Estrellas Caníbales: Colectividad y Mutualismo

La cueca es el género que representa al territorio chileno por antonomasia, pero poco hablamos del legado cultural de un acervo que no tiene que ver sólo con la postal de una bandera para las fiestas patrias. Violeta Parra lo demostró con su mezcla autoral y Phuyu y la Fantasma con “A| Tetralogía de Bichos y Setas”, el primer disco dentro de la duología “La Antropofagia nos Une” también.

«Los elementos poéticos preformados de la cueca utiliza son tres: 

  1. Una cuarteta
  2. Una seguidilla de siete versos
  3. Un pareado

Los cuatro versos octosílabos pueden adoptar cualquier combinación de rimas; sin embargo, es general la consonancia o la asonancia en los versos pares. La seguidilla de siete versos está formada por una estrofa cuaternaria de heptasílabos y pentasílabos y una estrofa ternaria con igual relación de sílabas (heptasílabo el segundo verso). De las numerosas combinaciones de la seguidilla española, sólo aparece la que reproducimos aquí. El pareado tiene sus dos versos aconsonantados, asonantados o libres. Generalmente asonantan y es variable su número de sílabas».

Con esto abre Carlos Vega en “La Forma de la Cueca Chilena” (1947) su definición de los elementos poéticos del género y Phuyu y la Fantasma también cuando lo cita de manera preliminar en el folleto adjunto del disco “A| Tetralogía de Bichos y Setas”. La intención es que podamos «esclarecer el material para despertar nuevos temples nerviosos, profundas perspicacias sentimentales, amplificando videncias y comprensiones», parafraseando a César Vallejo en “Poesía Nueva”.

La idea de una vanguardia, específicamente de impronta latinoamericana, una que diste de convenciones identitarias extranjeras y que condense lo que Vallejo define cómo ser autóctono; se convierte en un panorama complejo con un escenario crecientemente globalizado. Sin desmenuzar fino, la globalización anglosajona permea al más independiente de los esfuerzos culturales y en ese transcurso la identidad territorial se difumina a favor de un perfil cada vez más homogéneo, ¿pero es una batalla perdida?¿En qué dirección nos movemos ante el movimiento de un mundo moderno cansado de sí mismo? Oswald de Andrade, poeta brazileño, a través de la tropicalización del escenario urbano propone una vía caníbal.

Junto con el folleto adjunto del disco, al lado del prólogo sobre la cueca de Carlos Vega, la lista de canciones y sus letras aparece un documento digitalizado llamado “Manifesto Antropófago” de Oswald. Esta es una declaración en contra de la pasividad con la que la influencia externa operaba en el escenario local y la tésis que plantea es devorarla. «Contra las sublimaciones antagónicas. Traídas en las carabelas» declara Oswald en su manifiesto caníbal, proponiendo así apropiarse de la influencia literaria, a favor de brindarle una nueva vida a la identidad del territorio. 

Por esta razón hallamos un imaginario poético que convive entre la maquinaría y la naturaleza en la obra del autor y con Phuyu y la Fantasma, una reivindicación musical de la cueca mediante la remoción de los símbolos superpuestos por el patriotismo circunstancial.

1. Organismos Entomopatógenos: Phuyu y el Exosqueleto Exquisito 

Definir a Phuyu y la Fantasma como uno de los fenómenos más interesantes que le ha ocurrido a esta franja larga de tierra en años no sería un favor. Si hablamos de música que no sólo se inspira en sus raíces, también construye desde sus ramas los cimientos necesarios para imaginar un nuevo folclor, hablaría de “Anticuecas Subterráneas”. Primer disco de larga duración donde Rodrigo Romero, compositor cabecilla de esta banda de hermanos y amigos, entre sus otros proyectos (Catalina Lust, Juan Jaula, Osmiini), mezcla el espíritu deconstructivo del folclore hallado en “Composiciones Para Guitarra” de Violeta Parra con el sonido astringente de una guitarra eléctrica.

Su penúltimo trabajo como banda, “El Pacífico Albergará Nuestros Huesos”, lanzado el 2023, contiene una despedida. Un mini-álbum de folclore con una sensibilidad progresiva y orquestal que propone reflexiones en torno al sentido de la vida, despide el ciclo del compositor solista y nos abre las puertas ahora para una propuesta realizada con la experiencia de una banda bajo los brazos. 

Pero hablemos de la cueca y del folclore chileno un momento. Hablemos también si gustas de la bandera y nuestra gastronomía; de la vestimenta y lo largo que es Chile, pero también permíteme hablarte un momento de los pinos y eucaliptos. Se definen como una especie pirófita o amantes del fuego, que secan el piso, pero también crecen rápidamente y por lo tanto facilitan su comercio. A mayor demanda, mayor oferta. Esa es la idea que análoga el estado actual de la crisis durante los veranos en los sectores que cuentan con su presencia y que Phuyu y la Fantasma ocupa para ejemplificar algo más profundo en la primera sección del disco.

(la vida) recicla crisis cíclicas
(la vida) van plantando combustible
(la vida) de pinos y eucaliptas
(la vida) el capitalismo verde
reciclan crisis cíclicas

Esta primera sección cierra con esta canción intensa, rápida y con las voces de Catalina Parra, nueva integrante de la banda, ya incorporadas en una síntesis de las temáticas de este pie. Al igual que el tratamiento de las guitarras con los diferentes pedales o la dualidad de un bajo que oscila entre lo rítmico y lo melódico, las composiciones se tensan y aflojan con la capacidad de un instrumento para enriquecer la narrativa de la pieza.

El uso de la voz de Catalina hace eco de las mujeres en las cuecas clásicas y es un elemento que nos sitúa auditivamente en dicha tradición. Luego de que Rodrigo termina de relatar su ácida apertura y con su guitarra que baila en el fondo libre del régimen del mástil, Catalina interpreta sus versos de denuncia. Superpuesta su voz ocasionalmente con un falsete procesado una octava por encima de su registro, se desplaza la cualidad vocal humana, dándole paso a una representación sonora de un mundo miniaturizado. 

El retrato de este universo casi insectil que conforma la metáfora del disco estarán en menor o mayor medida presente en el resto de su duración, pero con mayor prevalencia en esta sección. Ejemplos como el anterior y el de ‘hormigas rojas y azules‘ son quizás los más explícitos y al igual que con la canción anterior, Rodrigo nos da la bienvenida recitando versos, pero esta vez no hay aprehensiones, sino una crítica contra el imperialismo, un análisis medular sobre las tácticas empleadas y que actualmente controlan la narrativa frente a la política exterior. El sonido se vuelve más áspero y hay algo estimulante en esta alquimia músico-política. Una progresión armónica que avanza amargamente al ritmo de un pie de cueca y una voz que recalca en su estruendoso esplendor el carácter lúgubre de la pieza. Las distorsiones, que expertamente tiñen de una pátina eléctrica el registro, mueven en su fenómeno acústico la inflexión del discurso, dando paso a una consumación climática que acelera su ritmo en la medida en la que se acercan a su final.

Esa es la combinación que sirve como carta de presentación del disco, pero específicamente de ‘I| EL EXOESQUELETO DEL CAPITAL‘, la primera sección (o pie) de esta obra. Ritmos rápidos; guitarras y bajos que giran en su distorsión post-hardcore, noise rock al ritmo de la cueca, y en esa mezcla se termina por parir algo, porque la concepción musical sincrética de Phuyu y la Fantasma no es un fenómeno que existe por casualidad. Activamente se devora la influencia musical importada y se reclama al vástago como propio en un ritual similar al devenir chileno.

Esta mezcla intrépida y poseedora de una claridad absoluta sobre su carácter, construye en los siguientes pasajes un quiebre en la energía cinética que hemos veníamos escuchando hasta este momento y nos invita ahora a un espacio diferente, uno más personal en su segundo pie. 

2. Luna nueva, oh luna nueva. Sóplale recuerdos de mi 

En un viraje más bien introspectivo, el disco entra a un territorio lleno de intimidades con el apartado ‘II| ANOMALÍA DEL MICELIO HUMANO‘. Las hifas ramificadas que teje la banda dan un giro argumental para enfocarse en una radiografía sobre la experiencia individual humana. Si lo anterior tenía por alcance la crítica de una estructura muy por encima de su fecha de expiración, ahora encontramos un diálogo interno sobre experiencias interpersonales.

Esta es la sección que más dista de los elementos que podríamos inmediatamente reconocerle a una cueca, sin embargo decir que no es coherente con el género sería un error. Se termina por ampliar la definición producto de la necesidad creativa que exige este proyecto. Fue necesario matizar los colores de las composiciones para darle terreno fértil a esta investigación social que da como resultado tres canciones decididamente más melancólicas. Es una pausa de las disonancias quirúrgicamente construidas y un ejercicio que enriquece la gama de emociones presentes en “A| Tetralogía de Bichos y Setas”.

va (i) ven’ de una floritura eléctrica que se mueve sólo para en un siguiente compás desarrollar abruptamente su movimiento armónico, termina con una guitarra que evoluciona arpegiada, flotando sobre la reflexión que revela:

el fuego y humo
pero yo-yo escéptico
de espejismos 
el fuego y humo, si
muerte anunciada 
(mi vida) porque la repetición
fue la cuchillada
va (i) ven

Con esta idea, la canción nos narra sobre una ambivalencia deshonesta de un sujeto adorado. Es en la introspección del protagonista que encarna esta reflexión donde radica su problemática y esto contrasta con ‘mantis social y la transparencia con la que muestra la ansiedad de un sujeto que busca complacer a otros. Víctimas ambos de la interacción social al ser estos receptores y emisores, se entrega el negativo de una imagen psicosocial mientras la interpretación de Ignacio Romero en el bajo acentúa tanto la melodía como el paso rítmico para decantar con la desolada cavilación que cierra esta sección.

Diario de sueño‘, o como se terminó por llamar en el disco ‘balance de muerte e indiferencia‘, es la octava canción y el fin de ‘II| ANOMALÍA DEL MICELIO HUMANO‘. «Escúchenme por favor, pónganme atención», exige urgente al narrar lo acontecido y el contraste con el imaginario hasta ahora presente en el disco, resalta con mayor filo el objeto onírico. La relación del espacio literario, la idea del sueño y las líneas de cierre, «decirme algo quiere mi subconsciente» se complementan a la lectura del mismo para informarnos sobre una visión humana más acabada.

Estas tres reflexiones construyen un análisis de las crisis que afrontan las relaciones interpersonales en una sociedad hiperconectada. Las tres se encuentran permeadas por el ojo de un tercero que bien podría ser el oyente, pero que finalmente retratan como parte de un todo, a una sociedad que daña y transforma las conexiones humanas. Tanto ‘la mantis social‘ con la frase «la vida es actuar» o ‘balance de muerte e indiferencia‘ con «la burbuja donde yací», deliberadamente ocupando un doble sentido al entender una burbuja como un espacio secluso y frágil pero también como parte de los fenómenos físicos del entorno, describen este elemento externo que oprime a los sujetos presentes de las canciones.

Por eso no es extraño que ‘va (i) ven‘ cierre con:

La amputación tímida
Del cordel que nos unía

Y que ‘balance de muerte e indiferencia‘ lo haga con:

Decirme algo quiere
Mi subconsciente

Y aquello quizás fue huir.

3. El lirio dorado de 8 minutos

La cueca tiene como función el entretenimiento, pero a su vez posee una de carácter documental. Cuando trabaja como el canal de la tradición oral se convierte en algo distinto a la música que adorna el baile nacional y adquiere lo que Phuyu y la Fantasma se propone con “A| Tetralogía de Bichos y Setas” y “B| Décimas de Phuyu y la Fantasma”.

III| TODAS LAS HUIDAS, LA HUIDA‘ es el título del interludio instrumental de esta tercera sección y es uno que destaca por el contrapunto del bajo y una emulación distorsionada del clavinet. Ambos instrumentos se cortejan mediante un diálogo rápido y resuelven la tensión cuando los otros se unen a la conversación, generando una fusión de estilos y técnica. Disonancia entre rock y cueca que sigue el patrón de ocho compases de 6/8 y luego tres de 2/4, dos veces para luego cortar a siete compases de 6/8 y cerrar con una progresión ascendente que acentúa la dinámica experimental del disco, donde la música funciona como un canal teórico-práctico de la tesis ahora ya con un carácter más agresivo, para quedar en línea con  lo que nos espera en ‘palomeando rotos‘. 

Con la declaración de la apertura se abre la pieza con el redoble de la caja de la batería en manos de Oscar Hernández. Un ritmo que marca el pulso del folklore norteño (norteño solo por la ubicación dentro de nuestro territorio ya que es algo que compartimos también con los países vecinos que colindan la zona). Se genera un vínculo geográfico con el lugar de los eventos narrados y, a su vez, con el mundo sonoro del ejército. 

Rodrigo nos cuenta sobre la matanza de los obreros de la oficina salitrera de Coruña y del intendente Recaredo Amengual. Describe luego la imagen de la misma mientras que, en giros rápidos, la canción evoluciona disonante y Catalina, quien asume ahora el rol de la locución con una producción que evoca una imagen fantasmagórica, nos cuenta con un timbre suave sobre la primera huida de esta sección: hombres, mujeres y niños corriendo ensangrentados de la salitrera La Coruña por la violencia injusta, todo por haber exigido un mejor vivir. 

Este no es lamentablemente el único hito de violencia en estas huidas. En ‘hacienda Xu recorremos un momento de la novela “Cisnes Salvajes” de Jung Chang. Esta relata la historia familiar consecutiva de tres mujeres durante los distintos procesos históricos que experimenta China en la última parte del siglo XIX y el siglo XX. El tema se enfoca en la primera protagonista, Yu-fang, víctima de la tradición del vendado de pies o, como también la novela lo narra según la denominación china, «lirios dorados de ocho centímetros», que finalmente huye del régimen familiar que le oprime añadiendo con este suceso una experiencia de violencia que se asemeja en algún sentido al primer ejemplo citado en esta sección considerando la relación desproporcionada que existe entre quien administra el poder y quién se ha visto sometido a él.

En esa línea, le sigue ‘la Berenice‘, con el acompañamiento de la artista multidisciplinaria Javiera Electra. Única invitada del disco, describe con su verso ágil a este personaje y su historia, sobre la que Pedro Lemebel escribía en su crónica “Berenice (la resucitada)”. «Ella era un sírfido, en una áurea colmena (ay Berenice)» nos relata Javiera, mientras que su voz se abre paso en medio de la distorsión eléctrica de los instrumentos que le abrazan. Repite este ritual que nos relata sobre la huida de Berenice con el infante del patrón, alineándose así con la temática abordada en esta sección y en un giro rítmico, Javiera y su voz se vuelven más agresivas para narrarnos el punto cúlmine: Berenice escapando con el hijo ajeno que en su confusión materna le reconoce a ella como su madre. En el fondo, un teclado acentúa desconcertado el caos de la escena y la voz que fue delicada en un comienzo ahora demuestra su capacidad técnica con la violencia del grito. Javiera, quien ahora canta desasosegada, nos cuenta por último sobre el trágico desenlace. 

con las palabras, sí
de aquel bichito (ay berenice)
y huyó de las abejas
con su delito (ay berenice)
tranquila fue aplastada
como una mosca (ay berenice)
la Berenice

En  ‘III| TODAS LAS HUIDAS, LA HUIDA‘ se retratan escapes violentos. La huida de los sistemas que oprimen a sujetos que nunca zafan ilesos y es este el punto que trata de ilustrar Phuyu con estos tres relatos trágicos. La banda buscó situaciones históricas que, independientes entre sí, exhiben con su aparente distancia el amargor común y generalizado de trabajar por un objetivo inalcanzable. El contraste entre la resolución más absoluta del sujeto en búsqueda de librarse de su sistema contra la voluntad omnipotente de aquel que les aplaca, ya sea este el castigo estatal a manos del ejército; el tortuoso tratamiento estético de los pies en pos de un sistema patriarcal o el aprisionamiento carcelario, todos estos son ejemplos de un fenómeno similar.  

El insecto contra las vicisitudes de la maquinaria humana y la violencia que este ejerce para preservarse es la figura que se ilustra en estas huidas. Se marca en piedra la advertencia sistémica en contra de la sublevación del espíritu humano, pero en esa exaltación existe un valor único que es finalmente nuestro combustible generacional. Cuando entendemos que los cambios son inevitables, la negativa fatalidad con la que puede verse permeada nuestra voluntad y juicio termina por convertirse en un despropósito. Para apoyar ese argumento quizás sea importante recalcar la desaparición de los pies de loto o las mejoras progresivas pero lentas de las condiciones laborales de los trabajadores desde 1925, situaciones que contrastan de alguna manera con el espíritu de estos relatos, pero no así con la esencia presente en este disco cuando logramos apreciar la suma de sus esfuerzos en su totalidad. 

4. Coevolución brillante

Con una apertura dirigida por instrumentos decididamente más orgánicos y un tratamiento físico de técnica extendida, abrimos el último pie volviendo explosivamente al lugar donde nos quedamos en la última sección: Caos. Recuerda a piezas del compositor Krzysztof Penderecki, específicamente durante el periodo sonorístico de su carrera y es un color más con el que Phuyu y la Fantasma plasma la evolución sonora del álbum. 

Para transicionar el sonido del disco hacia esta sección, las disonancias reinan entre los instrumentos melódicos; las percusiones pierden su capacidad de marcar formas rítmicas claras y todo opera como conjunto para exponer al oyente a esta suerte de encore que permanece en el tímpano como un zumbido sin forma. De momento los interludios con los que se han abierto las diferentes secciones han tenido por común el mismo leitmotiv, sin embargo este de manera repentina y en claro contraste con el inicio, se vuelve rápidamente íntimo. Con un piano desnudo y un charango que en su simpleza se desmarca de las distorsiones pasadas, la composición logra construir en el oyente un panorama musical plagado de luminosidad, pero ‘IV / MUTUALISMO COEVOLUTIVO‘, si bien se caracteriza como un lugar esperanzador, guarda cierto recelo contra el futuro. 

Si hay algo a encomiar del esfuerzo de Phuyu y la Fantasma con este disco es su absoluto rechazo a la pasividad. Cuando describe la ineludibilidad con la que la sociedad se verá juzgada en ‘reciclan crisis cíclicas‘ o incluso en los monólogos internos de  ‘II| ANOMALÍA DEL MICELIO HUMANO‘, se habla de la responsabilidad tanto personal como compartida frente a lo que ocurre hoy y podría pasar mañana. El elepé es ante todo producto del diálogo que mantienen sus autores con una realidad que no termina de ocurrir. 

Otro punto a destacar es que no se queda pasmado frente a su análisis, ya que nos entrega las posibles vías con las que podremos construir una solución mancomunada. Con ‘bioluminiscencia‘ se da inicio temáticamente al último pie del disco. En un dúo vocal, Rodrigo y Catalina cuentan sobre la apatía y la nostalgia; la interminable e impredecible manera en la que opera el recuerdo, todo esto bajo la representación instrumental más próxima a la cueca que ha tenido el disco hasta este momento. Se retrata a la niebla como el elemento que nubla la claridad del sujeto pero que encuentra en un otro, que ofrece con sus manos la posibilidad de crear lazos y comunidad, la solución. Con la imagen de dos luciérnagas que mediante su vínculo se guían, el punto queda plasmado gracias a la ternura de su renovada existencia en medio de un paisaje abúlico.

Este ojo que encuentra la solución de lo macroscópico en lo microscópico; que recuerda la importancia del vínculo y de la comunidad, alcanza luego el éxtasis de la unión. Con tono liviano y una instrumentación más simple, lejanos ya de la distorsión que nos envolvía en un comienzo, la voz de Catalina a continuación muestra la vulnerabilidad de un posible acto amatorio visto desde la perspectiva de las orugas. Ternura y cariño al ritmo de la caja rítmica y una guitarra electroacústica que rasguea contenta su pasar para poder retratar estas emociones y es con ese mismo espíritu que ‘liquen‘, un organismo que nace entre la asociación de un hongo y alga o cianobacterias, se conforma como el elemento que cierra la analogía del disco, siendo este la comparación perfecta ya que el liquén es una de las mejores interacciones mutualistas que se conocen en este ámbito.

Por sobre todo escogí 
Nuestra simbiosis
líquen

Con estas líneas termina Phuyu y la Fantasma la primera parte de la duología. Un cierre deslumbrante que nuevamente marca las similitudes entre nuestro sistema de vida y el del reino fúngico e insectil. Cabe destacar que 20 segundos antes de terminar, en una última vuelta o despedida, se decide por cambiar el ritmo a otro binario en 2/4. Mediante este cambio se ilustra la simbiosis descrita con anterioridad; una nueva unión elegida voluntariamente por las figuras que encarnan los personajes y escuchamos la traducción musical de los motivos narrados en esta sección, en un cierre que nos exhorta con su paso a continuar acompañados; a encontrarnos en otros. El mutualismo coevolutivo. Este concepto de la biología que aborda el «fenómeno de la adaptación evolutiva mutua», es el mensaje que nos entrega este disco. Restablecer las conexiones interpersonales en un mundo cada vez más huraño. 

El crítico Jorge Schwartz decía que «donde la moda se subordina al talento individual, el dogma a la creatividad» y “A| Tetralogía de Bichos y Setas” ha sido un maravilloso ejemplo de aquello. Un disco que se atreve a redefinir la cueca a través de una interpretación que mezcla géneros importados con aquellos otros elementos característicos del emblema nacional, resignificando ambos y reivindicando el resultado como algo nuevo y propio. 

Despojándola del inmóvil tinte ceremonial que adquiere al ser un símbolo, este disco nos recuerda sobre la riqueza de nuestro patrimonio musical y termina invitándonos a ser creativos, sin limitar el esfuerzo de este trabajo a una mera elucubración ya que continuamente lo revalora con su tesis antropófoga.

Lo que me queda absolutamente claro (y espero que para quienes les sirva esto como una carta de presentación de la banda también) es el valor de una obra que desafía la posibilidad de un futuro inhóspito. Un manifiesto que se rebela contra la malversación de la tradición y toma las respectivas cartas sobre el asunto desde su vereda. Se vive quizás de una manera distinta hoy lo que Oswald de Andrade escribía hace ya casi un siglo y la pregunta que me hago es si existe el tiempo suficiente para imaginarnos otro futuro, pero de esto más en la reseña «Estrellas Caníbales: Décimas Apocalípticas«.

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