Rodolfo Mederos, quizás el mayor bandoneonista vivo en el mundo, tiene más de ochenta años y cuatro conjuntos en actividad. Estuvo en varias de las mayores fragatas musicales, la de Osvaldo Pugliese, la de Astor Piazzolla, la de Mercedes Sosa, la de Luis Alberto Spinetta, la de Daniel Barenboim y la de Joan Manuel Serrat, entre tantísimas otras; pero hace décadas que ya dirige su propia embarcación y aún si el nombre Mederos no es tan llamativo, proa y popa son instituciones firmes de la música rioplatense. Rodolfo no es conocido, es reconocido. Su prontuario basta, aún si no le llega a los talones a la grandeza de la música que sale de su fuelle.
Las formaciones que tiene actualmente lo entusiasman mucho más que cualquier hazaña personal del pasado. La orquesta (no tan) típica Los Perros Ladran toma el formato de cuatro bandoneones y violines, piano, viola, violoncello y contrabajo para tocar música de su mítico grupo de fusión progresiva-tango-jazzera Generación Cero y más composiciones de la nueva música ciudadana o nueva música de Buenos Aires. En esta misma búsqueda de encontrar un sonido rioplatense vigente está el cuarteto Pulso donde comparte con bajista, tecladista y baterista, todos chicos por debajo de los 25 años. La tercer novedad sería el duo con su hijo Valentín (actor y pianista), del que adelanta que tiene exploraciones que van más allá de lo musical para lograr un espectáculo con referencias a la cultura popular y algunas nociones teatrales. Hay un único equipo histórico que se sostiene es su trío, con Sergio Rivas en el contrabajo y Armando de la Vega en la guitarra, sus dos compañeros más longevos hasta la fecha y con quienes se va a presentar en el Torquato Tasso, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el viernes primero de marzo.
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El trío ha sido la compañía más longeva en la trayectoria de más de siglo que porta Mederos y, por lo tanto, es la puerta de entrada ideal si nunca se lo escucho en vivo. «Son amigos del alma» dice Rodolfo sobre de la Vega y Rivas. «Armando es alguien inalterable en sus convicciones y en su honestidad. Es esa persona que le podés dar la espalda porque no va a venir una cuchillada por detrás. Tener esa confianza es fantástico. A Sergio lo conozco hace un poco menos, pero también son muchos años juntos. También es un tipazo, lo quiero mucho«. Este cariño recorrió el mundo. Se han abrazado en escenarios hasta en China o Noruega como nucleo central de la antigua orquesta típica de Mederos.
A pesar de que aquella orquesta ya no siga (Rodolfo se da por satisfecho) «el trío subsiste porque es muy divertido«. Esa base es la que sostiene su trayectoria y la que dejó «Intimidad«, el gran álbum del trío, publicado en 2007 e inserto en una trilogía junto a «Comunidad» (de la típica) y «Soledad» (solo bandoneón). La conexión entre los tres solo se consigue con el gran calibre musical de cada uno sumado a ese amor mutuo y las incontables veces que estuvieron unidos con sus instrumentos. Rodolfo confiesa que en todo momento sabe lo que le pasa al resto y eso es recíproco, ahí se encuentra la versatilidad y la ligereza que no tienen las orquestas. «Ahora vamos a hacer algunos cambios en el programa«, promete para luego comparar la complicidad del trío con un barquito, «hay que soplarlo para que avance y es muy lindo eso«.