El séptimo disco de María Isabel Granda y Larco ha sido uno de los aportes folklóricos más importantes del Perú y marca una perspectiva del cómo se ve en el crecimiento de cada persona al compartir fecha con una de las festividades más populares de la historia.
El 31 de octubre en Estados Unidos se celebra Halloween, una noche donde los niños van de casa en casa para recibir dulces gratis disfrazados de sus personajes favoritos, los no tan niños deciden hacer travesuras, pero en el fondo del continente americano los adultos peruanos a ritmo de guitarra y cajón celebran el Día de la Canción Criolla. Orgullosos de sus raíces y manteniendo viva la tradición del mes morado.
Perú es un país diverso con 3 regiones principales: Costa, Sierra y Selva. Cada una tiene una música representativa, reconocible con tan solo escuchar los primeros acordes. En la capital, sí se tiene que hablar sobre un género que también está relacionado con el mes de octubre en las jaranas de los barrios, esa es la música criolla.
La música criolla es una fusión de la afroperuana con ritmos españoles y andinos que se englobó desde la época virreinal y que con el paso del tiempo brindó derivados que al día de hoy siguen vivos como la zamacueca, marinera, tondero o el festejo. A ritmo de guitarra y cajón logró que sellos como Columbia Records o la Victor Talking Machine se interesen en producir sencillos que llegaron a países angloparlantes. Voces como Los Embajadores Criollos, Augusto Polo Campos, Óscar Avilés, Arturo “Zambo” Cavero, Jesús Vásquez y Eva Ayllon son de las más representativos de este género, pero Chabuca Granda fue quien hizo un aporte de la música tradicional como lo hizo Violeta Parra en Chile o Mercedes Sosa en Argentina.
Él título del álbum “Tarimba Negra” hace referencia a la carimba que marcaba a fuego en los esclavos, pero buscando darle un cambio de identidad. Algo que se refuerza con el primer tema, ‘Lando’, con el representativo sonido del cajón, vientos y una guitarra que sabe cuándo imponer, crea esta oda sobre el amor que tiene la autora por su tierra donde creció.
Landó, Landó siempre contigo y conmigo
Landó, Landó siempre contigo y conmigo
Una rosa en el hombro y una estrella en la cara
En la mano una aurora y una alondra dormida
En la risa el desmayo de la ofensa olvidada
Y en la sangre el silencio de una hoguera encendida
Lando
Sigue ‘Canterurias’, un homenaje a los canteros a través de juegos de palabras con el verbo cantar. Con un toque más animado ‘El Arrullo’ invita a bailar en medio de los músicos y sacar a relucir tu zapateo durante el solo de cajón.
La cuarta canción ‘Coplas a Fray Martín’, retoma el enfoque de la apertura narrando vivencias de las personas afroperuanas del siglo XX. La instrumental enriquece la narrativa con los vientos refuerzan los versos, la guitarra los guía y el cajón pasa desapercibido terminando en notas calmadas referenciando la culminación de su jornada.
‘El Surco’, una de sus composiciones más populares, refleja la tristeza sobre un fracaso cultivo en un arroyo que se pierde. Refuerza la narrativa con el uso de la palabra “Malaya”, representando pensamientos negativos cada vez que inicia la estrofa. Una metáfora de la desilusión ante los esfuerzos fallidos.
En una hora triste quise cantar
Y dentro de mi canto quise gritar
Y dentro de mi grito quise llorar
Pero tan sólo canto para callar
Ah malaya la hora en que fui a cantar
Ah malaya la hora en que fui a gritar
Si gritando se llora para callar
Y mi vaso sediento no llega al mar
El Surco
Parecido también lo refleja ‘Una Larga Noche’, donde el escenario es la soledad que nos puede dar la noche y nos sumerge en sentimientos de miedo, pérdida y vacío. El cajón emite golpes repetitivos que guían a la guitarra y los vientos en una fría atmósfera como la noche misma.
Mi noche nunca es aurora
Que llega por la mañana
Es sólo larga cornisa
Que da la vuelta a la nada
Zamacueca, zamacueca
Que da vuelta a la nada
Es sólo miedo mi noche
Miedo lento, lento y largo
Siempre lento, siempre dentro
Dentro de una larga noche
Zamacueca, zamacueca
Me pierde una larga noche
Una larga noche
Para el final del álbum está ‘Cuatro Tiempos Jóvenes’ una pieza de 7 minutos de instrumental que destaca el talento de los músicos colaboradores (Félix Casaverde, Caitro Soto y Ricard Miralles) relucen sus instrumentos tanto en solos individuales como en conjunto, reafirmando porque son los instrumentos representativos de la música criolla en una demostración del patrimonio nacional y una representación del Perú para el mundo.
El álbum no será el primero de música criolla, sin embargo su complejidad narrativa por el uso de la metáfora, la innovación en la composición, arreglos que enriquecen la escucha, lo diferencia de trabajos contemporáneos como el homónimo de Susana Baca, “La Morena de Oro del Perú” o “Los Reyes del Festejo”. Le dio un reconocimiento mundial y una evolución para las futuras generaciones.
“Tarimba Negra” es considerado el álbum de música criolla por excelencia y uno de los álbumes peruanos más representativos. Chabuca Granda una de las voces más importantes de la música latinoamericana y su influencia sigue hasta el día de hoy, cantando sus canciones en la noche del 31 de octubre.