Fotografías: Guillermina Ruffa.
Buenos Aires se mueve a una velocidad apabullante; una ciudad que no para y no espera a nadie, con eventos por todo el perímetro que acompañan la era de inmediatez y ansiedad que estamos transitando. Con una magia particular, el trío Lamp, pata fundamental del Shibuya-kei que mezcla sonidos afines al jazz sesentero con indie pop, proveniente del país que vio nacer “La leyenda de Zelda”, convirtió el Complejo C Art Media en una especie de Templo del Tiempo, desconectando la percepción de los minutos a todo aquel en su interior. El grupo conformado por Kaori Sakakibara, Yusuke Nagai y Taiyo Someya con 9 discos en su haber, pisa por primera vez la Argentina desde su debut en el año 2000.
Si existe un grupo en este país para setear el ambiente ideal y recibir en ese limbo atemporal la magia de los nipones, ese es, sin duda, Jaime Sin Tierra. Y aunque parecía imposible, ya que su última reunión fue en 2018, Nicolás Kramer (El Robot Bajo el Agua) cargó con el alma de su antigua agrupación junto a su dupla, Marcelo Borello. Redujeron en su apertura con una delicada intimidad el gigante espacio de un Complejo C con media asistencia, a un cuarto lo más pequeño posible donde la melancolía pasó a ser compartida. El sonido relajado de la guitarra, la voz por momentos perdida, los colchones de teclado y los loops percusivos iban dispersando, de a poco, la noción del tiempo.



Hay un inciso a destacar que se debe a la calidad de sonido de la fecha. Previo a que Lamp subiera al escenario, pasaron cinco actores claves para que el show tuviera la máxima calidad posible, de los cuales dos eran notables staff de la banda: uno organizando todo sobre el escenario con el plano en la cabeza, colaborando codo a codo con los tres staff del espacio y controlando meticulosamente cada detalle sin dejar nada a la suerte; a la vez que el otro chequeaba el sonido entre el público, sacándole el jugo a cada posibilidad del lugar. Y es que, si bien Lamp se conforma como trío, sobre el escenario se presentan como septeto, con un ensamble de sesionistas que complementa con perfecta sinergia la amplia gama de estilos que pasean por sus canciones.
Con solo una mirada, las primeras notas de teclado empezaron a sonar y el trance impactó cuando las voces de Yusuke y Kaori convergieron en unísono al inicio de ‘Hatachi no Koi’, uno de los temas más destacados del famoso álbum con amapolas rojas “Lamp Genso” (también llamado Lamp Phantasma). Mientras, se levantaba cada celular que se encontraba en el C para filmar. Con un inicio que hace un poco de repaso a través de su historia, la audiencia se encontraba completamente embelesada y perdida. La flauta de Kaori, que bailaba sobre la base de tumbadoras junto a la trompeta de Hiderow (el percusionista, mi héroe del show), eran las estrellas más brillantes del cielo. El despliegue técnico era impresionante, pero lo que resaltaba era el corazón con el que tocaban: el acompañamiento y los jugueteos del teclado, el bajo dando palmadas en el pecho, la batería junto a la percusión dando lugar al baile y las guitarras acariciando las melodías entre punteos. Nada improvisado, pero todo más que sentido.
Entre intentos de charlas en español por parte de la banda y algunos gritos en respuesta —con un poco de japonés improvisado por la gente y algún que otro regalito que llegó hasta el escenario—, el grupo quedó maravillado por el disfrute de los argentinos, aclamando que no suelen hablar con los concurrentes ni siquiera en Tokio, pero la emoción que veían desde arriba les daba ganas de charlar (de la enrevesada forma que se podía). Al punto de que ellos mismos sacaron los celulares para filmar al público, perdiéndose en ese instante eterno y atemporal que ya no solo creaban ellos, sino la comunión entre los tokiotas, los jóvenes indie, los niños otakus y la vieja camada que seguramente los descubrió navegando por foros en búsqueda de algún anime, cuando todavía era difícil descargar ese episodio que querías y aún más difícil ubicar el subtítulo para ello. De la cual soy parte.
Mencionando con emoción hacer otra visita al país, sacando una foto grupal y realizando de bis ‘Last Train at 25 O’clock’ (con un pequeño pogo incluido), abandonaron lento la tarima, rompiendo la burbuja temporal que lograron armar en la Ciudad de la Furia.