La invasión estalló. Estados Unidos, con su poder militar, recursos capitales e influencias entró de forma violenta en territorio afgano en 2001, con la supuesta intención de acabar con operaciones terroristas. Dos años más tarde, haría lo mismo en suelo iraquí, aparentemente con las mismas razones. A la par que esto sucedía, Radiohead acababa con la gira de “Kid A” y “Amnesiac” para seguir con el proceso creativo y de producción de “Hail To The Thief”. Los sucesos influyeron en la construcción de este trabajo y además en el desarrollo de Thom Yorke como voz política. Sin embargo, parece que en estos últimos tiempos eso se ha perdido como polvo en el desierto.
Para aquellos años, paralelamente a la música, Yorke participó en Jubilee 2000, una campaña que buscaba la cancelación de deudas multimillonarias impuestas a países de tercer mundo por el oeste y otras potencias ricas. Junto con un compañero suyo de Oxford, George Monbiot, dio en 2003 un discurso a las afueras de la base de la Real Fuerza Aérea de Fairford, en Gloucestershire, en protesta a la invasión estadounidense a Irak. “América está dirigida por un grupo de maniáticos religiosos que robaron sus elecciones, y la única manera de mantener su poder es hacer la guerra”, pronunció. Ese mismo año, posterior al lanzamiento de “Half To The Thief”, Yorke dijo para Los Angeles Times: “Tengo este presentimiento, como si estuviésemos entrando a una etapa de intolerancia y miedo, donde la capacidad de expresarnos en una democracia y que nuestras voces sean escuchadas se nos está siendo negada”.
Es así que el contexto geopolítico y social dio forma definitiva a la perspectiva del trabajo que por esos tiempos lanzó junto con los demás miembros de Radiohead. El poder de la milicia y el dinero global en ‘We Suck Young Blood’, que pregunta al oyente si haría lo que fuese para saciar su hambre con una melodía que parece haber nacido en una prisión, con el vacío que el eco del piano provoca. Un inquietante y aparente señalamiento a los poderosos que generan guerras y conflictos en ‘The Gloaming’, con percusiones digitales en ritmos poco convencionales y otros sonidos que poco se pueden parecer a algo real. “Asesinos, ustedes son asesinos / sombras azules y rojas / tus alarmas suenan, deberían sonar”, lo que se hila con sus palabras para Telegraph Magazine: “[El álbum] trata de entender cómo un humano puede tomar una decisión y afectar a miles de vidas”. ‘2+2=5’ hace cara a la opresión al referenciar directamente el libro “1984” de George Orwell, que ilustra una distopía donde el estado tiene total control sobre su población. Así, durante toda la pieza, se va formando un crescendo que estalla en inconformidad y furia, como si la desesperación por el sometimiento finalmente llegara al punto final de ebullición.
Esta serie de declaraciones, fuera y dentro de la música, formaron parte de la identidad de la banda, y de Thom Yorke como activista y artista. De cualquier manera, no se trataban de temas nuevos. En “OK Computer”, el grupo hizo un comentario amplísimo sobre el capitalismo y sobre cómo reduce a los humanos a números que trabajan tortuosamente bajo un sistema que los mata poco a poco. Sin embargo, también para Telegraph Magazine, Yorke sorprendía: “No escribimos un álbum de protesta, no hicimos un álbum político”. Pese a sus demostraciones ideológicas. Pese a manifestar desacuerdo con Noel Gallagher y su posición sobre que las protestas no sirven, alegando que “debería tomar un libro”. Aun cuando participó en marchas, dio discursos y evidenció en su música la violencia de los más poderosos hacia los oprimidos. Aún con todo eso, su conclusión era que su trabajo no se trataba de uno político.
Es curioso que esta ambigüedad se haya vuelto tema frecuente en álbumes posteriores. “A Moon Shaped Pool” (2016) aborda en ‘The Numbers’ la idea de la crisis climática, pero como un conflicto personal e interno, no colectivo. En “Anima” (2019), uno de sus trabajos como solista, alude a la distopía tecnológica y las disputas emocionales que eso acarrea, al menos desde la intimidad. La exposición de estos temas, en lo recental, ha sido con cierta distancia o lejanía. Aún con lo explícito del pasado, Yorke decide desarrollar su discurso en un espacio mucho más cerrado.
Pero volvamos atrás. Cuando trabajaron en “Kid A” y “Amnesiac” decidieron presentarse de la forma más independiente posible, sin corporaciones ni promociones explícitas. Era una declaración sutil de ir contracorriente dentro del juego capitalista, como un artífice de anarquía en una industria que bebe insaciablemente de promoverse. Es decir: no era algo que no hayan hecho antes, sus ideales ya estaban impregnados en su música desde el principio. ¿Y de repente resulta que no hay una politización de su obra?
Ahora bien: ¿es probable que estas posturas políticas nunca hayan existido en una primera instancia? Puede ser debatible pensar así, dado que los temas elegidos no eran mera casualidad, mucho menos algo que se decida deliberadamente. ¿Tal vez buscaban ser sarcásticos? ¿Quizá no subyugarse a las preguntas de prensa y ofrecer respuestas inesperadas? Extraño si consideramos el uso de la influencia de la banda y sus miembros para fomentar mensajes en apoyo de los necesitados. ¿Las acciones de Thom Yorke fuera y dentro de la banda son como el agua y el aceite? ¿Es esta la muerte del autor de la que Barthes hablaba? En el mismo “Hail To The Thief” hay alusiones a eventos personales de su vida, como la paternidad, y no sería la primera vez que sus emociones internas permeaban en sus letras y música, ni fue la última.
Por infortunio, el choque de expresión con acciones concretas aconteció de nuevo. En 2023 el ejército israelí, con su poder militar, recursos capitales e influencias, entró de forma violenta en territorio palestino. Dos décadas después la invasión se repitió y las protestas volvieron a estallar. Pero esta vez Thom Yorke no hizo acto de presencia.
La cuestión viene, además, acompañada de ciertos precedentes recientes. Unos años atrás, durante la gira del último álbum de Radiohead en 2017, Roger Waters, fundador de Pink Floyd y miembro de Boycott, Divestment and Sanctions (BDS, un movimiento de apoyo a Palestina), pidió personalmente a Thom Yorke, a través de una carta, no tocar en la ciudad israelí de Tel Aviv. En respuesta a esa petición, el concierto finalmente se llevó a cabo, lo que ocasionó críticas por parte de nombres de peso hacia la agrupación británica (por ejemplo, la del director de cine Ken Loach). Frente a estas reacciones, Thom Yorke declaró para Rolling Stone: «El diálogo de ellos [la gente que apoya a Palestina] es de blanco o negro. […] Es irrespetuoso asumir que estamos siendo malinformados o que somos retrasados y no podemos decidir por cuenta propia«.
En noviembre de 2024, durante una entrevista con la periodista Abby Martin, Roger Waters reveló la respuesta que Yorke le había dado en 2017 a su carta: «Normalmente las personas del otro lado tienen la decencia de tener una conversación«. Pese a las palabras del vocalista de Radiohead, Waters aclaró que el movimiento BDS había intentado acercarse a él en más de una ocasión, pero que habían recibido una respuesta violenta. En esa misma entrevista, Waters también respondió a las acciones y declaraciones de Yorke, afirmando: «No es un conflicto, es un genocidio«.
Ceder al silencio y hundirse en la indiferencia no solo implica ignorar una crisis humanitaria, sino cerrar los ojos ante estructuras de poder que Yorke y Radiohead han criticado durante su carrera: el capitalismo desenfrenado, el militarismo y las influencias nocivas y opresivas de Estados Unidos sobre los más vulnerables. Como ya se mostró antes, la política era algo tanto en su arte y persona, no solo al expresarlo en su música sino al estar activamente presente en eventos que fuesen en contra de la violencia, la opresión y las guerras. Ahora, esa intención se esfumó.
Waters atribuye estas actitudes a un ego excesivo. Es verdad que Radiohead se ha posicionado en los top charts cada vez que hacen algún movimiento, y pese a la particularidad que a veces alcanzan, la crítica los alaba, poseen un fandom amplísimo de todas las edades y hasta influencias que han alcanzado el espectro cinematográfico. Quizá esas capacidades les han dotado de una idea de invencibilidad que no les permite recibir críticas.
Finalmente, el 30 de mayo del 2025 Thom Yorke lanzó un comunicado en Instagram donde expresó sus pensamientos acerca del conflicto y la controversia que sus acciones y silencios causaron. La perspectiva que da a lo largo de todo el texto es una de neutralidad, donde parece tomar posturas iguales para ambos lados, aludiendo que posee conocidos provenientes tanto de Israel como de Palestina, y que ha visto la situación desde las dos perspectivas. Cuando llega a la parte de él como artista, menciona: “Espero que para quien sea que haya escuchado la música que mi banda o yo he creado a través de los años, sea lo suficientemente evidente que no apoyo ninguna forma de extremismo o deshumanización de otros”, y si bien, como se ve claramente en “Hail To The Thief”, hay un discurso que va en contra de eso, también choca con sus declaraciones de “no tener intenciones políticas”, sumado a que parece dejar fuera de la ecuación múltiples hechos que han provocado un agravamiento para la gente de Palestina. Parece que, al menos a este punto, la neutralidad cuya bandera ondea Yorke solo aviva la conversación y la controversia.
“Hail To The Thief” se sostiene a la fecha como uno de sus álbumes cuyo resultado fue muy político. Su autor podrá decir que no fue así, pero el contexto y el trabajo final sigue siendo innegable, y refuerza aún más esta confusión mediática y pública ante sus acciones.Es curioso que esto suceda en otros artistas. Bono de U2 se volvió ególatra y narcisista, poco soportado incluso por sus fans. Morrissey traicionó ideales que construyó en The Smiths. Y ahora, Thom Yorke parece tomar una decisión opuesta a lo que sus obras pasadas reflejaron sobre él mismo y la banda.
Tal vez jamás sepamos qué sucede con Radiohead, si manchar su legado y dividir a sus fans –o perderlos– es algo que buscaban. Es probable que llegado cierto punto de fama y autorrealización, todo lo demás se vuelva insignificante. Pero por ahora, sólo podemos saludar al ladrón que es indiferente.