El otoño y la duda existencial

“El arte de perderse”, de la banda bonaerense Normandía, como una reflexión existencialista ejecutada a través de una metáfora del otoño como periodo de transición.

Tal vez, algún día, te des cuenta que no estás contento con la persona en la que te convertiste. Recontar errores pasados y querer empezar de nuevo son ideas recurrentes ante una revelación de tan triste naturaleza. Pero por suerte, uno puede elegir no sentirse solo frente a este tipo de epifanías, la música siempre está ahí para acompañar y “El Arte de Perderse” es una gran metáfora hecha álbum de este estado auto-revisionista tan doloroso pero propio del ser.

Normandía es una banda de midwest emo oriunda de la ciudad de Buenos Aires que pertenece a la escena del rock under argentino. Más específicamente del nicho del emo junto con bandas como Clamor, Kurí o Cursi No Muere. Herederos del legado de la legendaria agrupación de punk Eterna Inocencia, pero extrapolando su sonido a terrenos más rockeros. En este marco fue donde la banda se desarrolló como tal y lograron estrenar uno de los mejores discos adyacentes al emo de los últimos años: “El Arte de Perderse”, lanzado en septiembre del 2024.  

La temática lírica predominante en el álbum es una gran metáfora sobre el periodo de  transición que experimenta una persona luego de terminar una relación, empezando a tener dudas existenciales sobre el curso de su vida. En este disco se habla del otoño como un periodo donde de a poco empieza a fugarse el calor humano y la nostalgia se apodera de los días, volviéndolos un poco más fríos o solitarios con el paso del tiempo. Este tópico lírico se encuentra presente en todo el trabajo, siendo planteado desde las primeras notas y resuelto hacia el final de la escucha.

El primer track del álbum indica el estado de profunda desconexión personal que el disco tiene impreso en su música y letras. Un muy denso sintetizador da inicio a ‘Flores en la Antártida’, un tema que desde su título nos plantea este sentimiento de extravío propio de este proceso otoñal. Por norma general las flores no pueden crecer en climas tan fríos como los del polo sur, así como el humano tampoco puede desarrollarse personalmente en contextos que le son tan adversos como los del auto desprecio. De todas formas creer que la letra de esta canción se revuelca en su propio sufrimiento es no comprenderla del todo, puesto que en verdad, se habla de un intento de progresar que muchas veces es frustrado por la nostalgia, pero que nunca pierde la ilusión de florecer, de superar esa etapa y salir finalmente al sol.

Tiempo fue lo que faltó
Acostumbrados a vivir siempre en el dolor
El amor de ayer
Podría volver a ver el sol
Crecer como unas flores en la antártida
Flores en la Antártida

El sentimiento predominante del álbum es perfectamente explicado en su pista homónima. Es la historia de un castigo autoinfligido motivado por un presente que no deja respirar y atosiga hasta el ahogamiento. En este sentimiento de hartazgo la letra se plantea “borrar todo lo que soy y volver a empezar”. Eso es a lo que el título del disco se refiere: perderse podría ser una forma de destruir las barreras creadas por uno mismo cargando el peso de las malas decisiones y como consecuencia encontrar una nueva versión de sí. Por eso mismo este tema es de los más fuertes del LP, ya que detrás de una melodía pegajosa se esconde una letra que plantea una verdadera duda existencial.

Cada segundo que pasa solo destruye mi alma 
Cada año que me arrasa y termina de cortar mis alas 
Que rápido pasa el tiempo en este reloj de arena 
Qué rápido que es perderse estando en el medio de las tinieblas
El Arte de Perderse

Quizás como una forma de catarsis aparecen un par de canciones donde el grito es un elemento central de la composición. El screamo es una variante más cruda y disonante de los sonidos del emo que se caracteriza por la utilización de gritos desgarradores, en este caso usados para liberar la frustración de un mal pasar personal. Si bien cabe aclarar que los tracks ‘Masacre en el Día de San Valentín’ y ‘704’ no son canciones de screamo en su totalidad, sino que más bien incorporan recursos propios del género para enriquecer el sonido del álbum. Estos dos temas comparten la característica de aparentar ser canciones donde prima la introspección, para después interrumpir el ambiente con un potente alarido que aumenta la tensión y la incomodidad. La faceta más violenta del disco es mostrada casi al final del mismo, demostrando la ira que genera sentir el estancamiento de vivir en una etapa otoñal de la vida, pero este sentimiento no es sempiterno, solo es la antesala de la calma y de la aceptación. 

Cuando las Hojas Caigan’ es el desenlace de toda la vorágine sentimental que el disco construye desde su primer tema. Una canción que solo emplea voz y guitarra acústica, construyendo un ambiente solemne para cerrar el disco, de la misma manera en la que se cierra una etapa. El enojo ya pasó, el pasado es irreversible y ahora solo queda perdonarse por lo ocurrido e intentar mejorar de alguna manera. La letra habla de culminar una transición, de terminar esa etapa que inevitablemente cambió al ser que la atraviesa. Y así como los árboles lo llevan en su naturaleza, los humanos deben aprender a tratar con el frío para volver a encontrarse, convivir con la soledad es una etapa difícil para muchos pero no por ello menos necesaria. Este último tema es la culminación del otoño y el inicio de un periodo de sanación después de tanto sufrimiento.

Cuando las hojas caigan
Voy a tratar de olvidar
Cuando las hojas caigan
Voy a volver a empezar
Cuando las Hojas Caigan

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