En vez de ser convencional y hegemónica, resulta provocadora y cruda. La Zowi, orgullosamente talentosa para crear hits y polémica, nos narra su estilo de vida con música para bitches y goonies.
Zoe, nacida en Paris y establecida en Granada, con un sonido oscuro y un estilo “duro, con letras agresivas”, como ella misma lo define, se impuso dentro de un género donde predominaban los hombres. Detrás del personaje y la estética donde retrata íntegramente el trap de habla hispana (flexeo, extremismo y superficialidad) hay una artista que, al llegar a un punto de inflexión vital, apostó con sonidos nuevos y un enfoque más íntimo.
Lo que la caracteriza es ese don por poder llevar adelante dos personalidades contrapuestas. En su música, una realidad desconsolada: hay temas en los que parece arrancarse la piel por amor y ansiedad, en otros, tiene mil hoes y frontea con eso. ¿El resultado? Hits pegadizos. Aunque eso quisiera, lleva su narrativa hipercapitalista a tal extremo, que necesita rapear desde la tristeza más real.
Su primera aparición se da con su single debut en 2013, ‘Raxxeta’. Ella misma nos dice: “Una ‘ratchet’ es alguien como yo, que combina ropa del Bershka con imitaciones de marcas caras y que, como se siente excluida del sistema, se preocupa más por tener las uñas bien hechas que por votar en las elecciones” (declaración a El Periódico).
Zoe encaja más que perfecto en la camada de La Vendición, quienes labran sus propios caminos artísticos alejados de las multinacionales. En 2020, de la mano de este sello lanzó su álbum: “Elite”, su mejor versión musical actualmente, donde fusionó autotune, 808s, sintetizadores y sub-graves, con tintes de reggaetón.
El arco argumental de sus trabajos nos termina ayudando a entender cómo esa Zowi que ni siquiera se definía como cantante, se reconozca y sea reconocida por los demás como un icono que desborda los estrechos límites de lo que se ha dado a conocer como la escena trap.