Hasta que la muerte nos separe: Rock, fanatismo y literatura

Un paseo analógico por la retórica sentimental: Reseña de Porque demasiado no es suficiente: mi historia de amor con Suede, el nuevo libro de la autora argentina Mariana Enríquez


El septiembre pasado nos flechó cual saeta que atraviesa la piel y abre paso entre los tejidos a la posible desautomatización del loop que nos perpetúa a fin de año, la nueva obra de Mariana Enríquez, “Porque demasiado no es suficiente”. Su libro más autoficción nos brinda un paneo de sus tránsitos y encuentros con ella misma y con la banda de su vida, Suede.

Mariana es una escritora, periodista y docente y multifacética argentina. Sus comienzos entienden de una juventud en búsqueda y encuentro de aquello que la moviliza hasta las entrañas: una de ellas la música, particularmente el rock. Al inicio de su carrera se dedicaba enteramente al periodismo musical y en paralelo, cocinaba su debut literario en una juventud incandescente, “Bajar es lo peor (1995). A la par que repasaba detalles de su obra, escuchaba “Dog Man Star”: “Y, sin embargo, yo recuerdo haber corregido mi primera novela, Bajar es lo peor, escuchando este disco. De hecho, mi recuerdo es muy puntual y detallado: camino escuchándolo por las calles grises de Mar del Plata mientras me acerco a la hermosa ruina de lo que fue la casa de veraneo de Adolfo Bioy Caseres y Silvina Ocampo’’. Sucede que este dato es falso, o por lo menos poco preciso, en palabras de Mariana, “La memoria es la menos confiable de las capacidades cognitivas y por eso dudo de toda autobiografía, autoficción y derivados y ustedes, lectores, tienen que dudar de este texto, también, al menos cuando yo, narradora y fan, soy la protagonista’’. Lo que sí es real es su vínculo irremediable con el segundo disco (con la discografía completa entendiendo de altos y bajos), el concepto y la existencia misma de Suede.

Esto es solo un ínfimo ejemplo de lo que transita el libro. Una obra que va y viene, que expresa los tránsitos de una Mariana a través del tiempo y los espacios, y que a su vez, construye un lugar donde por momentos la memoria se vuelve quisquillosamente minuciosa y otros donde lo primordial se difumina y la emoción funciona como un pase backstage para ingresar al recuerdo y reconstruirlo. A todas luces, Enríquez es una escritora estrictamente existencial y disparadora, todo lo que brota de ella puede ser una sorpresa que habilita cruces, pensamientos y emociones. Así, su reciente obra nos permite sentirnos más cercanos a ella porque abre puertas y ventanas a una comprensión genuina de su ser. “Mi vida, tan desordenada entonces, no me permite tener referencias como después o antes del almuerzo, de mañana o al atardecer’’.

La música, como todas las manifestaciones artísticas, interpela. Se crea de manera consciente para generar una percepción detenida, que erice pieles, que produzca conjeturas, que impulse decir, siempre decir algo al respecto. “Porque demasiado no es suficiente” toca esa fibra y genera, porque no solo se construye como una obra para el ser fan (y sobre todo para los que vivimos el espectro y entendemos de dejar rastro al respecto), sino también para aquel que no se ha sumergido en sus lecturas, que este libro más que para fans de Suede, es para fans de Mariana.

Ah sí, Suede. Me permito ser sintética: Suede es una banda británica de larga data. Britpopera y glam-rockera, encuentra sus comienzos en 1989 (a pesar de varios hiatus y cambios dentro de la banda, dignos de todo grupo de rock) y sigue hasta la actualidad. El libro da cuenta de ello desde la perspectiva de una persona que los reconoce y resignifica a través del tiempo. Mariana, auténtica fana de Suede (transitada por shows, foros, grupos de Facebook y charlas entre entusiastas del palo) se encomienda a ello.

Si bien llegamos al libro para aprender, conocer o rememorar a Suede, acá (y peco de volverme reiterativa) venimos a leerla a ella. Ella, como persona portante de carga significativa y sentimental, habilita al lector a un momento de complicidad. Sabe que nada genera tanta cercanía como poder percibir lo que corre dentro del autor que lees, del cantante que escuchas, o de aquella persona que te produce algo, lejana y a la vez tan cercana porque materializa y manifiesta lo que también transita dentro tuyo. Algo tan simple y tan complejo: el vínculo con el artista.

Ese pase de contacto que abre el libro entre el admirador y el músico se asemeja a ingresar a un cuarto donde solo pueden acceder unos pocos. Que al fan le importan mucho los suplementos de sentido dados, casi tanto como la interpretación subjetiva y personal y la cercanía en que se habilita en ese espacio aparentemente íntimo del artista. Esa tensión. Este libro de Mariana retrata eso. El ser fan, y sobre todo el fanatismo femenino, un espectro aparte: poético, letárgico, que entiende de tiempos, de tránsitos del amor al odio, de contextos diversos y a su vez, de un amor brutal y devoto. Que ser fan es eso, contradicción.

Me parece necesario hacer mención al trabajo que se da en este libro del fanatismo femenino, porque es este particular hermoso en contraposición al fanatismo masculino. Este último le impuso una retórica mecánica al ser fan, pretendiendo que entendiéramos la música más que sentirla, que la despegáramos de la emoción y la transmutáramos a la racionalidad. Sin pretensiones de generalizar en base al género, podemos trajear a este ‘masculino’ que elige a dedo agarrotado qué música sí y qué música no. Y es que justamente, no: el arte, y sobre todo la música entiende de cuerpos vibrando producto de conexiones profundas con la emocionalidad, y no de análisis exteriorizados, basados en un esteticismo barato y demodé, como si estuviéramos observando el motor de un auto.En todo su espectro, Mariana Enríquez construye una lectura volátil y necesaria: distiende en la cotidianidad que nos lapida en los últimos respiros del año y nos hace sentir acompañadxs. Cuando alguien imprime desde su entendimiento el sentir propio y el tuyo existen obras como estas, que intentas estirar permanentemente para que no termine. De esta manera se transita “Porque demasiado no es suficiente”.

Mi caso

Todos empezamos en este mundo como fans. El fan es un consumidor y consumidores somos todos, de todo. Mariana relata casos en los que el fanatismo transita desde lo naif y desconocido hasta extremos como la muerte. Así también: el ser fan en films, sectas, literatura, en la vida real, el ser fan, y más precisamente el ser fiel a un otro al cual se admira y desea profundamente.

Desconozco (a este punto puedo decir que desconocía) Suede hasta que el libro de Mariana me cayó en las manos. Por lo pronto, me encuentro paseando por los mismos caminos: 21, escribir sobre la música que me interpela, hacer alguna entrevista, editar mi primer libro, vivir el estrés, la oscuridad y melancolía de la vida misma y, sobre todo, ser fan. Mariana, en este libro, habla en mi clave (realmente lo hace). Habla en una clave primordial, por lo difícil que es y por el escueto material que hay sobre esta temática (más allá de Anne Tyler en “A Slipping Down Life” o Julio Cortázar en “Las Ménades”) de fan, clave de presunta escritora (no ella, yo, que ella es una escritora consagrada y todos los que estamos leyendo esta nota lo sabemos), clave de mujer en los medios, en fin, una cosmovisión que habilita la complicidad y una presunta identificación que me hizo sentir especial.

 “Yo salí de ese disco extasiada, erotizada, con ganas de volver a tocar la guitarra y con la increíble sensación de que había encontrado cómplices, compañeros y almas gemelas en las afueras de Londres. Los iba a seguir hacia donde fueran, siempre, me dije. Y así fue y es”. Así Suede se vuelve una excusa para acercarse al lector y que éste experimente una ínfima parte de lo que ella experimentó con ellos.

Más allá de lo que les expresó, también me parece importante mencionar que viví todo desde el feel de la primera vez: no sabía nada de Suede (me parece estrictamente sincero decirlo y no pretender en estas líneas que doy cuenta casi filológicamente de la existencia de Suede, que es más valioso el proceso de aprendizaje despreocupado que la necesidad de dar cuenta de algo), fue mi primera lectura de Mariana (producto de vivir en un mundillo de lecturas académicas e indigenistas, los colegas me van a entender) y sobre todo, fue mi primera salida de la coraza de lecturas estructuralmente arduas después de mucho tiempo. Que Mariana abra paso a distenderme y sentirme cómoda fue para mí al menos, significativo. Con todo, creí que tomar este libro entre mis manos y hacer algo al respecto iba a ser fructífero para mí. Lo que embistió contra mí fue una vorágine de todo, y la culpable fue ella.

El libro genera que a la mitad de la lectura no te aguantes más y quieras ir corriendo a la discografía de Suede, a los temas que ella cruza con sentimientos, a una búsqueda fotográfica de la cara de esos jóvenes Brett, Bernand, Mat, Richard, Neil, Simon. Yo lo hice, por eso estoy acá, porque la música también genera eso (o debería generar eso), intriga. Esto también es tu culpa, Mariana, que escribís y generas emoción en el otro, ganas de correr a la punta.

Solo importa el sentimiento

Porque demasiado no es suficiente” retrata eso y mucho más de lo que se puede dar cuenta: primeros contactos, despegues parciales y vueltas, discrepancias y un séquito de recuerdos que interpelan al ser. Acá: encuentro y desencuentro, drogas, adolescencia, adultez y cambio de perspectivas, amor, duda y una banda que la acompaña (o ella acompaña a la banda, que eso es subjetivo para todos) en el paso de los años.

Escribir sobre una banda y sobre todo sobre una banda tan rica conceptualmente como lo es Suede no es fácil, pero Mariana lo hace posible y cruza un profundo contacto con ella. Entre experiencia, recuerdo y sentir se despliega un ABC del ser fan, un ABC introductorio a ella, un ABC de Suede y un ABC de todo, de la vida en general. 

Porque la síntesis tal vez sea que no se puede hablar de música si no sentís, si lo que ves y escuchás no te hace querer decir algo al respecto. Bah, que hay algunos que van y pueden, analizan la música como a un partido de NBA. Pero Mariana no. Al igual que vos o yo, escribe, es fan, y siente. No pretende desligarse de eso. Importa y mucho. Ella lo transmite, y yo que les retrató mi humilde tránsito en estas líneas, impero a que todos los que leemos en estos lares accionemos siempre desde el sentir.

No creo que cualquiera tenga la predisposición para ser fan. Si admirador, incluso coleccionista. Pero el fan tiene algo roto y melancólico, es alguien en busca de trascendencia o eternidad o esa otra vida que debería estar en esta, esa otra vida que tiene más colores, que se parece más a lo soñado”.

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