Los primeros segundos de “Lick the Lens – Pt. 1” te sumergen en un laberinto de clicks granulares y sub bajos densos que parecen descomponerse en tiempo real. Es el sonido de Oli XL regresando sin ceremonias, veinticinco minutos de glitch pop que funcionan como una declaración de intenciones tan directa como compleja.
El primer episodio de esta serie de álbumes es una miríada de colaboraciones y momentos recolectados por el productor sueco, en ella encontramos la voz de una carrera que busca recuperar el tiempo perdido por el «infierno contractual», según palabras del artista, con el sello Warp. Es casi vergonzoso que “Lick The Lens” (2025) haya llegado más de media década después de “Rogue Intruder, Soul Enhancer” (2019), el debut con el que deslumbró por el trabajo de relojería de sus grooves.
Para entender la magnitud de esta ausencia, hay que recordar quién era Oli XL en 2019. “Rogue Intruder” lo posicionó como uno de los productores más inventivos de su generación: alguien capaz de fusionar voces andróginas procesadas hasta la abstracción con un diseño sonoro microscópico donde cada click y cada sample parecían cuidadosamente colocados bajo el microscopio. Tras ese debut, Warp Records lo fichó con promesas de un lanzamiento ambicioso. Lo que siguió fue un limbo kafkiano: el sello prefería esperar ‘el momento adecuado’ que nunca llegaba, sin presupuesto promocional ni interés real. Oli terminó financiando de su propio bolsillo el video de ‘LOVE & POP‘, un gesto que resume lo dilatado del acuerdo.
A diferencia de su debut solitario, la fuerza de este miniálbum radica en sus colaboraciones con artistas cercanos. Esta fuerza colectiva no solo se observa en el detalle del tracklist y el metraje que llenan, sino que también emergen voces anónimas como una grabación en español de una chica diciendo «hola soy _ y estás escuchando Oli XL«. Esos cameos anónimos podrían pasar desapercibidos—es típico en este tipo de música—, pero en el contexto estimulante del álbum entre cajas inusuales, hi-hats aireados, bleeps y ruido blanco intercalando con un ritmo claro hace sentir un dinamismo único.
“Lick the Lens – Pt. 1” suena como apretar una pelota anti estrés y lanzarla contra la pared, o como rotar un modelo 3D desde infinitas perspectivas: las capas microscópicas de la producción entrampan al oyente haciéndole creer que es un álbum de sound collage. En verdad es glitch pop, una postura del microgénero mucho más rítmica, sensual y futurista que la de contemporáneos como Arca o Clarence Clarity. Este approach no puede parecer experimentalmente tedioso porque la sensibilidad cargada hacia lo vocal de Oli XL provoca que escuchemos canciones pegajosas, composiciones de verso-coro-verso o hooks repetidos a piacere que ensalzan aún más un trabajo instrumental edulcorado.
Este acercamiento más directo respecto a “Rogue Intruder” lo hace más accesible, pero simultáneamente resulta en un sucesor más débil. El disco pierde fuerza cuando el momentum de ‘DRIFT REGALIA’ se ve interrumpido por el más introspectivo ‘HOODIE MUSIC’. La falta de canciones puente, consecuencia de ser un lanzamiento tan breve, provoca una carencia de fluidez que no tendría un LP completo.
El sincretismo electrónico de Oli XL es formidable, puedes oír ritmos de 2-step imbricándose con IDM y UK Bass, incluso hay un tema de Trip Hop (‘NOSEBLEED MELODY’) con Ecco2k y un estéreo exagerado que forma una experiencia espacial de un subgénero tan reivindicado en este momento. La intervención de Ecco se roba la película con un «Can you tell the sirens from the song in your head?» que le da estilo.
Al final, “Lick the Lens – Pt. 1” es tanto una declaración de supervivencia como un álbum: Oli XL demostró que los años de silencio no erosionaron su visión, aunque sí la transformaron. Es un miniálbum que funciona mejor como documento de un artista encontrando su nueva voz que como obra cerrada, pero esa búsqueda en sí misma resulta más interesante que muchos álbumes «completos» del panorama electrónico actual.







