Para hablar de propuestas intensas de este año, «2001» —el disco debut de MAG— es un proyecto en el que tenemos que pararnos sí o sí. Desde que ella sacó su EP «Verborragia«, Lúcuma se encuentra a la espera de que esa violencia digital terminara de explotar, y es de nuestro agrado decirles que en «2001» Magdalena Penovi escupe finalmente toda la rabia que una joven argentina puede tener contenida en este caótico siglo lleno de inestabilidad económica, digna del horrible post-capitalismo en el que nos tocó vivir.
Este es el proyecto de MAG, cantautora, productora autodidacta y multiinstrumentista argentina de 24 años cuyo universo sonoro es un campo de batalla donde conviven el deseo, el ruido y la búsqueda identitaria. Con una evolución artística intrigante, pasó de un R&B y NeoSoul sutil hacia un territorio visceral y electrónico. Su propuesta actual es un trabajo de alta tensión: una fusión de rock, metal, hyperpop y tecno donde la voz es una herramienta más al servicio de generar escalofríos intensos. Blindada en todos los frentes —estudio, vivo y audiovisual—, MAG se consolida como una voz autóctona de la década del 20, segura de samplear, distorsionar y soldar sonidos hasta convertirlos en armas filosas.
Para comprender la profundidad de su nuevo disco, es importante volver al año que le da título. El 2001 es una herida crucial en el imaginario argentino: el corralito, la crisis sin precedentes y la explosión social que fracturó la confianza de todo un país en sus instituciones. Para MAG y su generación, nacida en ese colapso, no es un recuerdo lejano sino una herencia emocional: la marca de un estado de crisis permanente y la necesidad de reconstruirse desde los escombros. Es esa sensación de caos y reinvención lo que la artista transforma en materia prima de su renacimiento artístico.
En esta obra su voz toma más protagonismo que nunca. No la oímos tan enterrada en sintes y percusiones como en su anterior EP y hay una ominosa y contundente presencia de guitarras en todo el disco. Las influencias del metal y el punk, estéticas que le interpelan mucho, invaden sus sonidos. Una cantidad inconmensurable de gritos forman parte de los temas más intensos del proyecto. Apelando a la destrucción en ‘distroi‘ junto a Roma y pidiendo que la tiren contra la pared en ‘cero es tres‘, su furia es altamente representativa de las frustraciones de los (y sobre todo las) jóvenes argentinas de la década del 20. Imágenes impactantes, que dan pauta de nuestras perpetuas crisis y del caos en el que podemos vernos atrapados:
Atrapada en el bullicio me encontré otra vez
coqueteando con estatuas sin saber por qué
escapo de algún boludo que me levanté
contame cómo salir, no digas que hacer
a mi nadie me acompaña, yo me persigo sola
corrí por calles desparejas y choque contra mi sombra
hui hasta el cementerio dónde quizá alguien me nombra
bullicio
El pico de las influencias ravers del disco está al final de este tema, donde la voz regurgitante de la esquizofrenia de MARTTEIN funciona como una percusión más, entrando en lo más profundo de tus tímpanos y atrapándote sin tu consentimiento. A pesar del ruido, ese juego de sonidos me hace dudar qué tan desagradable es el bullicio que ambos describen. Por ahí tengo ganas de quedar atrapada yo también (no me hagan caso).
A pesar de los gritos que insisten en salir y el constante choque que tiene la protagonista del disco con sus males, hay espacios para la reflexión. En ‘otra vez‘ MAG se pregunta por qué cae siempre en los mismos vicios y en ‘tan lejos‘ vemos probablemente su faceta más pop, ofreciéndonos sus pasajes más cantados dentro de tanto griterío. ‘cuanto más‘ vuelve a encarar estos deseos de ser rota que aparecieron en ‘cero es tres‘, pero en esta ocasión parece que ya no hay más cuerpo que romper. Hay una vulnerabilidad dentro de este hartazgo y toda esta furia, que clama por respirar. Estas sensibilidades le dan un amplio paraguas la propuesta de MAG, mostrando que hay calma después de la tormenta de la verborragia en crisis.
Nuestro abordaje disperso para encarar varios aspectos de su carrera definitivamente le hizo justicia a todo lo que MAG hoy representa. El caos es algo que también parece ser parte de su estética, vestida de negro y con una cantidad de tatuajes con estilos muy diferentes entre sí, cierra por todos lados con la música que le entrega al mundo. Tuvimos la chance de indagar un poco en todo este universo caótico charlando con la mismísima hija del «2001«.
Tu recorrido musical es muy singular. Vos arrancaste haciendo música más soulera y R&B, y en medios como IndieHoy también hablaste que en una época estabas mucho más rodeada de instrumentos. Ahora estás metida de lleno en un mundo de electrónica muy violenta y rítmica. Ya venías en esa desde Verborragia, pero yo siento que ese sonido tuvo una evolución bastante clara en 2001. ¿Vos cómo sentiste ese cambio?
Fue bastante orgánico, muy paulatino, pasó sin querer inclusive. Yo siempre toqué con banda en vivo, desde el momento en el que estaba más en el R&B y soul, hasta el momento más digital re-versionamos las canciones con banda y siempre funcionó bien. Pero me empezó a pasar que sentía que las canciones de «Verborragia» eran muy distintas en vivo y tenía esta necesidad de que sonaran similares. Que no fuera un chino arreglar las canciones de nuevo y que también la gente las pudiera escuchar y sentirlas más propias.
Entonces fue ocurriendo esta cuestión de mezclar el conocimiento de lo digital y esa estética que me estaba gustando mucho con lo que tenía cuando era chica, que tocaba el bajo, la guitarra, más instrumentos. También empecé a sentir esa necesidad medio orgánica con mi música, en un momento se empezó a escuchar todo muy digital, muy trucho me empezó a parecer. Entonces fue como “está bueno darle un toque de algo orgánico” y volver también un poco a esta cosa más rockera, más metalera que tenía cuando era más chica.
Vos has hablado como de chica estuviste rodeada de metal, ¿te imaginaste en esa época haciendo algo como lo que hacés ahora?
Más o menos, cuando era muy chica no sé si soñaba con ser música. Lo hacía porque era mi entorno, pero ya quizás más de adolescente que era medio fan de Paramore y de Avril Lavigne, ahí era tipo, “quiero tener una banda y quiero que sea re pesado, quiero cantar y volverme loca en el escenario” y ese era como mi objetivo. Y terminó sucediendo de alguna forma.
En tu vida y en la música, ¿qué relación tienen el caos y la violencia?
En mi vida hay mucho conflicto y violencia interna contenida. Más que nada en la relación conmigo misma. Siempre fui como mi propia traba, tenía mucho miedo, mucha inseguridad. Esas son cosas que te ponen medio triste, pero también te genera esta bronca, «loco, tengo una cantidad de carga encima que quiero escupir de alguna manera”. La música siempre terminó siendo ese medio, sobre todo cuando encontré esta cosa que me salió en «Verborragia» y en este disco. Me gusta mucho esta posición rabiosa, sobre todo en las mujeres, que se nos pone en un pedestal de que, o sos sex-symbol o cantás hermoso. Me gusta ver mujeres rompiendo ese eje.
Algo que me gusta de tu música y de otras exponentes que están en boga, me interpela mucho que sean mujeres enojadas. Medio female rage, lo escucho y digo, «Sí, por favor.»
Es que es necesario, porque si no todo es como super perfecto, super “lo esperable” de alguna manera. Y me parece bien que exista, están buenos los momentos en los que uno puede salir de esa bronca y puede bajar. Pero bueno, cuando veo a mujeres que hacen eso me interpela muchísimo más. Y dije, «Bueno, lo quiero hacer yo también.»
¿Eso tiene algo que ver con el momento en el que vos te empezás a producir a vos misma? ¿Qué te llevó a eso?
Yo siempre tuve ganas de participar activamente en mis composiciones. Siempre que me imaginé haciendo mi música, me imaginé escribiéndola y componiéndola yo. De hecho, siempre fue así, mi primer EP si bien no lo produje, lo compuse con la guitarra y lo escribí. Pero lo de producir mi propio tema fue medio que sin querer, porque sabía que quería aprender a producir, pero siempre lo planteé desde un principio como, “Bueno, se lo paso a otra persona que lo haga”.
Pero después me pasó que me enganché muchísimo con la producción musical y con las cosas más nerd del audio, empecé a estudiar y me fascinó tanto que me encontré todos los días sentándome en la computadora a producir. En un momento volví a intentar juntarme con otra gente a hacer música y me pasaba que era tipo, “Okey, salen cosas, pero la única persona que me puede hacer sonar como yo quiero, soy yo”. Y así fue como empezó a salir.
«Verborragia» fue más un aprendizaje de encontrar el sonido y bueno, este disco fue una búsqueda de activamente decir, «Bueno, esto lo voy a hacer yo sola, porque lo quiero hacer sola.» También porque es cuestión de poder hacerlo. Tanto para mí como para los demás porque también, sucede esto un poco de que quizás a las productoras mujeres, si tenés un crédito al lado, se desacredita un poco cuál es la participación que tiene una. En el futuro sí me gustaría abrir quizás ese proceso creativo y de producción, pero fue como una prueba a mí misma de que puedo hacerlo.
Me interesa hablar de tu carrera como productora. ¿Cómo conocés a Vera Frod y cómo te surge producirle a ella? ¿Qué te aporta producir Reina de la Noche a tu carrera?
Fue realmente un gran aporte. Vera es lo más, es súper talentosa y súper laburadora. Tiene una cancha increíble. A ella la conocí porque un amigo productor de ella le iba a hacer su disco, laburaba con ella y él no podía. Entonces me recomendó y Vera vino a mí, le copó que fuera mujer y me dijo, «Yo quiero hacer pop, quiero hacer pop Lady Gaga.» Y yo estaba tipo (jaj?!). A mí me encanta el pop, de todas maneras, lo consumo muchísimo. Pero en ese momento estaba más en una rave-era, más pop superdigital. Entonces, cuando me vino con esa propuesta dije, «Okay, es ambicioso, no sé si lo puedo hacer… vamos a hacerlo.»
Realmente fue un gran proceso de aprendizaje de pop, me encontré estudiando mucho por la calle. Poniéndome canciones que me gustaban cómo sonaban y era tipo, «Che, a ver si esto le gusta, bueno, esto te gusta, bueno, es genial, a mí también.» Me ayudó muchísimo a encontrar un sonido que suene justamente como pop en MI estética sonora porque si bien mi disco es re distinto al disco de Vera, hay algo que se nota desde lo compositivo y de la producción. Si bien mi disco no siento que sea literalmente pop, siento que tiene ahí algo pop en cómo suena, aunque esté todo distorsionado. Hay algo en que la voz está bien al frente y los recursos que se sienten medio pop.
Yo noto una sensibilidad pop, sobre todo en los temas que son un poco más tranquilos, como otra vez y tan lejos, cantás más y no es tanto grito como otros temas. Hablando de sensibilidad no tan pop, ¿qué te hizo traer a Marttein y a Juana Rozas a tu universo musical? Aunque tienen su lado pop, creemos que tienen mucho en común con la música que vos hacés.
Con ellos nos conocemos de la música y de encontrarnos en lugares. Y los tres tenemos proyectos solistas medio alternativos y pesados. A Marto al disco lo traje porque tenía ‘bullicio‘ que la empecé yo sola y era el momento en el que estábamos produciendo ‘LLAMALO‘. Él me había llamado a mí para producir un par de temas de su disco. Empezamos a juntarnos, a hacernos más amigos. Ahí fue cuando en un momento estábamos ranchando, buscando referencias y me mostró los temas de su disco y también estaba en esta como medio rock, pop digital pero con instrumentos y le dije, «Che, mira, yo también estoy haciendo esto” y le muestro un tema que tengo a la mitad que quedaría re bien con él, y me dice “re si boluda”.
Después con Juana, colegas femeninas y también venir de estas propuestas alternativas. Siempre buena onda y ella siempre me pareció muy buena. De hecho, cuando presenté mi EP «Verborragia» ella fue telonera y quedó la mejor. Siempre me pareció muy buena performer, tiene mucha búsqueda artística de su parte, ninguno de sus discos son iguales. Entonces le dije «Che, tenemos que hacer algo juntas.» Y bueno, un día armé ese tema y le dije, «che, gorda…» y me dice, «re, está buenísimo.»
[Vera Rentero refiriéndose a Facu:] Yo en joda le decía a él que sentimos que 2001 es como un hermanito menor de Tanya. [La comparación sorprende a MAG para bien]. Le encuentro muchas similitudes, en el caos de querer romper todo.
Creo que hay un sentimiento medio colectivo que se está generando, en esto que nombrás del female rage y todo eso. Hay algo que está sucediendo y a Juana la recontra encuentro en ese lugar también, sentía que su música tenía mucho que ver.
En el disco 2001, nombraste varias veces el escenario de los cementerios y eso también lo venías mencionando en Verborragia, ¿Qué es lo que te resuena de eso y por qué lo traes a tus proyectos?
En el contexto en el cual compuse parte de «Verborragia» y parte de «2001«, era un contexto en el cual estaba entrando a conocer gente, muchos artistas, saliendo un poco del núcleo de confianza de toda la vida. Entré en otros hábitos que no eran muy saludables para mí. En un momento me sentía muy atrapada, en ese universo de gente medio falsa quizás, o viéndome rodeada de gente que por ahí no me interesaba tanto, interacciones sociales que eran vacías al fin y al cabo. Me costó mucho salir de eso, entonces el cementerio quizás viene un poco ahí.
Lo estoy pensando ao vivo, la verdad [risas de todos]. Nunca hice esa autorreflexión del cementerio, pero yo me lo imagino un poco así el lugar dónde están los muertos, no hay gente. ‘bullicio‘ habla de eso básicamente, me encontré atrapada en el bullicio de nuevo, donde quizás alguien me nombra pero nadie me va a nombrar en el bullicio, no me van a encontrar ahí.
Naciste en el 2001 ¿Vos te sentís hija de la crisis económica?
Hay algo de lo que representa el 2001 para mí, no solamente tipo “crisis”, sino que es esta cosa de algo que se viene carburando, que parece que explota y termina de explotar. No solo en cuanto a la crisis, sino que la gente agarra y dice «me rompí las pelotas.» y agarra y sale a la calle, está enojada, está triste, está impotente, hay un momento de mucha catarsis. Siento que esa energía la tengo en el disco. También es algo que se siente en Argentina constantemente. Esta cosa que siempre parece que estamos al borde de la crisis de nuevo y al mismo tiempo también está esta cosa generacional de los que nacimos en 2001 o en esos años, por ahí que siempre nos sentimos un poco en estado de crisis constante. Entonces yo creo que el 2001 representa un montón de cosas, no solo el año que nací, sino esta cosa del estallido y de ir a confrontarlo a modo catarsis.
Te iba a preguntar justo si sentís que persiste el clima de crisis en Argentina.
Claro que sí. Es inevitable no sentirlo.
[Vera Rentero:] Yo como historiadora, siento que en el 2001 se da una ruptura del sistema económico. Desde ese entonces no se vuelve a estar en un momento en que no haya precarización constante en el trabajo y la economía.
Sí, encima se siente en todos los ámbitos. De hecho hay como una especie de paralelismo que se está armando medio implícitamente del 2001. Me han aparecido como reels de gente diciendo “adiviná si esta noticia es de ahora o del 2001”. Yo estaba haciendo el disco y digo “la puta madre”. También hacer un disco que es tan personal, con todo afuera, prendiéndose fuego y desmoronándose es un sentimiento medio raro. Ese sentimiento también aparece un poco en la portada. Es como que todo atrás se desmorona y yo estoy ahí.
La remera que tenés tiene una foto que es bastante conocida, con el obelisco. La primera vez que vimos la tapa no caímos en eso.
Sí, hay gente que flashea que es godzilla, porque es como que está de costado pero sí, es esa foto. La idea la tuvo la estilista Martina Elissetche y me parece increíble. La verdad fue como una una gran manera de concretar todo el concepto de la tapa.

Fotografía de Enrique García Medina.
¿Sos de Escorpio con ascendente en Piscis?
Sí, soy de Escorpio con ascendente en Piscis. Y con la luna también.
Citando la canción que cierra el disco y también la entrevista, reiremos ante todo el horror que nos pasa en la vida y fingiremos demencia mientras el presidente de este hermoso país en crisis continúe haciendo shows espantosos con la nuestra. Lo que no será espantoso será poder purgar toda la mierda que nuestras psiquis arruinadas tengan encima el próximo jueves 27 en Maquinal, en la presentación de «2001». Allí estaremos, gritando, riendo sin motivos y bailando hasta quedar prendidos fuegos. Los vemos ahí a todos los hijxs de la crisis como nosotros.
















