El Último Bastión del Tango Canción: Julio Sosa

Momento de sacar el viejo tanguero interior.

Julio Sosa fue el último bastión del tango canción, su expresión más popular. Un intérprete excelente y, siendo que nadie más pudo acercar tanto las masas al mundo tanguero, se ha vuelto una puerta de entrada para gente ajena. El brillo de sus trabajos combinados con una calidad de sonido aceptable lo hacen un primer paso muy disfrutable y accesible en la música rioplatense de aquella época y sus generaciones predecesoras.

 Julio, vida

Sosa nació en Uruguay, en un pueblito llamado Las Piedras, a unos 20 kilómetros de Montevideo. Sobrevivió a una infancia de extrema pobreza trabajando desde muy chico como vendedor de bizcochos en la plaza, limpiador de zapatos y otras changas. En una proyección cinematográfica entendió que quería dedicarse a cantar: desde el primer momento Gardel fue su mayor referente y la gestualidad de un actor iba a complementarse con la picardía de un pibe criado en la calle.

Fue ganándose el cariño de su pueblo y participó en varios concursos de canto, hasta que decidió probar suerte en Buenos Aires. Grabó cinco canciones con la orquesta de Luis Caruso para tener una carta de presentación y sus amigos hicieron una rifa para pagarle el boleto. Ya acá tardó poco en ser descubierto y empezar a cantar en la Orquesta Francini-Pontier junto a Alberto Podestá, de ahí en adelante cambió un par de veces de conjunto sin parar en ningún momento de ganar protagonismo. Ya para los 60s se juntó con su mejor acompañante, Leopoldo Federico, y empezó a grabar LPs y firmarlos bajo su nombre. Demostrando así como la figura del cantante es mucho más atractiva para el público que la del director de orquesta, que en el tango casi siempre ha estado en el rol principal. 

A Julio aparentemente le gustaba la velocidad, tenía varios coches de lujo y chocó tres veces hasta que en la última directamente se mató. El legado suyo continúa hasta día de hoy, con la atemporalidad de muchos versos que cantó y referencias en la cultura popular, la más masiva de ellas de la mano del rapero Ysy A que se inspira mucho en su figura y en sus recitados en ‘Traje Unos Tangos’, e incluso se autodenomina El Varón del Trap. 

La muerte de Julio fue poco después de que saliera su único film como actor, “Buenas Noches Buenos Aires”, dirigida por Hugo Del Carril, en la cual encarnaba una escena como Firulete y luchaba contra la juventud porteña perdida en el twist que no abrazaba la verdadera identidad de la ciudad.

Muestro la escena porque es una gran descripción de la importancia de su figura para el tango y el contexto. En su auge de popularidad, el último tan grande que hubo en el tango, la música estilo El Club del Clan era número uno en ventas en el país. Esto hería el orgullo primero musical, porque siendo sinceros la gran mayoría de lo que sonaba era un espanto, y segundo nacional, porque era la juventud nacional siendo conquistada por una música extranjera. Julio Sosa se lo tomaba a pecho y presentaba batalla, consiguiendo ganar muchísima gente de las en aquel momento nuevas generaciones a continuar portando orgullosos su identidad rioplatense.

Él era un galán, cantaba excelente, variado y además entendió antes que ningún otro músico el poder de la televisión, sacando su provecho a la mímica mientras otros exponentes del género cantaban quietos. Su diferenciación del resto no solo estaba en lo actoral, el activamente buscó equilibrar el representar al, en sus palabras, ‘macho latino’ y a la vez no ser igual a nadie. Varias veces recalcó que para él Gardel era insuperable y por eso mismo no había que imitarlo, por supuesto que tampoco al resto. Julio metía dramatismo al cantar, era capaz de ser divertido al oído y la escucha, a la vez que conmover con canciones tristísimas. 

Indiscutiblemente fue un cantor de tango, pero también tuvo acercamientos al candombe, música de carnaval y especialmente al folklore, mundo al que le dedicó el disco “Milonga Triste” más conocido como “Julio Sosa Canta Folklore”, publicado en 1962 y con un grupo de guitarras y contrabajo liderado por Héctor Arbelo. Al menos no es un disco que me encante, pero si que es interesante escucharlo a Julio sin una orquestación tan ostentosa como acostumbraba.

Dudo que no sepan esto, pero no está de más señalarlo: las letras tangueras no suelen tratar particularmente bien a las mujeres. El machismo aparece especialmente en galanes como Sosa, que entre las canciones que interpretaba daba a entender que golpeaba a la mujer a la que le cantaba. Me parece que el juicio a esta altura no tiene mucho sentido, siendo que hace muchísimos años que él y todas las mujeres con las que estuvo ya no están vivos. Hago el comentario porque sé que puede afectar la sensibilidad de algún oyente.

Jamás interpretó una letra propia, algo que para un cantante de tango es normal, pero en este caso llama un poco la atención ya que él tuvo una faceta como poeta que desarrolló de forma autodidacta, al igual que el resto de sus habilidades. La escritura para él era una válvula de escape, por ende terminó conformando sus expresiones más personales como artista. “Dos Horas Antes del Alba” es su único libro, un compilado de poemas muy breve en el que hizo catarsis existencial.

El erótico error de mis padres,
me dio luz, yo me llamo fracaso,
es mentira que tengo otro nombre,
por más que lo diga, lo grite o lo ladre,
el severo y absurdo papel de un juzgado

Fui el orgasmo fatal de un momento,
fui un instinto morboso y malsano,
que pase de mi padre a mi madre,
por un tubo convulso y enfermo,
una noche, hace ya treinta años

Pude estar encerrado en el vidrio,
de la feria brutal de algun sabio,
por error he nacido y existo,
sin poder ayudar a la ciencia,
conservado en el fondo de un frasco

Pude ser una obra suprema,
de monstruosa feldad, una bestia,
pero tengo un defecto que impide,
consumar tan macabra belleza

Y es que en mi, tan deforme y enfermo,
puso dios con crueldad manifiesta,
la espantosa salud de un cerebro
El Error

Aunque no haya utilizado su poesía en su música, si que elegía conscientemente con sus directores de orquesta las letras que iba a interpretar. Un caso excepcional es el recitado que agregó a ‘La Cumparsita’, un clásico instrumental que aprovechó para interpretar la letra de ‘Por qué canto así’, que lo representaba mucho, pero la música no le gustaba. Además, estas líneas son un manifiesto fundamental de qué es el tango para cantantes como Sosa.

Julio, obra

Pasa con muchos músicos que arrancaron en la primera mitad del siglo pasado que sus discografías se tornaron un sinfín caótico de compilados, discos póstumos, singles y discos oficiales entre los que es muy difícil distinguir qué es qué a primera vista. Esto es una constante en el grueso de todo el tango previo al tango nuevo y sucede también en este caso. El Varón como solista hizo tan sólo 6 álbumes oficiales, sin embargo, buscar escuchar esos discos en las plataformas digitales es, como mínimo confuso, uno se cruza decenas de discos con nombres genéricos, la misma foto y un diseño gráfico espantoso. No sé quiénes son los responsables, pero un poco de vergüenza por favor. El problema todavía peor se lo lleva alguien que quiere comprar los discos en físico, habiendo mucha más oferta de antologías de dudosa procedencia que álbumes originales. La fácil es ir y escuchar sólo los trabajos que hizo como solista, de “El Varón del Tango” hasta “El Firulete”, pero ahí uno se queda con solo lo que hizo del ‘61 al ‘64.

Lo primero que hay que entender es que Julio grabó con tres orquestas típicas distintas: Primero la de Armando, segundo la de Francisco Rotundo, una vez más con Pontier y por último con la de Leopoldo Federico. Las grabaciones firmadas por Julio Sosa eran justamente estas últimas y claramente son la entrada ideal, por la calidad de sonido mucho más moderna que tienen y lo definido que estaba él ya como el varón del tango. Si no me equivoco, los registros producidos con las dos agrupaciones anteriores eran todas para discos de 78 revoluciones por minuto, acá en Argentina llamados discos de pasta. El formato previo al vinilo, parecidos estéticamente pero con solo una canción de cada lado, hechos de un material más vulnerable y con una calidad de sonido bastante mala. Por ende, a día de hoy, a menos de que haya ganas de hacer un trabajo arqueológico en busca de esos discos, la forma que hay para escuchar las grabaciones de Sosa con Rotundo y Pontier es a través de discos póstumos.

Por esto mismo les presento la que yo tomo como la discografía oficial de Julio Sosa:

Sus Primeras Grabaciones en Montevideo” un EP en el que están sus únicos registros en uruguayo y la primera voz que se le conoce a día de hoy. “En El Recuerdo” y “Pa’ Que Sepan Como Soy” son la forma más completa que encontré para escucharlo a Sosa con su primera voz, antes de su operación de garganta. Engranan grabaciones del ‘49 al ‘57 principalmente con la Orquesta Francini-Pontier. Siguiendo en la línea temporal, el álbum “Guapo y Varón” contiene piezas con la Típica de Armando Pontier registradas entre el ‘57 y el ‘59. Personalmente estos tres no me resultan tan emocionantes como otros, pero habita en ellos cierto valor histórico y varias perlitas como ‘Princesa del Fango’, ‘Brindis de Sangre’ y más.

Con estos, más los discos que ahora pasaré a reseñar y su discografía oficial ya pueden darse por seguros que conocen la obra musical de Julio, exceptuando alguna grabación específica que falta.

Julio Sosa y la Orquesta Típica de Francisco Rotundo  – Yo soy aquel muchacho (1973) [1953-1955]

Antes de la operación de garganta que se hizo a mitad de los ‘50, Julio había sido contratado para la Orquesta de Francisco Rotundo, un pianista que pagaba mucho, componía y dirigía una típica bien aceitada. Del ‘53 al ‘55 se grabaron los temas que forman parte de este LP que tiene el extraordinario abanico sensible de Julio. Desde el bizarro ‘Justo el 31’ hasta el trágico ‘La Casita Está Triste’, pasando hasta por ‘Carnaval’ un gran tema muestra de la versatilidad del cantante y la estridencia de los instrumentistas.

El álbum no está disponible oficialmente se recomienda buscarlo en SoulSeek o blogs.

Julio Sosa y la Orquesta Típica de Armando Pontier – Así Cantaba Julio Sosa (1965) [1958-1960]

Durante los últimos años junto al bandoneonista Armando Pontier, ya pisando los 60s, se grabaron los temas que se editaron en uno de sus primeros póstumos y mi favorito personal con la orquesta de Pontier. La precisión de los músicos para decorar cada entresijo de los compases es genial, mientras que Julio ya estaba a punto de convertirse en estrella nacional y demostraba ese potencial. La selección de canciones también es muy variada, tiene dos hitos de crítica social tipo ‘Cambalache’ que son ‘Camouflage’ y ‘Al Mundo le Falta un Tornillo’ y por supuesto varias de corazones rotos.

El álbum no está disponible oficialmente se recomienda buscarlo en SoulSeek o blogs.

Julio Sosa y la Orquesta Típica de Leopoldo Federico – El Varón del Tango (1961)

Leopoldo Federico venía de tocar con Astor Piazzolla y estaba a la altura del nivel de aquel Octeto Buenos Aires. Este álbum para mi tiene la música más maravillosa sobre la que cantó Sosa, los arreglos son emocionantes, hechos a la medida para los espíritus de las composiciones y sus sutilezas. Sosa para mi estaba en su punto más elevado como intérprete, incorporando su dotes como actor a la vocalización. Como advierte el nombre, este es el disco del varón y eso significa muchos versos sobre su corazón partido. Una versión devastadora de ‘Sus Ojos Se Cerraron’, el sincericidio de ‘Rencor’, la raperísima ‘As de Cartón’ y el ya mencionado manifiesto de ‘La Cumparsita’ son algunas de las cumbres de este discazo, que incluso poniéndose un poco denso con el desamor y el tono machista es mi favorito suyo.

Julio Sosa y la Orquesta Típica de Leopoldo Federico – El Tango lo Siento Así (1962)

Una presentación excepcional de Julio Sosa, disco que aguanta perfectamente el paso del tiempo y no tiene no hace agua por ningún lado. “El Tango lo Siento Así” tiene ese saborcito especial de clásico, siendo ideal para encaminarse a escuchar música rioplatense. Leopoldo Federico continúa dirigiendo que es un lujo y Julio hace lo propio a la altura, encarnando un seleccionado de canciones bien balanceado en su mundo de pasiones.

El último disco del Varón en vida, publicado meses antes de su muerte. Si bien no tiene un trabajo orquestal tan brillante como los primeros dos con Leopoldo Federico, no puedo no mencionar al disco que tiene ‘Cambalache’, ‘El Último Café’ y ‘El Firulete’, canciones esenciales.

Apéndice: Discografía completa de Julio Sosa

1948: Las Primeras Grabaciones en Montevideo [2016]
1949-1957: En El Recuerdo [1977]
1953-1955: Yo Soy Aquel Muchacho [1973]
1955-1957: Pa’ Que Sepan Como Soy [?]
1957-1959: Guapo y Varón [?]
1958-1960: Así Cantaba Julio Sosa [1965]
1961: El Varón del Tango
1962: El Tango lo Siento Así
1962: Canta Folklore
1963: Con Permiso, Soy el Tango
1963: Reciedumbre y Ternura
1964: El Firulete

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