Las flores más lindas no dan fruto

“Orquídeas” llegó como un digno soundtrack de verano, pero los encantos de Kali Uchis y su giro idiomático no bastan para sacar a la cantante de su zona de confort

Kali Uchis es una de las artistas más importantes de los últimos diez años. Oriunda de Virginia, Estados Unidos, absorbe todo lo que la rodea, siendo su constante movimiento entre la cultura estadounidense y colombiana una de sus aristas más sentidas. Desde ahí que gesta su reciente trabajo que en su título y portada abraza como emblema la orquídea, flor nacional de Colombia, país donde nacieron sus padres y ella pasó gran parte de su infancia.

Luego de su segundo álbum de estudio, “Sin miedo (del amor y otros demonios)”, Uchis lanzó la gran noticia: estaba cocinando dos álbumes, uno en inglés y otro en español, y ambos serían lanzados próximamente. “Red Moon In Venus” llegó en marzo de 2023 y, de la mano de la primicia de que Kali iba a ser mamá, “Orquídeas” vió la luz el 11 de enero de este año.

La realidad es una e ineludible: pocos artistas pueden crear atmósferas sonoras que reflejen más allá de lo obvio como Kali Uchis. Para cada obra ha creado mundos singulares donde se condensan temáticas específicas y su personalidad impetuosa: mientras que “Por Vida” (2015) toma una estética más sweet, “Isolation” (2017) nos da apertura a su faceta R&B y NeoSoul. El cambio viene con “Sin Miedo (del amor y otros demonios)” (2020), que -con tan solo tres reggaetones, una cúpula sólida de temas que se arman de un R&B renovado y boleros de amor- logra armar un disco que germinó un jardín lleno de flores bellísimas. A partir de ahí podemos apreciar cómo Kali logró confluir todos sus gustos y puntos fuertes para regocijarse en una nube de comodidad. “Red Moon In Venus” (2023) (parte de nuestra lista de los mejores álbumes de 2023) es a simple vista el álbum más Kali Uchis de Kali Uchis, potenciado por el autoestima fuerte que la caracteriza.

Si bien “Orquídeas” no deja de consolidar a Kali en un terreno de riqueza conceptual y estética, no acaba de cuajar en su universo. Uchis se ha destacado por darle cuerpo a una obra que, en su escucha atenta, nos habla de una profunda evolución del ser. Una evolución que entiende de revolucionar a la industria, de revolucionarse a sí misma y, aún así, de afianzarse tenazmente una y otra vez a sus lazos y raíces. Esta nueva obra también remite a lo íntimo, al círculo de pertenencia más propio y a la vulnerabilidad que dignifica. Esa búsqueda la podemos palpar desde el primer contacto con el concepto del disco, pero no llega a ser una extensión de su registro previo sino una reiteración.

Kali parece encontrarse en un loop. Obviando el nivel de producción (que es excelente), todos sus trabajos desde “sin miedo (del Amor y Otros Demonios)” cuentan con una serie de armonías muy similares entre sí, aun si varían en sus estéticas. En “Orquídeas” desarrolló una propuesta que constantemente guiña a una zona de confort que le sirve de colchón desde 2015. Si bien nos envuelve en atmósferas sonoras medianamente nuevas para ellas, sus tonalidades vocales son lo que nos trae una y otra vez a sus proyectos pasados. ‘Labios Mordidosy ‘No Hay Ley’ tienen las mismas vibras que ‘te pongo mal’ de “sin miedo”, ‘Heladito’ tiene su equivalente en ‘All Mine’ de “Red Moon In Venus” y en ‘quiero sentirme bien’, también de “sin miedo”, e ‘Igual que un Ángel’ tiene el mismo formato que ‘Endlessly’ y ‘telepatía’.

Un factor importantísimo es “la espera”. Aunque como artista no pueda hacerse cargo de las expectativas, el inconsciente colectivo dispara y las voces allá afuera atentan. Lo único que nos prometió fue un disco en español (lo cual no nos da ninguna certeza de que el reggaetón fuera a ser su punta más fuerte), pero la conspiración era esa: queríamos beber de los reggaetones más kinky nasty. Acá, del trap al merengue, del reggaetón suave al bolero y del dance al dream pop, la voz de Uchis se encarga de conducir todo a la comodidad de las atmósferas soft que ya habitó. La cuota de novedad aplicada en el dembow de ‘Muñekita’ o el juego de influencias que explota en ‘Diosa’ entre afrobeats y afropiano se ve nublada por los resabios del resto de su catálogo.

Si bien enganchó instantáneamente la idea de que este iba a ser el primer álbum completamente en español de Kali, luego, hubo una desilusión al revisar la producción, donde encontramos con que más de los veinte productores que se sumaron en este trabajo, menos de diez son latinos. Si estamos ante un disco que muestra desde el primer momento las banderas de la cultura latina, esto es, por lo menos, incómodo. Nombres significativos como Tainy, Ovy on the Drums, Julian Bernal o Pasqué tienen participaciones mínimas a diferencia de las apariciones estelares de, por ejemplo, Sounwave, Austen Jux-Chandler, Carter Lang y P2J, entre otros.

Kali reivindica a Colombia como propia a viva voz por medio de su discurso, estética y propuesta lírica, pero hay ciertas disonancias ineludibles en su construcción de esa identidad. Traer a la orquídea en su condición de flor nacional a un álbum que poco y nada suena a la música que se hace en Colombia es una contradicción importante. Lo más colombiano “colombiano” que se puede llegar a escuchar es la mención al sabor dulce de las arepas de choclo en la colaboración con Karol G y alguna fuga del slang de la zona cafetera del país. Es verdad que en un mundo globalizado la estética y propuesta latinoamericana han sido elementos atrayentes para el público angloparlante, pero para la realidad de nuestros países la música siempre ha sido algo más que marketing. No es un secreto para nadie que el sentido identitario a lo largo de nuestra historia ha estado enlazado a la fiesta, pero, aun dentro de nuestra diversidad de formas, sonidos y maneras de estar en el mundo, reflejamos pizcas de la vida en nuestros lugares de procedencia, procurando así ir un poco más allá de estéticas que muestren flores nacionales acompañadas de una sonrisa. No se trata de agarrar una guitarra y cantar música protesta, sino de que se disponga de todos los elementos musicales regados por Latinoamérica y que cree algo a partir de ello, si lo que busca es generar una familiaridad y coherencia con un sentimiento de latinidad.

Dentro del debate en torno a la representación genuina también se abre la pregunta: ¿“Orquídeas» es un disco dirigido al público colombiano? Según los datos de Spotify, Colombia no figura en el top 5 de los países con más oyentes de Kali. Sí es muy escuchada a lo largo y ancho de todo Latinoamérica, con México, Chile y Perú como mayores focos de reproducciones. Estadísticamente hablando, según el Migration Policy Institute, para el año 2021 Estados Unidos contaba con 1.6 millones de colombianos residentes, 758.000 de ellos nacidos en dicho país. Por lo tanto, no sería muy acertado decir que el blanco de la artista con este trabajo es ganarse el favor del público colombiano de Latinoamérica. 

La tirria en Colombia inició después del lanzamiento de “sin miedo (Del Amor y Otros Demonios)”, álbum donde Kali empezó a mostrar su lado más latino. A partir de esta etapa, el habladito paisa se le empezó a notar más, tituló a una canción ‘aguardiente y limón’ y gran parte del videoclip de ‘Telepatía’, su canción más viral hasta la fecha,(120 millones de reproducciones al sol de hoy), muestra un recorrido por Pereira, ciudad donde se crió. Elementos dispuestos para afianzar, desde su doble nacionalidad, una identidad latinoamericana. En esa misma tónica ella decidió que el título de su último álbum sea el de un símbolo patrio, pero su obra solo ha logrado una relación nominal con el país. No ha creado un contacto real. Con cada lanzamiento se reafirma dentro del mundo anglo e hispano a la vez, pero ¿qué implicaciones puede tener para su estatus como una de las referentes del R&B y el pop a nivel mundial que cierta porción de su audiencia colombiana no la encuentre consecuente? No es solo cuestión de ser profeta en su tierra y está lejos de reducirse el caso de Kali, pero como un público que se encuentra nadando entre las aguas de la globalización, presa del algoritmo, nos queda preguntarnos: ¿alguna vez tendremos en consideración que los discursos e identidades que performan los y las artistas se convierten, casi de manera exclusiva, en estéticas transitorias? 

Esto no demerita lo impactante que es para la juventud colombiana que una artista como Kali pueda tener un nivel de repercusión e influencia de la talla de Shakira, Karol G, Feid o Juanes. ¿Qué otro artista local tiene colaboraciones con Tyler, The Creator, Omar Apollo, Steve Lacy y PARTYNEXTDOOR? No solo por su fama y éxito comercial, sino porque su estilo se encuentra muy alejado de las propuestas de los artistas antes mencionados, es decir, de lo que comúnmente se escucha en Colombia. El R&B, pop, soul, reggaetón y bolero que podemos encontrar en “Orquídeas” diversifican el abanico sonoro, invitan al público a acercarse a otro tipo de propuestas y disponen un terreno para las personas que quieran apostar dentro de su quehacer musical por buscar su propio camino. Con este disco Kali Uchis se afianza como una referente importantísima para las nuevas generaciones de jóvenes latinoamericanos que fusionarán, así como ella, sus sentidos y músicas locales con propuestas que logren crear contacto con oyentes por fuera de sus fronteras.

Dentro de la experiencia del álbum, ‘Igual que Un Ángel’ llega precisamente en el auge de la tendencia coquette, donde incluso Peso Pluma se sumerge en esta estética y se permite salir de su zona de confort (los corridos tumbados y el reggaetón) para vibrar en una base de suavidad Uchis. En la misma hay un mensaje unapologetic de self love and care: “la favorita de Dios and she knows, heaven must sent you, love”.

El Alfa y JT parecen haber trabajado toda la vida con Kali porque logran un trabajo demasiado orgánico en ‘Muñekita’. La producción se encuentra en el punto exacto para ponerte a menear el cuerpo y entrecerrar los ojos mientras lo escuchas; todo está puesto para que este junte logre una entrega adecuada y sintonices con su flow. Una fusión entre perreo y dembow para hacerte sentir enrumbao’ en todo momento. 

Si tenemos que elegir un hit, el corazón indiscutible del disco es ‘Te Mata’. Este bolero bombea un amor propio que pesa y pisa fuerte, testigo de los procesos que se tuvieron que transitar para esa glorificación self made. La venganza es un plato que se sirve frío y este track lo comprueba. Otro gran plato es ‘Dame Beso // Muévete’, el merengue que encontramos en el cierre y que cobra vida con las atrapantes tonalidades vocales de Kali. En este, le reclama atención a su amante y le reprocha incesantemente la angustia que siente por su desaparición. En el corte, ‘Muévete’ impone una impronta mucho más movida y, así, cierra el álbum con un beso. 

Más allá de todo, “Orquídeas” hace sentir que las manifestaciones más subjetivas se cumplen. Baila entre el placer carnal y romántico, la venganza, la seguridad más propia y la ofensa más poética a sus enemigos. No deja de ser un álbum disfrutable y pegadizo que reivindica a Kali como una de las jefas dentro del panorama musical y da cuenta de que su nombre es siempre sinónimo de Kalidad. A final de cuentas, ella es quien destaca una y otra vez con una voz melódica y dulce, un nivel de producción altísimo y una propuesta única. Es su propia Hannah Montana sin tener que usar peluca, siempre en medio para poder retratar desde su belleza, sensualidad, independencia y lírica lo mejor de los mundos angloparlante e hispano.

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