Black Country, New Road - Ants From Up There

Mundos metafóricos de los que solo es posible salir con el botón de pausa y la entrada no es solo auricular, es profundamente emocional.

El segundo disco de un proyecto casi siempre es el más difícil de todos. Especialmente si el debut fue un caso de ~aclamo universal~, como sucedió con “For the First Time”. Con toda la presión encima en 364 días estos músicos sub-25 superaron las expectativas y al primer LP. Quedaron atrás las escalas de Medio Oriente y esas formas incontenibles que los dieron a conocer, su nueva versión es una de crecimientos y decrecimientos graduales que pintan paisajes íntegros.

El septeto demuestra que su magia va más allá del caos en este orden orquestal, donde saxo, violín, guitarra, bajo, batería y teclados logran piezas magnas de post-rock de cámara. Los escenarios que inventan con minimalismo o clímax son absorbentes. Mundos metafóricos de los que solo es posible salir con el botón de pausa y la entrada no es solo auricular, es profundamente emocional.

Isaac Wood, que ya mostraba síntomas, en “Ants From Up There” canta con el espíritu anclado en la angustia. Estas, canciones de una grandiosa tristeza, pero tristeza al fin, son las últimas antes de un necesario retiro por salud mental. Dejó extendidas intensidades que conmueven, bellezas que duelen en el pecho, hermosuras irreparables. Sentir que estamos hechos para amar a alguien que, desde arriba, nos ve como hormigas. Sensaciones que no elegimos y que solo transitarlas en el arte vale la pena.

Un disco que sería mejor que no exista, pero que es imposible no admirar.

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