Los 33 del 2023:
Discos Argentinos del Año

La nueva década dorada de la música argentina está en marcha

2023 va a quedar en la historia argentina como el año en que asumió la presidencia Javier Milei. No tengo nada bueno para decir al respecto. El INAMU está en juego, igual que otras tantas instituciones de nuestra cultura y no parece haber lado positivo. Este medio, que es orgullosamente latinoamericano, va a seguir apasionado por su música, listo para celebrarla y apoyarla. Eso no nos lo van a quitar.

Por cuarto año consecutivo Lúcuma se propone canonizar lo más significativo de la música argentina moderna según nosotros mismos. Para 2023 preparamos 33 reseñas de LPs, 7 de EPs y unas 30 menciones honoríficas para que ni de casualidad se queden sin música que escuchar. En los siguientes links pueden conocer los tres registros anteriores:

Los Mejores Discos Argentinos de 2020
Los Mejores Discos Argentinos de 2021
Los Mejores Discos Argentinos de 2022

Música argentina para nosotros significa que los artistas formen parte de las escenas locales, más que lo que diga su acta de nacimiento; por lo que por más de que nos hayan encantado los discos de Dano y Simona, quedan fuera de la contienda. De cualquier manera «El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe» tiene su reseña lucumitana y la de «Esfera de Amor» está en camino.

Por primera vez en la historia de esta lista tuvimos pluralidad de voces. Diez autores están involucrados en la confección de esta nota, con su autoría indicada en cada reseña. Ellos son: Ramiro German, Fiore Gonzalo, Tomás Gauna, Flor Viva, Vera Rentero, Migue Yassir, Juan Cruz Ajuria, Melisa Olivera, Agustín Wicki y Santiago Miranda. Estos dos últimos estuvieron a cargo de la edición y Agustín Wicki, o sea yo, también escribí esta introducción. Todas las gráficas corren por cuenta de Migue Yassir como siempre. Gracias a todos por su labor.

En paz descansen Iorio, El Mensú y Chico Novarro. Su aporte a la cultura nacional va a perdurar. Gracias.

El hit cumbiero del año es ‘Ahí Ahí‘, que en realidad salió en diciembre de 2021 y tuvo que esperar a que nuestros oídos puedan procesar un cumbión-digital-drumless. ¿Su autor? El one-hit wonder mendocino de voz nasal inconfundible: El Negro Tecla. Los premios de verso rapero del año y revelación del año también los entregamos, pero ya en el cuerpo de la nota.

El 2024 amenaza con el regreso de la cumbia cheta y un revival de nuestro peor rock motorizado por Coscu. Vamos a extrañar más todavía al Noba, pero toca resistir. Podemos depositar fe en la llegada de álbums de Mir Nicolás, Buenos Vampiros, Juliana Gattas, Golden Boyz, Clamor, Hannie Shaft, T&K, Cielorroto, Odd Mami y Charly Garcia.

Aclaración: Esta nota está hecha con la mayor rigurosidad posible para un grupo humano de tres (Ramiro, Miguel y Agustín), que dedicamos el año a estudiar la escena, armar una base de datos con cientos de discos y EPs y finalmente darle forma. Aún así, siempre se escapa algo o queda fuera por nuestra ignorancia en ciertos géneros como pueden ser el metal. Lúcuma tiene sus vías de comunicación abierta por si nos quieren recomendar más música. También abrimos el espacio de menciones honoríficas para llegar a cubrir más territorio sonoro a falta de tiempo e ideas para reseñar todos los discos. Si les gusta el paradigma señalado con cada disco les aconsejamos que también le den una oportunidad a esas obras.

30 Menciones Honoríficas:

Rock:
-manza / Mariano Esain – Inventario [Fuego Amigo Discos]
-Nadie Nunca Nada – Atlánticos [anomalía ediciones]
-El Club Audiovisual – El Club Audiovisual [Casa del Puente Discos]
-Tomates Asesinos – Definiciones y Ejemplos [Lerockpsicophonique]
-Riel – Principio del Fin [Casa del Puente Discos]
-Carmen Sanchez Viamonte – Mala

Hip Hop:
-Ras 23 – Buzios
-L’Peqeña – Agitanada
-Napo – Jardínes Líquidos
-Sophia – Sense of Defense
-Cerounno & Vinyltracker – El Otro Lado
-Bruno Introini – Stoner Season
-Sin1Rostro – Ckumbé

Pop:
-Fransia – Vida Real [Queruza | Costa Futuro]
-Anyi – Luz de Perla [Indie Folks]
-aNgel pLACENta – No quiero amores, Quiero ángeles
-Fermin – Todo Sobre la Nada [Yuukii Records]
-Juan Belvis y Juana Sallies – Turba Par [WORMO]

R&B/Soul:
-Emme – M<3RL1N4 [Warner Chappell]
-Emmanuel Horvilleur – Aqua di Emma [Sony Music]
-Abril Olivera – Abril

Folklore:
-Guazuncho – Odiseas del Litoral [Fuego Amigo Discos]
-Julieta Laso – Pata de Perra [Otro Planeta]
-Luciana Jury y Milagros Caliva – Material Urgente [Acqua Records]

Otros:
-Broke Carrey – Buenos Aires Motel (Reggaetón) [Bohemian Groove]
-Carolo – Carolo (Experimental) [Sonamos | Little Butterfly Records]
-Melanie Williams & El Cabloide – TReSMO (Psicodelia) [Indie Folks]
-Diego Schissi Quinteto – Apiazolado (Tango) [Club del Disco]
-DMT Trio – DMT Música 432hz (Jazz) [High Activity Records]
-Varese – UNO (Electrónica)

7 EPs del 2023

7. Cursi No Muere – De Canciones Tristes

por Ramiro German.

Siete son los minutos que necesita Cursi No Muere para desarmar completamente tu corazón y volver a ensamblarlo.

La banda oriunda de Tortuguitas nos viene curtiendo con pasajes poéticamente dolorosos desde 2015, pero con cada lanzamiento reavivan la fórmula para enjuagar la tristeza que portamos. Los Cursi deciden reaparecer este año con «De canciones tristes» contando una pequeña historia en 4 secciones que alimentan con su estilo hardcore emo los sentimientos plasmados en cada verso.

Solo siete minutos hacen falta para dejarnos grogui por tantos golpes emocionales, y ese aturdimiento lleva inmediatamente a loopear esas canciones tristes hasta lavar las penas.

6. Six Sex – 6x [Dale Play Records]

Por Juan Cruz Ajuria.

No es un EP de un hit y relleno, son seis temazos de perreo asqueroso. En esta entrega la cantante viene con un estilo mucho más maduro, mostrando más atención a las letras que en su anterior EP (que se coronó en nuestra selección del 2022). La producción experimental quedó de lado para dar un enfoque claro en el perreo y el resultado se nota en la cintura.

Cada tema tiene un productor distinto que aporta que evita la monotonía de consolidarse en un estilo. Continúa con su figura de dominatrix, ahora con dos colaboraciones, por un lado El Osito Wito, cantante con el que ahora comparte sello, y por el otro la reinísima Ms Nina. Este trabajo no solo satisface a los que ya la escuchaban, sino que además la plantea como una referente del género a nivel nacional.

5. Mosaico – Interior [Tierra Plana]

por Ramiro German.

Tal vez sea por la situación desoladora que transitamos estos últimos años durante y post encierro, con rumbo incierto y una soledad que costó limpiar. Esto influyó mucho en un revival al emo en el Cono Sur que tocó un punto culmine este año.

Mosaico son los avengers de la sensibilidad, un supergrupo con miembros de Neokira, Wrrn, Adiós, Distante y Persv, que dejando un poco de lado lo salvaje en sus otros proyectos, vuelcan toda la sensiblería que portan en lo que hoy conocemos como «Interior«.

Cuatro canciones donde la prolijidad y delicadeza priman siempre con la emotividad a flor de piel, pero con cierta complejidad técnica que se vuelve muy disfrutable en cada punteo, repique en la batería o riff de bajo, cargando siempre con un balance entre el lado más melódico del hardcore con los tintes emo que cargan en su interior.

4. Todas las Anteriores – Uno!

por Ramiro German.

Entre colchones y colchones de fuzz y distorsión, dando un paseo entre el krautrock y un dreampop full lo-fi se arma la historia de Todas las Anteriores, un conjunto de 4 amigxs con tanta sinergia que al poco tiempo de formarse largaron este destacable debut.

Los primeros segundos de ‘Calle Falsa 123‘ dan un panorama completo sobre qué se trata «Uno!«. Con fuertes pasajes que tienen flashes a los discos noventeros de Stereolab y unos yeites de Yo La Tengo, el sinte de Lucas va marcando el ambiente relajante mientras que Oli, Agustina y Juana van apilando capas y capas de ruido que sin mucho palabrerío de por medio se transforman en temas pegadizos y hasta bailables.

3. Paloma Cámara – Mala

por Ramiro German.

El R&B nacional a nivel popular se encuentra en standby desde el boom que generó Chita hace 5 años, sin embargo hay una esporádica aparición de artistas emergentes en cada año que sorprenden con lanzamientos de calidad excepcional.

«Mala» de Paloma Cámara es la frescura que emerge este 2023. Se aleja del estándar contemporáneo que ofrece constantemente sensualidad y vuelca todas sus emociones en relatar desde la más íntima posición las secuelas de una relación amorosa en un viaje de autosanación.

La producción de Fede Mottalini realza las emociones que se desprenden de la voz de Paloma con mucha delicadeza, desde el inicio angustiante al más puro R&B contemporáneo lleno de detalles vocales en un tempo relajado, casi denso, como si de un guiño al ‘Butterfly‘ de Mariah Carey se tratáse. El cierre es empoderador, al mejor estilo Britney se desenvuelve sobre el pop con fiereza y confianza soltando como mantra el estribillo más superador del disco:

Pero ya me canse
De tu poca sensatez
Siento desinterés…
Que me quedo dormida
Con toda esta rutina
Ya me tenés aburrida

Aburrida

2. Feli Colina – Lxs Infernales [Geiser Discos]

Por Agustín Wicki.

La salteña autora de “El Valle Encantado”, nuestro disco argentino favorito del año pasado, y su banda tuvieron la lucidez de grabar los covers con los que completaban sus shows en vivo. Más que covers, versiones, que aparecen y seducen. En ellas se luce la personalidad de la banda y se amplía el cuadro que vemos del universo del valle. Se encuentra en santuario en la devocional ‘Gloria’, las tradiciones norteñas en chaja, carnavalito y chacarera creadas por los Hermanos Ábalos, referentes santiagueños, y el Cuchi Leguizamón, gigante de Salta. Hay un descanso tropical en ‘Babalú’ de la cubana Margarita Lecuona y una luna que invoca una sensualidad primitiva: la majestuosidad de Sandro en ‘Trigal‘, más percusiva que nunca, orgásmica, infernal.

El álbum, con largo de EP, cierra con un tema homónimo que no es un cover, es una zapada del grupo que en vivo agrandan para abarcar solos de todos los integrantes. Los percusionistas Manusa Figuerero y Conce Soares, las coristas Lola Cobach y Anita Margarita y el pianista Baltazar Oliver, ensamble al que se agregan más músicos como Juan Pablo Mayer, María Pien, Pablo Gorosmague y Agustín Colina. Lxs Infernales brillan como lo que son: mucho más que una banda soporte.

En el baile lento de ‘Babalú‘ se trasluce el gusto de Colina como intérprete. La canción la escribió en 1941 Margarita Lecuona y tiene esa diversión exótica que se mercadeaba en las bateas de la época. Podría haber sonado en algún episodio controversial de Betty Boop y entre los tantos que la han versionado están Ney Matogrosso y Celia Cruz. Es una canción de espíritu juguetón que llama a hacer el velorio de Babalú entre pedidos de aguardiente, dinero, tabaco y deseos de “Una negra bebona como tú”. Se arrima así a la santería y a un universo de claroscuros. En la teología de su repertorio también está ‘Gloria‘ de la “Misa Criolla”, nuestro góspel, y apariciones mitológicas hasta en la portada con contextos ritualescos. Siempre hay algo no tan escondido respirando cerca. Ni bueno ni malo, vivo.

1. Estratosfera – 1

por Ramiro German.

El sonido de este EP me lleva a creer que si “Blade Runner” estuviera construida sobre suelo argentino los parlantes de cada boliche explotarían con la música de Estratosfera mientras que replicantes y humanos se encuentran en constante roce y beboteo en la pista. Laura Ferreira vuelca en “1” una fusión electrónica completamente empapada de los versos implícitos más obscenos que pueda escupir a la vez que se desenvuelven en rítmicas reggaetoneras sin jamás descentrarse de su deconstructed club zombie. Las participaciones de Six Sex y Taichu son el mejor agregado para este ambiente vulgar y disruptivo que crea Estratosfera, ubicando a Six Sex para contrastar con una abrupta lascividad el tono tímido de Laura y sumando a Taichu en una especie de digicore/glitch pop que sube el tono de la fiesta en un 200%.

Los 33 del 2023

33. En Desórbita – La Historia Imperfecta [Club del Disco]

Por Agustín Wicki.

“Existe en el barrio de Parque Chas una manzana acotada por las calles Berna, Marsella, La Haya y Ginebra. No es posible dar la vuelta a esa manzana.
Si alguien lo intenta, aparece en cualquier otro lugar del barrio, por más que haya observado el método riguroso de girar siempre a la izquierda o siempre a la derecha.”

Esto que cuenta Alejandro Dolina de Parque Chas y su urbanismo escheriano es tema serio. Los grandes misterios de Buenos Aires, el fondo del Riachuelo, la muchacha del vestido blanco y la mancha de café o las líneas E, F y G del subte, no se comparan con el trazado cartográfico de nuestro propio ¿Triángulo? (los especialistas en geometría disponible han sido sobrepasados) de las Bermudas. Dolina continúa:

“Muchos investigadores han intentado la experiencia formando grupos numerosos. Los resultados han sido desalentadores. A veces sucede que el paseante sigue en la misma calle aún después de doblar una esquina.”

Buenos Aires contiene infinitos. Es una de las tantas certezas que nos asegura su población de argentanos tirapostas. Una metrópolis portuaria interpretada todos los días desde hace mucho donde los tangos fueron, durante más tiempo que cualquiera, la guía a la ciudad, elaborada por testigos sensibles y escépticos. La voz de esta generación, la música que suena a Buenos Aires hoy, no solo no es tango sino que ni siquiera es esencialmente tanguera. Si es tan así, si está bien o mal lo discutimos otro día. Porque el tango sigue ahí y hay cosos que solo pueden entenderse gracias a él.

“En 1957, un grupo de exploradores franceses desembocó inexplicablemente en la estación de Urquiza.
Urbanistas catalanes probaron suerte formando dos equipos y partiendo cada uno en dirección opuesta. En cualquier manzana de la ciudad es fatal que los grupos se encuentren en la mitad del recorrido. Pero en este lugar no sucede tal cosa y hasta se han dado casos en que un equipo alcanza al otro por detrás.”

El fenómeno está en plena capital, entre la Paternal, Villa Urquiza, Agronomía y Villa Ortúzar. En Desórbita (el nombre quizás ayuda), el cuarteto de Emiliano Greco, Lautaro Greco, Sebastian Tozzola y Mana Ginart, puede haber sido afectado por la fuerza gravitatoria de las incontables esquinas de aquel laberinto porteño. “Tango contemporáneo”, un piano, una batería, un bajo eléctrico y un bandoneón son su carta de presentación. Ya en confianza aparece Melina Liberati para cantar alguna de las composiciones de Emiliano, a quien se le acreditan todas.

La Historia Imperfecta”, el debut del conjunto, pertenece a Buenos Aires y al tango en su línea jazzeada, aclasicada y no-bailable. No se puede saber a dónde va a ir y mejor así. Los rincones caen al centro y el casco histórico se desarma en suburbios, los adoquines y el asfalto se comen cuadras como si jugasen a las damas y la señal no vuelve. Perderse en La Plata es un mero calentamiento para esto.

Dolina al final de su descargo deja claro que “en realidad, conviene no acercarse nunca a Parque Chas”. El consejo es válido y hasta inteligente, pero el fanatismo por todo lo que no va a ningún lado es parte fundamental del pesebre de la argentinidad. El tango no se va a ningún lado. Hoy son los Greco y compañía, mañana veremos.

32. Isla de Caras – Gran Turismo

Por Fiore Gonzalo.

Isla de Caras es esa banda que no podes dejar de citar en tu recap mental acerca de qué fue lo que más te interpelo a nivel musical en el año, porque cuando encontrás un cúmulo de artistas que crean arte para el ser sucede esto, una imposibilidad tajante de pasarlos por alto entre los mejores del 2023. El quinteto bonaerense que nos robó el corazón con “Una Caricia” (2021), nos sorprendió el pasado mes de julio con su tercer disco de estudio, “Gran Turismo’’, un álbum compuesto por once tracks que lograron acapararnos el ser de la manera más suave y melancólica.

Creado un poco de gira y otro poco en Buenos Aires, “Gran Turismo” es una bocanada de aire fresco para el concepto Isla de Caras. “La gira, con sus sentimientos, historias y personajes, fue intrínseca al disco y lo atraviesa en general, más allá de que hayamos escrito parte de las canciones ahí y otra parte en Buenos Aires’’ nos comenta en diálogo, Lautaro Cura.

Como en “Lost in Traslation”, el viaje y la percepción particular de los vínculos como temáticas centrales se adueñan del álbum por completo. Estando solos y lejos de casa, aparece un código común influenciado por la experiencia de ser visitante en lo aparentemente desconocido. Más que en cualquier otro lugar, el viaje se presenta como ese contexto móvil que suscita la sorpresa y el encuentro, el conocimiento y el reconocimiento, ese lugar donde confluyen cosmovisiones de la vida y el mundo que permiten crear algo nuevo y auténtico.

Al viajar salimos de nuestra zona de confort y damos riendas libres al crecimiento autoperceptivo que viene de la mano con la observación del mundo. Si algo encarna vívidamente el reciente trabajo de Isla, es ser la novedad que no pretende dejar de ser contemporánea a sus oyentes de larga data. Esta perspectiva flaneurista de los vínculos que abraza este álbum nos sitúa en una nueva zona de observación, donde el viaje y el desarraigo se plantan como micropolíticas para transitar el dolor.

El paseo cuál voyeur por las vidrieras de los vínculos que transita este trabajo a nivel conceptual nos recuerda al ímpetu de “Call Me If You Get Lost’, de Tyler, the Creator. Ambos toman las mismas derechas: melancolía lírica, percepción fetichista del amor y la capacidad de experimentar con sonidos que son propios para entregar un producto nuevo, fuerte y claro. A diferencia de “Gran Turismo (que podríamos decir, nos acompaña en el tránsito de la melancolía), “CMIYGL” se resguarda en el materialismo y el viaje despreocupado como retóricas para evitar la pálida del amor. Temas como ‘Wilshire’ o ‘Sweet/ITYWTD’ del californiano atañan muy bien la esencia Isla: producción orgánica y que a través de una innovación que se vuelve cómoda generan un digno derroche lírico de sentimientos. En ambos casos, hablamos de artistas que se visten de cronistas del viaje y nos llevan de la mano a transitar por las vidrieras de los modos y retóricas del amor. 

Algo que juega muy a favor del álbum es que son sus temas no-hit aquellos que encandilan con luz propia. Es así como acaban por dar contundencia en el proyecto y no generan baches de tema a tema. El álbum abre con ‘Como Si’, canción que se despega del aura de “Una Caricia y nos preanuncia con qué nos vamos a encontrar en este nuevo proyecto.

Las guitarras de Pancho Villa y los bajos de Manu se roban el spotlight, generando atmósferas de éxtasis y sensualidad. En ‘Mi Defecto, el track va subiendo escalones con bajos marcados acompañados por líneas esbozadas por su front man que acaban por interpelación hasta el último hilito del alma: “Solo tú, me expulsaste de tu club y no estabas al tanto’’. Si tenemos que elegir un tema que encarne vívidamente la esencia del disco, no sorpresiva ni azarosamente diríamos que ese es ‘Culto de Voyeurs’, una balada synth pop, perceptiva y emocional que encarna el ser del disco en su totalidad.

Y es que el álbum por todos sus poros destila autopercepción. En palabras de Lautaro: me agarró miedo de que todo el disco estuviera escrito en segunda del singular y te diría que sí, que al final termina siendo bastante declaratorio. Es difícil escaparse de lo que a uno le da placer. Es el nivel de autocrítica y la experimentación despreocupada guiada por el sentir que encarna este disco aquello que los lleva a romper con los clichés del indie y encaminarse a ser una de las bandas más significativas y auténticas de la escena.

Cerrando el disco, nos encontramos con ‘Hable un Poco de Más’, y a este punto pensamos que, si quisieran haber cerrado el álbum de una manera más significativa, interpelativa y cercana, probablemente lo hubieran logrado, pero la necesaria fue esta. “Hable un poco de más, dije mucho de mí’’, como si el resto del álbum hubiera sido una vorágine de sentimientos derramados sobre la mesa que no dejó en claro más que el rigor capaz de esbozar por Isla. Track tras track, amor y despojo en medidas justas.

En todo su espectro, “Gran Turismo” se convierte en el soundtrack perfecto para una cita en casa cocinando y cruzando pensamientos, pastas y copas de vino; un álbum etéreo y volátil en cuotas necesariamente iguales que nos abraza con baladas pop rock psicodélicas y guitarras distorsionadas que construyen una y otra vez los más bellos mundos de sensualidad e interrelación humana existencial. En todo caso, fue reírse de la melancolía hasta convertirla en un sonido que, siendo tan eléctrico y tenaz, interpelara humanidades hasta el último hilito de subjetividad. Así, todo para la canción, para caricaturizar la solemnidad y abrazar el ser.

Reseña+Entrevista completa acá.

31. Doly Flackko – Hotel Patagonia

Por Vera Rentero.

Varios años después de que el trap llegara a ser uno de los géneros musicales más consumidos en el mainstream argentino, el panorama actual nos muestra nuevas interpretaciones del sonido oriundo de Atlanta. La que trae el santacruzense Doly Flackko, haciendo Detroit Trap a 10.000 km al sur de Michigan es probablemente una de las más directas y sin filtro que se hicieron en el país del sur. “Hotel Patagonia” es el segundo mixtape que publica este artista. En él, Doly nos escupe todas las cosas que piensa sin dudar en ni uno de los 22 minutos que dura el mixtape. Es así como, de la mano de Emirsito en la mayoría de los beats, nos muestran una interpretación del Detroit que no se aburre de distraer nuestros oídos y. 

Entendiendo muy bien la forma en la se debe moldear el ego para realizar este género, Doly pistea los contundentes beats de Emir como un campeón. Con una personalidad que no tiene miedo de imponerse, el santacruzense nos deja en claro el orgullo por su tierra y sus aspiraciones en la vida; prosperidad, romance y lealtad. Su bagaje de referencias a figuras argentinas delata inmediatamente la argentinidad al palo que lo caracteriza, además de que deja en claro, no solo su vocabulario, sino su rapidez y su ocurrencia. Doly aprovecha las características del Detroit Trap para forrear permanentemente e imponerse ante cualquiera que aparezca para molestarlo, como si se tratase de un Patagón echando a los conquistadores que vienen a saquear sus tierras.

Una de las improntas que atraviesan a todo el mixtape, son las referencias permanentes a Río Gallegos, capital de Santa Cruz y ciudad continental más austral de Argentina. La atmósfera ventosa que nos hace pensar en una ciudad inhóspita no es problema para que la personalidad de Doly se imponga ni para que la contundencia de los beats de Detroit del proyecto teman surcar nuestros oídos. Recalcando su ciudad de origen, Doly no duda en traer a su mundo a una de las figuras más reconocibles de aquella ciudad: «Mi guacha es como Nestor Kirchner, es de Río Gallego’”. En la misma canción, ‘Rio G’, Dolly refuerza su tipo de humor con un guiño a un aspecto muy específico de la cultura rioplatense; la cumbia cheta: “Este porro está bien cheto hasta escucha Márama«.

La referencia a íconos políticos de Argentina no se queda únicamente en esta barra, porque en otra canción, Doly deja en claro sus principios al declarar su fuerte lealtad y valores, expresando el deseo de ayudar a los que lo rodean: “Le estoy dando laburo a mi gente, loca, vos decime Evita”. También es capaz de elevar su nivel de forreada y convicciones al máximo cuando, en ‘Ñeris desagradecidos’, nos habla de su desagrado por los hombres infieles:

No confío en un ñeri que a su guacha le fue infiel
¿Qué me queda a mí si traicionaste hasta a tu mujer?
Esa que te ayudó cuando andabas quebrado como la mierda
Ella te hacía de comer, también te chupaba la-

Ñeris desagradecidos

Entre hi-hats acelerados y una voz juvenil pero contundente, Doly Flackko nos invita a entenderlo sin preocuparse por si no cazamos ni una sola de sus referencias, sabiendo que él va a rapear encima cualquier beat que se le aparezca, demostrando así un carácter que lo hace destacar en la escena de Soundcloud en la cual cultivó su sonido. Fiel a sus convicciones y a sus orígenes, nos tira un frenesí de información que demuestran sus ansias de seguir haciendo música y de plantarse como persona en un mundo hostil.

Hotel Patagonia” ayuda a consolidar su personalidad y hace propios los tópicos recurrentes del Detroit. La forreada, la lealtad y el deseo de rapear del joven patagón derrochan carisma y dejan a uno queriendo más. Incluso detrás de esta faceta de imposición absoluta, Doly es capaz de mostrar más de lo que su fronteo aparenta:

Solo pido que mi tierra no me quiera olvidar
Y no me quieras olvidar, y te acuerdes de mí siempre

Jurado

30. Caliope Family – 341

Por Flor Viva.

El crecimiento y desarrollo de los híbridos entre géneros musicales a lo largo y a lo ancho de la escena musical argentina está en un cénit de constante crecimiento. Ya dieron las campanadas y las raíces bien enterradas y en plena nutrición del Hip Hop en tierra argentina comienzan a dar frutos jugosos. Y aquel maravilloso rincón en el que el rap se abraza con lo frondoso del R&B, del funk, del jazz y del soul está en constante expansión – tanto cuantitativa como cualitativamente. Los santafesinos de Caliope Family, aunque pendulares entre un área y otra, se permiten estructurar sus obras con elementos fundacionales de todos sus ingredientes. Su formación, recambio generacional y estilístico de por medio, cuenta con un repertorio envidiable que fue tomando decisiones muy acertadas en tiempo histórico pero también musical. 

Rhythms and Rhymes”, su disco de 2018, ya permitía vislumbrar su combinación de talento y exploración fresca que aportaba al paisaje de la música argentina algo innovador. No por una cuestión adánica de pisar donde nadie había pisado (incluso en territorio nacional), sino por el ángulo de lo argumental y sonoro, que nos proveía de geniales arreglos sin dejar de resaltar el aura Hip Hop de cada track. Para su segundo disco, “Chainz” (2020), amplificaron todas las virtudes previas con, además, un subidón de energía y algunas curvas más que interesantes en la producción que hicieron a la obra más imponente y 360 grados. Ambos trabajos lograban presentar el sonido del grupo en menos de veinte minutos, pero su misma grandeza estilística los obligaba a lograr un álbum de larga duración, y así llegó “341”, para terminar de coronar a Caliope como una pieza fundamental en la música emergente del Cono Sur.

Este trabajo recorre temáticamente el eje anunciado en su título, el código de la ciudad de Rosario, que hoy en el ámbito del rap nacional es el código de un nido de talento siempre en alza. Los distintos capítulos del viaje musical propuesto tienen la huella digital santafesina en combinación con un amarre exquisito de todas las influencias que habitan sus 11 partes.

Complementado por unas nutritivas visuales, la obra nos arrea sin dificultad hacia los distintos humores y sitios hacia los que se mueve, pasando por tracks soleados de funk y hi-hats entre las sombras. Este disco es una explosión de implacables influencias multinacionales tejidas con hilos verbales sudakas. Todo esto sostenido sobre una percusión inquebrantable y unas cuerdas espesas que encajan como piezas de rompecabezas con la voz y los rapeos de Brapis. La cereza de la torta ha sido, no por primera vez para Caliope, la curaduría de invitados así como también lo refrescante de cada tema con respecto al anterior; y, sin dudas, la sorprendente amabilidad sonora para guiarnos de la mano de principio a fin sin saltos.

29. Flamamé – Flamamé [Club del Disco]

Por Agustín Wicki.

Quienes crean que los supergrupos son algo exclusivo del rock están muy equivocados. Cada una con su trayectoria de admirar, Milagros Caliva (que también regaló uno de los discos más lindos de nuestro folklore de este año), Belén López, Noelia Sinkunas (presente en la lista del 2022) y Flor Bobadilla Oliva han formado un supergrupo chamamecero que no podía llamarse de otra manera que no fuese “Flamamé”.

Para su debut homónimo seleccionaron un vals venezolano como es ‘La Partida’, de Carlos Bonnet, y una chamarrita, ‘La Chamarrita del Amor’, del correntino Rodolfo María Regúnaga. El resto del repertorio es propio, nueve piezas que se suman a la inmensa riqueza de la música litoraleña. Música(s) cuya profundidad es mucho mayor de la que parece si solo se la ve en la pantalla de una plataforma de streaming, pero que sí ofrece en “Flamamé” una oportunidad para sentir varias de sus dimensiones en una forma actual y tremendamente conectada con su raíz norteña.

La Chamarrita del Amor’ abre el disco con el lado más bonachón de la tradición litoraleña y sus kermeses, pero las perlas que le siguen van a lo hondo de la exploración sentimental y emocional sin dejar de abrazar el folklore. ‘Detrás de la Pared’ transita la soledad nocturna, ‘Salto’ alza la esperanza con delicadeza y ‘El Adiós’ contempla las orillas con el viento en la cara. La humanidad de la música está ahí, en la poderosísima expresividad de Flor Bobadilla Oliva y el tacto pasional de la compañía de piano, contrabajo y bandoneón. Dos piezas complementarias declaran el sonido del grupo, la instrumental bien arriba ‘Flamamé’, y una improvisación preciosa como lo es ‘Ováva (el que se muda)’, con sus versos en guaraní y una semblanza inmensa de cómo sienten toda esa cultura atravesada por el Paraná.

28. Faraonika y Coghlan – Farsanta

Por Agustín Wicki.

Todos, hasta los más bolcheviques, terminamos encariñados con algún millonario extravagante. Personajes totalmente ajenos a nuestro día a día que alimentan un consumo parasocial de su anecdotario. Actualmente en Argentina tenemos Carlos Maslatón para chicos y Moria Casán para chicas y chiques (desde este espacio también saludamos a Ricardo Fort por su trayectoria legendaria en este campo). Faraonika vendría a ser una millonaria de culto para basar nuestra personalidad online. Faltan los fondos, pero discernir entre la realidad y la ficción es secundario en este mundillo. Si alguien merece una fortuna en el absurdo hipercapitalista que sea ella. La sociedad del espectáculo debería arreglar que herede algo de los Caniggia o empiece a formar parte de sus sucesores naturales, los De Paul.

El esperadísimo debut de Faraonika llegó en colaboración con el súper productor nacional Coghlan, miembro de nuestra selección de 2021, y es una exploración definitiva de la ícono encantadora de paparazzis que lleva dentro. La elegida de la silicona y el hialurónico para el show. Un montaje obsceno para todo lo efímero. La rutina le escapa, los mensajes son totalmente prescindibles y hasta aburridos, mejor es estar ‘Distraída’.

Los sugar daddys sueñan con ella y su mirada. En el club rap ‘Fragancia 0K’ describe ese poder: “viaje, giftcard, solo por su flow / le ofrecen el alma / con tal de que se haga puta o se haga escort”. En la intimidad de ‘Asociémonos’ suena como una vedette elusiva. Siempre está lejos, incomprensible, brillando en la soledad. Nunca le falla esa arma de seducción.

La banda sonora de su unipersonal la protagonizan el pop y el house, pero también desfilan el rap, el R&B, el reggaetón y la bachata. La puesta chic exorbitante es digna de un campamento de producción de veinte músicos y ellos dos bastaron para ensamblarla. ‘Sirviendo’ tiene una definición platónica de house bailable, ‘Guapa Vendo’ hace moderno y pleno el sonido ochentero y ‘Don’ es del R&B más logrado que se haya hecho en Argentina.

En ‘Dating Faraonika’, lista para la antología “Verano 2024, está la mayor prueba del compromiso con el personaje de Faraonika: el nombre pertenece a su propio reality de citas, llevado a cabo por ella misma en la vida real y difundido por historias de Instagram. Mientras los autopercibidos artistas rechazan y menosprecian la superficialidad de la televisión Faraonika apaga la pose seria para encontar un mundo de oportunidades y una identidad creativa.

Incluso en un país donde está mal visto hacer plata, la ostentación de excesos tiene tomada una buena parte del discurso mainstream. Estar rodeado de culos gigantes y cheques en blanco es una aspiración en sí misma. A esta altura los reproches no tienen sentido, pero podemos seguir reclamando carácter y polémicas, verdadero entretenimiento para nuestras pantallas. A Messi le podemos permitir la personalidad totalmente desabrida, pero que el resto de celebridades quieran moderar su imagen y vender ley de atracción es una falta de respeto con la infinidad de posibilidades que tienen a su disposición. Elijamos hacer famosa a quien lo tenga como medio y no como fin, elijamos “Farsanta”.

27. Espadas – Crewrod

Por Flor Viva.

En este primogénito LP cargado hasta la médula de personalidad y sabor, Crewrod marca la cancha con sus potentes jugadores de la gambeta del groove. Desde sus primeras notas, este lanzamiento tiñe su funk de vistas de futuro y compone andamios que son sostenidos primordialmente por elementos desafiantes, arreglos a contrapelo que nos fruncen la nariz del placer, y ritmos que muerden por momentos lo indie y lo NeoSoul, entre otros bocados. 

Con una coordinación en la presencia de las baterías, las teclas y las cuerdas que les permite jugar con una seriedad que no tropieza con el aburrimiento de lo solemne, la banda nos presenta en este menú de canciones una diversidad atrapante mientras que la columna vertebral que recorre al disco parece más bien uniforme. Storytelling sencillo por lo efectivo e íntimo por lo temático; trenes de pensamiento curvilíneos y sinuosos acerca y alrededor del (en)amor(amiento), la traición, las inseguridades, la venganza, la resignación y cuestiones aledañas. 

El álbum se yergue como una paleta de sonidos que señalan la curiosidad y osadía de quienes componen la Crewrod, que se condimentan con aquel encare suave de la voz de su increíble frontwoman, Lucía Rodríguez (ver puesto n°19), que se luce como nunca antes al justamente subrayar con sus piruetas vocales las aventuras instrumentales de cada tema. 

Entre las distintas zonas de la música emergente, todas estas cuestiones tan positivas brotan y se repiten en los diferentes rincones. La Crewrod tiene la excepcionalidad de poseerlas todas y de haberlas hilado en “Espadas”, que está empapado en ellas desde que comienza hasta que termina, coronándose no solo como un brillante long play debut que le hace justicia a una banda muy celebrada (y con motivos), sino también como uno de los discos multigénero de la zona funk, soul y rhythm and blues siglo XXI que más trascendente se planta entre lo que salió en 2023.

26. El Chango y las Flores – Mi Jardín

Por Migue Yassir.

Cada 21 de septiembre parece un nuevo amanecer. A pesar de que en Argentina la situación es terrible a nivel económico, la primavera impacta a nivel psicológico como una brisa fresca. En Tucumán, el Jardín de la República, es más especial esta estación -lo delata el apodo- porque ya varias semanas antes los árboles y jardines empiezan a florecer. Caminar por la Avenida Mate de Luna es algo parecido a desfilar entre un interminable número de lapachos rosas y amarillos. En esta provincia hay música que se vive sensorialmente como la primavera misma.

Este año hubo guiños en internet como el revival de la canción ‘Flores Amarillas’ de la telenovela juvenil Floricienta, símbolo de una generación en Argentina. Mismo en Tucumán, un chico se hizo conocido por una entrevista (Matías Auad, para La Gaceta) en la que estaba esperando el colectivo con un ramo de flores para su novia, un día antes del 21. La cara de enamorado de Joaquín contrastaba con el ceño fruncido de las personas que lo rodeaban, enojadas por la situación conflictiva que vive el transporte público en la provincia.

El Chango y las Flores (Nico Alonso) tiene ya un disco publicado en 2019, “Jugando con la Entropía”. El imaginario que hoy está plasmado con claridad se dilucidaba ya en aquella época cuando la nota de voz que inaugura aquel disco dice “Hay un jardín, en el que se halla una flor”. Es una producción más austera, conformada mayormente de guitarras acústicas, pianos, algún viento y el cantar de Nico. Hay un abordaje letrístico y musical más melancólico. El tiempo pasó, El Chango fue publicando singles y llegó esta primavera con un disco y un ramo de flores bajo el brazo. Desde la visión de él, “los dos tienen el mismo color emocional, solo que Mi Jardín es más maduro, más pensado. Es la evolución”.

Probablemente el disco más dulce que vayas a escuchar este año. “Mi Jardín” abre con el cantar de unos pájaros y el primer verso: “Atentamente escucho el bosque hablar / está enseñando a amar pero siempre me pierdo”. Tanto en este proyecto como en el anterior busca la autoconciencia, ser permeable a lo que la vida ofrece y poder expresar sus sentimientos de la forma más pura. Si tiene que decirte que está loco por vos, lo dice: “Quedo estúpido con tu risa”.

El indie tucumano siempre coqueteó con los límites difusos entre el rock y el pop. “Mi Jardín” se encuentra más con el chorus que con la distorsión y los armónicos saturados. Hay un espíritu ochentero que circunda a las canciones, como ‘Quedathe‘ que tranquilamente podría entrar en la categoría “lentos” típica de aquella década. Por momentos busca más el groove en las guitarras y en otras ocasiones no tiene inconvenientes para hacer sonar “más programados” los instrumentos como las baterías. Todo forma parte de las variedades estilísticas con las que juega. Se siente en el producto final que alcanzó la estética que buscaba y explica de dónde sale: “El sonido de El Chango y las Flores lo vengo trabajando hace un año y medio. Es algo que está bien logrado y me siento muy cómodo. Hay bandas que me gustan mucho como Usted Señálemelo, Bándalos Chinos y Tame Impala. Me ceba un montón y me inspira a querer sonar como”.

Eligió como invitados a Ramiro Etse al principio, Lua Muller de Calle Cortada en la mitad, y Agustín Pucheta al final. Acá hay otro detalle en el gran trabajo de la estructura del disco, no solamente es cohesiva a nivel interno sino la forma en la que distribuyó las colaboraciones de forma que funcionen bien dentro de la obra. Los sintes y coros de Ramiro fueron un gran aditivo que dio espacialidad a lo que es una gran apertura en ‘Se Va Terminar’. Luana en ‘La Noche de Las Canastas’ ejecuta un estribillo más que memorable, de esos que te encontrás cantando durante el día y si el disco ya venía siendo una cosa dulce, su voz le agrega una cucharadita más. Para subir la serotonina. En el final, Agustín Pucheta se suma al Chango para cantar ‘Vacaciones’, fue el match perfecto agregando otro color vocal al cierre del disco.

Quiero rescatar mi tema favorito del disco ‘El Universo de Tus Ojos’. En el tracklist cumple una función de quiebre antes del final, rompiendo con el tempo y la tonalidad general de las canciones anteriores. Es un ejemplo que se puede encontrar también en otros discos como ‘A Starosta, el Idiota’ en “Artaud” o ‘Paranoia y Soledad’ en “La Grasa de las Capitales”. A su vez, es otra versión del último track ‘Vacaciones’ del cual conserva las estrofas que canta El Chango. Etéreo, con unos acordes suspendidos y una voz con autotune, desarrolla el deseo de estar con esa persona siendo carnal pero al mismo tiempo conservando la ternura. Lleva a su esplendor el aura de un amor casi contemplativo, no llega a caer en poner en un pedestal a la otra persona, pero si valora detenerse a observar y guardar en la retina esos pequeños momentos que son ni más ni menos que las expresiones más simples y puras de amor. Refuerza a lo largo de la letra esta cuestión de ser permeable y agudizar los sentidos, en su significado más literal:

Estando juntos me siento de vacaciones
No quiero nada más que vos en mi jardín
Hay algo extraordinario en tus olores
Nunca entendí pero supera lo que pienso
Cuando te veo me siento de vacaciones
Siempre me pasa que te vas y me perdí

 El Universo de Tus Ojos

Mi Jardín” es un espacio al que se puede ir siempre para encontrarse con las flores que cada uno va cuidando en su vida. Vas a verlas crecer, regarlas, darles atención, y contemplarlas. Es una llama que se extingue, pero uno sabe que mientras siga viva hay que disfrutarla. Ser conscientes del presente nos permite disfrutar lo que tenemos delante. La vida es eso.

Reseña+Entrevista+Crónica completa acá.

25. El Final de las Cosas – Barbi Recanati

Por Fiore Gonzalo.

2023 nos pinceló los tímpanos con sonidos creados por artistas que, desde latitud a latitud de la cumbre musical que se gesta en nuestro país, lograron materializar y hacer escucha estadíos emocionales que muchas veces cuesta poner en palabras o melodías. “El Final de las Cosas”, el segundo álbum solista de Barbi Recanati, es inevitablemente uno de esos hechos artísticos que te conducen a eso: experimentar y vivir con toda tu singularidad el espectro musical, hacerlo tuyo.

Barbi Recanati es una de las mujeres más importantes del rock argentino que nos es contemporáneo, escritora, productora, compositora y comunicadora innata. Atrae porque sabe convertir en sonido lo que circula como una nebulosa sobre el ente social. “El Final de las Cosas” sale el 16 de junio y casi inconscientemente se convierte en un álbum de apertura del invierno, donde el inconsciente colectivo se abraza a la duplicidad climática y emocional, y vive con más fuerza los climas oscuros, lúgubres, podridos e incluso tristes, perpetrados por esos días de garúa interminables.

Luego de tres años que nos separan desde su último LP, “Ubicación en Tiempo Real”, Barbi nos dejó sobre la mesa un trabajo que establece una distancia kilométrica desde su anterior trabajo: este álbum pisa más fuerte y sube los altavoces al máximo. Producido por Juan Manuel Segovia y Tomás Molina Lera, lo que denota “El Final de las Cosas” es la decisión de dar un alto salto de un rock fuerte, alternativo y más popero, a uno que busca lo visceral y descompuesto y que, a su vez, no se despega en lo absoluto de las inspiraciones más profundas de Barbi como humana que ama y vive la música con todo su ser: rock garagero, post punk, shoegaze, new wave e incluso brit pop.“El Final de las Cosas” se siente como el disco más Barbi Recanati de Barbi Recanati para Barbi Recanati. Además de signar tiránicamente todas aquellas cosas que rondaban en su universo, crea estilo haciendo que esas ineludibles guitarras hablen por sí solas y que, en el acompañamiento de esas líricas tajantes, se encuentre una y otra vez generando mundos melancólicos en canciones que logran dejarnos destrozados y enamorados en cuotas iguales.

Me destruí por hacerte creer
Que el fin del mundo
Era una nido de amor,
Con palabras de amor
Y canciones de amor
Y eran horas de más en el mismo lugar,
Sin escuchar una palabra,
Una tragedia sin lágrimas

Fin del Mundo

Este aura que vibra en el desgarro total del amor es comparable a cuando vamos en el auto con la cabeza en el vidrio, y con mil emociones corriendo dentro, viendo las luces de las calles corriendo veloz. El álbum abre con ‘Caja de cristal’, una balada rockera y emocional que por momentos baja decibeles para cruzarnos con líneas como “fabriqué una caja de cristal para mirarte desde adentro y morir de ansiedad”, para luego subir al extremo guitarras y baterías que producen el corte de la oda a ese amor que ya no es o será. 

Este feel se extiende a lo largo de todo el disco y nos hace sentir dentro de un film que, con una fotografía increíble y un soundtrack letárgico, nos lleva a transitar la emocionalidad más angustiantemente visceral, de la forma más poética. Así, se establece una retórica que, constantemente en escalas, revuelve y exprime en lo que parece ser la agonía del despegue, la tristeza del alejamiento y la confinación en el propio ser para abatir el dolor.

Al primer track le sigue el dúo de temas que abren puertas a un estadío donde se buscan motivos y en paralelo, se acepta que ese dolor que es propio va a ser un tránsito largo y arduo: ‘Lo que queda’ y ‘Lo hice mío’. “No salí más fuerte, no sané heridas, no dejé mi huella, no cambié ideas, volví mía de verdad, mía de verdad toda esta vida”, vomita. Pronto empezamos a caminar la etapa del despegue y el reclamo sentido que viene de la mano de otro dúo de temas, ‘Arte Arte Arte’, y ‘Fin del mundo’: “Perder es mi nueva personalidad / No tengo nada que dar, esa es mi habilidad”.

Barbi construye un álbum sin baches, que en cada espacio teje una lírica, un arreglo o una guitarra que van a la yugular con una fortaleza intimidante para dejarnos en un offside eterno, y que, a su vez, propone tema tras tema darle vida a un disco de y para la angustia emocional. Hablamos de un álbum circular, que con un comienzo explosivo y un final divino, con ‘Delorean’, expresa una catarsis total a corazón abierto.Barbi Recanati es una de las pocas artistas del país con la facilidad de convertir un sentir en una cadena de sonidos y, por decantación, en canciones que se permiten crear una crónica desmenuzada de aquello que camina por dentro: expectativa, inquietud, reflexión, bronca y, otra vez, la agonía despellejada del amor desilusionado.

24. Algo para Decirte – Nina Suárez [Laptra]

Por Migue Yassir.

Encontrar a Nina Suárez es una bocanada de nostalgia para quienes crecimos en Argentina con el rock autóctono noventa-dosmilero. Incluso mucha gente que creció escuchando Pixies, Pavement, The Jesus And Mary Chain, entre otras, va a encontrar un refugio en un disco como lo es “Algo Para Decirte”. El target es amplio, popular y emana un espíritu de autogestión handmade sin dejar de sonar excelente.

Hay que parar las antenas, dicen. En la gran marea de la nueva música argentina hay un deseo de volver a aquellas canciones que nos hicieron sentir bien en un momento. Si bien se sabe que es una cuestión cíclica la popularidad de ciertos circuitos, hay una tendencia en el consumo (no solo musical, sino en la moda, por ejemplo) de revisitar los 90s y los 00s. Hablo específicamente de estructuras melódicas en los riffs y en el cantar de Nina que me hace sentir en un Cosquín Rock 2008. Cuando mencionamos el término “canción” (si bien no es el más preciso a nivel teórico) sabemos a qué nos referimos. Encuentro en Nina el deseo de hacer música memorable, que empatice con el sentir de una generación que mutó en su forma de relacionarse interpersonalmente, pero siente con mucha fuerza.

La sensibilidad para escribir sobre cosas cotidianas, con una prosa dulce y sumamente elegante, es algo que me tocó profundamente de este disco. Convierte los juegos de mesa en un vehículo para hablar sobre las cosas pequeñas que comparten dos personas que se quieren en su día a día. Genera imágenes muy claras: los chicos del frente, los perros que ladran, los chinos ojos rojos. Es un barquito de papel en el que envía mensajes más profundos: la ausencia, el recuerdo, las virtudes y defectos propios y ajenos.

Puedo ser la mejor versión de lo que quieras
de lo que quieras
Y si no querés nada
también puedo ser otro espectro
en tu visión

Algo Para Decirte

Las canciones exponen. ‘Batalla Naval’, por ejemplo, pareciera hablar de un amor que dejó de ser correspondido. “Cuando dudo en si invitarte o no a jugar / a la batalla naval en línea / Vos ya estás esperando un estallido incandescente / que te vuelva a cautivar” es un estribillo que se clava directo en el corazón. Podría citar a lo largo de meses, mínimo el 50% de las letras del disco porque a cada paso hay un verso lindo para compartir. Este es el primero de muchos discos que esperaremos con ansias para disfrutar y entender ese Algo que tiene para decirnos.

23. Barro – CONSTIMORDOR

Por Migue Yassir.

La configuración de Barro en la escena musical argentina fue una declaración de principios por parte de Ca7riel. «No quiero caerle bien a nadie», esgrime en una entrevista para La Voz, una guía que tuvo toda su vida para actuar como artista y persona.

Todo el recorrido artístico de Cato fue en mayor o menor medida un cambio de rumbo a nivel estilístico, siendo esta nueva banda no solamente otro volantazo, sino un volver a la música que lo vio germinar: el metal. 

Ahora bien, él es una parte fundamental del proyecto, pero el otro 50% que fue cómplice en la génesis de Barro fue Chowy Fernández, guitarrista de la banda de death metal Pronoia. Cuenta Guerreiro que se juntaron los dos en «la esquina más podrida de Constitución» y por la rápida conexión empezaron a salir los primeros temas.

CONSTIMORDOR” tiene que ver con ese primer encuentro. Ese paisaje reventado, turbio, con mal olor, donde no te acompaña ni Dios, se convirtió en el eje conceptual de este espectacular primer LP. Hay diferentes subgéneros de metal involucrados, pero podemos discernir rápidamente la fuerte presencia del nu metal y un gran porcentaje de djent. Técnicamente irreprochable trabajo de parte de todos, me permito destacar cómo se trabajaron las guitarras a nivel compositivo. Los solos son los justos, en cada tema el instrumento se acopla a lo que pide el momento, y Chowy despliega un gran abanico de herramientas técnicas. Claro ejemplo es el de ‘MISSIN CHILDREN’, que oscila constantemente entre riffs densos y pasajes djentescos hasta que llega el momento: poco menos de la mitad del tema es ocupado por las seis cuerdas. Entre el pre-solo y el outro brilla el shredding, el vibrato y el delivery de Fernández. 

Es un disco en el que aparecen guiños de producción ajenos a la instrumentación, como ese ruido distorsionado al que le filtran los agudos para que parezca una suerte de sirena, que es típica en, por ejemplo, los primeros discos de Slipknot. Está la irreverencia de Ca7riel en medio de situaciones como en ‘SOY DROGA‘, donde imita a los carros que pasan anunciando que compran electrodomésticos usados. Esta picardía no abunda. Está en el rap metal del corte de Limp Bizkit o, pensando a nivel local, en Asspera (auto-catalogados como “metal bizarro”) y poco más. Sacar al metal de la solemnidad a nivel letrístico y performático da condimento a la receta. 

Todo es un poco una joda, y a la vez no. Equilibra con momentos de profundidad, como en ‘MODER OF DROGONS‘, donde plantea con crudeza lo que se esconde en lo más recóndito del espíritu de una persona que elige consumir sustancias -temática abordada a lo largo de diferentes tracks-. En ‘7 ROJAS‘ relata un partido de fútbol que termina de forma violenta, aunque el subtexto es claro: es una persona que no es querida y resulta expulsada de todos lados. Siente que está indefenso y que sus plegarias no son escuchadas, haciendo de la existencia misma un tormento. En un momento lo dice de una forma poética: «en ningún lugar cabe el alma«. 

22. Placard – Plenamente [Sin Tierra Discos]

por Ramiro German.

La corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala se encargan de trabajar en conjunto para poder ligar nuevos recuerdos con emociones que nos lleven a esos momentos y plasmarlos para toda la posteridad en nuestra memoria. Juan Olima, Plenamente y, en este caso, “Placard” cumplen exactamente el mismo rol.

Olima vuelca todas sus vivencias y memorias más frescas en una gesta ultra sentimental plagada de sonidos que no fallan en distorsión por ningún momento y que crean una sonoridad ambiental que representa exactamente a una sensación que te quiera transportar. Y es que la magia de “Placard” reside en implantarte un recuerdo que se ligue a una emoción que conocemos y refabricarla para que la asimilemos como si siempre fue nuestra. Puede ser la felicidad que transmite un lugar memorable con los amigos del camino, una persona muy querida que ya no se encuentra entre nosotros o simplemente un dolor incesante que no te deja dormir. Oli mediante un viaje de ruido impactante, hiperonírico y, por momentos, completamente frenético busca plasmar un caudal de emociones entre mantras que, como la cajita musical en ‘Keterolac’, se condensan en la repetición para que queden fundamentalmente impregnadas por la eternidad de Plena, pero que también se convierta en un pedacito de nosotros.

21. Acru y Veeyam – El Don

Por Fiore Gonzalo.

El Don” es un álbum del y para el ser. Se presta para la caminata por procesos introspectivos y de autocuestionamiento, y que, sobre todas las cosas, germina en un terreno donde aparentemente la palabra que interpela cargada de significado yace dormida, automatizada. En sus líneas, “El Don” llama significativamente la atención porque es distinto, y Acru lo hace posible con un arduo trabajo perceptivo existencial que deja como resultado un afianzamiento tenaz a la lista dorada de los mejores raperos de Argentina.

Del 2014 para acá, Agustín Cruz le demostró a las nuevas generaciones que la fuerza de la palabra rapeada podía irrumpir en una canción y calar tanto como el hit más mainstream del momento. Él fue uno de los grandes artistas que llevaron al rap a las listas en la actualidad y gracias a una conjunción de los astros nos es contemporáneo en tiempo y espacio. Luego de la seguidilla de álbumes “El Origen” (2017) y “#Anonimato” (2018), volvió a sorprendernos con su LP más esperado hasta la fecha, que logró poner en alto concepciones latentes que teníamos acerca de su recorrido: es el mejor de los nuestros en el maleo de la palabra y es en este disco que nos permite empaparnos de su faceta más experimental.

La búsqueda dentro del propio ser dispara revelaciones, angustias intermitentes y las certezas que más nos desnudan. “El Don” es ejemplo de eso. Como si estuviéramos en el teatro, Acru nos presenta una obra que despliega en 37 minutos sobre el escenario a un ser que se enfrenta de manera constante a la interrogación y el reconocimiento de sí mismo y todo lo que lo rodea, una y otra vez. Logra así una atmósfera final de realización, que denota que ese tránsito, con desemboque en el encuentro más anatómico con uno mismo, dió sus frutos y ahora, más que nunca, están listos para ser cosechados y compartidos. Ese hurgamiento en lo propio para buscar indicios, razones e incomodarse a través de las retóricas del estiramiento y del conocimiento es lo que permite crear una obra alejada del fast production, autónoma y auténtica.

Veeyam, el principal productor de este disco, sabe donde hacer los ajustes necesarios para que la magia suceda. Aún habiéndose aliado con Evlay, MPDhela, Gese Da O y Martín Varela para todo el apartado instrumental, el tránsito a nivel composición tampoco fue fácil. Existieron tres versiones de “El Don”. Las dos primeras fueron totalmente descartadas hasta llegar a esta, la versión final que tanto Acru cómo Vee sintieron a la altura de las circunstancias. Es en el hilado fino que ambos logran la duplicidad que produce el abrazo a las raíces más entrañables de Agustín como artista y abrirse a una experimentación suave, transitando por géneros como el R&B, el soul y el trap.

Él más que nadie sabe lo que cuesta en Argentina poner al rap como un estelar sobre los escenarios. Es en este contexto musical, que atenta y aprieta constantemente dando plataformas a ciertos géneros más que a otros, que gesta uno de los álbumes más humanos del rap actual. Este es uno de los puntos de vital importancia de “El Don”, porque es en esa decisión de nadar en el curso que es propio y no en el dado que logra una obra que lo hace trascender. Lo que corre detrás es un trabajo muy intrusivo de masticar la palabra para apropiársela y tomarse ese tiempo de búsqueda para que el resultado sea la vida misma en el encuentro con la gente, gestionar ese espacio de asertividad con el otro, contemporaneidad atemporal y por decantación, vigencia siempre significativa.

Si pensamos en un momento clave del álbum lo encontramos sin dudas en el track 6, ‘¿DÓNDE ESTÁ DIOS?. Es la suma de la producción back to back de Vee y Evlay, y la ametralladora de barras que cuestionan y reflexionan por parte de Acru lo que construye un tema solemne y resplandeciente en partes iguales. Acá ve hacia afuera y pregunta, en un contexto político, histórico, social y cultural donde todo arde y nada parece mejorar, ¿dónde está Dios? ¿ese Dios en el que se cree disfruta de estos giros de trama o elige hacer oídos sordos? “Si Dios existe, habla un idioma extranjero.

El poder del enunciamiento y el peso de la palabra ha rebotado en zonas pantanosas y por momentos intransitables, y “El Don” nos hace sentir en casa a los quisquillosos del significado y del por qué decir. Los actores dentro del rap argentino han germinado semillas durante años (y en contextos de por sí fuleros) para tomar la palabra con el poder de irrumpir ante la ausencia de posicionamiento y valorización del pensamiento propio que tanto nos es contemporáneo en estos momentos. Acru nos hace espectadores de su subjetividad más profunda, y a su vez, nos invita una y otra vez a tirar de ese hilo y repensarnos un poco a nosotros también, algo que en tiempos como este, es extremadamente necesario.

A todas luces, moldear con la capacidad de ser entre las manos no es fácil, atenta contra el reloj de una industria que como artistas nos exige constantemente producir para existir, para estar vigentes, para permanecer en la tela actual. Pero Acru tenía una responsabilidad: como Ulises en La Odisea, transitar un viaje espiritual para reconocer su don y narrar todo lo aprendido en el proceso:

A medida que pasan los años entiendo más a quien darle mi tiempo
con quien compartir cama, regalar ganas o compartir sueños
Creo que serme fiel es hacerlo real, ¿no?

Cien Shows

20. Jorge López Ruiz – Coraje Buenos Aires [Radoszynski Producciones]

por Tomás Gauna.

Jorge López Ruiz es una de las grandes figuras del jazz en Argentina, y su disco “Bronca Buenos Aires”, grabado en 1969 y oficialmente lanzado en 1971, es indudablemente una de las obras claves de nuestra fonoteca nacional. Es que el disco, compuesto por Jorge y con textos de José Tcherkaski, es una representación de la Argentina en una de sus épocas más turbulentas, del caos y la incertidumbre de un país que atravesaba un momento difícil tal como fue el gobierno militar de Onganía, y la bronca que se veía reflejada en la sociedad. Este disco vanguardista y controversial para su época, que también fue víctima de censuras, tuvo una secuela, “Coraje Buenos Aires”, cuyas copias habían sido supuestamente quemadas por RCA por miedo a represalias.

Sin embargo, hace unos años, se develó oficialmente que existía una copia de ese álbum y que había planes de editarlo al público. Este año “Coraje Buenos Aires oficialmente salió a la luz. Este disco tiene un grado de intensidad similar a su predecesor, la batería incesante de Pocho Lapouble, los arreglos vocales que parecen ángeles que anuncian un apocalipsis cercano, la precisión poética de José Tcherkaski, cada tema (o movimiento) suena espléndido y etéreo, pero también violento, feroz, brutal, a veces todo eso al mismo tiempo. Es entendible pensar que las secuelas casi nunca son mejores que lo original, y competir contra algo tan grande como es “Bronca Buenos Aires” es un poco imposible, pero “Coraje” se mantiene en pie por sí solo, y suena tan efervescente y actual (en más de un sentido) para nuestro contexto como seguramente debió haber sonado en la década de los 70s.

19. LvRod :: Cruz – Caudal

Por Santiago Miranda.

Al sur de la provincia de Córdoba, entre las sierras y el bosque, se esconde un secreto: el valle de ensueño. Alpa Corral, un pueblito de no más de mil habitantes, hace de umbral hacia un paraíso de pinares, cerros, ollas y cascadas. Tierra de comechingones, el río la atraviesa con trazo ancestral, un testigo silencioso que alberga la memoria de vidas pasadas y de sus almas pasajeras. Allí, bajo el agua, Ignacio Cruz y Lucía Rodriguez descubrieron un portal.  

Caudal une a dos afluentes que confluyeron para crear una obra que se postula tanto como una proeza artística como un hallazgo geográfico. Inspirados por la infancia y los recuerdos de la cantante en la localidad cordobesa, LvRod (quien este año además lanzó otros dos grandes proyectos: “Espadas, de su grupo Crewrod -ver en lista-, y Los Bordes de la Noche”, su debut solista) y Cruz (miembro de Pommez Internacional, El Club del Gamelán e indagador inalcanzable del sonido) estrenaron su alianza para desenterrar los primeros ápices del universo en común que los contiene. El resultado es la constitución de un relieve otro, abstracto, pero con una potencia de dimensiones reales: un conjunto de canciones que lucen como formaciones geológicas, paisajes erosionados por el tiempo, habitados por los fantasmas del olvido. 

Dentro de ese mapa quebrado, la palabra invoca a las emociones como un animal poético: a veces sale a cazar el sentido, otras veces lo acaricia, otras se oculta. Detrás de ese ejercicio se revela un instinto primal, que lejos de ser contenido, es direccionado, con la pulsión por llevar sonidos de raíz al éter digital. Con la inclusión de instrumentos folklóricos como el bombo legüero y otros atípicos como el berimbau y el sabar, el disco esboza su figura en los intersticios entre lo acústico y lo electrónico, entre la tradición y lo rupturista, entre lo terrenal y lo imaginario, plagado de texturas que son pliegues, voces que son vertientes y ecos que son cuevas. 

Salvando las distancias estéticas, podrían delinearse similitudes con las experiencias de la colombiana Lucrecia Dalt, la guatemalteca Mabe Fratti o incluso -más acá- Juana Aguirre (en cuyo primer disco, “Claroscuro”, Cruz oficia de productor). Pero la forma de “Caudal» es propia, indescifrable. Se arraiga, como la hiedra, a una intimidad atrapante. Una especie de déja vu (o un déjà visité, para ser más específico) sobrevuela su escucha: la sensación de ya haber estado allí y, aún así, no reconocerlo. Como si se recostara en las orillas de un precipicio, la garganta magnética de Lucía intenta una y otra vez sellar ese embrujo: “Me aferro a los momentos que son como tesoros / Me aferro a los recuerdos, porque si cierro los ojos es como volver a ayer”. 

Caudal se refugia allí, en los bordes de la memoria, en los rincones más borrosos, donde lo familiar se vuelve desconocido y se sumerge en una corriente sin tiempo ni remanso. Sus composiciones gozan de ese encanto, extraño, esquivo y, por momentos, inquietante. Algo en ellas parece siempre escabullirse. Uno regresa a buscarlo, solo para encontrarse con una única certeza: que en alguno de sus recovecos aguarda, como un niño perdido, una belleza descomunal. 

18. Callejero Fino – Hagan Ca$o [Dale Play Records]

Por Agustín Wicki.

El primer disco de RKT podría haber sido hecho por un cualquiera, así nomás, en alguno de los tres años de reinado del estilo. No pasó. Recordado por ser de los dueños del 2021, por ‘Pa Tra’ y ‘Pide’, y del 2022, por ‘Tu Turrito’, la Mission 10 y la Turreo Sessions 723, el Calle primereó el álbum debut del subgénero y lo hizo con la responsabilidad de dejar algo que sea representativo hasta el final de los tiempos.

Si un disco de reggaetón no tiene el FX característico de DJ Blass no está del todo bien. Acá aparece 3 veces y acompañado de un teclado cumbiero. Siendo más directo todavía, el reggaetón, como toda la música bailable digital, si no está centrado en la figura del DJ suele ser menos confiable, más allá de poder pegar hits sueltos. El RKT, que hasta ahora no tenía descendencia en discos (la casi excepción honrosa es el EP y peak de La Joaqui: “Barbie Copiloto”), tiene sus bases claras en los enganchados de remixes de DJs. No es extraño entonces que el Calle haya armado su disco así y confiado en Alan Gómez como principal aliado para que le dé forma. 

La intención es que darle play a “Hagan Ca$o” sea un transporte directo a un boliche donde los mejores selectores del perreo nacional mezclan en vivo acapellas del Calle. ‘DJ Alan Gómez vs. DJ Tao’ es el ejemplo más potente, un back to back de las dos mayores estrellas del RKT detrás de la consola, retocando casi en vivo las vocales y explotando la pista con la botonera y los efectos.

 Lo más parecido en el mainstream es ‘Safaera’ y, aunque sea un hit, es un caso puntual de un solista consagrado mundialmente como lo es Bad Bunny. No es una fórmula segura para todo un álbum, algo comprobable por el hecho de que ‘Titán’, el reggaetón más lento y lineal del disco, sea el mayor éxito comercial acá, pero ahí están los constantes cambios instrumentales de ‘En la Chata’ y ‘Turras, Rochas, Turras’. 

Callejero Fino entiende que para que el RKT realmente pueda ser considerado un género, más que solo un trend o un tipo de baterías reggaetoneras, hacen falta discos y hace falta fusionar este sonido con nuevas influencias. Además de la cumbia villera y el rap en “Hagan Ca$o”, aparece la murga en ‘Dancen Ahora’ junto al mexicano Tornillo, uno de los extranjeros que se animaron a la argentinización en el disco, igual que el chileno Pablo Chill-E y el colombiano Ryan Castro. De la misma forma, los invitados nacionales, Neo Pistea y Duki, son raperos compatibles con el RKT sin que deje de ser una novedad escucharlos en estos beats.

 En su momento Calle soltó con GustyDj una ‘Intro’ (palo) que quedó suelta. Puede haber sido otro proyecto de disco que finalmente quedó inconcluso. Una de las pruebas, como la realización de un documental sobre la creación de “Hagan Ca$o, que muestran la ambición de quien hoy por hoy se convirtió en el mayor abanderado del RKT. Su camada, que ante la inevitable bajada después de 3 veranos al mando, parece que se va diluyendo en cada vez más baladas sosas, apariciones televisivas, escándalos mediáticos y menos palos para consumo local y de exportación. Pero Natanael sigue demostrando ser mucho más que la imagen condescendiente que le impusieron, de ex presidiario con historia de superación. Es un músico con ganas de dejar su huella en la historia y con la potencia para hacerlo.

17. Lucia Tacchetti – FLAPS [Costa Futuro]

Por Agustín Wicki.

¿Qué pasaba si los Kraftwerk se obsesionaban con los aviones durante un rato? Sus turbinas, sus comandos, su fuselaje, sus alas y sus flaps. Un disco llamado ”Landebahn” quizás, con más de esas canciones que siempre van a ser del y para el futuro. La bahiense Lucía Tacchetti, presente en nuestra primer lista de discos argentinos del año, sin querer, nos dio un panorama claro de esa posibilidad, pero con una experiencia humana que Kraftwerk nunca tuvo: La migración.

FLAPS” es el primer disco de Lucía fuera de Argentina y los cambios son muchísimos. Sin prescindir de lo analógico su synth-pop se tornó electrónica de canción. Los circuitos rítmicos están perfectamente metronomizados en cadencias constantes que apoyan su atractivo en el buen gusto para lo elemental. Hay un avance valiente a la mecanización del pop con una apuesta por una energía sostenida con un brillo propio.

Los flaps permiten aterrizar y despegar sin problemas, en Lucía está el diseño y programación de un ambiente para la velocidad crucero. Su electropop es mucho más equilibrado que el del mainstream, con una hiperactividad cada vez más de K-Pop. Como Florian Schneider y Chris Lowe, Lucía reconoce las bondades de dejar respirar a la máquina.

La estela del vuelo deja ver parte de su propia historia como nueva residente en España. En el aire todo es más claro. Hay un destino y basta ponerse el cinturón de seguridad para cumplir la misión. Bajo las alas la realidad atropella. Al huir y empezar de cero no bastan las indicaciones de las azafatas y el piloto para llegar a la meta, es normal que Lucía admita “pierdo el rumbo y la orientación”.

La música proporciona estabilidad, especialmente esta, que en sus estructuras ergonómicas, halla espacio para el juego y el baile. Dentro del avión hay un espacio seguro, pero dentro de uno, solos, está la única verdad. Lucía, ya habiéndose confesado ‘Rota’, con las millas acumuladas del pasado como experiencia vital, expresa su aprendizaje: ir adelante, no todo tiene que ser felicidad, “No siempre salimos al frente con algo bueno que cantar”.

16. Nenagenix – Lo Más Cercano a Caer [Bohemian Groove]

por Ramiro German.

El fin de la adolescencia es una recta complicada en nuestra vida. No nos damos cuenta de la transición, pero al volver sobre nuestros pasos entendemos que el desapego y la rivalidad constante hacia la autoridad que idolatramos, sumado a la búsqueda pasiva sobre nuevos ídolos y ambiciones, marca una diferencia abismal entre lo que éramos y lo que redescubrimos ser. Esta tensa y compleja transición se puede apreciar sonoramente en «Lo Más Cercano a Caer«, el disco debut de Nenagenix. 

Esta banda bonaerense hace una retrospección que talla firmemente a través de ocho temas en el encuentro de una identidad sonora única que oscila entre el rock alternativo, un dejo a shoegaze en guitarras armoniosas, una batería y bajo pesadísimos que marcan una atmósfera que sondea el metal y posiblemente la voz más distintiva técnicamente entre el mar de bandas del nuevo oleaje de rock argentino. Es un ambiente denso e íntimo que va creciendo a la par, descubriendo apañado entre la lírica pequeños cambios personales canción tras canción.

En ‘Dientes de Leche’ se nota la búsqueda retrospectiva al analizar aspectos que ya no están en uno mismo, “alguna vez fuiste inocente” señala Martina Sampietro. Esas reflexiones se reiteran y profundizan, como en ‘Asfixia’, donde se abre “Me busco en todos los reflejos y no, / No se ven como yo / Desde el retrovisor / Caen las piezas de mi vida”. La banda emprende una búsqueda para construir y cuestionar el propio “yo”.

Fuera de control
Así lo quise yo
No puedo ser mejor
Adentro se enfrió
Tal vez, hoy no
Se sienta sucia de nuevo
Al menos
No duele hoy

Antes de que Olvide

Lo Más Cercano a Caer” se convierte así en un espacio de compañía y contención. La clase de refugio que uno busca sentir a lo largo de la incertidumbre del reiterado «¿Quién soy?» y, más importante, «¿Qué quiero ser?».

15. Komp y Bles – BRSS [Guaso Guaso]

Por Agustín Wicki.

La campaña de M.V.P del Komp este 2023 es la más voluminosa que se haya visto nunca para un rapero en Argentina. Por supuesto que los números no cuentan la historia completa y mucho menos lo convierten en el hombre del año, pero sí que vale la pena desgranar la producción. De enero hasta hoy Komp publicó dos álbumes y una mixtape que, sumados a las tandas de temas sueltos en YouTube y Soundcloud, da un total de 52 tracks. Uno para cada semana del año y sin contar apariciones en cyphers y canciones ajenas. Aunque ya más desdibujada la línea estadística, si Komp no es el MC argentino que más géneros ha probado está cerquísima: diggeando en su catálogo se encuentra de plugg a corridos tumbados, de west coast a reggaetón. ¿Por qué tanto y tan variado? La respuesta de Komp es tan sencilla como genuina: “Está piola hacer música”.

Detrás de las cifras por supuesto que están la calidad y la novedad. Por ejemplo, ese tema suelto en YouTube es ‘Todos Sangran’, una de las cápsulas más evolucionadas en la dimensión del rage para habla hispana. Entre cascadas de sintetizadores Komp firma una condena, “Todo el mundo sangra, ¿qué te hace creer que vos sos Dios?”. Más ilustrativa todavía es su entrada en ‘Drego&Beno’, acentuando justo para tajear los bajos del Detroit: “Sospechoso. En la matanza. Perdoname. Soy culpable”. No es gratuito que sea como invitado en un track de Mir Nicolás, matador indiscutible de todas las ligas en el país. El caso más extremo es su alterego Foolian, rostro que ocupa para despachar versos sobre drumless y boom bap. “La hoja al rojo vivo como Canadá” es incontenible. 

El tucumano lisa y llanamente parte toda pista que le pongan delante. Tiene la palabrería, el tumbado y una línea que siempre sigue. A principios de 2023 junto a Bles publicó “Feamente”, un disco protagonizado por el Detroit Trap que instantáneamente se volvió referencia local para este género. Antes de terminar el año la dupla volvió a atacar con “BRSS”, un disco importante no solo para un estilo puntual, sino para todo el desarrollo sonoro del Hip Hop nacional.

Banda del Río Salí Shit” es la tape con el sonido más actualizado en el trap de Argentina, period. Eso significa mucho y tampoco es un récord que se puede romper en el futuro, pero ahora mandaron a que actualice el parche toda la escena, mainstream y underground.

Bles fue uno de los productores esenciales para el salto al mainstream del trap en Argentina. Se pasó el jueguito de la industria y ahora está más que nunca, con las bestias más adelantadas de la nación y esta camada tucumana histórica, apostando por la evolución musical. En el ritmo voraz de Souncloud para la proliferación de sonidos y etiquetas está tranquilo, absorbiendo lo que le sirve y siendo indiferente a lo que no. Cuando a Komp le preguntan por el género de una pista responde “brss type beat”. No es soberbia, asignaciones como darkplugg y Detroit no alcanzan para representar todas las dimensiones del trap que hay acá enfrascadas.

Un sample de juegos de terror, un bajo sintetizado grasiento y un hi-hat frenético hacen ‘Fox’, ¿cuántos por acá le pueden hacer justicia a un beat así? Komp lo hace sin problema con barras simples, pero que solo a él se le ocurren: “En la banda me dicen que invente / pero perdón, no invento”. Tampoco le cuesta adaptarse a la melancolía del piano y las cuerdas en ‘No Question’ ni al super bouncy amenazante ‘Ddt’. Siempre en velocidad, siempre con la misma obsesión: “no switching lanes”.

Komp repite una frase o palabra para cambiar el flow, una gambeta que siempre le funciona. O cambia el flow después de una rima asonante, apila jugadores seguro. O, de repente, cambia el flow sin más. Le sobran así que no tiene que estirar ninguno. En ‘Ni1peso’ los va variando al lado de Nico Mir como si fuera un trabajo de todos los días. Misma actitud que tiene para ponerle los puntos a un bocón. Para él todo esto es normal: “Ustedes todavía están Playboy Carti / Yo en la mía, una misma línea”.

Track por track insiste con ideas y palabras que ya son suyas. La repetición no es un problema, es consistencia y marca registrada. Su estado mental está presente y manifiesta un futuro de romperla más y más. Un detalle de los que prueba esto es que en el disco repite la sigla DVD para rimar, una vez la pronuncia en español y la otra en inglés. Por si no quedó claro después usa “BluRay”. Spoiler: Va a haber un DVD de Komp tarde o temprano.

El único en su especie es Uhniko (ahora queremos un disco tuyo Nico) que aparece de invitado de honor, como Ghostface en “Only Built 4 Cuban Linx”, en cuatro tracks del disco. Sus estilos son casi mellizos y funcionan en cada ocasión. Esta presencia es clave porque además ambos son tucumanazos. La tonada y la jerga no se esconden ni un poco, por el contrario, se aprovechan el arrastre ideal que tiene para el trap. El norte argentino nunca fue tan importante como ahora para el rap nacional y ellos son la cara. “Banda del Río Salí” no es una banda ni una crew, es el nombre de su barrio. Titular el disco así es toda una declaración de principios.

14. Blanco Teta – Rompe Paga [Bongo Joe]

Por Santiago Miranda.

Primera y última advertencia, no hay tiempo para vueltas. Blanco Teta encarna la desobediencia con apetito urgente y voraz. De manifiesto está, claro, “Rompe Paga”, primer larga duración del cuarteto y un testimonio avasallante de una banda que vive fuera de términos y respira en la destrucción. 

Encuentro de fuerzas divergentes, Carola Zelaschi, Carlos Quebrada, Violeta García y Josefina Barreix dirán una y otra vez que lo suyo se trata de catarsis, movimiento de implosión y liberación. Su historia así lo dicta: con orígenes de conservatorio, salieron expulsados de sus puertas para desafiar y desaprender. De base, pusieron un violoncello donde tiene que ir la guitarra. Subvertir la razón, siempre al servicio de pudrirla. Sus dos primeros EP marcaron la pauta: de espíritu y cuerpo queer punk, con un pulso desbordante hacia la experimentación y el noise, hallaron en su energía colectiva una clave para experimentar y romper con los encastres del academicismo y de las etiquetas.

En “Rompe Paga”, terminan de incendiar la máquina. Solo 22 minutos le bastan para derrumbar las convenciones y sacudir el mundo. Ya su apertura es una explosión titánica, una orquesta deforme de autotune desbordado y caos disonante, que se abre al grito de: “Se me derrite la cara, mi corazón está en llamas”. De ahí en más, todo es una provocación a los sentidos. A puro golpeteo brutal de batería, líneas mutantes de bajo (las de ‘Me kgo nel lauro’ merecen un apartado propio) y el violoncello de García hundiéndose en las sienes, la tracción visceral de Blanco Teta se renueva con una tendencia hacia el glitch y la deformación digital, con las voces de Barreix procesadas hasta la desfiguración. Absorbiendo y escupiendo estéticas diversas, desde el dance punk al hyperpop, la composición es la de una paleta estética transgénero, en la que que se reapropian de lo disruptivo para correr permanentemente los límites del sonido (una predisposición que parecen compartir todos sus miembros, basta revisar los trabajos que orbitaron a su alrededor este año: el debut homónimo de Carolo, proyecto solista de Carola Zelaschi, y “El Espesor del Sueño vol. II”, de la serie discográfica de Violeta García junto al flautista Camilo Ángeles). 

Desamor, bronca, angustia y agotamiento pintan una obra de ánimos pospandémicos: es decir, los de un mundo donde el futuro llegó hace rato, donde la distopía se volvió cliché y lo que nos queda es sobrevivir en los escombros de una sociedad colapsada que no da descanso. Frente a esto, las canciones de “Rompe Paga” ponen el cuerpo: son exclamaciones desencantadas de corazones heridos (‘Hoy no’), de mentes dominadas por dispositivos (‘Wifimental’) y de identidades acechadas por una realidad que las busca corregir y someter. Es un retrato en crisis, que revela a su vez un descontento agobiante. 

Pero en ese disconformismo, también hay liberación. A lo largo de todo el disco hay una exaltación que te abraza, un aullido eufórico que contiene la furia y la transforma en una llave de escape. En el track de cierre, titulado al igual que la obra, la voz de Sátira pinta círculos de fuego y baila sobre las cenizas para teñirla de un corte ritual. Lo precede ‘Perro’ (candidata a canción del año), una oda a quienes debieron quebrar consigo mismos para poder ser, aún al margen de la norma:

Rompí mi casa en un incendio
Me fui tan lejos y ya no me quieren
Rompí mi sexo
Rompí el concepto
Y ya nada me quita la sed

Perro

Blanco Teta les da cobijo a todos los mal portados, desobedientxs, haciendo lo que mejor saben: ruido, con los dientes apretados y las válvulas totalmente destapadas. Porque si se las van hacer pagar, que sea hasta al fondo. 

Rompan todo. 

13. Chaza – Rituales

Por Migue Yassir.

Rezar antes de dormir es una buena costumbre para las religiones de origen semítico (judaísmo, cristianismo, islam). La historia de la humanidad está marcada fuertemente por el ejercicio de prácticas, que en mayor o menor medida tienen que ver con lo espiritual. ¿Esta es la reseña que esperaban de un disco que parece Busta Rhymes sobre drumless? Bueno, un poco tiene que ver. Desde los vikingos hasta los cristianos, hay rituales que se realizan para hacer pedidos puntuales o simplemente que nuestro futuro sea mejor.

Secuencias sintetizadas de aquellos augurios cumplidos”, dice la línea debajo del título en la portada. Título escrito con una tipografía sans de color rojo que derrama sangre sobre el marco de papel gastado, teñido de amarillo por los años. Dentro del marco, una batalla que acaba de culminar. Un pájaro carroñero se come los restos del perdedor, a manos del guerrero que se encuentra a unos metros, con un hacha en la mano y más sangre que mana de ella. Escena digna de una historia de algún país nórdico. Esto es solo el principio de un universo de referencias que puede hacer que te sientes a estudiar por un par de horas, sin siquiera haberle dado play al disco.

El subtexto parece solemne, pero es extraño y divertido escuchar a Chaza. Un rapero que viene del Death Metal y tira sílabas sobre el ritmo como si fuera shredding en la guitarra. “Mi rítmica en el mic es la de Mike Portnoy” (baterista de Dream Theater) dice en el track ‘Columvainas’. Él lo exterioriza incluso en la entrevista al grupo con Jerga Sudaka, donde además, cuando tocan ‘Ikonik’, repite al final la barra de Pantera: “Dúo de acero, Anselmo y Dimebag”. Tanto “El Primer Atentado” de CVS y Devak24 como “Rituales” son objetos extraños en el drumless argentino a nivel estilístico, siendo al mismo tiempo diferentes entre sí. Lo que lo despega tanto de su género matriz como del disco grupal es lo lúdico. La rima tiene que ser buena y sacarte una sonrisa. Viendo la metadata sin escucharlo, podríamos pensar que es otro disco de drumless con pinceladas de autoconsciencia, espiritualidad y tal vez algo de numerología. Entonces le das play y suena:

Es Marty McFly, no le agrada el presente
Chaza Samurai Jack va hacia el futuro
Y las máquinas sangran aceite
Dr. Jekyll y Mr. Hyde,
Blues with Lucy in the sky with diamonds
Columvainas most fly

Samba Brisa

La forma en la que están armados los samples -sobre todo a nivel percusivo- parece directamente premeditado y grabado. Los beats son 90% sonidos orgánicos, es decir, muy poco de sintetizador e incluso lejos de los muestreos de soul y vocales típicos del drumless más de la escuela Griselda. La esencia del sonido la cristaliza un sample de rock progresivo argentino: los primeros momentos de “Anabelas” de Bubu aparecen en ‘El Mal Viaje de las Anabelas’ (reformulando el segundo track de dicho álbum, El Viaje de Anabelas).

Bongos, bajos, riffs austeros de guitarra, vientos metálicos, incluso hay temas como ‘Solitario Spider’, que juega con cuerdas que suenan como algún instrumento oriental (como la ektara), pero podrían ser tranquilamente una viola. Además Chaza cargó algunas percusiones no convencionales que, como ‘Psy vs Spy’, están en tiempos que no son 4/4, solo rapeables en modo experto. 

Lo que hace Chaza a nivel letrístico es desplegar lo ultra-técnico en función de dos cosas: la diversión y que suene bien. No solamente hay un universo de referencias en el que también está por ejemplo Spinetta, cuando dice “Iniciado y poseído del alba”, o cuestiones lingüísticas como ‘Sucka Blyat’ que es en realidad el ‘cyka blyat’ ruso agarrado de punto para jugar con las palabras. El eje narrativo del disco no está en las barras por su peso propio, sino en cómo se escuchan en su contexto. Hay que agarrar las runas que va dejando en el camino para construir nuestro propio ritual. 

12. Dum Chica – DUM [Casa de Puente Discos]

Por Migue Yassir.

Desde la primera vez que escuché este álbum me recorrió una sensación adrenalínica en el cuerpo, iba a ser difícil que no sea mi disco favorito del año. Con el 2023 al borde del abismo y más de un centenar de lanzamientos escuchados, DUM sigue en mi podio personal de LPs argentinos.

Encarnan una peculiar configuración de power trío sin guitarra, cosa por lo menos poco frecuente en el universo punk/rockero. Hay algo en la austeridad instrumental de la banda que resalta el “hacer mucho con poco”. En una entrevista con RS el título ilustra todo: “Juana no es bajista, Lucy no es cantante y yo [Rama] no soy baterista”. Hicieron carne el mito fundacional del punk británico de agarrar los instrumentos y aprender sobre la marcha (Incluso se rumorea que en sus recitales hay que quedarse atrás si se quieren evitar los gargajos). Dame un bajo con distorsión, un baterista que reviente los platos y una frontwoman que tenga la actitud de Lucy Storino para meter unos casi-guturales, silbidos y risas maléficas en nada más que 23 minutos. Desde la producción y la mezcla se hizo un gran trabajo llegando a un sonido equilibrado, que en ningún momento te hace extrañar las seis cuerdas. Existen los arreglos de guitarra, pero hay que hacer un esfuerzo consciente en detectarlas.

Para desentrañar el espíritu de Dum Chica hay que entender a los Rolling Stones, a Sumo y a Los Redondos. No alcanza con escucharlos porque no hay un parecido estilístico con ninguna de esas bandas, sino que alimentan su esencia de cada una de ellas. Hay guiños en las canciones, riffs, patronesy onomatopeyas que, junto a las características propias que amalgamó DC. Se terminaron construyendo un villano punk que toma Martini.

Otras expresiones contemporáneas del punk tienen un abordaje del desahogo (tanto desde lo letrístico como lo performático) que sale más de la tristeza, lo lúgubre y la expiación de demonios internos. Post-punk revival. Dum Chica, en su garage-punk baila junto a sus demonios. Grita junto a ellos, los empuja al pogo, los pone a saltar y mover los cuernos. Te invita constantemente, como una mirada fija desde el otro lado del boliche que inyecta tensión por las venas. Vení, bailá conmigo, cogé conmigo, dormí conmigo. Aunque salga a cazar, vuelvo siempre a vos, porque sos un terremoto.

Tal vez muchas personas nos encontramos más en DUM que en otros álbumes contemporáneos por ese tridente antes mencionado (Stones-Sumo-Redondos), que hace al corazón de cómo performa la banda en el estudio y en el escenario. Hay algo en los riffs pegadizos, en las melodías silbadas y en la actitud general del trío que desprende una energía arrolladora pero a la vez sensual, que te llama y te invita a ser parte de la fiesta. Un disco acalorado.

11. Holy K – Workaholyk

Por Migue Yassir.

La portada del disco debut de Holy K conduce rápidamente a un primer chispazo de ideas que durante la escucha se ilustran con mucha solidez. Incluso el juego de palabras “Workaholyk” nos hace pensar que hay una cantidad de esfuerzo realizado -al menos- por encima de la media. Es trabajar incansablemente hasta lograr el objetivo.

Quienes siguen desde hace tiempo a la rapera oriunda de Miramar esperaban con ansias este álbum por las capacidades que demostró en cada single. En muy poco tiempo se ganó el apoyo de una gran parte de la escena argentina de rap, y el hype se esparció por todos lados. Llegó el estreno y las expectativas fueron superadas. Holy K se convirtió en una de las raperas más relevantes del momento.

Probablemente lo más característico a simple vista es el uso del spanglish, pero no es algún adjetivo o verbo aislado. Hay muchas líneas completamente anglófonas (en ‘Reality Check’ más de la mitad por ejemplo), otras solo en castellano, y unas tantas más mezcladas. Aprovecha las posibilidades de rapear en inglés haciéndolo igual de bien que en su idioma nativo -cosa que pocos pueden ostentar-. Moldeó una forma única de construir barras, que a simple vista es reconocible.

Las rimas de Holy K son patadas karatekas, entre multisilábicas y flows pesados construye un trabajo que empieza con tracks rompenucas como lo son ‘Fake Bijou’ y ‘Reality Check’. Wordplays por todos lados y referencias que van desde las más dosmileras (Snoopy, Tony Hawk, Helga Pataki) hasta River Plate o leyendas del género como Lil Wayne, Missy Elliot o Lil Kim. Cuando la narrativa de la obra sale del gran eje “superación personal” hay temazos, algunos románticos como ‘Paradise Vibes’ y en otros hay pasajes que tocan temas personales con profundidad como ‘Once Upon a Time’.

El boom bap como pilar y un estilo noventero que le calza como si estuviera hecho a medida de su voz. Hay un gran mérito en las instrumentales con la particularidad de que cada una de ellas pertenece a un beatmaker diferente. Esto bajo la supervisión de la artista, junto a su enorme capacidad de escribir logra una cohesión estética que consolida a “Workaholyk” como uno de los discos de rap argentino que mejor rankea en el último tiempo.

10. Sakatumba – Puro Teatro

Por Migue Yassir.

Cantar, bailar, actuar. ¿Qué hay en la expresión de la humanidad que nos moviliza de formas impensables? Distorsionamos la voz, creamos artefactos que suenan, les ponemos cuerdas, los hacemos retumbar, nos paramos frente a mucha gente a mover el cuerpo y recitamos diálogos inventados por nosotros mismos. Ni siquiera hace falta subirse a un escenario. Nos enfrentamos a situaciones cotidianas que nos hacen hablar y adaptarnos: reuniones de trabajo, con amistades, con nuestra pareja. Si en todos esos casos empleamos modismos, formas de hablar y de gesticular diferentes, ¿quiénes somos realmente? ¿Estamos performando toda nuestra vida?

Los siete tracks del debut de Sakatumba son una condensación del rock gótico más lúgubre y emocional. Hay arreglos más dream, y algo del espíritu del post-punk revival que en general está impregnado en bandas de la generación, pero con un aura única en su forma de tocar. Para quienes añoran los años ochenta, algo que está muy bien ejecutado es el (o los) teclados. Desde el diseño de sonido hasta lo compositivo. Hay una gran capacidad para construir composiciones equilibradas, ambientes con diferentes texturas y que están muy a tono con la línea general del álbum.

Puro Teatro” es un disco que recoge la voluntad de hacer canciones que la gente pueda ponerle voz y recordarlas por muchos años, con temas profundos y emotivos. Es muy común escuchar a ‘Chica Gotika’ como el tema favorito de mucha gente. Para mí, ‘Corazón’ es una pieza increíble por la construcción épica de las teclas y por cómo alguien con la voz desgarrada de tristeza puede cantar sobre “la cadencia de tus besos”, aquellos que en un instante se desvanecieron y ya no están más.

¿Qué hago con todas estas emociones que me atraviesan? Ponerle a las penas y las mugres de nuestra vida una línea de piano de fondo, para que sea todavía más dramático todo, porque al final del día, todo es un acto. En esta entrevista con Indie Hoy dice con total claridad Renata, cantante de la banda, “estamos todos cumpliendo un rol en la realidad”. Si todo esto es un show, el mismo debe continuar.

9. H de Perra y JocBeats – Clusters

Por Agustín Wicki.

Cuando Joc hace un cuadro de Guernica, especialmente de su barrio La Yaya, no necesita más que un marco rasgado y una escala de grises. El tiempo se le derrite como a Dalí, por lo que usa BPMs cada vez más bajos, en los que los samples se maceran para servirse en un menú de crudos. Solo un panorama así seduce al H de Perra para que salga del tercer panel del Jardín de las Delicias y acuñe un nuevo clásico de culto.

H es el antihéroe más amado del pueblo y con el Tío Jose te presentan la pálida en “Clusters”. El rap más podrido de todo el país, atrincherado en el sexto círculo del underground y sin ninguna intención de salir: “Si la luz es poca, la libertad es mucha”. No es por tinista cuando el H denuncia que “esos raperos quieren colaborar con Lali Espósito”, tampoco simple ortodoxia o gatekeeping. Entre las sombras, el respeto y el anonimato está su hábitat natural, un estilo de vida de escritor de graffiti. 

Si en el mainstream te hablan de ser “el nuevo rock & roll”, el H se despega del todo, aún si rujen más las guitarras de ‘Perjurio’ que esos chaskiboom. Sus garsos de balrog y sus principios tienen mucho más que ver con los cantautores renegados de nuestro folklore. “Las únicas estrellas duermen sobre mi terraza” es una de las frases que lo definen con la atemporalidad de los grandes escritores. Una carrera como la de Larralde, durante décadas en su propio camino, con sus propias verdades, le queda en tanto mantenga su alma mirando a Lanús y la lengua así, más pelada que Fredro Starr. 

Cuando se confirmó “Clusters”, los fieles ya sabían lo que se venía. Por lo que habían hecho Jocbeats con CKL y H de Perra con Falopa Cara estaba claro que ambos estaban en la élite de sus disciplinas. Se esperaba que rechine el maxilar con cada pista y cada barra, y así fue, pero esta obra es más que el cruce de dos Top 5 en el plano competitivo. Son los diez mandamientos del crack. El disco definitivo del grimey sound en nuestro país. Un manifiesto central para los pibes de Monte Chingolo, La Yaya y todos los barrios.

8. Emilia – .mp3 [Sony Music]

por Tomás Gauna.

De haber dicho hace un año que Emilia Mernes, la chica que en un momento había sido conocida como «la rubia de Rombai«, o que quizá alguno todavía vea como «la novia de Duki«, sacaría uno de los mejores discos de 2023, no sería extraño que más de uno se haya quedado confundido. Pero después de una serie de sencillos excelentes que sacó en el último año como ‘Jagger.mp3’ o ‘No_se_ve.mp3’ junto a la brasileña Ludmilla, se volvió más que evidente que “.mp3 iba a ser uno de los discos de pop mainstream más divertidos y de mejor calidad que hayan salido de Argentina en los últimos años. Y efectivamente lo fue. Un disco en el que casi todo tema es (o puede llegar a ser) un hit.

.mp3 tiene guiños evidentes a la estética y las estrellas del año 2000, como Fergie, Gwen Stefani o Beyoncé, pero con un toque moderno, es música pop masiva, que no tiene miedo de ser lo que es, pero que sigue teniendo suficiente personalidad que resalta entre todo lo que se pegue en TikTok. Si bien mira hacia afuera, la música de Emilia sigue siendo algo únicamente argentino, de una popstar que puede meter referencias a Kylie Minogue o contar a Charli XCX entre sus fans, pero tampoco le tiene miedo a cantar en un RKT. Por más que no hayan faltado éxitos comerciales en su arsenal hasta entonces, “.mp3 lleva a Emilia a ser una potencia enorme en el mundo del pop no sólo argentino, sino hasta global, y va a ser muy interesante ver a dónde llega con lo próximo que haga.

7. Frane – Bosque Negro

Por Agustín Wicki.

Para la física el frío no existe, tan solo el calor. Pero en la música, ¿cómo podemos entender el sonido de Molchat Doma o Joy Division sin tener en cuenta el frío como una fuerza motora en sí misma? Colgando de la Patagonia, Argentina y Chile comparten la zona más austral del mundo. Ahí, entre algunos de los paisajes más únicos del globo terráqueo, florece la escarcha y el viento corre inmortal. En invierno la escala de Celsius pierde sentido. Ahí nace música glacial, capaz de convertir parlantes en frigoríficos.

Bosque Negro” es la manifestación magna de la escasa, pero inconfundible discografía moderna de Ushuaia. No hace falta ser esquimal para distinguir las tonalidades de estos beats nevados, pero sí prestar atención para apreciar cómo se aúnan, en patrones más complejos y difíciles de lo que los hace parecer el autor. 

En el Hip Hop la idea de pureza siempre está rondando. Los heads la exigen por defecto, muchas veces sin meditar y considerar que la autenticidad puede estar en muchas partes. Si se admira la forma en la que Havoc y Prodigy hicieron música de la frialdad de los márgenes de Nueva York, el mejor homenaje no es imitar su estilo, sino musicalizar el propio barrio. Viéndolo así, en Argentina ningún rapero fue más a fondo que Frane con la territorialización del sonido.

Es un estilo de rap genuinamente autóctono, no bajo una consigna muchas veces poco natural de fusionarse con tango, rock chabón o folklore, sino que directamente está hecho con los murmullos del aire fueguino, el carácter de su gente y los relieves de su tierra, apenas mellada por el paso humano. Una pista como la de ‘Juan Nieve’ contiene el Fin del Mundo. Inimitable para un foráneo, posible para Frane porque conoce su origen y lo homenajea, como en esa línea dedicada Lola Kiepja, cantante y una de las últimas selk’nam. Su objetivo es ser eterno como lo es ella.

Su ancho legado para el rap argentino ya lo tenía asegurado antes de “Bosque Negro”. Desde la madrugada de la década de los 10s con el supergrupo La Conección Real que es un referente como rapero y como beatmaker, además de haber sido de los primeros en haber incursionado en el formato banda con la Faktor Band. En 2014, su álbum “Tierra del Fuego” portaba lo significativo de representar el lugar de donde uno viene. Fue hace nueve años, cuando era todo mucho más rudimentario, pero la esencia era la misma, y el buen gusto para la selección de samples ya estaba ahí. La llegada de “Bosque Negro” es esa propuesta con casi una década de evolución volcada encima.

En las sutilezas Frane siempre se diferenció del resto. Toca afinar el oído para darse cuenta que los beats de este disco, todos suyos menos ‘Leyendas del Templo Escondido’, de MPDhela, son mucho más complejos que el loop de un sample y un break encima. Cada ruido y cada nota están cortados y reestructurados vía midi en un trabajo milimétrico de composición digital. Solo así son posibles atmósferas que hacen sentir el peso de la niebla y generar un estilo propio capaz de absorber géneros musicales a gusto. Así no solo trabaja boom bap y drumless, también lleva sonidos antillanos al Polo Sur en ‘Pegado en el Under’ y ‘Butterfly’, un reggaetón y un dancehall respectivamente, ambos a 15 grados bajo cero. A esa capacidad se refiere con tener “el eclipse al sonido cliché”.

Es indiscutible como virtuoso rimando hasta en su pronunciación, aún si su técnica, inter e intralineal, no es tan evidente para el oído desacostumbrado. Es parte de su perfil bajo y lo cómodo que le queda estar “pegado en el underground”.

¿Delivery?¿Querés más? Vení pedí
Toda la vida por la banda todavía like Ribéry
Difícil callar a esta hinchada local que vive en mi
Me dice “pibe, no me cuelgue los botines ni ahí”

Sure

Frane no es de ostentar demasiado, pero en este disco tiene un dream team de invitados que hace al mayor flex de su carrera. Los Kamada, Acru, T&K, MPDhela, Dj Baladi, Dj Destroy Arms y Mir Nicolás, que deja el verso del año en ‘La Joya’, un falso trap donde llega a rimar Xzibit con Isla Maciel y deja claro porque es el número uno hace rato: “juego en Nico Modo”. El fueguino es el único que puede reunir a los All-Stars y tener la inteligencia para hacerlos brillar. Ellos saben que solo en un beat de él pueden sonar así.

Sigue como el más vigente de su camada, con la frescura nata que camufla la veteranía. Su trayectoria y presente son un faro hace diez años y aún así perfecciona su artesanía, varía las cadencias y pone a prueba su estilo. “Bosque Negro” no solo es su mejor disco, es uno de los trabajos más refinados del rap argentino y ese detallismo va directo a parar al ADN del movimiento. Puede pasar de todo en el futuro, pero Frane no envejece y su plan se mantiene: “subir al escenario hasta ser un holograma”.

6. Nafta – Nafta II

Por Flor Viva.

La materia prima con la que trabaja Nafta es de excelsa calidad. Siempre lo fue. Las voces, los bajos, esas ansias de llevar la poesía de lo cotidiano a los parlantes de sus oyentes. Esta secuela discográfica (plagada de intertextualidad con su predecesor), presentada en un histórico Luna Park repleto, es quizás uno de los hitos evolutivos más incuestionables de este género in crescendo en la Argentina, que tanto gusta de la alquimia entre el R&B, el NeoSoul y el funk. 

El florecer de Nafta en este lanzamiento es imponente, y eriza la piel con un claro entendimiento musical de cómo combinar de incluso mejor manera que antes sus ingredientes impolutos para generar una cápsula que, a pesar de tocar diferentes temáticas y de apelar a emociones distantes entre sí, posee una escandalosa coherencia a la hora de apelar a lo familiar y combinarlo con aventuras musicales atrevidas y valientes. Son canciones que parecen haber estado siempre ahí con nosotros.

Comprime en sus versos una cosmovisión romántica del siglo XXI sin que eso se vuelva meloso e insulso (“Soy romántico, no boludo”, como dijo alguna vez Charly García), sin excluir una potencia en cada uno de los instrumentos que se blanden en los tracks, y con una producción y mezcla que hace que cada poro de nuestro cuerpo pueda sentir esas filosas cuerdas de Philly Soul, esos teclados con ánimo progresivo y esa armonía entre las voces que nos invita a surfear cada tema como una obra completa y a la vez ensamblada a la perfección con el resto de “NAFTA II”.

El álbum se presenta como un avance de múltiples casilleros por parte de NAFTA a la hora de entender sus virtudes (excepcionales y extraordinarias al ser tan abundantes) con respecto al resto de la oleada musical del 2023 en Argentina. Esto, en manos de una banda con tanta curiosidad artística y tanta cohesión en superficie y profundidad, es un diamante en bruto. No tan bruto si no más bien neto, es lo que nos marca este LP.Hay una claridad en la forma de transmitir los instantes más luminosos y también más oscuros de las historias (y microhistorias) narradas en “NAFTA II”. Hay un logro en el hecho de haber podido aterrizar con tanta dulzura y entereza cuestiones de un día a día emocional atravesado por realidades tan firmemente agarradas a las veredas de Buenos Aires. Hay un hito en habitar una región de la música que ha sido pisada por doquier y que demuestra enorme potencial y masivo público por estos días, y poder generar lo más parecido a un instant classic que nos ha dado el R&B más funkero de esta nación.

5. WRRN – ¿Qué Se Siente Estar Mejor? [Inerme Discos]

por Ramiro German.

El boca en boca convirtió a WRRN, un cuarteto sin tanta exposición, en una de las bandas más recomendadas de la escena nacional en estos años post pandémicos. Silbando bajito los pibes salieron por agosto con su primer LP. Desde ahí profundizaron su misión: Reventar cada sala que contase con su presencia.

Este es mi disco favorito del 2023. Una parte fundamental como experiencia fue cómo me invadió la desolación durante la primera escucha, una sensación similar a encontrarse muy lejos de casa, solo; pero a medida que se avanzaba el álbum toda la angustia se purgaba virando hacia una liviandad, como si estuviera plenamente acompañado. Ese es uno de los puntos claves de «¿Qué se siente estar mejor?» como carga con todo tu dolor y acompaña a hacer la procesión por dentro mientras te permite liberar toda la angustia y penas en cada grito y cada riff.

Portando el post-hardcore como estandarte consiguieron un balance ideal entre una ambientación densa con guitarras que te arrasan y por otros momentos te contienen de la melancolía. La presencia dolorosa del emo que acompaña fuertes alaridos de desahogo y unas letras que te desgarran y presentan constantemente replanteamientos personales que nos llevan a reflexionar en conjunto y finalmente limpian el sufrimiento y la desolación. El espacio que se genera en el combo de ‘La Muralla’, un instrumental tan desolador que te hace bajar la guardia, y ‘Este Agujero’, que te desarma completamente el corazón con lamentos al grito de: “Perdóname, lo siento / No es esto lo que habíamos soñado / Lo siento”.

Todo esta tormenta de ideas compone «¿Qué se siente estar mejor?» que se va recargando a medida que hitazos como ‘¿Qué parte de todo esto te llevarías?’, con un breakdown que queda resonando, o el fundamental ‘Balvanera’ que inicia con la pregunta que desencadena en el título del disco. Expresa con un recorrido devastador tan íntimo que al terminar esos 28 minutos solo queda una sensación de liberación. Las emociones se escapan de nuestro propio pecho.

4. La Piba Berreta – Un Dios Nuevo

Por Agustín Wicki.

Es un producto que está en todas partes. Clones de romcoms, telenovelas, baladas, frases motivacionales, pancartas y stencils sirven para promocionar la gran marca del Amor®. En los mejores casos se vuelve kitsch, como esas canciones de Leonardo Favio o los envoltorios de los chocolates que venden en el tren, pero siempre lo que queda es la cursilería y los lugares comunes. Y, ¿a quién podemos culpar? Si todos shippeamos personajes en las series y nos cantamos alguna de Taylor. La fantasía romántica toca todas las puertas. Hasta los más progres presentan su paquete de amor libre, sano y responsable, listo para practicarse como manda el manual. Lo que pasa es que La Piba Berreta está podrida del Amor®.

“No me gusta el amor, ni un amor, ni muchos amores. Me tienen harta con el poliamor” manifiesta en ‘Punch’. Es una lucha punk contra lo impuesto. El problema es que el Amor® es el sistema y el sistema siempre gana y se devora todo, incluidas las expresiones en su contra. ¿Cómo lo hace? Es que el mundo está hecho para dos. Es que sus clichés en forma de mandamientos son en gran parte verdad. Es que cuando nos abrazamos construimos una casa.

Un Dios Nuevo” trasluce la lucha de Luisina, La Rusa, Luludot Viento, La Piba Berreta contra lo que creía saber y lo que nos enseñan del ¿romance?, ahora que lo conoció. Los preconceptos no son tan fáciles de tirar abajo ni ella se rinde tan fácil ante su propio enamoramiento. Encima, toda esa entrega, no es para siempre. Afloja, se tensa y vuelve a empezar.

Puedo enredarme entre tus sábanas
Besarte y desaparecer
Te juro, amor, nada es tan importante
Hoy puedo quererte tanto
Y mañana desaparecer

Búscalo

No todo el amor es romántico, está claro, y tampoco es la única trama de la obra, que además de disco es un libro y una cosmogonía. Una herramienta para la adivinación oracular y, a la vez, para el autoconocimiento. Luludot, nuestra protagonista, siente un  vacío que le quita la paz. Los vínculos no se buscan, pero aterrizan y despegan, y La Piba va aprendiendo a lidiar con todo, a reconocer cómo la hace sentir. Le pica el “¿para qué?” y también el “¿para quién?”. Hay dos respuestas posibles, pero para eso hay que pasar por tanta pasión y tanto desencanto que aplasta.

Una clave apareció escuchando Los Redondos, la inspiró el Indio Solari con “El límite es el cielo, Señor / de un Dios nuevo, mejor hecho”. Aparece la identidad de la obra, la posibilidad de hacerse a unx mismx Dios. Este génesis es rockero y psicodélico, pero muy distinto al de Vox Dei. La fermentación de una deidad sensible y temperamental es caótica. Los sintetizadores de Marté pueden ser un alivio y las guitarras de K4 una tormenta. De repente todos bailan en ‘Mágica Intuición’, así como se vuelven fantasmas para vomitar por el asco hacia la gran ‘Ciudad’. La constante es la voz de La Piba Berreta como catalizador sobrecargado de emociones. 

No es solo la meteorología anímica lo que hace especial el sonido de “Un Dios Nuevo”. Es un disco con una mano grande de producción. Cada instrumento está tonificado con un fin atmosférico específico, donde se encuentran o desencuentran con capas de ecos y efectos. Los coros en ‘¿Para Quién?’ parecen salidos de las estrellas, la batería de ‘Mejor Persona’ suena como si estuviese 35 metros bajo el agua, y en ‘Hay que Creer en Algo’ Sara Hebe casi que rapea desde una nimbus. Es psicodelia en ebullición, la creación sucediendo. El equipo de producción responsable lo conformaron La Piba Berreta, el ingeniero Juampi Di Cesare y K4, un talento desbordante y una persona clave para este disco.

Aún si no es por meterse en la intimidad de los artistas, está a la vista en XVideos su romance en el videoclip sin censura de ‘Colchón’, su tema juntos. La forma más punk que puede tomar un poema erótico. Es la producción más pelada de todo el disco, a pura puntada garagera, y tiene un grito unísono con un mensaje claro: “Conseguí un colchón / Te invito a dormir… / vení a dormir, vení a dormir, vete a dormir, vení a dormir”. El amor se hace de a dos (o más).

La gran formación de La Piba Berreta y la presencia de invitados hace que este segundo disco solista se aleja de la soledad que tanto la persigue. Nota aparte: Su banda, Lxs Rusos Hijxs de Putx, volvió en 2023. Pero aún con lo colectivo y los permisos que le ha dado a su corazón, más los aprendizajes y las respuestas que eso le trajo, no es todo tan lineal. No hay receta para sentirse bien todo el tiempo.

Ya no creo en el amor
Ay eso no quiere decir
que esté desilusionada
Busco el entusiasmo en el quehacer
es mucho mejor que estar enamorada

Navidad

Así es estar vivos. El amor se puede diluir, pero también reaparece con más fuerza. “Soy mejor persona desde que te conocí” es una declaración definitiva, más si le sigue “Tu armonía me enseñó / que no hay nada malo / en sentirse bien”. 

3. Marina Fages – El Mundo Pequeño

Por Melisa Olivera.

Fresco y repleto de energía, este poderoso álbum de rock que nos ofrece la multifacética Marina Fages sobresale por sus riffs, sus estribillos pegadizos y sus letras sumamente genuinas, con las que fácilmente nos podemos identificar. Como una de las representantes del rock argentino emergente, ocupa y afianza un lugar entre aquellas personas que se animan a seguir apostando a la distorsión y las guitarras eléctricas.

A cuatro años de su trabajo anterior como solista, “Épica y Fantástica”, se nos presenta una propuesta que tiene otros rumbos sonoros, en el que la experimentación que coquetea con lo pop aquí vira hacia un costado más rockero, que se encuentra más presente en sus primeros álbumes. Podríamos interpretar que esto se debe a que la artista necesita otros medios expresivos para comunicar las ideas claroscuras de este conjunto de canciones, donde por momentos brilla de felicidad y por otros nos subsume en la reflexión y la angustia.

El álbum comienza con un tema homónimo, una declaración de principios acerca de su forma de ser y hacer, a través de unos imponentes guturales. Este recurso destaca la frase “Nunca más”, que nos atraviesa y se nos queda en la memoria, convirtiendo a esta canción en una apertura que busca impactar desde el minuto cero. De más está decir que las palabras enfatizadas constituyen un límite, y tienen una gran potencia de significación política y cultural. 

Nací buscando una pared
Para subirme o destruirla
No me enseñaron como hacer
Yo no aprendí como evadirla

El Mundo Pequeño

Avanzamos con ‘Escama de Vidrio’, uno de los puntos más altos, una canción que se construye de a poco, con la presencia de riffs en guitarra, y juegos de voces, y la inclusión de instrumentos de viento poco convencionales como por ejemplo la gaita, lo que le da un toque muy distintivo auditivamente. Apenas con estas dos canciones, ya podemos afirmar que la exploración de distintos registros de la voz van a jugar un papel importante en el disco.

Continúa con ‘Aguardiente’, que contiene el lado más punk de Fages, recurriendo de nuevo a una voz que grita con muchas ganas y con un estribillo memorable con una ingeniosa progresión rápida de acordes, dejando lugar a un buen solo de guitarra, que se caracteriza por ser dinámico y efectivo al entrelazar dos guitarras que juegan al contrapunto. El efecto de dos guitarras en simultáneo es un recurso que Marina utiliza de una muy buena forma (por poner un ejemplo de su discografía, en ‘Dibujo de Rayo’).

El Cielo Amanece’ posee un bello trabajo percusivo, y se destaca la voz, la cual transmite la serenidad que requiere la letra: “lo importante es querer estar de acuerdo, lo importante es querer estar acá con vos”. La letra puede llegar a recordar a cierto realismo mágico, en donde se destaca que a pesar de los cambios y la vorágine de lo cotidiano, hay cosas que persisten, y que son detalles aparentemente insignificantes (la coca de aluminio, el olor a tostadas, la suave pancita de un gato) que son los que merecen un rato de atención. Hay un amor y dedicatoria a las cosas pequeñas que nos alegran la rutina. Lo pequeño del mundo está relacionado con eso y con el que hay que cuidarlo. 

En contraste, ‘Corazón de la Isla’ es una canción con mucha más saturación y potencia tanto vocal como instrumental, otro de los puntos más destacables del disco, con algunas partes algo más experimentales en comparación de lo que venimos escuchando. También contrasta en lo lírico, en el que aquí se explora una literatura un tanto más surrealista en lo expresivo y con un contenido un poco más oscuro, en el que se alude a los incendios, al horror, y a la pesadilla. En la animación realizada para esta canción, podemos observar un incendio forestal, que bien podríamos leer bajo la lente de los hechos ocurridos en la Patagonia los últimos años, así como otras imágenes grotescas. La relación de la artista con la naturaleza es una constante en su carrera musical y de artista visual, fuente de inspiración para sus obras.

Para continuar, lo que considero el “hit” del álbum en compañía de una banda consolidada desde los 90s como lo es Eterna Inocencia, uno de los estandartes de la escena punk under de Argentina. ‘Mi casa en llamas’ tiene uno de esos estribillos que son imposibles de despegar de la mente una vez escuchado, que se reitera lo suficiente como para recordarlo fácilmente. Una oda a la cooperación y la amistad, un recordatorio de que solxs no somos nada. ‘Grimorio del mundo pequeño’ le sigue con una propuesta instrumental. Aunque hay voces, aquí se utilizan como un timbre más, parte de la textura que componen la guitarra, el bajo, los sintes y la batería. Es una pieza muy disfrutable en el que varias ideas motivicas se van sucediendo, variando y reiterando, generando una especie de viaje para dejarse llevar, como una experiencia micro dentro de la experiencia general del disco.

Un destacable motivo de la guitarra en los versos y uso de sintetizadores conforman ‘La ciudad nos ilumina las caras’, una canción pop rock muy recordable que incluye letras en japonés y una lírica de lo más tierna, una canción de amor atravesada por la experiencia vital de la artista. La cultura nipona ha sido fuente de inspiración tantísimas veces en su propia obra y en esta canción aparece una figura no menor para ella durante los años previos a terminar “El Mundo Pequeño”, su esposo, que es profesor de japonés. Podemos asumir que para ella este idioma también es un lenguaje del amor.

Más vino’, en el que se nos cuenta las peripecias por conseguir otra botella en el medio de la noche, es un simpático y breve tema pop punk que descontractura el álbum. La artista no se priva de agregar toques de humor que le salen naturalmente tanto en algunas de sus canciones, como es este caso, como en sus presentaciones en vivo. Si nos esperan el ecocidio y la desigualdad social que milita la ultraderecha, si destruyen todo lo que amamos, al menos vamos a tener vino. ‘El límite’ sigue y destaca por un motivo breve pero demoledor hecho por la flauta, y la colaboración de Melanie Williams.  Continúa una breve pieza llamada ‘Ssantelrmor’ que consiste de una textura imitativa en la que cada voz repite lo que dijo la anterior.

Hacia el final del álbum, ‘Modulada En Dorado’ se presenta como un pasaje acústico introspectivo en un disco donde reina la distorsión en gran parte de su contenido. La última pista es un cierre perfecto donde se condensan varios de los elementos que componen “El Mundo Pequeño”: ‘Canción de Flora’, que abre con una melodía en flauta, se convierte en una balada de rock que incluye teclados, solos de guitarra y flauta, y concluye con una hermosa rearmonización de la misma melodía con la que comienza. Expresa toda una vulnerabilidad sentimental acompañada de una sonoridad melancólica, el final de un viaje que ha pasado por diferentes estados musicales y anímicos. “¿Cuándo me vas a extrañar? Me lo preguntaba” es la frase que da conclusión a la obra y un reflejo de lo que implica estar en ese lugar. 

Quisiera poner en valor los variados y originales timbres que se encuentran en el disco, principalmente el de la flauta que es marca registrada de Marina Fages, recursos utilizados en los momentos precisos y necesarios. Luego de varias escuchas se comprende que cada detalle sonoro está pensado y cuidado, para poder lograr un disco sólido en su totalidad, que refleja el recorrido musical de la artista y fabrica ese mencionado “engranaje” a partir de los recursos compositivos e interpretativos que la caracterizan, convirtiéndose en sus fortalezas. Vale la pena introducirse en este “mundo pequeño” que tiene tanto para contar y sonar. Nos hace pensar que otro mundo es posible, como lo hace el arte, pero también que podemos cuidar el que tenemos ante aquello que lo amenaza.

2. Lisa Scha – Posesa [Geiser Discos]

Por Agustín Wicki.

Involuntariamente, por reflejo, se activan las alarmas físicas y cambiamos el foco de atención unos microsegundos después de escuchar un vidrio reventarse. Si revienta otro y otro y otro, la reacción se aliena y nuestra percepción se desentiende. Estamos ante algo anormal. Se prende la adrenalina. Así es ‘Averiada’, el shock que hace a la primer patada de “Posesa”. Ruido secuenciado y una voz que repite “estoy averiada”, entre astillas y esquirlas, “algo vive en mí”, sumida en escenas de Hitchcock, sin su suspenso y elegancia, directamente los gritos, los cuchillos, los pájaros; “Tus pupilas crecen mientras yo te veo morir”.

Posesa” es horrorpop. A diferencia de sus primos del terror musical (el psychobilly, el horrorpunk y el horrorcore los más recordados) este nuevo Frankestein no amenaza con descuartizar a la audiencia ni llamar a la onceava plaga. Nada de cine clase B ni gore. Y no, tampoco está en la línea de “The Rocky Horror Picture Show”, por más que sea irremediablemente pop. Esta histœria tiene a la protagonista por víctima y victimaria a la vez y su camino es totalmente onírico. Ella misma es el Hotel Overlook de una visita que la posee, Dr. Jekyll y Mister Hyde, Fred Marison y Pete Dayton.

Lisa realmente se aferró al concepto de poseídos y lo dedicó a “todas las que se sientan poseídas por sí mismas, por lo que nos pasa y a veces también por otros”. Estas tres posesiones no están tipificadas, cuando pasan no podemos diferenciarlas del todo así que el caos y las sospechas van de la mano. En uno de sus picos más tétricos suelta “Suelo imaginarme como / Rompo todo lo que amo” sobre un beat pendular tenso, que en la misma ‘Contamino’ muda a un ambiente más amigable donde, como con cariño, confiesa que “Cuando caigo en lo que imagino / Me cuido sola porque contamino”.

Las posesiones, descubiertas por nuestra protagonista hace ya rato, no producen un odio a sí misma, pero sí desconfianza. Para ‘Veo Mal’ la sacuden los interrogantes de quién toma las decisiones y de dónde vienen sus impulsos. Lo interesante es que en un principio no pelea contra ellas, aún si la toxicidad desborda. Los efectos parecen mucho más terribles de lo que diagnostica su detector de dolor. En ‘Entrevero’ se rinde en paz, rodeada de su propia voz en una fantasía espumosa que continúa con los arpegios de ‘El Hilo’. Ahí se marca más que nunca la famosa disonancia ludonarrativa: “Perdonarme no es parte de mi esencia” suena, con un cuidado musical angelical, como el mismo perdón.

El nerviosismo nunca nos abandona, incluso se retuerce un poco más cuando aparece una segunda persona, ya sea invasora, civil o la misma Lisa disociada, y se le promete control sin poder cumplir. Ya en el fondo se desarrolla una dependencia hacia el prójimo, con dilema del erizo de por medio: “Vos me clavas todas tus espinas / Y yo no aguanto sola ni un día”.

Tan esquizo como las particiones corporales son los retazos musicales tijereteados manualmente por la dupla autora del disco completo: Lisa Schachtel y Santiago Toranzo. El gran juego del pop está ahí, canibalizando la cultura. Solo ellos saben los secretos del diseño de sonido que encontraron en su estudio casero. En samplear bidones, poner voces a la inversa y otros trucos encontraron el kit de su propio pop perfecto. Lo que es evidente a la escucha es que la cuica brasileña que ensamba ‘Derroche’ y el mal viaje de repetir “veo mal” cincuenta veces seguidas (contadas) son tan salvajes como los okupas de la mente.

Narrativa aparte, estamos hablando de la que claramente es la revelación del 2023 y un trabajo de producción a dupla que no solo cumple con creces todo lo que uno podría pedir, esencialmente arropar el concepto y reforzarlo, sino que lo hace de las formas más creativas y emocionalmente extremas posibles. Que alguien encarne tu cuerpo es tan terrorífico en ‘Averiada’ como lo divertida y tontolona que se siente ‘Silicio’.

Tenemos todas las advertencias posibles para no querer permitir ser titirizados, pero también vamos sintiendo la tentación. ¿No es cuando perdemos el control que pasan las cosas realmente emocionantes? La respuesta se escurre y no hay lineamientos que nos ordenen o una historia de superación que nos inspire. ¿Quién quiere ser Lisa Scha? No dirige Spike Jonze, pero la experiencia puede ser igual de inolvidable. Entrando en un declive en la hiperactividad del disco, ‘Tormenta’ sale del subconsciente a la superficie: no es una marioneta rota. La poseída y la poseedora dicen lo mismo “¿Cómo voy a salvarnos / Si esa puta me sigue cruzando?” y así se declaran la guerra. “Sé que es mía, no va a ceder” es una revelación que puede cambiar todo a último momento, ¿qué pasa si siempre fue ella? “Tuve que hacerlo” resume el final. La única certeza, es que Lisa ya no es la misma de antes.

1. Taichu – RAWR [Dale Play Records]

Por Agustín Wicki.

Ya no hablamos de empoderamiento. Estamos a un frame de distancia que lo cambia todo. No hay un reclamo: Taichu actúa y habla como una persona a la que siempre le perteneció el mundo.

No quiero todo
Quiero lo mío

Mortal Kompa

Ni en el mainstream argentino, donde todavía reina la fantasía de Disney y la mimetización reggaetonera, ni en los nichos, que tienen grados de experimentación para todos los gustos, pero nadie combinándolo con una actitud y musicalidad rapera, existe un disco como “RAWR”. No es pop para divertirse, es pop para descoserse. Para gritar, para desgarrarse. 

El correlato hispano de PC Music sumó la deformación del reggaetón al deconstructed club, el Hip Hop industrial, el hyperpop y el glitch pop. Cada quién con sus representantes de gran escala: Venezuela tiene a Arca, España a Rosalía, Chile a las pioneras del neoperreo, la realeza del tecnobrega en Brasil y hasta Honduras con Isabella Lovestory. El Río de La Plata va con Taichu y Taichu va con «RAWR«.

Las referencias claves para pensar el sonido y la actitud son ugly hot y scary hot girl. Una sensualidad más allá de la comprensión, abrumadora e hipnótica, resuena por todo el tracklist. Los autores de este sonido, Taichu, Luigi Navarro y Tails, lo bautizaron Hot Core, y si bien no se puede negar que es pop, nada suena así en todo el espectro. Aunque Taichu no proviene de una tradición estrictamente Hip Hop y abandonó el trap hace rato, es irremediablemente tan rapera como cantante y eso la diferencia. Se pueden encontrar coincidencias con Rico Nasty o Shygirl, pero la única que ocupó un lugar así de importante como rapera es la prácticamente retirada y cancelada Azealia Banks, que hace diez años dominaba la noche queer con Hip House. Taichu aprendió de ella y ya está lista para superarla.

Con Luigi Navarro empezaron a trabajar juntos para ‘Tolkin Yit’ y ahí sentaron las bases: Taichu habla mierda, si lo entendés bien y si no rajá. Aunque le guste a los fans de Travis Scott, ella solo complace mostris y mostras. “No queremos que esos pakis vengan pa’quí” había dicho en su primer neoperreo, ‘Gabbana’, perfectamente compatible con el universo de “RAWR”. Para ‘Free Dolly / Race’ tanteó los terrenos del digicore y el glitch y con ese recorrido estaba todo listo para que su talento, surgido como promesa en 2019, explote de lleno en su disco debut.

Los audios.rawr no solo alcanzaron las expectativas de lo que podía hacer Taichu, las superaron ampliamente. La calidad y pulcritud del sonido están a la altura del pop mejor producido en Argentina, nivel “Superficies de Placer”. Hay estallidos creativos por todos lados: ‘Babyspice’ es el Jersey Club más queerky ahí afuera y tiene liquid drum n’ bass en el estribillo, ‘Mortal Kompa’ tiene Hip Hop industrial anti-melodía y ‘Baladarks’ comprime sintetizadores y electropop en clave emo. 

En la superficie no lo parece, pero “RAWR” es una obra fuertemente latina. No porque tenga un perreo como ‘Presión’, no es tan obvio. El house y el EDM son géneros gringos, pero por algo ellos nunca los pusieron así. En el Hemisferio Norte absorben tradiciones, las chupan, acá las mezclamos. Esta apropiación es mucho más corporal, Taichu agrega un sentido percusivo en la rapeada y en la producción. ‘Payday’ experimenta en deconstructed club con vocales percutivas que rompen todo en sílabas y baterías que martillan, no se escurren como en el pop ni se constriñen como en la electrónica. Así se hace sentir ella también, cargada de acento con una presencia abrasiva en cada beat. Da igual si la pronunciación y la gramática inglesa son la correcta, el lenguaje está subordinado a ella. No hay que olvidar que el spanglish es un invento latinoamericano.

RAWR” es la erótica del estilo en su esplendor. La razón por la que “Matrix” es buena, no la trama conspiranoica, sino la visión. Es la definición en sonido de qué es para Taichu lo hot, por dentro y por fuera de lo sexual y bien lejos del sesgo masculino. Las letras están en el mismo registro, hablar mierda expensive, fashion, explicit, todo hyperTaichu. Es su propio mundo y ahí está la libertad de hacer un tema en homenaje a Moria Casán y llamarse “puta, gozadora serial”. No será taichí chuan, pero también se vuelve filosa, especialmente con los giles y con la industria: “Sus mejores letras las escribí yo”, apunta en ‘Extra Brut’.

Vestida de black, tomándome un Label
Money black, le robo a tu label

Payday

Tiene temas para voguear donde hace gala de toda su fuerza y otros donde su misma fortaleza le permite mostrarse vulnerable, desplomada y con una hemorragia en el corazón. Cuando nada bastó para arreglar las cosas, ni rifar el ego, entre drogas, puñales y mecanismos de evasión le habla al responsable del incendio: “Ya no siento el químico que hace que seamos dos”. Si en ‘Extra Brut’ Taichu te hace sentir imparable, en ‘Alaska’ te vuelve miserable. 

No te voy a contar desde cuando estoy así
No puedo ser clara y no entendés mi talkin’ shit

Alaska

Le sigue la última canción, ‘Chacha Fight’, que es instrumental. A esta altura ya pasaron los efectos, el subidón y la bajada, una galaxia sensorial queda atrás, pero ahora ¿quién le quita lo bailado?