Cuanto más amor das, mejor estás

El máximo exponente del rap (en) español debió vivir una transformación musical y personal gigante para lograr sacar su álbum solista, 23 años después de iniciarse en el juego del rap. Repasamos y analizamos el álbum con un énfasis en la depresión como motor del disco, tema que ha estado presente a lo largo de toda la carrera de Kase.O y su grupo Doble V y que, además, terminó influenciando la carrera de un sinfín de emcees españoles y latinoamericanos


Kase.O es, sin lugar a dudas, uno de los más importantes exponentes del rap español, si es que no el más importante. Pese a que su trayectoria alcanza ya las dos décadas, siempre tuvo un vacío en relación a las carreras de sus colegas: le faltaba un disco en solitario. En 1993, teniendo 13 años, ya publicaba sus primeras maquetas, “Rompecabezas” del 93’ y “Dos Rombos” del 95’. Más tarde, se comería el micrófono en varias canciones de su grupo, Doble V; pero recién concretaría acercamientos individuales en 2011 cuando publicaría “Jazz Magnetism” junto a una banda homónima conformada con esos fines, compuesta de los monstruos Escandaloso Xpósito, Dani Comas, Juan Pablo Balcázar y Dani Domínguez. Pero a pesar de la impresionante calidad musical y lirical que presenta, dicho álbum estaba compuesto por reversiones de canciones o versos que ya se habían publicado en años anteriores. No sería hasta el 2016 que Javier Ibarra, A.K.A. Kase.O publicaría su primer LP inédito, disco que llevaría por nombre “El Círculo”.

En la víspera de “El Círculo”, Kase.O ya era considerado una deidad, su público esperó nuevas canciones originales suyas durante diez años y quería el rap hardcore con el que se habían alimentado en la época de Violadores del Verso. La baja autoestima de Javier Ibarra y su desencuentro con ese egotrip que la pedía la fanaticada se transformó en un nuevo nivel de perfeccionismo enfermizo, la viva imagen del artista sufrido que se arranca el alma para crear. La presión mental era demasiado grande y casi extingue por completo toda posibilidad de inspiración, Kase confesó haber escuchado más de dos mil beats sin encontrar alguno que lo motive, lo que lo llevó a empezar a componer él mismo, mejorando muchísimo su entendimiento sobre la música pero retrasando aún más un disco que parecía imposible. Después de mucho machaque de neuronas llegó el maxi single “Previo”, tres temas, uno con el mítico rapero de los ochentas PMD, un egotrip tradicional como lo es ‘Casino’ y ‘Repartiendo Arte’, canción que quedaría en el álbum final y lo llevaría al terreno de lo abstracto, rompiendo con todo lo que conocíamos de él.

El álbum finalmente se publicó para septiembre de 2016 y su principal virtud radica en el profundo relato que se construye a partir de las letras. No es un disco conceptual en estricto rigor, “El Círculo” tiene un hilo conductor guiado por la historia personal de Javato Jones, como también se le conoce, historia cuyo origen es rastreable hasta bastante antes de que siquiera estuviera en los planes del aragonés escribir este disco. Es la historia de quien vivió para contarlo, con todo lo que eso implica: inseguridades, desencuentros con lo humano y lo divino, soberbia, excesos y una depresión profunda. Pero si una lección pudiera rescatarse de recorrer el Círculo espiritual que cierra Kase con este álbum, es que tu identidad y tu historia no tienen porqué estar definidas por esos pasos en falso. Al contrario, Kase explica en una frase lo que nos quiere compartir tras todo este álbum en su outro: Cuanto más amor das, mejor estás.

Desenrollando El Círculo

Con 17 tracks, El Círculo pasa por un vaivén de emociones y temas diversos. Cada canción representa algo importante de su vida, la falta de autoestima, la relación con su pareja, el gobierno contra el que se rebela, el alcohol, su grupo Violadores del Verso, el sexo, la musicalidad y hasta el rap competición. Justamente inicia con una Intro que se condice con la tradición rapera hardcore de la cual proviene, entregando una muestra de sus orígenes. Es llamativo que el disco inicie con esto porque en los siguientes temas se va desarrollando una evolución que avanza en dos líneas. La primera y más evidente es la musical, la cual vamos a profundizar más tarde. La segunda línea evolutiva de la que trata el disco es la de los cambios que Kase vive como artista y como persona. A lo largo del LP se hacen evidentes los conflictos internos del Emcee español, y no son pocos. Uno de los más visibles y que estuvo presente en toda su carrera es la depresión. Esta le acompaña, valga la ironía, como una fuerza motora de sus letras desde las mencionadas primeras maquetas. Hoy en día los registros de los rapeos que hizo a los trece años están muy poco vigentes, tanto por el estado primitivo del rap español para 1993 como por sus temáticas pubertas. Pero “El Círculo” es una obra tan abarcativa que resignifica toda la carrera de Kase y le da un nuevo sentido a esas primeras maquetas, las cuales ahora sirven para ver cómo fue desarrollándose su personalidad autodestructiva y entender claramente las cosas de las que habla en temas como ‘Guapo Tarde’. 

Quizás es por esto mismo que entre los 23 años que separan “Rompecabezas” y “El Círculo” podemos encontrar el mayor progreso madurativo del mundo del rap que conocemos. Tal vez algo exagerado pero nuestro rap latino aún es muy jóven al lado del español, y la mayoría de los grandes exponentes estadounidenses de los 90s y 80s perdieron vigencia con la edad o incluso murieron. El único caso de rapero un consagrado que empieza a tratar temáticas adultas y mostrarse débil es JA Y-Z en “4:44”, que salió en 2017. Por su parte, en España, Kase consiguió algo aún más difícil, que es influenciar a una generación tan consolidada como la suya, donde grandes ídolos que fueron influidos por “El Círculo” empezaron a madurar sus letras, casos como el de ToteKing en “Lebron”, Sho-Hai en “La Última Función” y Zatu en “Redención”.

Depresión (no tengo ánimos de buscar un título mejor)

Pero en esta ocasión esas temáticas adultas toman particularidades que merecen ponerse en situación. En la antesala de la publicación de “El Círculo”, Kase.O enfrentó un depresión tremenda y vivió durante 4 años en Medellín, ciudad colombiana donde buscó empaparse un poco de la esencia del Hip Hop, de la calle, del antifascismo y de la organización popular, cuestiones que él mismo asegura que se encuentran devaluadas en el primer mundo. Pero pese a que lidiar con la inspiración es importante, también lo es encontrar cierta paz ante la ansiedad que propicia un proceso artístico tan complejo, más aún en el caso de alguien que tiene antecedentes de una salud mental problemática, como es el caso de Ibarra. Toda esa frustración, la presión de lucirse en cada rima y el constante péndulo entre sentirse en la cima del rap español y no poder levantarse de la cama se ilustra de manera excelente en ‘Basureta (Tiempos Raros)’. En ella desnuda una autopercepción muy destructiva, propio de los momentos oscuros que tuvo que vivir.

Aburrimiento visceral. Hipocondría. Angustia cósmica
El punto más lejano del sol en mi órbita
El puro hastío de vivir es mi amarga tónica

Basureta (Tiempos Raros)

Así, desde el primer minuto ya demuestra que el trastorno depresivo no es ninguna careta. De hecho, la canción es bastante ilustrativa de cómo se vive una depresión clínica. El aburrimiento visceral como el impedimento de levantarse porque cualquier tarea, incluso aquellas que resultaban agradables, pierden todo tipo de interés. La hipocondria como expresión viva en la carne de trastorno, pues la depresión puede traer consigo malestar físico. Angustia cósmica se le llama al malestar producido por no entender el sentido y devenir de la propia existencia y de la vida en sí, de la totalidad del mundo (cosmos, en griego).  La incapacidad de tener sentimientos plenos, más allá de no sentirse alegre, muchas veces se expresa como un vacío, un no sentir, metaforizado como el calor del sol en esta rima, pero reconociendo implícitamente también la condición cíclica de esa sensación, porque al igual que la órbita terrestre alrededor del sol, cualquiera puede pasar por sus tiempos raros. Y finalmente, el hastío retoma la idea del aburrimiento pero exacerbado a su máxima expresión, explicando el cansancio y la falta de ganas de desarrollarnos en el mundo que puede traer la depresión. 

El resto de la canción avanzará en esa línea sumando más elementos que típicamente se asocian a la depresión como síntomas. Tal es el caso del mal humor y su relación directa con hacerle daño a nuestros seres queridos más cercanos y no tan cercanos. Todo ello se convierte en un bucle, como dice la canción, pues como una situación lleva a la otra es muy difícil romper el círculo vicioso y salir de allí, incluso pudiendo llegar a rondar los pensamientos suicidas por ahí, también presentes en la canción. Sin embargo, un claro de luz puede vislumbrarse en todo ello, y se dará al final de la canción. Pero eso lo dejaremos para más adelante en el video.

Incluso en una de las notas más altas del álbum como lo es ‘Yemen’, se expresa de otras formas ese sentir negativo. La canción es un escaparate de técnicas vocales y rimas muy metidas en el egotrip, esa clásica línea rapera que consta de un yo hablando sobre sí mismo por el puro gusto de sentirse el mejor. Tanto es así que las metáforas mitológicas de lo divino definen la canción, sean referencias griegas, cristianas o nórdicas. Pese a ello, el giro está en cómo expresa todo eso, reconociéndose como imperfecto ante todos los ojos que sabe que le observan, dudando de lo grande que pueden ser esos dioses con que se compara e incluso llegando a jugar a equivocarse en las rimas.

Aspiro al papado, os pido pues que me llaméis Pío
¿Pero qué cojones digo? Si yo con brío
Me cago en ese puto obispo de Lucifer siervo sombrío
¡Hijo de puta, ya podrás con críos!

Yemén

Más allá de la crítica a la Iglesia católica, (que no es para menos dados los abusos a menores que referencia Kase en esas líricas), el punto es que Kase se corrige a sí mismo por compararse con las altas figuras eclesiásticas, cuestionando sus propios intereses al considerar que la espiritualidad ocupa un lugar importante en su obra. 

Por otro lado, la antes mencionada ‘Guapo Tarde’ tiene la virtud de ilustrar cómo en su adolescencia temprana él ya estaba comenzando a vivir esta etapa, sólo que allí los problemas se expresaban de otra forma: la incapacidad de relacionarse con mujeres producto de criarse entre hombres y con una baja autoestima. 

El final es obvio, me ha dejado por otro
¿Quién va a querer un novio sin un gramo de amor propio?

Guapo Tarde

Además, ya se comienzan a asomar los tres grandes escapes que primarían en las letras de Kase: beber con los colegas, orar o llorar en su habitación y ser el rapero número uno. 

¿Se puede curar la depresión? Deconstrucción del yo

Dados todos los procesos personales que anteriormente revisamos, el disco tomó un largo tiempo desde el inicio de la escritura hasta su publicación. Con ello, una de las grandes virtudes del álbum es que nos muestra episodios oscuros de Kase, pero también cómo su círculo se fue forjando en la medida en que mejores puentes se fueron construyendo. Una buena representante de la primera etapa es ‘Triste’, con una de las mejores letras que se hayan escrito en nuestro idioma. Una poesía que se va enroscando conceptualmente en sí misma y que ilustran de manera inmejorable como nuestra mente puede convertirse en un pozo interminable que nos arrastra cada vez más profundo y distorsiona gravemente nuestra visión sobre todo.

Más que existir, subsisto
Más que embestir, resisto. ¡Joder!
No amo, ni siento, ni padezco
No veo que crezca. Creo que envejezco

Triste

Pero varias canciones del disco irán en una línea absolutamente contraria, si el amor en las recientemente citadas brilla por su ausencia, en otras lo hace por su presencia. Allí es donde nos quiere guiar finalmente el disco, al lugar en el que el propio Javier se asienta buscando paz. La representación más evidente es la del amor hacia Muna, pareja de Kase, a quién está debidamente dedicado el disco. Las propias líricas la ponen a ella como una parte importante de la luz que comienza a ver y que le invita a no ser simplemente una piedra más del túnel. Tanto es así, que inspira lo que en alguna que otra entrevista Kase llama “la trilogía romántica”, compuesta por la sensual ‘Mitad y Mitad’ con Najwa; ‘Mazas y Catapultas’ donde se encuentra el enfrentamiento directo entre el bajo autoestima de Kase y el persuasivo amor de su pareja; y la más tradicional de la triada pero más decidora de la motivación detrás de las tres piezas, ‘Amor Sin Cláusulas’. 

Lejos de una visión empalagosa, Kase agradece a Muna el que lo haya ayudado a mejorar incluso viviendo con él sus eras oscuras. De hecho, nos transparenta abiertamente sobre aquellas veces en que él le hizo daño. Con ello se normaliza un punto muy importante pero no siempre entendido en relación a la depresión y otros malestares de salud mental: la importancia de los demás. Es vital ante trastornos o enfermedades de ese tipo aprender a pedir ayuda y dejar de tratar de resolver todo uno mismo, porque está bien a veces no poder, y soltar. Después de todo, vivimos un periodo donde el mundo entero es testigo de casi una epidemia de depresión, estrés y otros problemas de corte psicológico. Esto obliga a explicar otro de los puntos importantes de la transformación a la que asistimos al oír “El Círculo”, que es el superar la toxicidad.

Si bien todos y todas podemos ser tóxicos en nuestro actuar con los demás, dado el rol que debemos cumplir en relación a nuestro género, los hombres estamos más propensos a ciertos tipos de toxicidades que se relacionan profundamente con trastornos mentales y no poder salir de ellos por no pedir esa ayuda que mencionamos recién. Ser el más macho, el número uno, siempre rudo y nunca quebrarse, es el lugar al que se supone que todos los hombres debemos aspirar, cuestión que va desde el “llorar es de niñitas” hasta el “si no haces tal cosa eres un maricón”. El egotrip, la competencia y buena parte de los contenidos que el rap expone suelen ser cómplices de repetir una y otra vez ese rol, sobre todo considerando que hasta hace unos años, no era muy frecuente encontrar mujeres reconocidas por la cultura Hip Hop. Debieron vivir mucho tiempo en la marginalidad y así el género se hipermasculinizó. El mismo Kase fue uno de los mayores exponentes en ese contexto, cuestión que se aprecia en algunas de sus canciones del pasado.

Tan sólo quiero que me expliques cómo vas a ser fiel
Cuando yo coja el micrófono y te olvides de él
¿Quién va a parar a tu pasión? ¿tu razón? ¡de cojón!
No conocí a ninguna en ninguna relación

Ninguna Chavala Tiene Dueño

Sin embargo, y me aventuraría a decir que ésta es una de sus mayores herramientas contra la depresión, Kase supera esa versión de sí mismo y se convierte en mejor persona, lo que a la vez, lo convierte en un mejor rapero. Busca nuevas temáticas a las que referir, nuevas rimas y nuevas palabras, además de un trato mucho más complejo de las propias temáticas. Gracias a esa necesidad de aventurarse a cosas nuevas surgen piezas maravillosas, desde ‘Repartiendo Arte’ con su corte que raya en lo surreal o la sencilla pero no menos genial ‘No Sé Qué Voy a Hacer’. Hay en todo ello una intención de crecer y mejorar en todo ámbito que exuda autovaloraci ón. Los esfuerzos que está haciendo Kase son propios de alguien que aprende también a amarse a sí mismo, otro elemento de vital importancia, pues tampoco es sano la total dependencia hacia una relación amorosa para cuidar una depresión, casi usando a la otra persona como un psicólogo personalizado.

La otra gran línea de crecimiento es en el aspecto musical. Se nota a un Kase empapado de un multiculturalismo afro-latino e hispano, animándose a romper con los límites del rap aún más que en “Jazz Magnetism”. La participación de dos cracks del beatmaking colombiano como Crudo Means Raw y El Arkeólogo, la elección de feats más melódicos como McKlopedia, Najwa, Shabu y Hermano L, más la aparición de bajos, teclados, percusiones, rhodes y guitarras tocadas por sesionistas aportaron un abanico de sonidos insólito en el rap de España. Probablemente el mayor causante de esto sea el mismo Javato comenzando a producir y cantar y la participación extendida de Gonzalo Las Heras, quien ha trabajado anteriormente con Jorge Drexler y Luis Eduardo Aute, y poco tiene que ver con el rap. Así es como se llegó a los pegadizos ‘Pavos Reales’, ‘Mazas y Catapultas’, al funky bailable ‘No Se Lo Que Voy a Hacer’ y al abstracto ‘Repartiendo Arte’. Y también es clave para que Kase haya conseguido llegar a los Latin Grammys, a dar una presentación en el Pregón de fiestas del Pilar y haber conseguido disco de oro, todo desde una discográfica independiente.

Parte de este proceso catalogable como deconstrucción, es una humildad en aumento. A ratos acepta su pequeñez, como cuando se pregunta por el cosmos en ‘Repartiendo Arte’. En otros entiende sus imperfecciones y nos las hace públicas “lo único que tengo de genio, es mal genio”. También presenta una mirada sobre la mujer muy distinta a la que veíamos en sus primeras maquetas, pero también en sus letras durante el auge de Violadores del Verso, hace unos 15 años. Incluso en ‘Mitad y Mitad’, canción bastante explícita en su trato del sexo, hay una visión preocupada del deseo de ambos, no unilateral. Incluso llega al punto en que acá Kase dice algo que representa política y personalmente un acto de liberación de la carga de ser Jodeculos Ibarra, el macho alfa del rap, cuando dice: “Accedo, ¡ah!, Méteme un dedo, enséñame esos trucos nuevos”. 

En este sentido creemos que hay una deconstrucción en la obra de Kase. En parte en el sentido que el feminismo le pone al término porque sin dejar de ser un letrista impresionante, las barras de Kase ya no son machistas al nivel del que lo eran antes. Pero sobre todo, es una desconstrucción en la línea de asistir a la bases del género, entenderlas, y desde ahí tomar caminos caminos diferentes. O sea, desarmar hasta los cimientos de cómo se construye el rap y con las piezas que quedan reconstruir castillos diferentes, nuevos, distintos a lo que hemos visto hasta ahora. Eso implica necesariamente una deconstrucción de un ídolo y símbolo de mantenerlo real con rimas explícitas. Gracias a eso, llegó a trascender un mundillo tan egocéntrico y lineal como puede ser el del rap. Así nos demostró que muchas veces ese egotrip es solo un acorazado que uno construye para proteger su propio autoestima y que ser realmente fuerte es poder enseñar las heridas. Transmitiendo un mensaje fundamental sobre la salud mental y la importancia de dar amor para todos, incluso a uno mismo.

Te puede interesar