«Desire» es uno de esos discos que a uno le llegan por casualidad y se archivan en algún lugar poco frecuentado de nuestra memoria, pero que reaparecen en alguna remembranza como un espacio sonoro apacible.
Una de las grandes discuciones internas que tenemos a la hora de hablar de música es si uno no está develando el truco y, por ende, rompiendo con la magia. Por ejemplo, es un lindo ejercicio conocer un fragmento sampleado y entender qué de le hizo. Pero descifrar la ¿fórmula? en vez de dar herramientas para conocer más una obra puede llegar a enfriarla, reduciéndola a una función matemática. Esta tensión no tiene una respuesta y es mejor así, con obras experimentales que desafian tentando la curiosidad.
El debut de Desire Marea tiene varias incógnitas de este tipo. Inclasificable, atemporal y, ante todo, mágico. Hay poca información al respecto en internet, averigué que es sudafricano y que en el álbum se canta en inglés y zulú. Cuando encontré especificamente los instrumentos utilizados me tiré para atrás, preferí no leerlos para conservar la ilusión y recomiendo que ustedes hagan lo mismo. Tirarse a la pileta, o mejor dicho entrar al ritual, sin saber qué te vas a encontrar.







