Hay Algo Acá (Te va a Aterrar): Rosa Profunda en vivo

Con un nuevo EP bajo los brazos, pero aún envueltos en el concepto inmersivo de “Tensión de Siglo” (2024), el colectivo de Trip Hop cordobés jugó de local y presentó uno de sus mejores shows hasta la fecha.

Fotografías: Manuel Lening.

Se termina noviembre y la ciudad comienza a perder, una a una, las personas que se acumulan en los edificios de Nueva Córdoba durante el resto del año. Los estudiantes comienzan a replegarse de a poco a su lugar de origen, o bien a esconderse a la sombra de algún rincón de las sierras. El corazón de cemento se desangra a gotas.

Rosa Profunda toca en Club Paraguay, pero bien podría estar presentándose en el Roadhouse de «Twin Peaks«. Sobre las cortinas negras que hay que atravesar para entrar al lugar se proyecta la cara de una mujer que parece estar en una especie de trance, anticipando algo de la experiencia que promete esta noche. El rostro se deforma con las corrientes de aire y con el movimiento de las manos que, apuradas, buscan correr el telón.

La apertura está a cargo de Mujer Cebra, que se ganó su lugar en la escena del rock alternativo nacional con una propuesta minimalista: un power trío de alma post-punk, visible en las voces con reverb y en los riffs de bajo que, violento y persistente, por momentos parece una segunda guitarra.

No es tan común que una agrupación porteña telonee a una de Córdoba. Ese intercambio de roles se suma a la nivelación que la escena del centro del país profundizó en este 2025: pareciera que los artistas ya no solo miran hacia la capital como la meca del triunfo, sino que trabajan hacia adentro, creando sus propios espacios. Si Dios atiende solo en Buenos Aires, entonces haremos nuestros propios rituales paganos.

Claro que es injusto definir a Rosa Profunda como una “banda cordobesa”: no es la geolocalización lo que los distingue, ni tampoco el concepto de “banda”. Sería más acertado decir que se trata de un colectivo; un grupo de personas con una estrategia fríamente calculada, que tiene el objetivo de traducir el latido oscuro que comparten sus miembros en una experiencia inmersiva para el público.

El show arranca con ‘Beskar’ y ‘Derritiéndose’, probablemente los fragmentos más sombríos y pesados de su álbum publicado en 2024, “Tensión de Siglo; un trabajo que terminó de solidificar la identidad musical y estética dentro de la cual Rosa Profunda se mueve. 

Lo de cocinar a fuego lento acá se aplica al ritmo de la música, pero, a la vez, la postura del proyecto se marca desde el minuto cero. Pocas palabras: las luces, las pantallas y el groove son suficientes. No hay redundancias, ni sobreexplicaciones; las siete sombras distribuidas en el escenario se destacan contra las imágenes de la chica proyectada en las cortinas de la puerta, esta vez de cuerpo entero, mientras corre a ciegas, como si se escapara de algo. Las letras son sinceras: hay algo acá, te va a aterrar.

Nada de lo que hace Rosa Profunda parece improvisado. Ni los cigarrillos que se encienden en la oscuridad e iluminan las gafas negras de los músicos, ni el orden de las canciones, ni el silencio entre ellas. Es como si los autores de lo que está pasando escaparan del foco de la luz; como si importara menos quién está tocando cada instrumento que el resultado final en sí mismo. El personaje no se rompe nunca. De alguna manera, esa coherencia también forma parte de la historia que quieren contar.

En el trance que propone el colectivo, sí se pueden identificar cuestiones específicas: una batería que nunca se va de tiempo, aunque esté ejecutando rítmicas sobre beats sofisticados; líneas de bajo que parecen acarrear el resto de las cosas; y una guitarra que entra siempre en el instante indicado, con poder y sutileza en igual medida. Las voces se mueven, por momentos, en un registro de ultratumba y, por otros, como si flotaran encima del resto de los elementos.

Pienso que es difícil ir a buscar un pogo o pasos de baile acelerados en el Trip Hop. En este género, el movimiento empieza en la mente, como si la música fuera un insecto metálico: estira sus patas, crece por dentro. Un bicho que, por supuesto, tiene similitudes con el escarabajo que ilustra la portada de “Mezzanine de Massive Attack; álbum que, si no es la definición del Trip Hop por excelencia, pega en el palo.

Me gusta creer que algo de la visita del dúo inglés a la última edición del Music Wins (siendo los directores de una obra que involucra mucha gente, especialmente a la angelical Elizabeth Fraser) funcionó como una confirmación para los miembros de Rosa Profunda: la certeza de que se puede apostar por lo distinto; por un trance en slow motion en el medio de la violencia del presente agitado. Ese gesto es más valorable incluso si tenemos en cuenta que el proyecto nació en una provincia en la que el público lleva en el alma el ritmo del cuarteto: el movimiento, el calor, la transpiración del baile.

Rosa Profunda tiene la valentía de no ceder ni un centímetro. Aunque parte de la audiencia seguramente sienta que necesitan algo más “arriba” para un sábado a la noche, muchos más sabrán apreciar la gran serie de recursos que despliegan los músicos: algunos más ligados al rock y otros más al pop, pero sin abandonar nunca la esencia.

En la recta final irrumpe otra energía: el dub. Tras los clásicos —después de esos pasajes donde la voz de Belén Goméz flota sobre un groove etéreo en temas como ‘Sibila’, o de momentos en que lo lynchiano se intensifica, como el solo de saxo de Toni, de los Hermanos Morgan— la velocidad de las canciones deECHOBABY, su último EP, acelera el pulso y define una nueva búsqueda. Para inaugurar la etapa, la sombra más alta del escenario (que por momentos parece parte de las visuales) se despega del fondo para compartir con el público un porro del tamaño de un bate, que dará vueltas por la sala hasta consumirse por completo.

Tanto en ‘Dub de Momo’ como en ‘Dub de la Proscripción’ y ‘Dub del Estadio’, la cuestión se acerca más a otros géneros para dar pie al cierre del show. El trance no se abandona, pero la batería y la guitarra (que se acerca tanto a los riffs de Sky como a los acordes oscuros de Sonic Youth) anticipan que Rosa Profunda persigue nuevos horizontes sin abandonar su plan maestro: un plan que parece ideado en un sótano coloreado con la paleta de «Matrix«, con el fin de crear algo que poco se parece al resto de las cosas que están pasando; algo a lo que, sin darnos cuenta, vamos a acostumbrarnos.

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