Quienes se piensan a sí mismos son quienes hacen de su camino uno más llano, con la espalda erguida y la mirada en el horizonte. Larralde galopeó una vida entera, y todavía tiene mucho por andar. Aunque sea José el que está cantando, cada vez que termina una estrofa, sola surge una respuesta. Es una conversación de la que el oyente forma parte.
Si en cada milonga sentida no hubiese una guitarra triste tocada tan bien como él lo hace, no causaría la misma emoción. Cada rasgueo es un latido que bombea sangre a las palabras que salen de su boca, porque las cosas que se dicen con sentimiento llegan más hondo.
Don José recorre en esta obra el concepto del camino desde sus diferentes lecturas. La lectura terrenal, las decisiones que tomamos en nuestra vida, las personas que se nos cruzan, el andar en sí mismo, y el después del galope.
La apertura es ‘Sin Tiempo Final’, una canción en la que justamente empieza haciendo alusión al tiempo: “Solo los hombres buenos, viven todo un día”. La primera parte de este verso es un leitmotiv que se repite a lo largo de toda la canción. Le dedica una milonga a su amada en ‘Como Otras Veces’ y en ‘Si Yo Elegí Mi Destino’ es sentido al decir cómo él eligió quedarse en su rancho y dejar pasar un sueño que desconocemos: “Yo lo miraré alejarse, como a todo lo demás / Alguna vez casi tuve… Pero fue casi nomás”.
Cada tema es un lugar donde detenerse a pensar y desmenuzar verso por verso. ‘Después de Galopiar’ es en parte una mirada en retrospectiva, pero desde mi humilde interpretación, es más una invitación a no renegar de estar donde estamos. Larralde sabe, y así nos hace saber, que somos fruto de nuestras decisiones
Yo también voy llegando a alguna parte
Después de Galopiar
No sé…
No sé si es al final o es al comienzo.