Si hay algo que puede decirse con cierta certeza sobre el rock es que sigue siendo un músculo vivo que palpita con síntomas de buena salud. Desde que se tiene registro hasta hoy, al observar cualquier época o movimiento -tanto histórica como geográficamente- se nota el peso de la comunidad y los fenómenos sociales actuando a través de la expresión. Una expresión que cambia con el tiempo, como la arcilla moldeada.
Cuando empieza a bifurcarse y a dejar de tener una forma única, no solo genera una acción-reacción con lo que ocurre fuera de su escena en un momento histórico determinado, sino que también empiezan a surgir relaciones dentro del propio género y de su propia escena. Relaciones más móviles con su interior, a medida que se multiplica en subgéneros, hasta convertirse en lo que es hoy: una historia musical mutante, la evolución de la revolución.
La forma en que los ramales se comienzan a multiplicar, viéndolo hoy en retrospectiva, pareciera incluso la imágen de las células, cada una deviniendo en dos y todas juntas reproduciéndose, conviviendo en una simultaneidad de movimiento y núcleos nuevos. Ni hablar de la retroalimentación con otros géneros-pilar importados, agregando piezas nuevas a la arcilla moldeada del rock. El glam, la música electrónica cuando comienza a hacer presencia, estos juegos inter géneros musicales comenzaban a trazar caminos en el mapamundi, por nombrar simplemente un ejemplo: el reggae jamaiquino como ingrediente fundamental en el post-punk.
Uno de estos ramales fue un movimiento que en los años 80 decidió conversar con su infancia, el rock ‘n’ roll de los 60, y dentro de este, nace la mítica banda The Fuzztones. Surgen en en Nueva York formando parte de los míticos años en el CBGB, un club plataforma para bandas emergentes en Manhattan, cuna de los proyectos impulsados por el “Hazlo tu mismo” que permitió crecer a la escena del punk y lo que devino de ella. En este caso, los albergó en su devenir del garage rock formando parte del garage revival.
Dentro de este caos enmarañado, contenido por las construcciones de nuevos horizontes que se comienzan a direccionar, pero extasiado en su polifonía. Con el viraje al garage sesentero vemos un movimiento dentro del rock que no tiene que ver precisamente con innovar en lo absoluto como otros lo estaban intentando hacer, ni tampoco de volver hacia atrás. Sino como una especie de pliegue sobre sí mismo, retomar, agregar y consolidar todo en la arcilla.
El nacimiento de una escena está impregnado del contexto social en el que se desarrolla. Considerando décadas de diferencia es natural que no sea una mera copia de bandas de los 60, siempre que hay transcodificación no es una simple réplica de lo mismo, sino un nuevo plano y por qué no, más subgéneros ¡Venga!
Si bien las tendencias y las modas cambian, el rock sigue y convive con una cantidad de intertextualidades con otros géneros y existe una cantidad inconmensurable de proyectos que tal vez pertenezcan a 8 sub-géneros del rock distintos. Aun así, sigue siendo pop rock, noise rock, indie rock, rockabilly, rock progresivo, yacht-rock, post-rock, math rock, rock alternativo, etc. Los mismos Fuzztones mezclan garage rock con rock psicodélico.
El punto es que finalmente la palabra rock no deja de estar, no muere. Por eso volvemos entonces a la idea de -músculo vivo que palpita- y entonces resulta esperanzador. Mas no es precisamente el tipo de respuesta que dio Rudi Protrudi, frontman de la banda, con quien tuvimos el placer de conversar en el marco de su show en Uniclub, Buenos Aires, el 11 de Abril. “Lamentablemente, tengo que decir que —por lo que veo— el rock está en sus últimas, y lleva así años”, dice Protrudi.
A Rudi Protrudi si bien esto le preocupa, no le saca el sueño y sigue rockeando como lo hizo todos estos años, que es lo que más le importa. Con pantalones de cuero apretados, chaleco del mismo material, rulos negros y décadas tocando alrededor del mundo, rindieron tributo a bandas como The Sonics pero también tienen algo de New York Dolls. Más allá de la música, por sus decisiones estéticas y performáticas. Con bases y cimientos en inspiraciones como el B Horror, Gene Vincents en los pantalones de cuero, The Music Machine en la consigna de que todo tenía que ser de color negro. Collares de huesos en nombre de volver a lo primitivo.
Con esta nueva lectura del pasado, sumado los riffs cargados de fuzz ruidoso y sucio, y las canciones que terminan gritando como ‘Radar Eyes’, la banda agrega un componente crucial: un teclado farfisa, dándole una atmósfera más psicodélica en donde no se puede ya discernir lo que empieza y lo que termina, logrando un sonido rockanrollero pero por momentos más espectral. El farfisa lo cambia todo, al principio de ‘Strychine’ pareciera un órgano de iglesia pero que está por anunciar la llegada del conde Drácula y de repente podés imaginarte derritiendote en el lago con ellos, las alimañas de la tapa de “Lysergic Emanations”.
Su sonido crudo y psicodélico, saturado de distorsión sucia y con teclado Farfisa ayudó a definir un movimiento. ¿Sentís que surgieron nuevos términos musicales o sub-géneros con la aparición de bandas como la tuya?
Sí, algo así… Quiero decir, el término «garage» no existía en los 60. Fue un término que los críticos inventaron años después para describir ese tipo de rock and roll crudo y menos pulido. Ahora existen subgéneros del garage, moody garage, freakbeat, y otros.
Cuando Tina Peel se disolvió y diste el salto a The Fuzztones, ¿cómo era la escena en Nueva York en ese momento?
El new wave era lo que dominaba, junto con las bandas del estilo new romantic. El rock and roll estaba siendo desplazado.
En los años 80, ustedes avanzaban mirando hacia atrás, a los 60. ¿Se enfrentaron a la resistencia del público o los críticos que estaban aferrados a las modas del momento? ¿Cómo lo manejaron?
¡Dios mío, sí! ¡A los clubes no les interesábamos en lo absoluto! Nos costó muchísimo conseguir conciertos. Tocábamos en noches de audición en CBGB por 5 o 10 dólares la noche ¡y eso era para toda la banda! Estuvimos haciendo ese tipo de shows durante dos años, tocando prácticamente gratis solo para intentar construir una base de seguidores.
Contame alguna anécdota de tu época en la escena del CBGB
Bueno, la historia más grande de CBGB realmente no tuvo que ver ni con Tina Peel [su banda anterior] ni con The Fuzztones, sino conmigo. Deb O’Nair [tecladista de The Fuzztones] y yo solíamos conducir hasta Nueva York los fines de semana (vivíamos en Pennsylvania, a 4 horas) para ver a las bandas que tocaban en Max’s Kansas City o en CBGB. Una vez fuimos a ver a The Dictators en CBGB y estaba esta banda nueva, The Dead Boys, que abría el show. Nunca habíamos oído hablar de ellos ¡nos volaron la cabeza! Energía altísima, muy agresivos. Casi daban miedo.
Tenían al bajista de Tuff Darts con ellos y lo reconocí por fotos que había visto en la revista Rock Scene, así que me acerqué a Stiv Bators de The Dictators después del show y le pregunté si necesitaban bajista. Me dijo que sí, así que arreglé para hacer dedo hasta CBGB el fin de semana siguiente para audicionar. Pasé la audición y me pidieron tocar con ellos esa misma noche. El show era un evento benéfico para la revista Punk, y compartíamos cartel con David Johansen, Patti Smith, Blondie, Richard Hell y Suicide ¡Fue increíble! En fin, los Dead Boys dijeron que yo estaba “dentro”, así que volví a Pennsylvania, empaqué todas mis cosas y esperé su llamada. Dos semanas después, Jimmy Zero me llamó para decirme que habían decidido seguir con su bajista original, Jeff Magnum, así que formé Tina Peel, con la intención específica de mudarnos a Nueva York.
Vienen a Argentina en 2025, décadas después del nacimiento de The Fuzztones. ¿Cómo se siente seguir convocando al público después de tantos años?
Estoy agradecido de que la gente todavía se interese, y agradecido de que a mi edad todavía pueda hacerlo. Me encanta este estilo de música y me encanta presentarlo en vivo. La banda está compuesta por grandes amigos y realmente disfrutamos salir de gira y compartir juntos —es más una familia que cualquier otra formación anterior. Esta alineación lleva junta unos 8 o 9 años y todavía lo disfrutamos tanto como al principio. ¡También nos encanta conocer a los fans que han sido tan entusiastas y leales todos estos años!
Una laguna sucia, con luces teatrales intensas en rojo, verde y azul. Rocío que se vuelve humo denso. Árboles cuyas ramas caen sobre el agua, en orillas cubiertas de vegetación salvaje, llenas de telarañas que te pegás en la cara sin querer al intentar pasar, llenándote de bichos muertos. Bienvenidos a la fiesta de los zombies, los lobizones y demás alimañas. Todos están invitados. Viernes 11 de abril en la Ciudad de Buenos Aires a partir de las 19:00 hrs en Uniclub (Guardia Vieja 3360 – Abasto) con entradas disponibles a través de AlPogo.
