The Delfonics - The Delfonics

 El LP homónimo es el que más manifiesta su fibra única, germinada en esa etapa de transición del soul más comercial, entre el dominio de Motown y el del smooth y el Philly soul, sin irse de lleno a la psicodelia.

The Delfonics tuvo una belle époque breve, pero saturada en éxitos que lograron su camino natural hacia el estatus de clásicos. En su formación original y con el irremplazable aporte de Thom Bell como productor y arreglista, fueron responsables de cuatro discazos, empezando por el tiernísimo debut “La La Means I Love You” y alcanzando su cielo con el tercero: “The Delfonics”.

 El LP homónimo es el que más manifiesta su fibra única, germinada en esa etapa de transición del soul más comercial, entre el dominio de Motown y el del smooth y el Philly soul, sin irse de lleno a la psicodelia. Si bien los Delfonics efectivamente perfilaron el sonido de Philadelphia, tuvieron la libertad de hacerlo antes de que el género se cierre sobre las directrices que lo hicieron cumplir el sueño americano.

 Los autores de ‘(Ready or Not) Here I Come’ eran irremediablemente adorables, pero también llevaban una excentricidad, ligera pero diferencial. Sus coros eran inconfundibles incluso en esos años donde los grupos vocales eran la regla en la industria afroamericana. Tres voces que llegaban apacibles a dónde haga falta, desde susurros hasta falsettos. La gracia de Bell como arquitecto fundamental del sonido prístino de Philly se luce en las orquestaciones barrocas de la mayoría de los tracks, siendo ‘Delfonics Theme’ el cenit de esa epicidad. Vientos y cuerdas que ambientan un entorno fértil para esas baladas en segunda persona que anidan en el subconsciente del público.

 El trío de románticos caza la intimidad con la grandeza. Acompañan de la mano por sus toboganes emocionales, con una dulzura que no apacigua su intensidad sino que la hace deseable. Sus canciones de amor varían y se ciernen ejemplares en cada estrofa, cada puente y estribillo que el oyente termina coreando a la par.

 La conclusión llega sola: queremos que nos amen como aman los Delfonics.

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