Un tema constante en esas sanas conversaciones que no van a ningún lado es qué superpoder nos gustaría tener. Yo no quiero ni ser invisible, ni volar, quiero ese nosequé de Quincy Jones que hace maravilloso todo lo que toca. Ya a esta altura está claro que la perfección y el talento son conceptos vacíos y hasta deshumanizantes, pero me es imposible escuchar algo retocado por Quincy y no pensar que realmente está más allá del resto.
Él es, por consenso casi unánime, el productor y arreglista más grande de la historia de América. Con una simple googleada o viendo el excelente documental de Netflix que hay sobre él, pueden encontrarse a sus músicos favoritos demostrando admiración infinita hacia su obra. Desde Astor Piazzolla hasta Chloe & Halle. Es sentido común.
En los 80s hizo aportes definitivos para el sonido de la década. Como influenciador nato hizo ajustes a la era dance y pop post-disco. Sin perder su toque supo moverse entre los fades, los nuevos embalajes y el fin oficial de los 70s, con todo el peso que significó para la relación humano-máquina en la industria musical. Obviamente haber diseñado el sonido de «Thriller» es prueba suficiente, pero un año antes ya había marcado el porvenir. Y lo hizo para su propio catálogo, en un álbum atravesado por el R&B, el disco, el funk, el soul y el jazz. Lo hizo para «The Dude«.
Un representante infalible de la música afroamericana. Cada corte tiene el título certificado de banger y mejoran increiblemente a cada escucha, con el descubrimiento constante arreglos que mamma mia, que locura. Las performances de los sesionistas son lo que se podrían esperar de músicos convocados por Quincy, otro nivel. Estamos hablando de Stevie Wonder, James Ingram, Toots Thielemans, Patti Austin, Herbie Hancock, Paulinho da Costa y más. Todos a las órdenes de Q.
«The Dude» es una obra que exorciza todo lo negativo que podemos llevar encima. El lugar en el que se reproduzca se convierte instantaneamente en una pista de baile y nuestros cuerpos son poseídos por la música.
Recomendación Extra: “Sounds… And Stuff Like That!” (1978)
El predecesor de «The Dude» es su mejor álbum de música disco. Muchos hits, cazando al vuelo el ritmo a la moda y abrochándole toda la genialidad de Q y sus dream teams de sesionistas.