Martín tiene una visión. Más que un sueño, es su futuro. De la Villa 31 a todo el planeta. Puede ver las giras, los papeles y la huella. No va a dar lo que todos piden, su destino es ser punta de lanza de un movimiento nuevo e inspirar a las próximas generaciones a hacer algo con su talento. Él lo pone en el dembow, un género caribeño que no es popular en Argentina al punto de que casi nadie sabe cómo bailar algo tan rápido. La consagración va a estar dedicada a la música, el barrio y la familia. Martín Herrera de la 31, MH31, se presenta a todos en su primer disco: “De la Villa pal Mundo”.
En la apertura no se lo escucha, pero está ahí, igual que todos los pibes que se criaron en un asentamiento como el suyo. ‘Villas’ es un poema del escritor y cineasta de Morón, César González, y lo recita Esteban el As de Fuerte Apache, complejo habitacional y grupo de rap fundamental de principios de siglo. El As! y F-A representaron una población que compartía más códigos y vivencias con la cumbia villera y el rock chabón que con la mayoría de los raperos del país, por lo que era el ideal para conectar con MH y pasarle la antorcha. En su voz se escucha: “Maradonas que mató la policía, / que están en cana o laburando en una fábrica”. Las palabras finales, “Es la villa, es otro mundo / es vivir apartado”, hacen tangible el por qué los pibes y pibas quieren irse, por más que se puedan enorgullecer de haber crecido ahí. A esos Maradonas es que MH quiere mostrarles que se puede salir adelante con sus dones.
«Desde la 31 al aeropuerto, solo hay unos metros» –Dano en Bienvenido a Buenos Aires III
“De la Villa Pal Mundo” es un debut que llega con la ventaja y la presión de ser de un artista escuchado. Hace ocho años que Martín empezó a apostar por la música. Un estudio casero en la 31 y un objetivo en mente: “que sepan que en los barrios hay talento”. Por esa época inauguró su primer canal de YouTube, donde está uno de los primeros temas de Dillom, mucho antes de la fama y en una versión boombapera con referencias a Mobb Deep impensable actualmente. MH rapeaba a pesar de que el Hip Hop nunca terminó de cuadrarle a su estilo. Su primer EP, “Berretín”, es todo trap, pero en ‘Riki’ ya declaraba su posición, “No soy rapero, yo soy un cantor”. No cantante, cantor. Una figura del pueblo cuya pasión le puede llegar a todos, no solo al culto rapero. Tal es su vocación y sus cuerdas vocales están entrenadas para eso, por lo que no es de extrañar la aparición de corridos tumbados en este disco, un estilo regional mexicano que está en auge actualmente y le queda tan pintado como lo bailable. Más de uno conoció su nombre por su forma de versionar a Héctor Lavoe, el cantante de los cantantes, referencia suprema entre salseros y melómanos de Puerto Rico y el mundo. Esas influencias latinas resuenan en él mucho más que las de Estados Unidos.
Las competencias de freestyle no le llamaron tanto la atención como las de dembow que se hacían en su barrio. Un fenómeno que se importó directo desde República Dominicana y pegó en bailarines chicos y adultos con más estilo que formación. Motos, fiestas y trucos de barrio que llevaron a MH a identificarse. Ahí empezó a consolidarse su visión. Primero ‘100’ con Piero Roldan y segundo ‘Veneno’ con ElNicky: con esos dos temas era evidente que Martín había encontrado el sonido para él y Argentina había encontrado a su referente de exportación en el dembow. Se convirtió en un estudioso del desacato. En sus pausas se nota que aprendió de los maestros y en sus cambios de voz, de intensidad y velocidad demuestra que ya tiene una forma propia de encarar el género. Su gran despliegue individual es ‘Bonito’, himno de la bacanería nacional, que puede sonar en las barberías dominicanas tanto como en la lista de éxitos argentinos de Spotify.
El dembow sirve como la base de “De la Villa pal Mundo”, pero no es el todo. Así como una villa miseria argentina y una barriada dominicana representan lo mismo, también las poblas, los tugurios, los champeríos y los ghettos. Latinoamérica es tan rica en expresiones culturales que a veces parece más distinta de lo que realmente es. Por eso MH puede hacer que convivan en una obra argentina música bailable centroamericana (reggaetón incluido), corridos tumbados y funk de las favelas brasileñas. El funk carioca se parece mucho al dembow en su absurdo, ninguno tiene sentido si se lo analiza desde la teoría musical académica e incluso desde el dogma del Hip Hop. MC Bin Laden y Rochy RD son músicos fuera de serie que forjaron sus formas con el barrio como único consenso. Ahí MH se ve reflejado, aprecia y hace su propia versión. Su funk ostentação hace a la primera canción del disco, ‘Madrugada’, y a ‘Visionario’, donde marca su estado mental para crecer desde y por fuera del barrio. Tira guiños en portuñol y se sube a cantar suave como pocos en Brasil. La tercera es ‘Peli’, uno de los mejores momentos instrumentales del álbum, donde al esqueleto generalmente pelado del género se le aglutina un cuerpo de rana con bajos y percusiones saltarinas que lo ponen entre lo mejor que se hizo en este estilo por fuera de los suburbios brasileros.
Para que se cumpla su visión, MH no se queda pasivo a la espera de que la ley de atracción haga lo suyo. Si la voluntad es que se instale el dembow en Argentina, no basta con cantantes y raperos, así que también se puso a hacer instrumentales para que el piberío no tenga que usar pistas de internet o comprarlas a precio de mercado internacional. El grueso de la producción de “De la Villa pal Mundo” corre por cuenta de él y Taiu Heredia. Además empezó a pinchar como DJ para que empiece la invasión en la noche bonaerense, donde apenas suena alguna cosa suelta del Alfa o Tokischa. Lo más importante es la creación de su propio sello, Malditos Bendecidos, una plataforma definitiva para la consolidación del dembow en el país. Además, De la Villa pal Mundo es el nombre de una fundación sin fines de lucro que fundó para dar una mano en esos lugares donde el gobierno no se preocupa por llegar. Por todo esto es que Martín proyecta en plural: “Nos vamos a quedar con todos los billetes de los gringos”.
Esa visión de movimiento necesita de lo colectivo. Las colaboraciones en este disco son mucho más que un cruce estratégico de seguidores, hay figuras establecidas, pero el mérito es que están fuera de su terreno. Al colorado Dillom no le flaquea la versatilidad en ‘Mala’, su humor se complementa y aprovecha los patrones del género: “Me gustan las putas bien putas, los putos bien p-p-p-”. Al mismo ritmo lo sube más tarde al proselitista del drill en el país Lucho SSJ, ‘Que se Pique’, otro palo para levantar cualquier fiesta. Con el único que se sale de la música del Caribe es con el uruguayo Knak, en ‘Malas Intenciones’, donde van a algo más californiano y queda claro porque este sonido es el que mejor le queda a Martín dentro del Hip Hop. El hit más ATP es otro crossover con artistas establecidos, Juicy BAE, cantante y trapera de Sevilla, España y el rapero conurbano Mir Nicolás, el mejor de Argentina hoy por hoy. ‘Mambo’ es un mambo urbano (otro estilo dominicano, que también es masivo en Chile), el segundo para MH y el primero de los dos invitados. Juicy cabalga la base como solo ella sabe, escurriéndose entre flows pegadizos y actitud de ganadora para dar paso a la galantería de Nico Mir, turromántico con modales y esdrújulas que propone: “Mírame cantándote como un ruiseñor”. MH deja que sus invitados brillen y equilibra los estilos individuales con un acercamiento melódico que vuelve accesible al oído argentino este sonido descendiente del merengue.
Así como por un lado propone crossovers de acento dominicano con músicos de renombre, también abre la cancha para las promesas del dembow argentino. Uno es Dirty Couk, uno de los traperos más originales del país, que desde Tucumán también le mete al género y para ‘Ratata’ descarga un verso bien de potrero con esa parla que no se puede comprar. Este disco no es solo el debut de MH, también lo es para Malditos Bendecidos Records, por lo que el roster de invitados se completa con fichajes del sello. Se puede escuchar al salvaje c.faqu, también tucumano, a E.C.V, originario de Parque Chacabuco, y a Piero Roldán, que en ‘Loco y Diablo’ se lleva la pista por delante sin importar los cambios con un flow imbajable. Esta musicalidad rara vez se escucha en los raperos de Argentina, más de impostar según el beat que de prender el motor y sacar una cadencia que puede funcionar hasta a capella. Ese tumbado es el que los dominicanos tienen por regla, su propio ideal de qué significa rapear bien, desinteresado por la cantidad de sílabas que rimen. Eso es lo que hace que, por ejemplo, la BZRP Session de Chucky73 no encaje con las demás ni sea un éxito masivo, aunque el domi tenga un sentido mucho más refinado para eso que llamamos flow que la mayoría de los que estuvieron en el estudio de Bizarrap.
Para mhtresuno es importante el respeto de los artistas de República Dominicana. No por preocupación de que lo acusen de apropiación cultural, sino porque admira a los creadores y quiere estar entre sus pares. Esto no significa imitar a Kiko el Crazy o El Alfa, pero si estudiarlos a fondo. Es así como se distingue entre los pocos artistas fuera de la isla que realmente le saben a sus cómos. Su mayor certificado es ‘Abusadora’ una suerte de dembow de la mata, de cuando el género se parecía más a reggaetón apenas acelerado. Esa época formativa, pero más cerca de la escena underground de Puerto Rico, también inspira a ‘La Tensión’, donde frasea con un dejo de raggamuffin para un perreo sabroso, mucho más refrescante que el de ‘Sola’, el reggaetón lento que, aunque elegante, pierde la chispa por acercarse demasiado a lo que funciona en el mercado.
MH desbloqueó variantes para subirse a las pistas de dembow y, sin perder el estímulo bailable, tiene cintura para jugar con las posibilidades. Así se explica la oscuridad del sonido de ‘Ratata’, con un bajo directamente violento, y el contraste que tiene con un tema como ‘Dinero y Mujeres’, donde se sobrecarga la percusión de timbales con “tikitik” y “tak-takata” grabados por el mismo MH, que los surfea cantando. Estas variables, sumadas a los interludios, hacen que la extensión de 23 tracks sea llevadera. Aunque el dembow sea un género capaz de taladrar los oídos no acostumbrados, “De la Villa pal Mundo” es para todo público.
Su pasión por la música de Centroamérica no vende su patria. Los berretines de un pibe de Retiro están ahí, igual que la seguridad (“No compro con psicologeada”). Por algo uno de los hits se llama ‘Que se pique’. El mismo conocimiento de de dónde viene uno y la firmeza en la propia identidad también le permiten influenciarse por el intercambio latinoamericano. Casi la mitad de la población censada en la Villa 31 es paraguaya, boliviana o peruana. Inmigrantes que, como lo hacen los inmigrantes hace más de cien años, construyen y engrandecen al país.
En la discusión cultural argentina hay una línea que, a pesar de su supuesto progresismo, destila xenofobia con advertencias de la conversión del país en una “república bananera”. La derecha tiene “así empezó Venezuela” y este es el equivalente en el sector que debería oponerse. Se denuncia una “invasión mara” que apuntaría a “centroamericanizar” nuestra identidad. Con este desprecio demuestran la ignorancia al no reconocer los grandísimos aportes del Caribe a la música mundial, desconocen el valor de Beny Moré, Ismael Rivera o Juan Luis Guerra y no tienen el conocimiento ni la sensibilidad para valorar lo que hacen Kelman Duran o Arca. Es un discurso miope, vago y caprichoso, tanto como cuando el supremacismo lloriquea que “Argentina is white”. Argentina es parte de Latinoamérica. En cuanto a la música tropical, Los Wawancó empezaron en la década del 50 un movimiento que desde entonces es vital para el mapa global de la cumbia y parte indiscutible de la identidad nacional, sea en versión santafesina, norteña o villera. Creer que una estrella de rock cualquiera es más argentina que Los Palmeras revela un desconocimiento total de lo que somos. Es fácil rechazar desde un sesgo que percibe todo como le conviene: la del reaccionario es una posición cómoda, pero infértil. Martín, por su parte, siempre positivo. Sabe que un barrio monoblockero y un caserío se parecen mucho. Está del lado proactivo de la historia.
Y a final de cuentas
La Tensión
el chiste se cuenta sólo
yo no ando vendiendo chuku
ni ando carteleando robos
el que juega de callado
es el que se queda con todo
y el que más anda boqueándola
termina siendo un loro
Representar la 31 es una gran responsabilidad. Es la villa más famosa del país, existe hace casi cien años y así como muchos les aterra la idea de estar cerca, otros tantos posan como el estereotipo delincuente que se la ha impuesto a sus habitantes, ese que muchas veces no les permite conseguir un trabajo formal. A esos actores MH les aplica correctivos. El mensaje está claro en el interludio ‘Hampa’, que lo tiene al Nicky Is Back regañando a un gangster de cartón: “¿Sabes lo que es ser mafia vos? Mafia es tu mamá, perro, que se levanta a las seis de la mañana para llevar un plato de comida a tu casa”. La calle no es un juego y si bien “De la Villa Pal Mundo” se concentra en el talento que se encuentra en las esquinas marginales, también cuenta los peligros que se cruzan sin avisar.
Mami en un segundo podés convertirte en criminal
Sin Piedad
ya casi no se ve la línea entre el bien o el mal
uno vive como puede, no existen los superhéroes
y si no se cuidan ustedes, papi no los cuida nadie
Mi viejo me dijo si la sacas hijo la tenes que usar
no juegues con fuego chiquito, sin saber que te vas a quemar
La familia aparece como refugio y guía, el consejo paterno y el amor materno. Salir del barrio es para poder sacar a la mamá de ahí. Es una historia conocida, pero que no pierde vigencia ni autenticidad. Por eso el disco tiene uno de sus momentos emocionantes en ‘Yo Aprendí’, con un niño, Facundo Groel Brizuela, y una estrofa simple cantada a dúo: “Mami / yo aprendí a ser feliz / cuando tocó partir / a buscar mi rumbo”. El final de la obra llega en un audio de WhatsApp de mamá, Graciela Antonia Brizuela, con una bendición y ánimo a seguir con la música.
“De la Villa pal Mundo” es para los chicos y de los chicos. Suena varias veces al principio o al final de los temas un pibito que festeja “esto es de la villa pal mundo, eaaaaaaaaaaaaa”. El momento más especial se produce cuando mhtresuno y compañía no hablan, escuchan. Un chiquito que se hace llamar Ciro de la 7 les viene a mostrar un tema que está escribiendo. Ciro chasquea los dedos para marcar el ritmo y canta: “Estamos metidos en lío / a pesar de todo yo siempre sonrío”.
El nombre del interludio es ‘Esperanza’.