Isla de Caras, el quinteto bonaerense que nos robó el corazón con “Una Caricia” nos sorprendió el pasado 7 de julio con su tercer disco de estudio, “Gran Turismo”. Después de dos años que lo separan de su anteúltimo trabajo, Isla nos deja sobre la mesa un álbum compuesto de once tracks que nos acaparan el ser de la manera más suave y melancólica.
Creado un poco de gira y otro poco en Buenos Aires, “Gran Turismo” es una bocanada de aire fresco para el concepto Isla de Caras. “La gira, con sus sentimientos, historias y personajes, fue intrínseca al disco y lo atraviesa en general, más allá de que hayamos escrito parte de las canciones ahí y otra parte en Buenos Aires’’ nos comenta en diálogo, Lautaro Cura.
Como en “Lost in Traslation”, el viaje y la percepción particular de los vínculos como temáticas centrales se adueñan del álbum por completo. Estando solos y lejos de casa, aparece un código común influenciado por la experiencia de ser visitante en lo aparentemente desconocido. Más que en cualquier otro lugar, el viaje se presenta como ese contexto móvil que suscita la sorpresa y el encuentro, el conocimiento y el reconocimiento, ese lugar donde confluyen cosmovisiones de la vida y el mundo que permiten crear algo nuevo y auténtico.
Al viajar salimos de nuestra zona de confort y damos riendas libres al crecimiento autoperceptivo que viene de la mano con la observación del mundo. Si algo encarna vívidamente el reciente trabajo de Isla, es ser la novedad que no pretende dejar de ser contemporánea a sus oyentes de larga data. “Gran Turismo” sube los voltajes y demuestra que Isla de Caras es una banda que no necesita ni pretende dejar su esencia de lado para turistear nuevos planetas.
Acerca de esto, Lautaro cuenta “Creo que todo empezó con el primer show de la gira de Una Caricia, en Lima, Perú. Estábamos tocando en un sótano para un montón de gente ‘Demoliendo Hoteles’, un cover que se nos ocurrió sumar al setlist unos días antes. Lo que sentimos ahí con las personas saltando mientras las paredes transpiraban nos hizo darnos cuenta de que también podíamos ser esa banda o que por lo menos queríamos ir más en esa dirección”. Y no es que Lima sea la única ciudad que los marcó, ‘Insurgentes’ y ‘Mi Defecto’ nacieron en Ciudad de México, “Fue la primera vez que compusimos los cinco juntos. Algunas cosas que grabamos en la habitación del hostel donde vivimos durante dos semanas quedaron en la versión final. ‘Insurgentes’ habla de una cosa que nos pasó para con el desafío de llegar a una ciudad y querer conquistarla de alguna manera. Era la posibilidad de redirigir una historia personal hacia algo más grande”.
El paseo cuál voyeur por las vidrieras de los vínculos que transita este trabajo a nivel conceptual nos recuerda al ímpetu de “Call Me If You Get Lost’’, de Tyler, the Creator. Ambos toman las mismas derechas: melancolía lírica, percepción fetichista del amor y la capacidad de experimentar con sonidos que son propios para entregar un producto nuevo, fuerte y claro. A diferencia de “Gran Turismo” (que podríamos decir, nos acompaña en el tránsito de la melancolía), “CMIYGL” se resguarda en el materialismo y el viaje despreocupado como retóricas para evitar la pálida del amor. Temas como ‘Wilshire’ o ‘Sweet/ITYWTD’ del californiano atañan muy bien la esencia Isla: producción orgánica, prolija, sin despegarse de la innovación, y un digno derroche lírico de sentimientos. En ambos casos, hablamos de artistas que se visten de cronistas del viaje y nos llevan de la mano a transitar por las vidrieras de los modos y retóricas del amor.
Esta perspectiva flaneurista de los vínculos que abraza este álbum nos sitúa en una nueva zona de observación, donde el viaje y el desarraigo se plantan como micropolíticas para transitar el dolor. En palabras de Lautaro: “Estar de gira apaga cierta neurosis que para mí viene heredada de la repetición de vivir todos los días la misma vida. Terminás adquiriendo una mirada más voyeurista de la realidad y andás con la cabeza en cualquiera. Es más fácil generar nuevos narradores, porque el mundo entero te está siendo narrado de nuevo a vos mismo. Y las historias están ahí todos los días. Parece ser bastante automático, bastante a medida’’.
Con producciones de Matías Cella (también mezclando el disco), Bernardo Ferrón, los propios Isla de Caras, una colaboración hit con Little Jesus y coros de Isabel Ponferrada, Laura Morgado y María Armellín, “Gran Turismo” es un álbum que entiende de darle la vuelta al panorama para dar con un trabajo merecedor de posicionarse entre las bandas más prometedoras de la escena argentina.
Algo que juega muy a favor del álbum es que son sus temas no-hit aquellos que encandilan con luz propia. Es así como acaban por dar contundencia en el proyecto y no generan baches de tema a tema. El álbum abre con ‘Como Si’, canción que se despega del aura de “Una Caricia” y nos preanuncia con qué nos vamos a encontrar en este nuevo proyecto.
Las guitarras de Pancho Villa y los bajos de Manu se roban el spotlight, generando atmósferas de éxtasis y sensualidad. En ‘Mi Defecto’, el track va subiendo escalones con bajos marcados acompañados por líneas esbozadas por su front man que acaban por interpelación hasta el último hilito del alma: “Solo tú, me expulsaste de tu club y no estabas al tanto’’. Si tenemos que elegir un tema que encarne vívidamente la esencia del disco, no sorpresiva ni azarosamente diríamos que ese es ‘Culto de Voyeurs’, una balada synth pop, perceptiva y emocional que encarna el ser del disco en su totalidad.
Y es que el álbum por todos sus poros destila autopercepción. En palabras de Lautaro: “me agarró miedo de que todo el disco estuviera escrito en segunda del singular y te diría que sí, que al final termina siendo bastante declaratorio. Es difícil escaparse de lo que a uno le da placer”. Es el nivel de autocrítica y la experimentación despreocupada guiada por el sentir que encarna este disco aquello que los lleva a romper con los clichés del indie y encaminarse a ser una de las bandas más significativas y auténticas de la escena.
Cerrando el disco, nos encontramos con ‘Hable un Poco de Más’, y a este punto pensamos que, si quisieran haber cerrado el álbum de una manera más significativa, interpelativa y cercana, probablemente lo hubieran logrado, pero la necesaria fue esta. “Hable un poco de más, dije mucho de mí’’, como si el resto del álbum hubiera sido una vorágine de sentimientos derramados sobre la mesa que no dejó en claro más que el rigor capaz de esbozar por Isla. Track tras track, amor y despojo en medidas justas.
“Algo importante del proceso del disco fue confiar de una manera casi bruta en él hasta que existiera. Las ideas fueron creciendo producto del camino que empezamos a transitar sin cuestionárnoslo. Todo tuvo una gran cuestión de fe’’. Con todo, la elección del arte de tapa no es azarosa, sino fiel a esta necesidad de confiar en la existencia. Con un diseño de Antonia Quattodio, fotografía de Lucia Noel y tipografía de Pilar Scotto, Lautaro comenta que esta idea de llegar con los tiempos que querían los llevó a no tener ni tapa, ni nombre hasta tres días antes de la entrega del material. Lo que perduró una vez más, fue la autenticidad: «Solo mucha tranquilidad de que la tapa y el nombre iban a aparecer, aunque tuviera que ser a último minuto. No fue traumático, fue la entrega general a un sistema más descontracturado y basado en creer que las cosas iban a suceder«.
En todo su espectro, “Gran Turismo” es un álbum que suena etéreo y volátil en cuotas iguales. Nos abraza con baladas pop-rock psicodélicas, guitarras distorsionadas y coros acordes que construyen un aura de sensualidad, melancolía e interpelación humana a su máximo esplendor. En todo caso, fue reírse de la melancolía hasta conducirla por senderos de sonidos bellos y eléctricos, para hacerla canción. «Creo que ese era el cambio más necesario, caricaturizar la solemnidad«, concluye Lautaro. El álbum se siente así como el soundtrack ideal para escuchar en una cita en casa, cocinando y con copas en mano. Melancolía, psicodelia y amor en la medida justa como cuota necesaria para vincularse entre humanidades.