El pasado jueves 4 de julio el frenetismo fue con toda, a flor de piel. En 45 minutos, los Pretoria abrieron las puertas de su casa del terror, que paradójicamente, nos esperaba con calidez a quienes llegábamos muertos de frío desde afuera. En diálogo, Pablo Bechara, voz y guitarra de Pretoria, ya anticipaba: “queríamos hacer un show que trascienda las cinco personas tocando indie, rock, “under” o lo que sea. La vara se estaba elevando y para nosotros era el momento justo, se nos ofrecía una oportunidad y queríamos aprovecharla’’.
Una voz anuncia y nos recibe, “bienvenidos a Pretoria”. Detrás de las cortinas, un escenario propicio para que se manifiesten los miedos, las ansiedades y los relatos más escalofriantes. A la par, un fantasma que aparece en escena y danza entre los instrumentos aún inhabitados de sus integrantes. Nos mira y nos apunta con una linterna, se acerca al borde, lanza flores, se esconde, desaparece. Ahí, ingresan ellos, que se plantaron para dar vida a un show de manera independiente y autogestiva. “Buscamos hacer una obra que resuma y a la vez agregue a lo que es el disco, que también utilice a la linterna como herramienta y vehículo para contar esas historias de terror que tenemos los humanos. El fantasma aparece como un protagonista secundario que a priori podía aparecer, pero que entorpece, que da miedo, y una vez que la banda se da cuenta de su existencia nota que puede encontrar ayuda en él”, nos comenta Pablo.
Pretoria nace en 2017, Bechara estaba tocando de modo acústico algunas canciones y Fran Artola aportó para encaminar con los arreglos de su característica guitarra a esas primeras presentaciones en vivo. Por decantación, nació una ambición y las ganas no se quedaron en la banquina de los demos grabados, fueron por más: “Salud y Adolescencia” (2019). Luego de la pandemia, la búsqueda fue más dirigida a formar su identidad propia, encontrar su impronta y a las personas correctas, que tuvieran ganas, amor y entusiasmo por esto. Ahí, Nico Zarate en baterías, Agus Sartori en teclados y Luis María Cabezas en bajos. La artillería pesada para la misa en el Centro Cultural Konex.
En 2018 saltan a la luz con su primer EP, “Arbusto”, compuesto de seis tracks y un feat con León Rogani. En 2019 nos presentan los cortes de difusión previos a su primer álbum de estudio, ‘1992’ y ‘La Nueva Danza’, y luego, pausa y aire hasta julio y septiembre de 2023, que nos sorprendieron con los singles ‘Funeral’ y ‘Ceremonia’, previas a su reciente álbum, “Historias de Terror”. Este último se planta como un cúmulo de relatos y experiencias no tan lindos sobre la vida, ornamentados por un conceptualismo tétrico, timburteano y desolador. En sus palabras, “el fin de la inocencia, traumas, malas noticias, la muerte que acecha, la resignación a la derrota y la angustia”. Ahí es donde ellos se asumen y encuentran, en una especie de redención rockera que se planta como el arma para salvar su propio mundo.
Incluso a oscuras, lo obvio se dilucida: Pretoria no es cualquier banda, es una banda que se sabe suya. Forzando los límites de la creatividad, tomándose el camino como algo lúdico y de aprendizaje activo, los Pretoria caminan en introspección para ser fieles a lo que quieren hacer y entregar sin despegarse de la visión necesaria del exterior para mantenerse en la tierra. Pablo comenta: “Nosotros laburamos aparte y no vivimos de esto, pero yo estoy convencido que tener nuestros laburos independientes nos trae mucho a tierra. Vemos la realidad, la miseria, lo que algunos, mal, llaman zona de confort, los conflictos y las injusticias. Me parece muy importante tener en cuenta todo eso a la hora de componer, porque si no terminas hablando de boludeces y cosas mundanas que no reflejan lo que vivís en el día a día. No alcanza con escribir canciones sobre si me likeaste la historia o no, y que no pase por ahí hace mella en nosotros, somos permeables, es imposible no plasmar todo eso en nuestras canciones. Tampoco queremos bajar línea ni ser explícitos. Creemos que el arte y la música tienen que brindar más preguntas que respuestas empaquetadas de lo que pensamos para que el público adhiera. Hay que generar algo en vez de regalarlo y ya está”.
En una escena donde la demagogia coloniza el accionar de los artistas, los Pretoria no se mantienen ni fríos ni plásticos ante su público, sino, más bien, en contacto orgánico. El pasado encuentro con sede en el Konex fue prueba de ello. En horizontal, cinematográfico en términos conceptuales y fiel a su impronta, la banda liderada por Bechara nos ofreció un espectáculo reflejo de sus búsquedas y aciertos. Tenerse, encontrarse de manera real en el público y reconocer cada fibra sensitiva, los beneficios sensoriales de la autogestión.
Lo que viene ahora para la banda es tocar un poco más, cerrar el año y descansar. Mientras, juntar ideas y sensaciones para formar algo nuevo. “Somos muy alquimistas, acumulamos y después plasmamos en la música, y para eso hay que tener perspectiva, ver el mundo y atender”, concluye Pablo.