato ideal. Partiendo de esta base el autor relata la historia del mainstream desde que se estableció el formato vinilo hasta que comenzó la era digital. Incluso con todas las limitaciones de un tomo tan ambicioso, logra al menos introducir al lector a muchísimos fenómenos desde el rock & roll hasta el R&B noventero, pasando por Motown, el Brill Building, merseybeat, glam rock, soul, disco, punk, synthpop, house y muchos más.
En estas casi ochocientas páginas Bob se desenvuelve como un historiador y crítico polémico de mucha personalidad. No se guarda sus puntos de vista ni aunque sean comentarios despectivos para The Clash, 2Pac, Swans, The B-52s o el jazz, el cual ignora adrede a pesar del éxito de su rama fusión a fines de los 70s. El hecho de que sea tan frontal al respecto de su subjetividad es una virtud. Deja claro que es su versión de la historia y se permite también contarla con gracia, sin esperar que el público se quede con solo sus ideas. Puede irritar, pero el que su prosa y cosmoaudición sean tan patentes suyas abre la puerta para dialogar con el texto, lo que lo hace divertido.
Por supuesto que hay muchas cosas que se pasan por alto. La mayoría de las críticas al texto se basan en la no aparición de tal o cuál banda, un problema insolucionable de este tipo de trabajos (hasta a mi me dan ganas de quejarme por la insólita ausencia de Nas en los dos capítulos dedicados al Hip Hop). Los aportes son más o menos superficiales, por ejemplo: los apartados de música afro suelen ser más básicos y de menos presencia en el total del libro; sin embargo la gracia está en su valor como primer acercamiento para desconocedores. Además de que, incluso para quienes ya tenemos noción de cómo vino la mano, es un trabajo muy entretenido que vale la pena repasar.
Lo más problemático de la investigación no son sus hot takes, sino los dos ejes a los que se aferra decididamente durante casi toda su extensión: El binomio USA-UK y los charts de ventas. El protagonismo norteamericano-británico es denso, pero seria naif exigirle otra cosa a un inglés que ya de por si investigó bastante. Las únicas escapadas son a Jamaica, Suecia (ABBA), Alemania (Kraftwerk) y unos párrafos a Francia. Por otro lado las listas de más vendidos de los dos países centrales son una referencia empírica de la popularidad que sirven de ancla para la narración que, para nuestro bien, cada tanto se suelta un poco de ese peso. Ambas guías son discutibles, pero difíciles de reemplazar, por lo que al menos yo prefiero darle la derecha a Stanley en esta y esperar que los otros trabajos de ambiciones similares a este se las rebusquen con otros caminos. Bob se gana el perdón a la gran mayoría de sus mañas a base del gusto que da leerlo, sus puntapiés tan creativos y la capacidad de compartir tanto conocimiento y pasión por lo popular. Así se sostiene el genial “Yeah! Yeah! Yeah!”, una pieza que, al igual que su objeto de estudio, es mejor imperfecta.
En habla hispana este libro fue traducido y publicado por la editorial española Turner: Acá se puede comprar directamente de su catálogo.