Folk desde el cuerpo, gloria desde la herida

El iowano Perfume Genius es uno de los grandes referentes del art pop hace una quincena de años. Ahora hizo un disco de folk incómodo, posesivo e imprescindible.

Desde su debut en 2010 con «Learning”, Perfume Genius ha construido una carrera en permanente mutación. Desde el indie lo-fi al art rock, desde el chamber pop al ambient y el glam, su discografía ha sido un ejercicio constante de transformación. En “Glory”, su séptimo álbum de estudio, Michael Hadreas toma un nuevo desvío. Esta vez deja atrás las capas etéreas y la ornamentación barroca para abrazar un folk de raíces profundas, aunque con una marca registrada que ya es reconocible, su obra ha sido siempre una exploración sobre el cuerpo, el deseo y la identidad queer, habitando esa intersección entre lo íntimo y lo épico, lo pop y lo experimental.

Junto a Blake Mills, su socio creativo desde 2017, crea un disco que respira madera y campo. Este cambio es una reinterpretación del lenguaje del folk estadounidense desde su propia sensibilidad.

Glory” no es sólo una declaración sonora, sino también visual y emocional. La portada del álbum ya marca el tono: Michael está tendido en el suelo de una cabaña rústica, rodeado de caos doméstico. Su cuerpo parece habitar una ceremonia ambigua, entre la desesperación, el éxtasis y algo que roza lo erótico. Afuera, una figura lo observa en silencio. Esa presencia, inquietante y distante, refuerza la tensión entre lo íntimo y lo extraño. A diferencia de la imagen distorsionada y onírica de su anterior trabajo, “Ugly Season”, un álbum concebido como acompañamiento para una pieza de danza experimental, acá hay una crudeza buscada, una intención de encarnar la emoción sin intermediarios. Esa corporalidad ambigua (en tensión entre fragilidad y poder) también está en la música, que toma los elementos del folk tradicional y los distorsiona lo justo para abrir grietas por donde se filtra la experimentación.

El disco trabaja con referencias claras pero las subvierte desde adentro. Hay algo del sentimiento sombrío de “Nebraska” de Bruce Springsteen, del fraseo de Michael Stipe (R.E.M.) o de la narrativa espiritual de los discos de Dylan, pero nada de esto suena a pastiche, ni a un simple gesto nostálgico. Hadreas toma esos elementos y los pliega a su mundo, el folk gótico americano acá no es una pose vintage ni una moda, sino un medio para pensar la gloria desde la fragilidad, para habitar lo épico desde lo vulnerable.

No es casualidad que Hadreas elija al folk, un género estrechamente ligado a la naturaleza, lo orgánico y lo esencial, como vehículo para dar forma a sus canciones. Gran parte del álbum fue escrito durante el encierro por la pandemia. El folk y su conexión histórica con lo rural y lo introspectivo, ofrece un espacio simbólico de apertura, una manera de contrarrestar el encierro físico y emocional.

A veces, esa tensión entre encierro y apertura se expresa de forma luminosa, como en la canción que abre el disco, ‘It’s a Mirror’, que camina sobre un crujiente riff acústico y cierra con la frase «mi vida entera está detrás de esa puerta», una línea que sugiere que hay algo que espera del otro lado.

En otras, como ‘In a Row’, se retoma el carácter claustrofóbico para hablar de la fantasía de estar secuestrado en el baúl de un auto, sintiendo cada bache del camino. Pero la canción no suena del todo asfixiante, en su clímax se percibe cierto goce, como en la línea «Llévame por el camino largo / Piensa en todos los poemas que sacaré». De nuevo, aparece esa ambigüedad que atraviesa todo el álbum, donde la resistencia y la entrega conviven. Como en la portada, la línea entre placer y peligro se vuelve borrosa.

El trabajo con la instrumentación es clave. Las guitarras acústicas marcan el pulso del álbum, pero están constantemente intervenidas: aparecen distorsiones, crescendos, atmósferas densas y arpas que parecen flotar sobre los acordes. La producción de Mills evita lo previsible y empuja el género hacia terrenos más inestables, como si cada canción contuviera dentro suyo un quiebre latente.

La primera parte de “Glory” avanza con solidez, impulsada por líneas de bajo marcadas que destacan en temas como ‘Clean Heart’ y ‘Left For Tomorrow’. En el primero, Hadreas canta sobre tomar distancia para sanar, con versos que plantean una mirada optimista aunque cargada de cierta melancolía. ‘Left For Tomorrow’, en cambio, mira hacia un futuro más incierto: el artista reflexiona sobre el miedo a perder a su madre y transforma esa ansiedad en una canción que anticipa un duelo.

En ‘Me & Angel’, Hadreas deja atrás toda grandilocuencia para una balada desnuda de piano y voz, en uno de los momentos más íntimos del álbum. Es una oda a su pareja como un refugio. La canción funciona como una celebración de lo cotidiano, y se construye con frases e imágenes que evocan ternura como «¿Quién soy yo para quitarle una sonrisa de la cara? / Si es un ángel» o casi infantiles como «todos los pájaros están pendientes de ti», que nos recuerda a la primera línea de ese clásico de Carpenters.

Con ‘Capezio’, Michael se adentra en un triángulo amoroso, su delicado falsete se contrapone a un fondo instrumental oscuro y tenso, casi cercano al trip hop. La canción retoma una relación ya explorada en ‘Jason’, del álbum “Set My Heart On Fire Immediately (2020), en la que el protagonista y Jason parecen estar juntos sólo cuando hay una tercera persona (una mujer) involucrada. Como dice la línea, «Solo funciona cuando hay alguien más entre nosotros». Como si la chispa del deseo solo pudiera prenderse en el roce con lo prohibido.

A través de este disco, Hadreas convierte la angustia en una herramienta expresiva y el cuerpo en una superficie donde se inscriben tanto el dolor como el goce. La voz frágil y el falsete quebrado no son sólo gestos estéticos, sino actos de vulnerabilidad asumida, capaces de transmitir tanto miedo como deseo, tanto exilio como anhelo de pertenencia.   La canción que da nombre al álbum, ‘Glory’, aparece sobre el final, con un piano inestable y cuerdas que parecen estar siempre al borde del colapso. Pero en lugar de estallar, se contienen. Y en esa contención, Hadreas encuentra un cierre, no de victoria, sino de reconciliación. La gloria acá no es la del héroe clásico, sino la de un cuerpo que sobrevive y encuentra sombra.

Perfume Genius vuelve a hacer lo que mejor sabe: transformar sus heridas en lenguaje. “Glory” no es un disco de folk tradicional, ni un giro gratuito. Es una especie de rezo pagano que no busca respuestas, sino presencia.

Te puede interesar