Poner títulos es a menudo un ejercicio más complejo de lo que a simple vista podría parecer. En este, el sentido total de la obra puede verse comprometido ya que, al servir de marco, la dota de contexto de la misma forma que lo hace cualquier elemento paratextual. Un buen uso de este recurso tiende a exaltar la perspectiva del autor sobre la experiencia del oyente; un uso incorrecto, por el contrario, puede condicionarnos a una experiencia frustrada o ambigua en el mejor de los casos.
En un primer vistazo, “Alegría de vivir” parece el título erróneo para un álbum con vibras tan auto-flagelantes. Tan erróneo que parece a propósito; una antípoda artificial. En un primer contacto una tos seca nos advierte que la obra no versa precisamente sobre sensaciones agradables. Apenas nos sumergimos en la experiencia, el color ironía nos moja. Sangre con gusto a menta. Apnea consciente, catatonia.
Como una paradoja de fuerza imparable / objeto inamovible, el binomio título/contenido anula la expectativa previo a que unas frases balbuceadas con desdén sobre timbres cremosos la rematen pisándole la cabeza. Brea en el helado, como chispas, evidencian sólo el sabor para hacernos responsables del mensaje. Este cuasi fluir de conciencia, pese a darle una direccionalidad al sentido en la elección de palabras evocadoras de lo roto, deja a nuestro cargo la conclusión final, condimentada a nuestro gusto.
Un destino al que se llega a través de nuestras propias experiencias, pero mediante las pautas que Cálido Lehamo nos brinda como vehículo. El paisaje, con la suave pincelada del trío Spaced Out Family, nos ubica en un páramo de ensueño el cual transitamos de forma lúgubre. Instrucciones para pintar un cuadro orfista manchado de tonos terracotas.
Este álbum me demostró que nunca puede suprimirse del todo la perspectiva del autor, así como esta misma nunca es absoluta. Un título que es, a mi parecer, una invitación a reinterpretar imágenes, ya sea solo, o con mi café.