En el fino halo de la naturaleza

Los conceptos quedan afuera y respira lo desconocido. «Halo» parece una obra de teatro para ciegos interpretada con una orquesta de artefactos ininteligibles, un bosque peludo y espinoso donde Juana Molina habita como refugiada o intrusa o un trance que no queda claro si es suyo o nuestro.

La obra de Juana Molina se ha ganado un lugar muy especial en el vasto mar que es la música argentina. Tan así que el espacio que conforman las palabras de esta reseña no es suficiente para dimensionar adecuadamente su trabajo. Visitar sus proyectos puede ser un desafío al oído más convencional, pero también supone la entrada a un mundo fuera de las dimensiones de nuestra realidad cotidiana. 

Halo” viene a representar el despojo de la mundanidad y la entrada en un espacio natural, lleno de bosques apacibles e inquietantes al mismo tiempo. Desde el principio del disco, ‘Paraguaya’ nos introduce en este monte extraño y fabulesco, en el que Juana realiza un ritual. El conjuro se hace presente con una percusión monótona y lo que un oído convencional podría interpretar como cuerdas y teclados intimidantes que atraen hasta a las almas más valientes al peligroso rito. El singular brebaje descrito en el tema nos da pauta de eso:

Quemarás la ruda, prepararás la poción,
Y en noche de luna repetirás la oración:
‘Linda luna que ahí con tu luz iluminas
el brebaje, a ti te invoco,
ayúdame a conseguir lo que he pedido

Paraguaya

Una vez bebimos la poción que nos preparó Juana, empezamos a embebernos de aquel espacio desconocido que generan sus sonidos. Y cuando hablamos de sus sonidos, vamos más allá del significado de sus versos, que escapan a la capacidad de nuestros cerebros domesticados por algoritmos malvados. Hay canciones en dónde la presencia de versos es acotada. Oímos de manera preponderante la presencia de susurros, zumbidos, tarareos y un montón de otras texturas orales que están fuera del lenguaje común. Estas sonoridades nos transmiten más que mil palabras y ayudan a absorbernos dentro de aquella espesura en la que Juana se encuentra tan cómoda. ‘A00 B01’ es la expresión más pura de aquello, en dónde el permanente tarareo se encarga de inmediatamente atraparnos en sus redes.

El silencio también acompaña al sonido y engrandece su presencia. ‘Lentísimo Halo’representa un minimalismo confuso, meditativo y onírico. Estas piezas tan misteriosas esconden un ambiente seductor que nos hunde en lo más profundo de la maleza del halo del monte, pero también nos toma por sorpresa y nos advierte que nos hemos ido de los espacios que conocemos y que ya no tenemos el control. Es como si después de entrar en una pequeña puerta oculta en las paredes de nuestra casa, encontraramos un mundo frondoso y pacífico que esconde algo místico detrás, a lo Coraline. quién sabe si allí aparecerá un ser con segundas intenciones que busque quitarnos la vida. En cualquier momento el hueso de la portada del disco podría sacar manos e intentar comunicarse con nosotros, o tal vez de tanto mirar los ojos que sabemos que no deberían estar ahí, entremos en un trance del que no podamos salir. Bastante me asustó enterarme también que el hueso de hecho tiene un pie. Pero si el trance suena como aquel halo super lento, no parece tan mala idea entrar, ¿no?

A pesar de que nos encontramos bajo su hechizo, Juana utiliza este espacio natural para dar a entender todas las cosas que le pueden pasar ahí. Desde el control sobre alguien, la conexión con la naturaleza entendida como más pura que la conexión entre humanos, y el espacio verde como representación de fuerzas vírgenes que nadie, ni siquiera Juana que tan a gusto se encuentra charlando con ellas, puede predecir, ni con la ayuda de sus queridos oráculos.

Es húmedo, es cálido y también lúgubre
El bosque prodiga quietud
De noche están solos los búhos que miran
Los árboles que se vienen encima
Los pájaros en sus nidos
El hilo que dejan los caracoles
De golpe se oyó un rumor
Sentí calor, ceniza en los ojos sentí el olor
Y un grito, o me pareció
El bosque entró en pánico rojo
El humo ahogó más que el verdor

Cálculos y Oráculos

Es como si el bosque, tan presente en la acotada discursividad del disco, fuera el contenedor de todas las emociones humanas. Amigo y enemigo, a la par que un refugio caótico, hace su mejor esfuerzo por expulsar de sus hojas a quienes no considera dignos de habitarlo. Puede salvaguardarnos de los males del exterior, pero también nos puede asustar y arrebatar de la existencia terrenal. Por eso no es capaz de tranquilizarnos completamente. En el ecosistema del Halo, Juana expresa todas las incomodidades del mundo humano que la agobian, como lo hace en ‘Cosoco’. 

Aunque nunca mentí
Hay cosas que no quise decir
Y una equivocación es una humillación
Y una confusión podría ser el fin de nosotros dos

Cosoco

Tal vez los hechizos que tanto le gustan hacer a Juana simplemente no tengan su lugar en la sociabilidad humana de la que no puede escapar, por mucho que se quiera esconder en la espesura del verdor. Al igual que Lily Everit, protagonista de ‘La Presentación’, cuento de Virginia Woolf, Juana se siente desplazada de su zona de confort. Necesita recurrir a un uso constante de las palabras, desprendiéndose así de los sonidos ininteligibles que tanta seguridad le dan, para comunicar sus pensamientos más puros. En sus incomodidades, solo le queda pensar cómo:

«Lo suyo era, más bien, correr y darse prisa y sopesar en largas caminatas solitarias, trepar portones, pasar por el barro, y por lo borroso, el sueño, el éxtasis de la soledad, ver el revoloteo del chorlito y sorprender a los conejos, y toparse en el corazón de los bosques o los amplios páramos solitarios con pequeñas ceremonias sin público, ritos privados, pura belleza ofrecida por escarabajos y lirios del valle y hojas muertas y carcas quietas, sin ninguna clase de preocupación por lo que los seres humanos pudieran pensar de ellos, que le llenaban la mente de arrobamiento y asombro y la retenían allí hasta que debía tocar el poste del portón para volver en sí«.
La Presentación, Virginia Wolf.

Ni una sola de las apariciones de otras personas que no sean Juana son descritas de manera positiva, lo que da más la pauta de su necesidad de aislamiento de la sociedad y conexión con los sonidos de la naturaleza. O puede incluso que su incapacidad de salir de ese bosque le esté generando más inestabilidad que tranquilidad. Al final del día, hace falta salir de nuestros confines y ver con estupor la liviandad de las convicciones de uno. En una alerta por lo engañoso de la nostalgia infantil en ‘Sin dones’, Juana empieza a ser consciente de sus problemas y de lo confusa que puede resultar la presencia en aquel valle encantado. Cuando termina su trance, una vez que la poción dejó de hacer efecto, empieza a preguntarse qué tan bien se relaciona ella misma con el bosque. Es posible que la cantidad desmesurada de rituales y manzanas envenenadas la hayan cambiado para siempre. La esencia indescifrable de las sensaciones que describe no nos da la pauta de si le habla a un ser humano o a la arboleda quemada, pero su disconfort parece latente en las últimas piezas del disco. Parece ser hora de cambiar de refugio.

Algunas cosas dejás, algunas otras dejé
Algún secreto tendrás y yo virtudes tendré
Un día me olvidarás, un día te olvidaré
y nunca más volverá lo que alguna vez fue
[…]
Estabas tan atónito y aturdido
[…]
Esto era el final de lo que alguna vez
Nos pareció eterno, pero entendí

Estalacticas

Después de semejante realización, solo queda orientarse e ir ‘Al Oeste’ para absorber la vitalidad del sol e iluminarse de alguna manera. Al igual que el mono de “Viaje Al Oeste”, Sun Wukong, Juana reconoce el valor del bosque en su vida y lo bien que le hace, pero comprende que necesita otro espacio en el que florecer y preparar pociones. La confusión probablemente no desaparezca, y no hay que desprenderse de todo lo que aprendimos en la espesura del halo, pero a veces simplemente basta con mirar al horizonte. Y sí allí está soleado, mejor.

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