Astrid Canales: “Intento hacer que el miedo me sea funcional”

Conversamos con la cantante y productora española sobre su próximo lanzamiento: “Ego”, un disco que busca resignificar el concepto del yo como un medio necesario para conocerse a sí mismo.

Astrid nació con la música bajo el brazo. Desde su niñez, ella estuvo siempre acompañada de las armonías entonadas por la dulce voz de su madre. Empezó a tocar el piano desde los cuatro años gracias a clases particulares y apenas cumplió los ocho, entró al conservatorio, al que le dedicó 16 años de su vida. Una vida definida por el calor de su hogar de origen, Ibiza, donde se crió con sus padres y su hermano. Creció escuchando todo tipo de música: salsa, bachata, bolero y demás gracias a su madre colombiana. Su padre, español, le inculcó la música de raíz iberoamericana y la cultura flamenca. Ella bailaba con su hermano a todas horas teniendo la suerte de haber encontrado un propósito en esta vida: la música.

Astrid es de todas partes. Es de su madre por su influencia latina, es de su padre por su hogar y es de Ibiza por la multiculturalidad inherente al territorio. Su música refleja colores cálidos y brillantes como el sol. Es la combinación perfecta de disciplina y técnica con rebeldía y personalidad. Su voz hace sonrojar al oyente y sus arreglos están a la altura del músico más estudiado. Su heterogeneidad sonora es sello de su música. Aprendió a cantar inspirada por Kurt Elling, la familia Morente fue parte vital de su formación flamenca, Pancho Céspedes fue como su otro padre, Musiq Soulchild fue referente en la composición y Timbaland lo fue en la producción. Desde pequeña siempre tuvo facilidad con las palabras y disfrutó de entregar su amor en poemas. 

Su discografía inició con ‘AYE’ en 2020. En 2021, sacó su primer EP, titulado como “REGRET IT”, una muestra de su capacidad de jugar con diferentes géneros sin importarle las limitaciones de definirse únicamente por un estilo sonoro. Dentro de sus recursos destacan los rapeos afilados y precisos como cortes de katanas. Producciones de veterana y un dominio del lenguaje musical con un nivel envidiable. Todas sus facetas artísticas tienen cohesión gracias a su personalidad vibrante y arrolladora que se refleja en cada trabajo musical de su autoría. 

Estoy contenta con mis modales 
Mi mamá y papá son formales
Mis canciones no son normales 
CL€AN¡

La vida de Astrid no puede entenderse sin el arte, el amor y la autenticidad. “Ego”, su disco debut, es la materialización de los últimos años de su vida. Un proceso que verá la luz el 24 de septiembre en Madrid en el festival Villanos del Jazz. Es un disco que promete entregar lo mejor de Astrid para el público. Sobre el lanzamiento y más, hablamos con Astrid en exclusiva para Lúcuma.


Quiero empezar preguntando por tus padres, ¿ellos son artistas? 

Mi madre es colombiana, pero cuando era joven se fue a vivir a México. Ella escuchaba todo el tiempo salsa, boleros y más géneros latinoamericanos. Siempre tuvo su afinidad con la música, pero no tuvo la oportunidad de poder estudiar en un conservatorio. Mi padre, en cambio, siempre ha sido muy aficionado a los deportes. Él desde la crianza, me inculcó la disciplina de los atletas. Si bien ninguno se dedicó al arte como tal, me inculcaron esos principios fundamentales para ser artista: la disciplina, el movimiento y la escucha. Además, ellos siempre nos dieron las oportunidades que ellos no tuvieron. 

¿Así fue como empezaste todo tu camino musical?

Yo empecé a relacionarme con la música desde los cuatro años porque mi madre iba a clases particulares de piano. Ella comenzó a llevarme a mí también porque la edad para entrar al conservatorio era desde los ocho años. Hice toda la carrera de música profesional que me tomó 16 años. En los últimos dos años, yo ya sabía que quería cantar, producir y hacer arreglos fuera del conservatorio. 

La vida de conservatorio era muy desgastante por la exigencia que te pide el instrumento de practicar seis horas al día y la salida laboral era difícil porque siempre estás compitiendo de manera predatoria por un puesto en una orquesta. También sentía que yo no encajaba mucho, los tatuajes no estaban muy bien vistos. Me sentía fuera de lugar y siempre había tenido la curiosidad de profundizar en mi proyecto creativo. Siempre quise sentir el picor de la música y creo que el conservatorio era una dirección diferente a lo que yo quería.

Tengo entendido que hiciste tu superior en viola en Alemania, un país totalmente diferente a España, ¿cómo fue ese proceso de ser foránea? 

Cuando estuve en Alemania, tenía una vida perfecta si lo miras desde la perspectiva material. Un trabajo que amaba y la posibilidad de seguir con mi carrera en una orquesta. Me ofrecí para ser la directora de un grupo de coros para personas mayores. Me aceptaron y comencé a trabajar ahí con un buen sueldo. Ha sido de las experiencia más hermosas de mi vida porque me permitió tener libertad creativa para preparar las obras y tuve la oportunidad de conectar con personas increíbles como lo fueron los abuelos. Yo para ellos era algo exótico. Una persona del sur con tatuajes y con mucha energía. Ellos me abrieron las puertas y me permitieron formar un vínculo. Esa cercanía fue de las cosas que más extraño de Alemania, la posibilidad de compartir y de crear simplemente porque es divertido. 

Sin embargo, nunca me sentí cómoda con el entorno. Sentía que era un ambiente muy gélido, me deprimía el hecho de que no saliera el sol por mucho tiempo. Subí alrededor de veinte kilos de peso. En diciembre, podía no ver el sol por más de veinte días seguidos, estaba triste. El día que volví a España, comencé a valorar los rayos de sol, la amabilidad de la gente. Eso es algo muy importante para mí. 

¿Y qué te impulso a volver a casa teniéndolo casi todo en Alemania?

Decidí volver a casa en pandemia pensando principalmente en mi familia. Mi padre en ese momento era paciente de riesgo y no lo veía hace muchas navidades. Quería volver a estar cerca por si algo llegaba a pasar. En ese momento pensé que era mi oportunidad de explorar mi lado artístico. Me dije a mí misma: “si quiero ser alguien de aquí a diez años, tengo que empezar ahora”. Me sirvió mucho volver a casa y comprendí mejor el valorar cosas simples como la calidez de la gente, el sol, la comida. Volví a ser más feliz. Madrid me recibió muy bien. 

España para ti significo un nuevo enfoque para un sueño viejo. ¿Cómo fue empezar tu proyecto creativo y tener ese nuevo enfoque para hacer música? Muchas veces no se reconoce la diferencia que hay entre la interpretación y la creación.

Empezar el proceso creativo no fue fácil porque si bien ya tenía las bases académicas de la música, yo siempre he luchado con un pánico escénico fuerte. Yo tuve mi primera jam a los veintitantos años. Y los meses previos, me puse muy enferma. Sentía que no podía comer, ni dormir, a mí me aterrorizaba la idea de estar en el escenario. Para mí fue un principio horrible y eso que yo llevaba desde muy pequeña en escenarios tocando. Pero era muy diferente porque yo antes solo miraba a las partituras y el día que tuve que decir, yo soy cantante, casi moría de los nervios. Por suerte, ese infierno la gente no lo percibía y me tiraba la buena. Poco a poco me fui creyendo ese cuento. El entorno me dio mucho amor, sobre todo los músicos.

Estoy emocionada por el lanzamiento de “Ego”, pero también un poco aterrada porque ver a tantas personas en un mismo lugar reunidas para presenciar mi arte que se inspira en mí como ser humano en su totalidad. Me estoy preparando psicológicamente para el lanzamiento para poder manejar los nervios, me da miedo que el miedo me boicotee el concierto y luego me sentiría mal de que las cosas salgan mal. Igual, intento de que el miedo me sea funcional para trabajar más, hacer todo lo que pueda para que todo salga bien porque tengo el control de las cosas y puedo trabajar desde ya. 

Y llegar a Madrid que es una ciudad con una escena musical consolidada imagino que ayudó mucho. 

En Madrid hay una onda muy hermosa de compartir. Madrid es una ciudad muy cálida y abrazadora, si tú le caes en gracia a alguien, esa persona te va a ayudar. Mis primeras colaboraciones fueron así, el primer productor que yo conocí aquí fue PMP, él trabajó en el último disco de Juicy Bae. Fue la primera persona que me invito a su casa a hacer música. A Escandaloso Xpósito lo conocí a través de músicos de la jam. A Dano lo conocí por un comentario en YouTube y justo estábamos en pleno Covid-19, él me invitó a su casa y así nos encontramos. La primera canción que hice cuando llegue a España fue ‘Calor’ con él. 

Y hablando un poco más del disco, ¿Qué es el ego? 

El ego siempre ha sido un concepto que me ha interesado por lo picante que puede ser. El ego socialmente es una especie de tabú, pero es algo poderoso porque sirve como un motor. Yo quiero liberar que el ego tenga solo connotaciones negativas. Para mí, el ego tienes tres caras. Una de las caras es la abnegación, que yo lo traduzco en el amor, ese desinterés en lo propio para darle cabida a lo del otro. Para mí eso es el amor, el sacrificio del uno mismo para formar algo externo y más grande. 

La segunda cara del ego es la celebración de la virtud propia, que es donde el personaje principal se permite la celebración y el disfrute de la alienación con la vida, es la parte del ego que sí deberíamos celebrar, si no que realmente de celebrarse, de reconocerse, la virtud sin autojuicio del uno mismo. 

Y la tercera cara es la soledad, que la pasa a quien amo, a quien celebro porque al final siempre estamos solos. Esa autosuficiencia, esa plenitud, todo eso al final lo afrontamos nosotros solos y esa última cara, explora la aceptación de la soledad como algo hermoso. La única compañía que se tiene es la de una misma, aceptar los sentimientos no tan agradables. Al final, es el ego que es lo único que nos queda cuando estamos solos. 

Y “Ego” es un disco contemporáneo a tu maternidad, ¿cómo ha sido ese proceso de trabajar y ser madre en el ámbito musical? 

Yo temía que el mundo juzgara ese cambio que trae la maternidad. Sí sentí, que en el tema musical y laboral, muchas personas se alejaban porque me daban de baja y yo necesitaba trabajar para alimentar a mi hija. La sociedad no sabe gestionar la maternidad. Yo sentía que ya no era una mujer atractiva porque como mamá tienes miedo de ser aburrida. Y toda esa onda está silenciosamente cerca porque la gente te deja de llamar pensando que estás ocupada con tus responsabilidades de mamá. Lo que es mentira porque yo puedo hacer viajes porque mi hija tiene un papá. 

Era un poco incómodo porque ya la gente no me reconocía sin mi bebé, si salía a una cena, la gente me preguntaba, ¿dónde está tu bebe?. Todo eso yo lo tomo con amor y paciencia, además, yo soy una madre muy joven en España, y es que las personas no están acostumbradas a nuevas formas de maternidad. Yo solo me planteé una maternidad que yo deseara. 

No hay muchas referencias de artistas que se volvieron mamás y tuvieron que hacer un álbum de nanas o tuvieron que hacer baladas con un ukelele. Sin embargo, hay personajes como La Zowi, que es de las pocas personas que ha mantenido su imagen callejera después de tener el bebé y no cambio nada de su speech, y se mantuvo valiente, arriesgada y única. Yo quiero poder seguir manteniendo mi maternidad con mi naturalidad porque yo no quiero mentirle a nadie. Yo quiero ser lo que soy, llevando a mi bebé a los conciertos. Pienso que es una bonita inversión para que pueda ser un ser libre y auténtico tal como lo hizo mi madre conmigo.

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