Granma: El sonido que hacen las sombras

“Sombras Chinas” es un disco que juega a transformar el hielo en carbón, la ciudad en sonido y cualquier sonido en rock independiente. Manuel Badano, uno de sus creadores, explica los contrasentidos de Granma, la banda que escribe al oeste de Buenos Aires.

Dos milenios antes de la revolución industrial, de las pantomimas luminosas, los hermanos Lumière y el cine moderno; las sombras chinas fueron casi el primer antecedente de la imagen en movimiento. Su teatro consiste en poner las manos entre una fuente de luz y una pantalla clara y moverlas de forma sutil para crear íconos en la sombra: un lobo, un conejo, un rostro, un arma. El tiempo hizo de esta técnica un espectáculo cada vez más puntilloso, pero de igual fundamento: jugar a que una cosa represente otra. De esta misma manera, como un vaso que al proyectarse es un cohete, una guitarra que pasa por la mugre de una vieja grabadora de cintas puede convertirse en un sample, una melodía, un tema o un disco. Así es como Granma hace rock, con elementos electrónicos, melodías agridulces, letras que coquetean con lo lisérgico y una máxima que desborda todo su sonido: “Para los que nacimos tristes, el corazón es una llaga”.

El grupo nace en 2018 en la ciudad de Luján el día en que Manuel Badano se juntó con Francisco Saavedra, Leo Chiurco y Tomás Cepeda para sacar del cuaderno algunas canciones que tenía esbozadas. Las llevaron al ático de la abuela de Manuel, les dieron nombre y dinámica, y salieron al circuito under de Buenos Aires en un péndulo que va del «lejano oeste» a la capital. Tras algunos sencillos como ‘Alfombra Azul’, ‘Calaveras’ y ‘Trazos’, en marzo de 2024 estrenaron su disco debut: “Sombras Chinas”, que condensa gran parte del recorrido en seis piezas nostálgicas, claroscuras y paradójicas, con influencias cruzadas de shoegaze, dream-pop y post-punk. En su forma y método, según Manuel, el álbum toma ingredientes del frenesí creativo de Ale Sergi y de los contrasentidos que escribe Joaquín Sabina.

Manuel Badano toca la guitarra, canta y compone las canciones de Granma. Más allá del rock, su formación está atravesada por la carrera de Artes Sonoras, la luthería digital y la música experimental. Por sobre todo, es un fanático del sonido: «para mí es una materia prima muy divisible. Siempre se lo puede deformar, estirar, achicar, convertir en otra cosa. No existen sonidos malos«. Reconoce que su manera de manipularlos no es compatible con, por ejemplo, muchos samples de Hip Hop en su versión tradicional y neoyorkina, que a pesar de las alteraciones buscan de algún modo retrotraer al sonido original. Manuel prefiere darlos vuelta por completo, como en ‘Cordón’, la segunda canción del disco: «Mi abuelo me había regalado un grabador de cinta con un sonido horrible y una cinta súper gastada, pero que estaba bueno, tenía un color interesante. Lo conectamos a la guitarra de un amigo que le grabó una secuencia de acordes medio spinettosos. Dupliqué la velocidad con la propia cinta y, por la mugre, de esos acordes quedó un sonido desfigurado y con otra textura, parecido a un banjo. De eso hice un sample, lo corté todo y lo tiré al teclado: una tecla por cada transiente del sonido. Empecé a jugar con ese teclado hasta que hice una combinación que me gustó, la puse a tempo y de a poco aparecieron la armonía, el bajo y la onda del tema«. El producto de esta amalgama es una melodía basal, orgánica, que al modo de una nube eléctrica, enmarca una tormenta de sintetizadores y guitarras distorsionadas.

Cuando los sonidos ya están deformados y en orden, las letras de Granma ocupan el último eslabón de su teatro de sombras. Según Manuel, «son un intento de revitalizar un poco esa cuestión poética, metafórica y enroscada que tiene el rock nacional, que está en Charly, en el flaco Spinetta, en algunas cosas de Virus«. Para esto al lenguaje también se lo manipula tono por tono: «empiezo tarareando en un idioma que no existe, tipo Serú Girán, pero que tiene algunas cosas del español y del inglés. Cuando tengo la melodía, empiezo a escribir una letra en castellano que se amolde a las rimas o a las vocales de ese idioma, a esas palabras chamuyadas«. Además, lleva siempre su cuaderno o un chat consigo mismo, donde “samplea” imágenes, palabras o conceptos que pueden venir de una clase, una cerveza o una película: «todo el día se dicen cosas increíbles«, remata. Solo algunas veces se la juega por escribir ficción desde el llano, alejándose de la instrumentación y de la primera persona del singular. De ahí vienen canciones como ‘La voz del agua’, un cuento sobre un sujeto mambeado, perseguido por la culpa cristiana y el malestar en la cultura, pero que en el fondo está preparado para enfrentarse al garrón.   

Es bueno esperar lo peor de algunos días
Vio el hielo convirtiéndose en carbón
Su culpa y la ansiedad, lo único que tenía
de natural

La voz del agua

Con dos videoclips en la recámara, un disco a la vista y otro por editarse, Granma está en un momento muy interesante para tocar en vivo. Manuel no olvida que hoy el encuentro es fundamental: «Cada vez es más común esta movida medio punky post-pandemia. Los pibes están todos sin un mango, muy enojados y muy frustrados. Se están aferrando más que nunca a las movidas musicales, al rock, al punk, a la visceralidad del pogo y de agitar. Se trata de poner la ficha de tu esperanza, aunque sea por un rato, en alguien que estás viendo tocar, y dejar que la música te atraviese«. Del oeste al centro, con actitud y nervios, entre empujones y baile, el objetivo final es que el otro sea parte: «No flashamos ninguna situación de estrellato, pero pensamos que esto le puede llegar a gustar a alguien, más allá de nuestros amigos. Queremos tocar para más gente, que el público se sienta tocado por nuestros temas. Estar sonando, mirar para adelante y ver a la gente emocionada y agitando es un montón, queremos que nos pase todo el tiempo«.

Para los que nacimos tristes, el corazón es una llaga”; La frase se le ocurrió hace algunos años, cuando vivía entre el caos de la capital y sus primeros escritos. Si bien antecede a Granma y su sonido, permanece como otra de sus representaciones. Y es que, sobre esa llaga, las Sombras Chinas operan todo su lenguaje: «Hay una tristeza que acompaña todo esto, que no te la podés sacar de encima. El corazón es una herida que duele, que está siempre abierta. En el disco hay muchas heridas que no cerraron, que hicieron más profunda esa llaga, cada vez más grande. Pero si la llaga es más grande, quizás el corazón también lo sea«.

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