Pocas personas hay con tanta personalidad como Marilina Bertoldi, nada nuevo lo dicho, pero es inevitable. Desborda sensualidad y a la hora de performar es hipnotizante. Su música es el soundtrack de su forma de vivir el arte.
Respecto a su anterior producción «Prender un Fuego«, Mojigata es un disco mucho más explosivo y busca un sonido más áspero. Además de los riffs de guitarra, un punto muy claro para ejemplificar es el sonido de la batería: seco y duro. Cosa no menor: la cohesión a nivel álbum está logradísima. Cada track suelto es bueno en sí mismo y en conjunto funcionan perfecto.
No tiene puntos flojos. Entra en la categoría de “mi tema favorito es uno diferente todos los días”. Se anima a jugar con su voz, tanto desde la cadencia y el registro hasta la producción. En ‘Pucho‘ usa autotune, y para quienes no hayan cazado el guiño, aparece en el disco el peculiar personaje que Marilina construyó en sus historias de Instagram con un filtro que hace su voz más grave y habla con acento gringo.
Si hubiera que definirlo en una palabra, le queda calzado un argentinismo: es un disco canchero. Casi 27 minutos de rock directo y sin vueltas: “Lo lamento mucho, mientras me fumo un pucho”. Salvo ‘Amuleto‘ con Javiera Mena, un track que muestra la faceta más íntima de lo sensual, el resto de los temas son movidos y electrizantes. Es una obra fascinante, una grata evolución en su discografía y una nueva demostración de que es una de las figuras más importantes de la música en Argentina.