Las novelas epistolares se construyen a través de cartas ficticias donde el narrador se inserta como personaje dentro de la trama. Un ejemplo clásico de este género es “Frankenstein”, que se narra a través de las cartas de Robert Walton a su hermana Margaret de Saville. Siguiendo este dispositivo literario, Akriila presentó su álbum debut: “epistolares”. Doce «cartas sonoras» que relatan su propio viaje, no solo como Akrii, también como ella misma: Fernanda Sepúlveda. En este trabajo, la artista fusiona su identidad musical con su ser más íntimo, permitiendo que la narrativa no solo se construya a través de la música, sino también mediante un diálogo personal que revela tanto su crecimiento artístico como humano.
En la canción ‘debut’, Akriila canta: “Vendería mis voces al cantar, para unos segundos ya no estar”, dando inicio a una serie de relatos íntimos que exploran desde el deseo de escapar de la fama hasta cartas de amor. A lo largo del álbum, reflexiona sobre la tensión entre la incertidumbre y la confianza, propias de una joven que ronda los 20 años.
Cartas que yo escribo para mí
Que dan igual
debut
Desde el comienzo Akriila deja claro su deseo de distanciarse, empleando la irreverencia característica del rap. Esta actitud puede verse en ‘epitafio’, una colaboración con FaceBrooklyn y la española Juicy Bae, donde canta: “No te hagas de rogar, no me gustaría perder el tiempo”. Aunque esta frase se inserta en una canción de reggaetón sobre relaciones sexo-afectivas, resuena con la temática general de sus «cartas» su personalidad inconformista. Al enlazar su mensaje en cada track, no pierde un segundo antes de disparar lo que siente, revelando su autenticidad y su rechazo a las expectativas ajenas, que sin embargo continúan teniendo peso en su construcción personal y artística.
Akrii, quien venía del EP de trap “001”, se renueva en este primer gran proyecto. Cambia, se desafía y continúa con la constante evolución que ha caracterizado su joven carrera. Es inquieta, parece incapaz de no estar jugando con lo que dice y hace. A través de su evolución nos enseña a no conformarnos siempre con lo mismo.
El sonido de “epistolares” crea una atmósfera densa y distorsionada, hecha por un equipo de productores encabezado por Heartgaze, que mantiene al oyente inmerso a lo largo de todo el disco. Este álbum, que fusiona alt-pop y reggaetón chileno, pone a prueba los prejuicios hacia Akriila, con sonidos saturados, metálicos y brillantes que marcan una clara diferencia con su trabajo anterior.
El álbum ofrece una mezcla de reggaetón con baterías contundentes que transportan al oyente a los antros de perreo chilenos, pop cargado de autotune y baladas acompañadas de guitarra acústica. Se presenta como un viaje que combina el estrés con la liberación, la crisis con la celebración. De aroma agridulce, nos hace resonar entre su profundidad y al mismo tiempo juega y desafía el conservadurismo tanto ideológico como musical. Nos invita a viajar por su mundo, es su primer LP, su carta de presentación definitiva.
El clímax del disco ocurre en la transición entre ‘POPPER!’ junto a Taichu y ‘mucho, poquito, nada’, marcando un fuerte contraste tanto sonoro como emocional. ‘POPPER!’ se despliega con baterías pesadas y saturadas, llenas de euforia y desorden. En cambio, en ‘mucho, poquito, nada’ se vuelve más íntima y vulnerable. Akrii se repite: “Tranquila, ah, eso me digo a mí misma, solo debo estar tranquila”, mientras reflexiona sobre su vida y se enfrenta a sus vacíos y decisiones. Este paralelismo se refuerza incluso en el tracklist: una canción en mayúsculas, haciendo referencia a una droga recreativa, y otra en minúsculas, representando el vacío existencial. ‘POPPER!’ simboliza el caos, mientras que ‘mucho, poquito, nada’ la incertidumbre que sigue, ese momento de enfrentarse a uno mismo frente al espejo.
En ‘superficial’, Akriila reafirma quién es, abordando la juventud con versos como: “No te me vaya a confundir, yo no te quiero a ti / solo necesito historias para poder escribir”, revelando su necesidad de experiencias que le permitan llenar vacíos personales y creativos. A través de su constante contradicción entre querer escapar de su realidad y enfrentarla, manifiesta: “Pienso seguido, ‘Fernanda Sepúlveda, ¿es hueona?’”.
El cierre con ‘carta a mi papá’ resulta un acierto: una canción que parece ser un bonus track, pero que en realidad lleva la vulnerabilidad al extremo. Como sugiere su título, es el mensaje final en esta novela epistolar, donde con una guitarra acústica escuchamos a Fernanda más desnuda emocionalmente que nunca, desvelando su relación distante con su padre. A pesar del resentimiento que marca esta relación, hay momentos en los que logra evocar recuerdos que le permiten olvidar el dolor de su ausencia.
“epistolares” deja claro quién es y qué quiere Akriila. A través de sus «cartas sonoras», Akriila transmite la complejidad humana, compartiendo sus pasiones, temores y procesos de autodescubrimiento.