Bruiser Wolf da la sensación de estar angustiado por una madurez que por edad ya debería haber llegado, pero que no existe en su espíritu como rapero. Se nota que está en una época de cambios, de pasar de tener pocas a muchas preocupaciones, de que lleguen todas las responsabilidades de golpe y de no saber cómo gestionar toda esta carga. Por esto su humor y tono característico se conservan, pero se ve encerrado entre temáticas crudas que retratan la realidad de él y su entorno. Esto lo ha llevado a explorarse y expandirse en todos los sentidos en su segundo álbum: “My Story Got Stories”.
I wonder if they can tell I’m a dope boy
Dope Boy
On second thought, don’t tell, I’m a dope boy
Criado en las calles de Detroit en plena epidemia del crack y en una familia desestructurada, el rap siempre estuvo presente en la vida de Wolf desde que era pequeño. Su primo mayor tenía un grupo, Criminals of America, por lo que tenerlo como referencia a la hora de rapear era natural. Sin embargo el Hip Hop todavía no era más que un pasatiempo para él. Su debut recién llegaría a meses de cumplir cuarenta, de la mano de Bruiser Brigade, el colectivo comandado por Danny Brown. Su larga e invisible trayectoria en el rap puede escucharse representada en su estilo personal que junta un poco de todo lo que lo acompañó en su vida, desde los tiempos de Camp Lo y Nice & Smooth, y lo concentra perfectamente.
De la mezcla entonces parte la dualidad y diversidad que se presenta a lo largo del disco en las letras y estructuras, pero que nunca se hace notar en las entonaciones y líneas irónicas que mete de por medio, que se mantienen como una seña de identidad. En parte el humor del álbum también reside en esto, los contrastes son grandes sin tener que cambiar de canción, diciendo cosas como “Chopped bricks, like they from Shaolin” y “This is for the kids that visit they dad in jail” que tienen apenas unas líneas de diferencia. Esto hace que la experiencia de escuchar el álbum sea muy distinta dependiendo del aspecto en el que te centres.
Definitivamente este es un proyecto que siempre te va a dar una primera escucha agradable, pero no es hasta que lo escuchas varias veces con todos los sentidos puestos que se entiende lo profundo que llega a ser por momentos. Puede parecer simplemente un álbum gracioso y con algún que otro estribillo pegadizo, lo que es normal ya que es imposible poder comprender todos los trasfondos con la atención fijada en las estructuras irregulares y cuando, a la vez, hay unas melodías muy resaltantes sonando. Con cada escucha la totalidad del proyecto parece mejor y mejor y eso sin hablar del poder que tienen las canciones individualmente, que son joyas para añadir a cualquier playlist.
La nostalgia también es un factor empoderado en este segundo álbum comparándolo con su debut, “Dope Game Stupid”. No solo destaca la marcada estética de Wolf que transporta al mítico “Street Gospel” de Suga Free, también las colaboraciones como Trinidad James nos devuelven a la imperfección de la Blog Era y a años como el 2013. Bruiser Wolf tampoco se queda ahí y ya de forma directa interpola el legendario estribillo de ‘Gz and Hustlas’ de Snoop Dogg en “Doggystyle”, que hará a más de un old head retroceder a los 90. La colaboración entre sus compañeros en la Bruiser Brigade, Danny Brown, ZelooperZ y Fat Ray, y su innegable conexión te lleva a De La Soul, aunque poco tengan que ver sónicamente, y a otras agrupaciones de las que ya son difíciles de ver hoy en día.
Al grito de “Bruiser Brigade” empieza curiosamente ‘Dope Ain’t Good’, la canción que mejor representa el disco. Esa extroversión con la que dice ese “If I could I would” (“si pudiese lo haría”) que abre es completamente contagiosa y refresca completamente el oído en la marca de la mitad del disco. Poco dura está fluidez, a la que el propio Wolf compara con mantequilla fundida, ya que Strech Money consigue fusionarse y hacerse uno con la voz del sample, con la que intercambia otro sonido obvio y más crudo que perfectamente podríamos escuchar en un disco de Griselda Records.
No solo mediante las colaboraciones se consigue esa sensación de crudeza. El trackrun de ‘Waiting In The Lobby’ y ‘Dope Boy’ es un paraje bastante oscuro. La luminosidad de las melodías y el engrandecimiento de las drogas y la delincuencia desaparecen, para hacer dos canciones espesas con significados especiales. En ‘Dope Boy’ pone fin a la mala vida callejera. Él en principio quiere que le tomen como un dope boy, alguien que vende droga, pero pensándolo dos veces es mejor que no. Nunca tuvo poder para decidir, simplemente el destino eligió por él, por eso no se arrepiente pero tampoco se enorgullece de lo que se le asignó. En ‘Waiting In The Lobby’ el hijo de Wolf, que pocas veces se menciona, se convierte en el tema principal del track y la monoparentalidad en su crianza aparece para terminar de crear un contexto complicado para cualquiera. El arrepentimiento que se ve en líneas como “Ten minutes of pleasure is a life of pain” (“diez minutos de placer son una vida de dolor”) es destructor y el sentimiento de culpa que se carga Wolf sobre su mala crianza también. Esta canción es a su vez un gran ejemplo de la madurez que ha tenido él entre discos y cómo ha cambiado su perspectiva. En ‘Whip Test’, de su debut, veía a su propio hijo como algo que le pesaba y que le llegaba a ser molesto representándolo en líneas como “You’re gonna pay for that baby” (“vas a pagar por ese bebe”), cuando ahora en esta canción lo trata con cariño e incluso lo apoda como su “bundle of joy” (“manojo de alegría”).
Bruiser Wolf sabe volver siempre a su característico estilo y estratégicamente encierra ‘Waiting In The Lobby’ y ‘Dope Boy’ entre dos odas al sexo, la calle y la droga, donde recupera esas impurezas de las que se liberaba anteriormente. ‘2Bad’ es la canción con más proyección comercial del álbum, el hit del disco y por el que personalmente decidí adentrarme en el mundo de Wolf. Junto a sus compañeros en la Bruiser Brigade, Danny Brown y Zelooperz, consigue sorprendernos con un Detroit Trap en el que explora su ciudad sonoramente. El sentido del humor aquí y las bromas están a otro nivel por parte de todos, quizás no sean las más complejas del disco, pero sin duda son las más divertidas. La cantidad de referencias desmedias al sexo aseguran una sonrisa a quien lo escucha el 99% de las veces como cuando ZelooperZ abre la canción con “Two lesbos sucking dick at the same time” o en líneas como “Green dick, black irish”. Por otra parte tenemos ‘Holla At Ya Mans’ que tampoco se queda atrás en cuanto al humor. Entre la alta presencia de términos callejeros sobre drogas y delincuencia, te atrapan desprevenido líneas como “We got the block ovulating” que son el pulmón en el tracklist del disco.
Wolf cierra la obra en apenas dos minutos con la poética ‘Before The Fall’. Lentamente consigue un aura especial en esta última pieza, tanto por lo pesada que es la base, con un viento muy espeso, como por la direccionalidad de la letra. Todo esto se concentra y llega a su punto más alto en el que suena un último “Bruiser Brigade”, antes de que ese viento decaiga hasta terminar en un grave silencio casi profético.
Bruiser Wolf sabe que la seriedad no lo es todo, pero necesitaba un viaje a su interior para conocerse a fondo. No solo lo consigue, sino que el resultado está muy perfeccionado y es incluso impactante viniendo de donde viene. Esa homogeneidad que nunca se va, pero que también deja paso a otros factores está increíblemente bien lograda y se siente un proyecto único con fases dentro de sí. “My Story Got Stories” es francamente un cierre de ciclo personal y no tanto musical, pero obviamente todo lo que son y sienten los músicos se transmite en sus creaciones. Extrovertido y excéntrico, pero también una búsqueda más interior, Wolf hace, como dice él, una oda a su natal Detroit.