Juana Aguirre - Claroscuro

“Sabes, luz y oscuridad saben ser la misma cosa” canta Juana Aguirre para revelar el delicado equilibrio sobre el que se mece «Claroscuro«: una colección de canciones que conviven junto a sus sombras. 

Distanciada del pulso grupal de Churupaca, proyecto al que le dio voz y vida, Aguirre craneó su debut solista luego de instalarse en Bariloche sobre el inicio de la pandemia. En los bosques del sur armó su cueva musical, apoyada en la grabación portátil y digital, un enfoque que le permitió abordar sus composiciones desde la creación y la producción en simultáneo. Bajo esa dinámica hallaron forma piezas que se construyen a la par de la escucha y cuyo germen acústico muta hacia una reconfiguración del espacio sonoro desde lo electrónico. Así, tras las cuerdas de su guitarra aparecen recortes, voces alteradas, percusiones filtradas y texturas digitales, reflejo a contraluz de un compuesto en el que convive la música de raíz (invocando a figuras como Violeta Parra) con la óptica experimental de arquitectos del sonido a lo Thom Yorke.

El resultado final es un juego de contrastes difusos, donde las canciones se desnudan en los márgenes entre lo sombrío y lo luminoso, una ambigüedad que se afirma en lo espectral de la voz y en unas letras que navegan sobre los confines del universo. Con la naturaleza como motivo primal, la cantautora hace de cada track una geografía en sí misma que se despliega desde adentro hacia afuera y viceversa. El fuego, el río, la piel de los animales y la corteza de los árboles componen un cuerpo antiguo que se descubre a sí mismo entre versos, sueños y fábulas. Así, aparecen gemas preciosas como ‘Violeta‘ y ‘Tu Contorno‘, además de dos destacadísimos feats como lo son el de Santiago Motorizado en ‘El Gigante‘, y el de su hermana Lola Membrillo en ‘Ven a Visitarme‘. La poética en líneas como “Quiero ser un niño / cuando sea grande” ayuda a componer un relato de imágenes tan bellas como extrañas, cuya fuerza sigue incluso respirando en el silencio, cuando la abstracción instrumental se apodera del álbum. 

El resultado es atrapante, un primer esfuerzo solista que reconfirma a Aguirre en su capacidad de reformularse y, desde una artística propia, aportar a la renovación de esa tradición tan fundamental para nuestra música que es la canción latinoamericana.

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