Jacuzzi y Shuffle

Desde la listening party anticipada en el Lollapalooza Argentina que “BAÑO MARÍA” desata la polémica. El primer disco del dúo dinámico, hecho en diez días en Miami, busca complacer al público, no a la crítica, y para algunos eso es imperdonable.

Baño María es un hito y un hit: si atendemos a los álbumes que vieron la luz desde que el 2024 nos pateó las puertas (Saramalacara, Dillom, mhtresuno, Juliana Gattas y más), podemos decir abiertamente que estamos ante un momento bisagra para la música argentina. Ahí, se inserta “BAÑO MARÍA”, que en palabras de Catriel “es más que un disco, es un capitulazo de nuestra historia, el más psicodélico creo”. Publicado por 5020 (el subsello de Sony que también editó el último trabajo de Residente) y producido por Federico Vindver, Vibarco, Gino Borri, Sir Nolan y Taiko (entre otros), el álbum nos engancha con 12 tracks de los cuales solo dos son colaboraciones: una con Lali y otra con Tini (esta última a salir más adelante). Detrás, el frame by frame de una noche de fiesta: manija, amor, desconcierto, pills y mucho más.

El destino y el universo son socios directos a la hora de generar escenarios para que conjunciones especiales sucedan. Si bien Ulises Guerriero y Catriel Guerreiro no son hermanos, se criaron como tales. Cual obra de teatro, la vida los cruzó de chicos en la escuela y la química y el arte explotaron, gran parte dentro de la casa de los Guerreiro, que alojaba a Ulises por las tardes mientras su mamá trabajaba. Ahí jugaban, cada uno tocaba su instrumento y la vida transcurría. En palabras de Ca7riel en entrevista para Rolling Stone, “con Paco fuimos y somos como culo y calzón”.

Las retóricas de crear arte entienden de una multiplicidad de estadios que involucran juego, apego a lo que gusta, deslinde y vuelta a lo que es propio. Paco y Catriel, ambos empapados desde la infancia por cassettes de Megadeth, Michael Jackson, Prince y Aerosmith, encararon la escena con Astor y las Flores de Marte, la banda de rock progresivo que compartieron desde 2011. Así, el juego se fue convirtiendo en experimentación estricta y eso los llevó a otros lugares: rap, trap, electro trap y demás subgéneros. Fue entonces para 2018 que sacaron ‘Piola’, algo que no se sabía muy bien qué era pero que a todas luces influía a futuro, y finalmente con ‘A mi no’ fue que ese futuro se volvió tangible al ver la retribución del público, que excitado les pedía más. 

2021 fue el año de consagración para ambos. El lanzamiento de sus álbumes solistas los puso directo  frente al ojo público como promesas de la nueva ola argentina que venía con toda a patear lo establecido y marcas una impronta auténtica y personal. A pesar de que el camino los lleva a la par cuasi inocentemente desde el comienzo de sus carreras, esperaron tres años después del lanzamiento “SAETA” y “EL DISKO” y seis después de ese primer hit juntos para engendrar “BAÑO MARÍA, su primer álbum totalmente en conjunto.

La realidad es que juntos son todo eso y más: Astor, ‘Piola’, ‘Ouke’, ‘Paga Dios’ y, ahora, “Baño María”. En la misma entrevista de Rolling Stone del 2022 Catriel mencionaba que todo es lúdico hasta que el juego se convierte en algo de lo que realmente querés o esperás vivir. Ahí los intereses cambian y se cede progresivamente ante la posibilidad de confluir lo que gusta con lo que suena y acomoda, cuando toca apelar a lo tangible. “Necesitamos ganar plata” es una confesión que arrastran hace un tiempo prudencial como para hacernos creer que no solo la usan para escapar de la esperanza de sus oyentes pretenciosos, sino también, para soslayar lo que muchas veces afirmaron: hacemos música que nos gusta sin dejar de pensar en el otro. 

El hype en torno a “BAÑO MARÍA” incrementó desde la salida de sus dos primeros cortes de difusión, ‘LA QUE PUEDE, PUEDE’ y ‘DUMBAÍ’, y la crítica los cruzó luego de la escucha total del disco. Gran parte del público tropezó con el cordón injustificable de reclamarles más como artistas luego de toda su trayectoria, impronta y conocimientos, un terreno desde ya pantanoso para todes. ¿Por qué? porque lo que subyace está, desde ya, tamizado por las creencias de cada uno como oyente y cómo se para ante la música que consume. Esto no quiere decir que después de todo lo que han hecho y cómo se han consagrado en estos años estemos en la posición de ‘no pedirles más’, sino que la subjetividad del artista siempre tiene la fuerza y la última palabra: ahí donde nosotros escuchamos vibes de Bad Bunny, Six Sex o Villano Antillano, están ellos. Esa es su impronta hoy por hoy, porque es lo que consumen y lo que les gusta escuchar, por ende lo que van a hacer. 

Así, lo que Catriel en un principio denominaba como ‘TERRIBLE KIKO a aquellos artistas que flexean plata y privilegios en plena crisis (“almas de pobre levitan / cada vez que tiras un Evita), hoy los encuentra parados paradójicamente en esa, pero con un mood distinto. Ni Paco ni Catriel son ajenos a lo que pasa en las actualidad de Argentina, lejos de eso, se involucran, opinan y lo destilan en sus redes y también en alguna que otra barra: “no me cierra una motosierra (…) si digo verdade´me van a limpiar como a Natacha Jaitt’’ (en LA QUE PUEDE, PUEDE’); pero lo primordial para entrar a “Baño María” es entender que para este proyecto eligen no hacer alarde de todo lo que piensan a través de su música. Lejos de esto, nos demuestran que redireccionar los planteos, mutar, cambiar la piel y exponerlo desprejuiciadamente es una práctica sana y necesaria para los artistas. 

Con todo, “BAÑO MARÍA” es un disco para bailar y gustar, no para interpelar a quienes los endiosaron por Barro o “SAETA”. Estamos frente a un álbum para mover el cuerpo y vivir el after, nada más, y toca asumirlo. Desde ahí, se mueven cual gacelas entre influencias techno, house, R&B, electropop, pop latino e incluso jungle y gestan un álbum que es, ante todo, propio, porque respeta los sonidos que ellos escucharían en una fiesta. Así lo reflejan en el cortometraje que sacaron previo al lanzamiento del álbum, ahí: el tránsito por la fauna nocturna mejor musicalizada.

Las líricas por su parte caminan entre el esteticismo físico, la fiesta, las drogas, los vínculos y la ironía, mientras que los sonidos simplemente nos enganchan. Ante y contra todo, estamos ante un álbum multifacético sin escalas, que te lleva con su estética e impronta de la fiesta al after, pero también te acompañan en el auto, en el gimnasio, en una date o en una juntada con tus amigues.  

Si algo vinieron a dejar claro Paco y Ca7riel con este álbum es que no necesitan ser pretenciosos para hacer música que guste. Acá, se abrazan a los recursos que usa todo el mundo, los pasan por el tamiz irrevocable de su impronta y se emancipan de la presión de tener que tomarse todo tan en serio. Cuando se juntan sucede un no sé qué para nada igual al resto a pesar de beber de ello despreocupadamente. Que actualmente se hable de esto y no del álbum en sí (encasillándolos, asociándolos y resumiéndolos) habla no solo de lo que son, sino de lo que traen. Estamos tratando de entender música arisca, que no quiere ser entendida ni reflexionada, sino más bien pasar una noche de diversión juntes y nada más. 

Porque la realidad es una sola: son realmente pocos los artistas que al día de hoy pueden hacer de la espontaneidad y el sentir del momento una estética que defina e identifique y eso es lo que reafirma “Baño María”. Si algo les faltaba para poner la firma de que son uno de los dúos más disruptivos ante la crítica de la escena musical era sacar un álbum que justamente, generará pica con los pretenciosos. A ellos: música piola para el after más cool.  El mensaje tal vez sea que no todo es hacer temas con lupa y sobrepensados, sino volver a la génesis del juego para crear un álbum divertido, que guste, que goces. Que los demás hayan esperado una pieza como “Leche” de los IKV no es una tarea que les podemos atribuir. ‘LA QUE PUEDE, PUEDE’, y ellos PUEDEN.

Lo genuino está ahí, en arrancar haciendo algo, salir de ahí, conocer otras cosas y meterte a crear desde otro lado, en consonancia con lo que te engancha sin culpa. Si algo te calienta, encarás y de pronto todo va sobre eso. En sus palabras “empapados de todo lo que vivimos en el último tiempo, sobre todo con salir y bailar’’. Ahí, ritmos rápidos, música con fuerza e impronta, que avasalle.

Si bien el álbum no suena tajantemente distinto a lo que encontramos en la escena actual, reconocen que no hace falta revolucionar la música en cada trabajo, sino que como artistas lo que toca es jugar con texturas, melodías e instrumentaciones para crear, animarse, arriesgar y volver, siempre así y en lo posible, con amigues. 

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