Cuando en 1974 Robert Fripp le puso un alto a King Crimson dejó huérfanos a dos grandes dentro del Prog: John Wetton y Bill Bruford. No es ninguna sorpresa que estos dos músicos continuasen trabajando juntos para formar una estrella fugaz dentro del rock progresivo. Una banda que en su breve historia logró dejar su marca en una fusión mágica de rock, jazz y hasta elementos de disco.
U.K surge en 1977 y suma a Eddie Jobson (Roxy Music y Zappa) en teclados y violín eléctrico y a en guitarra Allan Holdsworth (mayormente conocido por su trabajo en la banda de rock psicodélico Soft Machine). Así reunidos, dispuestos a experimentar y mezclar estilos compositivos, se convirtieron en el primer supergrupo de prog.
El disco arranca pateando duro con toda su potencia y con un riff que se repite en todos los temas, mostrando el lado más pesado de Holdsworth, que con la base de Wetton y Bruford es demoledor. Una pieza dividida en tres partes, ‘In The Dead Of Night‘, ‘By The Light of Day‘ y ‘Presto Vivace and Reprise‘, conectadas con la métrica y el redondeo de la frase “By the light of day / In the dead of night” que bien se ve en ‘Presto Vivace‘, y como dice el nombre, es un reprise de los temas ya sentados en ‘In The Dead Of Night‘. Un círculo hermoso al que nos acostumbra este tipo de música.
El cierre del lado A del álbum es atronador, con uno de los temas más fuertes de la banda y con los sonidos más únicos, parece un tema mucho más reciente de lo que su cronología indica. Ha envejecido mucho mejor que otras cosas de su época y ya han pasado más de treinta años para ‘Thirty Years‘. Tiene una letra que a quien haya escuchado ‘Time‘ le resultará conocida. El primer acto de la canción va en forma de balada, con unas texturas flotantes que acompañan esa letra y a Wetton mostrando todo su rango vocal. De repente tiran todo por el aire y comienza un ritmo matador con todos los elementos de una épica, un sintetizador increíble cortesía de Jobson. Eddie es el elemento errático. Su sintetizador suma un color único, quizá de los más distintivos de la banda. Es una textura rápidamente reconocible que le añade ese carácter grandioso. Ya el tercer y último acto de ‘Thirty Years ‘ es un tanto difícil de describir. Suena a mezcla de soundtrack película de acción de los 90s con un látigo chicloso y queda un resultado de lo más alucinante. Vuelven a aparecer repeticiones en un círculo con variaciones en ritmo y las mismas secciones vuelven a pasar, pero siempre alteradas en su buena medida.
El lado B comienza con ‘Alaska‘, una obra instrumental donde Jobson pone a prueba su maestría sobre los sintetizadores, especialmente el Yamaha CS-80 que en esos días hacía su debut en el rock. La canción funciona como intro al segundo tema del lado B, ‘Time to Kill‘. Es de los temas más “poperos” del disco, incluso es extraño que no lo hayan elegido como corte de difusión, por una construcción relativamente sencilla y un sonido en la batería que tranquilamente pasa por una producción aislada de música disco. Cuenta con un estribillo sencillo y memorable, tiene riffs de guitarra que lo destacan y la extensión es menor a los cinco minutos, algo más que recomendable en el mundo de los éxitos de radio. Aún así no falta una sección intermedia donde tanto Holdsworth y Jobson sacan a lucir sus instrumentos y su proeza técnica. ‘Time to Kill‘ prueba que U.K tenía talento para la experimentación y para los hits en igual medida.
‘Nevermore‘ puede ser escuchada como una pieza perdida en el catálogo de King Crimson, como también lo es ‘Thirty Years‘; ambas las canciones más memorables del álbum. Son las más extensos y expansivas, las que menos buscan conformar a lo estándares cancioneros que para esta época ya estaban bien sentados.
La única guitarra acústica que se escucha en todo el LP abre ‘Nevermore‘, algo que entre tanto sintetizador se comienza a extrañar un poco. Después vuelve esa batería de disco (parece que la tenían toda guardada para el lado B), pero que con los constantes cambios que Bruford incorpora nunca podría aburrir. A eso de los tres minutos comienza un pasaje instrumental que los tiene a todos en su salsa en su ritmo bien progresivo. El bajo de Wetton se destaca en compañía de la batería, y los teclados de Jobson haciendo juegos por todo el espectro. El cénit de la canción definitivamente es cuando vuelve la voz, y quien no piense en ‘Starless‘ se está perdiendo las mejores composiciones del rock. Lo interesante es que el tema no termina aquí ni alargan una parte tan satisfactoria. Tiene un lento descenso en tempo, pero volviendo con la letra de la primera sección, retomando las estructuras que había usado recientemente. Es como el final de quien no quiere que termine más, algo que se podría escuchar en una presentación en vivo de la banda.
‘Mental Medication‘ cierra el disco con la voz y los teclados armonizando como entre lo jazzero y lo baladesco. Un Frank Sinatra si le hubiesen gustado los aparatitos que hacen ruido. La sección rítmica que comienza a mitad de la canción tiene unas influencias de lo más variadas, casi como si le faltara algo de percusión para convertirse en murga con un violín eléctrico que le da un toque ecléctico de lo más entretenido. Wetton con su pluma demuestra acá que el bajo no es su único talento.
El prog ha sido culpable de ser muy autoindulgente y con lógica de nicho, pero a veces cuando se ve un poco más allá de eso notamos la profundidad musical que nos enseñan, como un océano vasto e inagotable de riqueza sonora.
Si bien las composiciones son complejas y los temas duran más de la cuenta, «U.K» resulta una obra muy digerible para todo tipo de público y no sólo usuarios de Prog Archives. Aquí donde se ve la mano maestra de sus músicos para poder crear progresiones e instrumentaciones con muchos matices, pero que a su vez no pierden la esencia de canción.
U.K es un banda con talento de sobra, y esto se ve en cada una de las canciones del álbum. Es una lástima que no hayan podido seguir su carrera como cuarteto con estos músicos, aunque quizá por eso es que hoy en día podemos hablar de ellos como una de las mejores expresiones del rock progresivo inglés de los 70s, un supergrupo que cumplió su cometido y después siguió con su vida.