¿Quién resistirá cuando el arte ataque?

La artista argentina lanzó “Para Quien Trabajas Vol I.” con el empuje rabioso de la disconformidad frente a los tiempos insensibles de hoy.

En el cover de ‘Me vuelvo cada día más loca’ de Celeste Carballo, que interpretó junto con Juliana Gattas y en una contrapropuesta a Spotify (la iniciativa de la plataforma había sido reversionar canciones de artistas varones), Marilina Bertoldi dejó entrever el nuevo sonido que se avecinaba. Lo hizo en consonancia con lo que ya había anunciado luego de que saliera “Mojigata(2022), su último trabajo discográfico: “Es la última vez que hago rock de esta manera”. Porque ahora decide orientar su estilo a un rock más argentino que estadounidense, más tecno y con pistas que con guitarras y distorsiones. Y, por supuesto, con mayor dosis de hartazgo.

Tapa de disco Para Quien Trabajas Vol I.

No es un compendio de homenajes obvios, no es un conjunto de recursos sonoros aislados que remiten a otra época, no es un disco más: en “Para Quien Trabajas Vol I.”, su flamante nuevo LP, las referencias al rock nacional aparecen con la impronta moderna y propia de Bertoldi. No es “rock chabón”. Es rock y es su rock.

A lo largo de diez tracks, la presencia de sintetizadores y beats toman protagonismo, mientras aparecen no solo Luca Prodan sampleado, sino también todo un ambiente ochentoso y bien argentino. Las influencias de Charly García, Spinetta, Virus, Miguel Mateos, Viudas e Hijas de Roque Enroll y GIT están pero no están, sin ser estrictamente un “cortar y pegar”: Marilina se apropia de ese mundo estético y lo reinterpreta con su propia impronta.

Gritos, silencios, susurros. El manejo de los tiempos y la voz en ‘PARA QUIEN TRABAJAS’ (tema homónimo que hace de apertura), es premonitorio de lo que será toda la obra. “Basta”, se escucha desaforadamente, como huyendo de algo o de alguien, justo antes de que se oiga la voz cantante decir: “para quién trabajas”, con sus posibles respuestas: “¿para mí? ¿para vos?”. La búsqueda de un escape se siente en el ritmo apurado, como una marcha. Lo refuerza concretamente en ‘SIGLOS’: “Es hora de seguir, amor”. La pieza empieza con recortes de noticieros que mencionan el fallo de la Corte, el ajuste, y luego, como cambiando de dial, alguien dice “todo perfecto, gracias”. Bertoldi no pretende dar respuestas o soluciones, más bien todo lo contrario: preguntar, contrastar, valerse de la ironía para incomodar.

‘EL GORDO’, canción con ADN de himno, lo representa perfectamente. De la influencia spinetteana nació un hit que terminó sonando a García, como le contó a Julia Mengolini en Futurock. A la par, su videoclip (dirigido por Malena Pichot) comunica desde el humor y la sátira pensamientos o situaciones muy actuales que se repiten cíclicamente: desigualdad social, maltrato laboral, una industria cultural que se encarga de enaltecer artistas con propuestas vacías o que pretenden distraer de una densa realidad, y una respuesta —cuanto menos— poco amable. Caos y una manifestación contundente: cierren el orto. Con más o menos energía, en un susurro o con la voz más ronca, pero clara.

Lo lúdico está presente en los 29 minutos total de la obra: desde la tapa (una Marilina vestida de heroína que le da una cachetada a un hombre), el meme reinterpretado que comunica su presentación en el microestadio Malvinas Argentinas, el hecho de adueñarse de cierto hastío y expresarlo como otro meme (comentó “Nuevo mood: harta” cuando salió ‘Autoestima’), hasta en las canciones, plasmado en el ritmo apurado, el uso de onomatopeyas y de efectos de sonido similares a los juegos de los años noventa. El agotamiento que retrata el disco no es un cansancio que remita a la derrota y a la resignación en un contexto que las motiva, sino creativo, que busca espacios que funcionen de refugio. 

Marilina entiende que no todo es hartazgo demostrado en un solo tempo y sonoridad. En la ¿balada? ‘POR SIEMPRE ES UN LUGAR’ deja salir su costado frágil, inseguro y hasta sorprendido de creer: “Porque pensaba que el amor no era un lugar para mí / Para mí solo existe el odio”. Solo voz y guitarra. Íntimo y a corazón abierto. Aunque también sabe señalar momentos terribles que inspiraron su último track, algo que ya se siente en los bajos y la gravedad de ‘AMANECEN OCASOS’. En un tempo más lento, MONSTRUOS’ evoca al triple lesbicidio en Barracas, Ciudad de Buenos Aires. Retrata la oscuridad a partir de un efecto distintivo en la voz (que no suena en canciones anteriores) y unas contundentes campanadas. En medio de esa penumbra, Bertoldi entiende que no todo es oscuridad sin salida —aunque tampoco ofrece respuestas certeras, dice que no está para eso—. La canción termina con un audio de su sobrino diciendo “ya estoy bien”, un recordatorio de la inocencia infantil, de que al menos parece existir otra fuerza que equilibra entre tanto mal.

La compositora tiene la costumbre de salir de la esfera pública por algunos años para luego reaparecer con nueva música. Marilina se guarda en tiempos hostiles, siente que tiene que callarse porque “está conteniendo un mono con navaja todo el tiempo” o que “no tiene nada positivo para decir”. Pero cuando vuelve, lo hace de forma contundente y sin pasar desapercibida. Es una artista que se involucra, que no le es ajeno el contexto actual y que tiene mucho para decir.

PARA QUIEN TRABAJAS VOL 1.” tiene la sensibilidad y chispa característicos de Bertoldi, aunque cada vez tome caminos distintos del anterior. Marcada por un pulso rápido y bailable, esta etapa demuestra, una vez más, por qué es una artista que escribe nuevas páginas en la historia del rock en Argentina: unas en las que quizás sabremos, por fin, quién resistirá cuando el arte ataque.

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