En el calendario de la música argentina 2024 fue el año Spinetta. El Flaco, su influencia y sus palabras, aparece desde lo más under, en el single debut de una banda revelación como Sujeto No Huye, hasta en el adelanto principal del disco de Duki, la mayor estrella de la época. Para que sea claro, Mir Nicolás, héroe de nuestro del Hip Hop nacional, publicó no uno sino dos discos con la consigna “Spinettaje Intenso”.
Todo lo que existe entre los SwaggerBoyz y Falopa Cara creció exponencialmente cada mes. Por la diversidad, la calidad y su espalda federal, el 2024 fue el año del rap argentino. No solo dentro de nuestro territorio se lo vio así: todo el circuito hispanohablante lo celebró, basta con ver las listas de Expectador (Chile), Doble R (Venezuela) o El Enemigo (Colombia).
La generación post-pandemia del rock bonaerense también tuvo su expansión, con más debuts, ideas y llegada. El pop argentino, que tanto tiene para dar, soltó perlas a cuentagotas en la temporada, pero pide cancha para 2025: se vienen discos de Feli Colina, Juana Rozas, Lisa Scha, Punto y Pacífico, Mag y Coghlan. Otros álbumes a salir este año que esperamos y ya fueron anunciados por sus autores son los de Sirio, N.a43 is the Eye y Superior, Sirio y C.Spaulding, Ras23 y Mayksoundsystem, Ralph Rolon, Nasir Catriel y Fasciolo, H de Perra y C.Spaulding, Vipisita, Fiah, Hannie Schaft, Hojas por el Barrio y Rosamonte.
Por quinta vez consecutiva, Lúcuma publica su lista con los grandes discos del año del panorama argentino. Acá está nuestro canon.
Si bien semana a semana el núcleo duro de Lúcuma busca nueva música argentina, la piensa y dialoga con ella, no hay manera de que alcancemos a encontrar lo que sale en cada provincia y cada escena. Nos enorgullecemos de tener la lista más seria y abarcativa, pero sabemos que todavía falta. En esta oportunidad no tenemos registro de lo que pasó en el metal y llegó poca electrónica y jazz a nuestra base de datos. Estimamos que en total escuchamos entre 250 y 300 LPs (de los que elegimos 50 para reseñar y otros tantos para que sean menciones honoríficas) y entre 50 y 100 EPs (10 llegaron al corte final).
Así como creció la cantidad de discos elegidos, esta edición contó con la colaboración de 19 periodistas especializados. Cada reseña está acompañada por el nombre de su autor, pero los mencionamos acá: Valentina Gigena, Chiara Pizzichini, Dante Sabatto, Facundo Delgado, Martina Balatorre, Camila Caamaño, Migue Yassir, Ramiro German, Vera Rentero, Fiore Gonzalo, Diego Hottier, Juan Diego Ortiz, Candela Escalante, Santiago Miranda, Agustín Wicki, Ramiro Rybczuk, Flor Viva, Franca Hernandez y Lautaro Yanes. La edición corrió a cargo de Agustín Wicki y Santiago Miranda, que junto a Migue Yassir, Vera Rentero y Ramiro German conformaron el comité para esta tarea.
Los álbumes de, por ejemplo, elmalamía y Genosidra entran en consideración ya que no se trata tanto de la nacionalidad como del circuito de música nacional. Por eso mismo, lanzamientos de argentinos trabajados enteramente en el exterior y con músicos de otras escenas no forman parte de la selección (te estoy hablando a vos, Mica Tenembaum). Aunque no sean parte de los discos elegibles, saludamos también a las colaboraciones internacionales protagonizadas por Bishop One y Rapp Gotti; Juan Falú y Silvia Pérez Cruz; y Quique Sinesi con Nanaco Violin.
Por último, le queremos dedicar esta lista a todos los músicos argentinos que la están peleando en un contexto completamente desfavorable, a quienes apuestan sus horas y pesos a que las ideas suenen mejor, y a quienes se esfuerzan por presentar su trabajo en vivo lo mejor posible aunque la venta de entradas caiga por la crisis. Especialmente se la queremos dedicar a todos los argentinos que le pusieron vida a la música y este último año se nos fueron: Javier Martínez, Willy Quiroga, Nacho Smilari, Julio Pane, Nestor Astarita, Ricardo Verdirame, Ofelia Leiva, Lia Crucet, Carlos Infante, Luis María Serra, Enrique Roizner, Ninnio Índigo y DJ Alfredo.
Menciones honoríficas
HIP HOP
Eldoscientosiete – Síndrome de Sueño
Clickbum y Maldito Aerosol – San Miguel [UP & DOWN]
N.a43 is The Eye – Sound Designer
Falopa Cara y JocBeats – Falopa Cara 2
Troubless y Dj Secio – Magik
Pedro Lyricko – Fake$mile
La Valenti – La Capitana
POP
Furio – Amateur [Reverb Plate]
Wanda Jael – El Presagio de la Diosa
Luciana Tagliapietra – Sean Felices
O.L.I.V.I.A – Dulce o Truco
LoGoS – mirabilia
elmalamía – lo que me queda
Guli – Creo que necesito ir a dar una vuelta
TANGO
Lidia Borda y Daniel Godfrid – La Noche [Acqua Records]
Alejandro Bruschini Octeto – Incertidumbre [Epsa Music]
Ramiro Boero – Neotípico
Sara Chara – Cantando a Nelly
Astillero – Noche Random [De Puerto]
Orquesta Típica Fernández Fierro – Basta
Orquesta Típica Ciudad Baigón – Instrucciones para Sobrevivir en una Pecera
ROCK
Amanda Red – Contratiempo
Rosa Profunda – Tensión de Siglo
Mora y los Metegoles – Mundo Moderno
Cata Carpena – Los Viejos Con Guita
Dum Chica – Súper Premium Ultra
estrella – estrella [¼ Compañía Discográfica]
TRAP
Mir Nicolás y Santiki – Guaso Guaso Vol. 1 [Guaso Guaso Inc.]
Fella F. & TheBigBoy – The Drill Face
Key Biscayne – Be Cream In All
Dirty Locche y Tati – Tati y Locche
Komp y Bles – Milagrosa Jungla [Guaso Guaso Inc.]
Stiffy – Hacelos Concha Stiffy [Dale Play]
JAZZ
Chispas Trío – Chispas Trío
Parte a Venus – Parte a Venus [Shagrada Medra]
Vértigo Sexteto – Ranuras Bitácora [Club del Disco]
Tangology – Potrero [Tango de Hoy]
Hernán Jacinto – Gardel [Club del Disco]
FOLKLORE
Noelia Sinkunas y Milagros Caliva – Costero Criollo
Rafael Delgado Sexteto – Chelfie 2 Migrante [Shagrada Medra]
Duratierra – A los Amores – El Folklórico Vol. 1
Enramada – Caminos del Agua [Club del Disco]
ELECTRÓNICA
Proyecto Gómez Casa – Futuro [Schubert Music | Costa Futuro]
Bungalovv – No One Remembers That Day [Genome 6.66Mb]
FUNK
Tiger Mood – tamagotchi
Mustafunk – El Jardín de los Siguientes
CUMBIA
Rolando Bruno y Grupo Arévalo – Cosas Raras [Peace & Rhythm]
10 EPs
10. Ril Fella & Masta Clark – Maicarrón
Por Migue Yassir.
El joseo es tirar del carro todos los días. Sos el que da la orden y el que acarrea con todo el peso de la vida, los problemas y el disfrute. Ril Fella sintetiza en “Maicarrón” las cien vidas que atraviesan a quienes se buscan la vida como pueden y, a través del prisma tucumano, ensancha la espalda para rapear solo como él sabe. Encontró en Masta Clark un beatmaker con el que se siente cómodo, quien le hizo unas bases tremendamente g-funkeras sobre las que te canta las cuarenta.
9. roro – 2 heaven
Por Vera Rentero.
La música clubera encuentra de nuevo su deconstrucción más interesante en los recovecos extraños de las fiestas LGBT. Esta vez de la mano del joven roro, altanero y dominador de la pista de baile con más mutaciones que te vas a encontrar en toda Argentina. Bebe de un caos tan particular, que hasta ritmos de dembow se cuelan por sus beats en la sublime ‘Miucca’, una demencia de la que probablemente PC Music, Shygirl y Arca estarían más que orgulloses. Música para antros desconocidos y delirantes, que están esperando que nuestras endorfinas finalmente se sientan libres.
8. Osito del amor – Adiós calor, hola mundo frío
Por Ramiro German.
La serenidad y la ternura están integradas en el alma de “Adiós calor, hola mundo frío”. En cuatro pasajes completamente armoniosos y de escasas palabras se relata una historia plenamente sentimental que explaya la vulnerabilidad en el corazón del cuarteto.
El sentimentalismo forma parte de la poesía en cada lírica pero busca ubicarse puntualmente en lo instrumental: la tranquilidad de las guitarras setean el ambiente que pasea dulcemente entre el post rock, el slowcore o el math, dando lugar a una percusión juguetona que por momentos puede reposar tiernamente sobre el bajo.
La magia de este grupo formado por veteranos de la movida independiente reside en la experiencia que aportan a lo sonoro. Logran accidentalmente un combo íntimo y conmovedor donde se hallan presente las guitarras tristes de Adiós, la poesía angustiante de Turpentine y el ambiente esperanzador en cada canción de Archipiélagos.
7. Santicuado.Q y Nadie – Splendido Splendente
Por Lautaro Yanes.
Con el impacto de las redes sociales y la inesperada facilidad que hoy existe para encontrar cualquier tipo de archivo periodístico o de entretenimiento, en Argentina se vivió un revival de consumos artísticos que parecían estar bajo tierra. Los casos de Casados Con Hijos y Miranda!, la romantización de los años 90 o la circulación de las publicidades televisivas más raras que se hayan transmitido están directamente relacionados con una nostalgia que pudo satisfacerse a través de pantallas modernizadas. Con el fanatismo por aquellos registros, también emergieron fanáticos con un increíble catálogo de referencias ideal para un género como el rap.
Con la elocuencia de un humorista viejo sentado en Café Tortoni y la sensibilidad de un escritor de tango, Santicuado disfruta de poner sobre la mesa el inmenso repertorio de alusiones a la cultura pop, la política nacional y combinarlas con mañas de la cotidianidad. “Con el cigarro al lado de la armónica a lo Bob Dylan / Soy el postre de los enfermos llamame gelatina”. El rapero de Zoomatic tiene ese ejercicio incorporado a su música, siempre está presente. Son las elecciones de archivo las que evidencian el trasfondo de lo que el rapero porteño busca transmitir.
En “Splendido Splendente”, dónde todas las pistas están hechas por el neuquino NADIE, las barras delatan un proceso de enamoramiento en el orador. Acompañado por una atmósfera jazzera y tenue, Santi relata parte de esa transición mientras repasa la banda sonora de su vida. El método que tiene para escribir es distinto a cualquier cosa que se pueda encontrar en el vasto rap game hispano hablante. Lejos de obsesionarse con un patrón rítmico, sus rimas tienen la fluidez inexacta de una charla entre amigos.
6. Templo – Cruzá el Umbral
Por Lautaro Yanes.
Durante la cuarentena del 2020, probablemente motivado por el tiempo libre, la soledad y la introspección a las que invitaba el contexto de aislamiento social, un joven estudiante de comunicación social con esporádicas actuaciones como freestyler se chocó con la inspiración entre recuerdos familiares. Emilio Carbone, a.k.a. Templo, visitó los poemas escritos por su abuelo, José María Carbone, entre los cuales aparecía la frase: “Hay una puerta entreabierta en la calle oscura a la que todos temen / Cruzá el umbral”. Sin saberlo en ese momento, el rapero había encontrado la semilla de su ópera prima.
Aquel textual fue tan solo el disparador de una propuesta tan fresca como cargada de información. En cuatro canciones, acompañado por una gran banda, Templo explora portales. La atmósfera construida a lo largo del proyecto parece una captura sin edición de una zapada de alto calibre. Con una transparencia absoluta, el lujanense se define a sí mismo como un “vago de alto rendimiento” que anhela ser “el pibe de antes”. Así, deja que la nostalgia, la procrastinación y el talento se entrelacen en cada una de sus oraciones como pensamientos intrusivos que decidió dejar escritos como método para cruzar los umbrales que aún le quedan pendientes y que, quizás, su abuelo también tuvo que atravesar.
5. Saigg – D.R.A.C
Por Migue Yassir.
En Argentina florece el techno y Saigg, DJ y productor oriundo de Chubut, arrancó el 2024 con un EP que tiene de nombre las siglas de su primer track y a su vez es un sample dentro del mismo: ‘De Retiro a Constitución’. Cada tema hace referencia a estaciones del Subte C de la Ciudad de Buenos Aires y cuenta con su color particular sosteniendo una profunda oscuridad y un ritmo galopante. Así se debe escuchar viajar bajo la tierra a las 4 de la mañana. Tremendo trip.
4. Broke Carrey – Río De La Plata [Bohemian Groove]
Por Lautaro Yanes.
Siempre se habló de Buenos Aires como una ciudad con una particularidad que la diferencia respecto del resto de las aglomeraciones portuarias, la de haberse construido “de espaldas al río”. Ese fenómeno moldeó a la capital argentina durante años y fue partícipe indispensable del desarrollo de la identidad porteña. Son esos rasgos identitarios los que despiertan curiosidad en Broke Carrey. En tres canciones, el integrante de la Rip Gang explora varios aspectos de la vida en la capital durante el flamante gobierno libertario de Javier Milei.
Para reforzar esa identidad rioplatense, Carrito invitó a Coghlan, LAMADRID y elmalamia para hacerse cargo de la producción. La vorágine del microcentro, la constante necesidad de movimiento y la sensación de que todo es posible en Buenos Aires se vuelven casi tangibles a través de la construcción de los tres beats presentes en “Río De La Plata”.
Con su disco debut, “Buenos Aires Motel”, publicado en 2023, Carrito dejó en claro el profundo amor que siente hacia la capital que lo vió nacer. Sin embargo, en este nuevo proyecto, el artista viene a traer novedades sobre la mesa y asume en sí mismo una necesidad de ser aún más politizado. “¿Quien mierda quiere un Gardel de oro? / Sí en Año Nuevo estás brindando solo?”, dice en el estribillo de “Señales de Humo”, donde apunta a la industria musical y a quienes son capaces de traicionarse a sí mismos o a los suyos por una seguridad que, para él, es una condena.
3. Crisá – Cuál es el último recuerdo que guardás?
Por Ramiro German.
Crisá viene haciendo trabajo de hormiga a través del nicho alternativo del rock joven que reside en la provincia de Buenos Aires. En 2023 plantaron una identidad propia con su debut y en el 2024 retornaron destacablemente con el EP “Cuál es el último recuerdo que guardás?” donde reimaginan las diversas influencias del sexteto e irradian de un aura caóticamente dreampopera jugando con fuertes contrastes emocionales. La dualidad de sintetizadores melancólicos y distorsiones rabiosas te pasean entre mundos de sueños y pesadillas a la vez que se genera un ambiente ultra íntimo en el cual reposan seguros los estribillos que lentamente se incrustan en el subconsciente y se van convirtiendo en futuros himnos para sus shows.
2. Six Sex – Satisfire [Dale Play]
Por Vera Rentero.
¿Querés orgasmos gratis? ¿Necesitás algún tipo de satisfacción inmediata? ¿Querés sentir adrenalina sin drogarte y hacerle estragos permanentes a tu cuerpo? ENTONCES PONE ESTE EP AL PALO Y GRITÁ:
SEX DEALER
ME TOCA Y FUCK ME
ME DA CALOR, HIT ME
CUANDO YO QUIERA AH AH AH AH
Six Sex, ¿La verdadera mujer más hot y perfecta del planeta? ¡Claro que sí!
1. Lisa Scha – Es el pop, estúpida Vol. 1 [Geiser Discos]
Por Vera Rentero.
Por si no quedaba claro que Lisa Scha adoraba ser poseída por las intrincaciones dentro del género musical accesible por antonomasia, en este EP continúa esa hermosa deconstrucción de los parámetros poperos. Gritando por ser comprada y por alcanzar la omnisciencia embebida en la dualidad binaria, hasta Belinda es resignificada en los confines sonoros del EP.
EL PEAK DEL POP ESTÁ ACÁ PELOTUDA, DEJATE DE JODER Y ANDÁ A ESCUCHARLO DE UNA BUENA VEZ.
Los 50 de 2024
50. Wos – Descartable [Doguito]
Por Candela Escalante.

De repente, la conversación entre padres e hijos estaba del mismo lado. Parte de la sociedad que gusta de Charly García, León Gieco y artistas que marcaron su adolescencia con un espíritu de rebeldía en tiempos convulsos, comenzaron a encontrar en este jóven una añoranza de aquel entonces. Tanto por las temáticas abordadas como por la presencia de una banda conformada por batería, bajo y guitarra. Pero, ¿qué lleva a un artista de este palo a despegarse de su faceta como rapero para buscar consolidarse en el rock?
Desde sus comienzos como freestyler hasta la actualidad, Wos ha demostrado en distintas ocasiones la permeabilidad que el género ha tenido en su identidad musical. Durante su infancia, la batería fue el instrumento con el que comenzó a expulsar las cadencias que años después se convertirían en flows. El rap fue el género con el que dio sus primeros pasos en la industria y la manera tan directa de expresarse en distintas bases fue lo que lo caracterizó hasta ahora. Con dos discos y un EP en su espalda, Wos lanzó “Descartable”, un álbum que deja atrás el sonido hip hopero que marcó sus inicios para abrazar al rock de lleno. Si bien ya en “Oscuro Éxtasis” había compartido créditos con Ricardo Mollo, la consagración oficial se dio en esta oportunidad, nada más y nada menos que junto al Indio, en la que es, probablemente, la colaboración más importante de su carrera. ‘Quemarás’ posee la conexión de dos voces que se acompañan de manera simbiótica: el tono grave e inmediatamente reconocible de Solari aporta un sentimiento de resistencia con el toque necesario de poesía, una marca presente, estética y conceptualmente, en todo el LP.
Wos se muestra reacio a pertenecer a una industria que, según expresa, nos percibe como elementos desechables. “La mercadotecnia de la nueva fama”: así se refiere al poder por el que se siente seducido, pero que a la vez le genera rechazo. El temor a “venderse” se hace presente, como si resultara difícil dilucidar otras opciones con claridad. Pareciera que para él la manera de mantenerse por fuera y, a su vez, genuino con él mismo es a través de un movimiento que ya no es tendencia entre los jóvenes. Ser descartable es la preocupación que enfrenta a lo largo del disco, miedo que enfrenta en cada track desde una óptica contestataria.
La pieza transita distintos momentos de su carrera, siendo introspectiva y crítica acerca de su pasado y futuro. Todo concluye con ‘Arrancarmelo’, que, aunque tiene hoy por hoy su historia propia, resume la necesidad de reencontrarse con uno mismo y resurgir entre tantas situaciones adversas. Parada ya decididamente en la otra vereda, “Descartable” surge para darle a la carrera de Wos un nuevo abanico de posibilidades en cuanto a géneros, a la vez que reafirma su habilidad para la pluma, logrando conectar al público con sus sentimientos más profundos.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/wos-descartable/
49. El Osito Wito – El Maquinón Vol. 2 [Dale Play]
Por Agustín Wicki.

En el país del RKT y de una de las principales escenas del neoperreo, quien ahora porta el cargo directivo más alto es un exponente del reggaetón de corte más boricua: El Osito Wito. “Esto lo hice del fondo de mi corazón. Y quiero cantar lo que siento. Y lo que siento hoy… es que tengo ganas de perrearme unas wachas”, testifica en la intro de ‘Somos Nosotros’, un palo de antología.
En «El Maquinón Vol. 2» Wito no inventa nada, pero demuestra ser un estudioso y gran intérprete de la mejor época del reggaetón. Sabe hacer escante sobre los bajos clásicos del género, esos que vienen del dancehall, y también maneja los arrastres melódicos del perreo post-Plan B. El mérito no está en la innovación, ni en la renovación, pero sí en el promedio de efectividad en hits per track: ocho de los diez temas de este disco son causa y consecuencia de los revoleos de carrocería más intensos que van entre las 2 y las 4 AM.
48. Babeblade – el cielo es un lugar hostil
Por Vera Rentero.

Nunca se agotará el arte que retrata las angustias de la existencia y los sentimientos que atormentan al ser humano. Eso, tan transversal a la experiencia de la vida en la tierra, babeblade lo expresa de maneras tan dispares como el grito de las siglas de un insulto bellísimo (“la puta madre«) o un canto en hindi que manifiesta un intenso desamor. Hay mucha bronca contenida, y por mucho que pueda preocuparnos el fuerte dolor y la despersonalización que siente la protagonista, «el cielo es un lugar hostil» recuerda porque la catarsis es necesaria en el arte. Si tienen la urgencia femenina (puede ser masculina o salirse del parámetro de los géneros binarios, pero sepan entender la referencia al meme) de buscar música angustiante para empatizar con sus emociones, babeblade los espera, no sé si con los brazos abiertos, pero sí con mucho para soltar.
47. Militantes del Clímax – Nueva Sangre
Por Flor Viva.

Como parte troncal de la bibliografía obligatoria del funk-rap en Argentina, Militantes del Clímax se encargó en este 2024 de abanderarse con el mejor disco de aquel rincón para la música nacional.
Mediante fuertes dosis de bajos intravenosos, curvas musicales imponentes y personajes que hipnotizan, estrechan su mano el más hipnotizante funk y los picados mares del soul más fresco. Con un rap afilado como nunca, El Auelo asalta con poesía aguda entre los compases de esta banda que combina, como nos tiene acostumbrados, la efectividad de sus decisiones sonoras con la construcción ineludible de un relato cargado de imaginería coherente y slappers que te toman de las muñecas.
Con aromas rioplatenses e influencias que van desde los prodigios mundiales del funk, como James Brown, hasta las raíces más profundas del underground teatral de Buenos Aires, como lo brotado en El Parakultural, “Nueva Sangre” propone perspectivas lúcidas y coherentes junto a una romántica cotidianeidad familiar para el oyente.
Es un proyecto más cohesivo y bien encadenado que el resto de su antología pero sin perder sus mayores virtudes: sus pinceladas anchas y delgadas generan esos puentes tan preciosos entre el carnaval y la nostalgia sudaka. Todo en complemento con un trabajo audiovisual despampanante y creativo, un nuevo elemento en la caja de herramientas de la banda. La cepa musical de Militantes del Clímax sigue, como hace 15 años, en buenas y audaces manos.
46. Colu y Yeiso – Sin la S
Por Migue Yassir.

Tener 19 años, estar durante 8 meses a casi 6.000 kilómetros de casa, trabajar, trabajar después de trabajar, juntar plata para mejorar su equipamiento, producir su obra y volver a Argentina: ese es el marco de condiciones bajo el que ambos miembros de la TKN construyeron “Sin la S”. Con la madurez de tener una primera práctica y saber lo que significa grabar y publicar un trabajo de forma profesional, el hierro de la experiencia se convirtió en una pieza afilada. Así se expone en la paleta musical del disco, en la que se abandona lo monocromático para abarcar sonidos más cálidos como el funk de ‘Luca Prodan’, que a la vez contrasta con otros momentos más grimey como ‘B.I.T.C.H’.
Todos tenemos una estrella en el norte a la que deseamos llegar algún día. A veces la miramos de reojo intentando descifrar cómo vamos a alcanzarla si está tan lejos. Colu y Yeiso decidieron ir tras de ella. “Aunque apuntes al sur, vas a llegar hacia este norte”, manifiesta Juan Cruz en el track de apertura. Caminaron, se fueron lejísimos, recorrieron algunos lugares agradables y otros ásperos, pero caminaron. Y lo siguen haciendo.
Escucharme es como tomar mate en Queens
No dejo lo argento pero voy pa’l club como Father MC
Sin la S
Esta cita resume la intertextualidad que logran, fundiendo lo regional y lo nacional con las raíces del paradigma al que pertenecen. Polo Ralph Lauren (92 Alpine), Father MC, Luca Prodan, Enrique Santos Discépolo, Robert Nesta, Willie Colón, Ricardo Iorio y más, son íconos que forman parte de su universo simbólico y que, de alguna forma, dialogan con más de un significado en simultáneo. Ese universo es el de la TKN, en esta ocasión presentado por Juan Cruz, sin la Z, y Tomás, sin la S.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/colu-y-yeiso-sin-la-s/
45. Parásito Paraíso – Imagen, Defecto [Arkonte]
Por Ramiro German.

Parásito Paraíso nació como un proyecto solista dedicado a volcar la creatividad musical de Tomás Estevan hacia ningún rumbo en específico, paseando a través de estados acérrimos por el indie o la electrónica, pero siempre con la guitarra colgada y un tono melancólico. Sin embargo, el presente lo encuentra congeniando una sinergia ideal con amigos, al punto de mutar orgánicamente un concepto en solitario hacia un banco de ideas colectivas. Así, bajo la forma de cuarteto, Parásito Paraíso lanzó su disco más sólido hasta la fecha.
“Imagen, Defecto” parte de una producción íntegramente casera que rescata la idea del rock alternativo noventero (con referencias como Sonic Youth) y pone a punto un sonido mucho más homogéneo y pulcro. Las guitarras son simultáneamente distorsivas y melódicas, con dejos de tristeza tironeados por el motor percusivo rabioso del bajo. A lo largo de los 10 tracks, esa combinación sostiene la energía al palo aportando una impronta nueva y fuerte para abrirse paso en la escena rockera actual. Sin descuidar el trabajo conceptual, la obra lleva en su interior un listado completo de canciones con potencial de hit radial, portando espiritualmente el manto de discos como “El Mamut” de Massacre: funciona de manera excelente como un todo y, a la vez, te hace parar el oído si te cruzas cualquiera de sus temas en alguna playlist.
“Imagen, Defecto” es una gran burbuja rellena de nostalgia que está en constante amenaza de ser estallada por sus propias distorsiones. Así, Parásito Paraíso intenta ser la solución catártica a todo el embrollo de incertidumbre que cubre a la juventud presente.
44. Ana Milagros – Stella Novae
Por Lautaro Yanes.

La medalla de “mejor año del rap argentino” con la que la cultura Hip Hop categorizó al 2024 de manera casi unánime está directamente relacionada con la alta cantidad de discos de primera calidad que aparecieron en sus doce meses. Muchos de los proyectos que llamaron la atención en el panorama nacional son además LPs debut. Uno de ellos, quizás de los más esperados, es el de Ana Milagros.
En latin, Stella Novae significa Estrella Nueva. En este disco, la rapera santafesina se pone a sí misma en la piel de un astro para exponer varias de las cicatrices que la acompañaron a lo largo de su trayectoria. Con la honestidad brutal que la caracteriza, pareciera reconocer en aquellas marcas del pasado una potencial fortaleza que solo puede consolidarse como tal una vez pasada al papel. A ellas se le suman experiencias, personas y conclusiones que la acompañaron a lo largo de un recorrido que terminará como el de todas las estrellas: con una explosión.
DJ Secio, Cofran Olima, Valbeats y Yulo, productores y coterráneos de Ana, le sirven una colección de beats atravesada por una atmósfera introspectiva. A su vez, la amplia variedad de ritmos saca a relucir la versatilidad que tiene para rapear e inclusive cantar. Bajo esa perspectiva, a lo largo del proyecto demuestra tener noción de lo efímera que la estadía de cualquiera puede ser en la tierra. “Tengo respuestas sencillas”, confiesa en la intro, una síntesis de su estilo directo, al hueso.
Ana Milagros no tiene del todo claro hacia dónde va, pero está absolutamente segura de dónde viene. Con eso resuelto, afronta un futuro incierto sabiendo que lo fundamental en el camino va a ser cuidar y abrazar a los suyos. En la búsqueda por alcanzar sus objetivos, sostiene una única certeza: “Rapear bien es todo el marketing”.
43. Odd Mami – donde van los perros [Bohemian Groove]
Por Vera Rentero.

En Tres Acordes, Trukini siempre repite una frase de Heráclito: «Lo único realmente permanente es el cambio«. Este motivo parece haber inspirado a Helena, la más sensible de la RIP GANG, a reflexionar sobre el crecimiento humano. La inocencia y el desconocimiento sobre la vida se desdibujan en el viaje que lleva adelante la protagonista del disco, confundida y desconectada de las cosas que siente y experimenta.
Pero a pesar de las adversidades del viaje, toda cosa vivida sirve y ayuda a entender mejor lo que la rodea. Porque como bien dijo la autora de este disco: «No hay nada más clave que estudiar y aprender«. En ese camino, emprendido junto a galgos inocentes y amorosos, sus oyentes también podemos aprender más sobre las complejidades de la existencia y todas las imperfecciones que forjan a una persona, para así querernos y estar mejor, mirando el cielo en paz junto a Helena.
42. Error Vanessa – Varias Paredes Pintadas [Anfetamina Discos]
Por Agustín Wicki.

Si el shoegaze se dedica a construir muros de distorsión y el drum and bass a martillar el espectro de sonido, ¿cómo van a ir bien juntos? El trío quilmeño Error Vanessa (que se transformó en cuarteto después de la publicación de este, su disco debut) se propuso poner en práctica esta contradicción. Como resultado tenemos una de las bandas de la nueva camada porteño-marplatense que sobresale por no dedicarse a la nostalgia revivalera sino a la prueba y error de nuevos caminos posibles en el rock.
Varias paredes pintadas, sea por wild styles grafiteros o el colectivo Acción Poética, conocen acá sus cimientos y su demolición. Su construcción viene canal a canal de guitarra, cementados por la escuela de ingeniería de My Bloody Valentine, y se impermeabilizan con terminaciones de emo, screamo y rock alternativo según requiera la superficie. Una vez hecho el trabajo, ni mazo ni cincel, la batería de Patricio Rivas se torna en una amoladora y va directo a fisurar la membrana.
Este escenario de reverbs, samples y agitación representa el espíritu adolescente de Pato, Jerónimo e Ignacio. La música y el canto convulsionan de impotencia ante relaciones que se paralizan en la incomodidad. “Pretendemos no ser autores / De lo que me va a lastimar”, se rompe Jero mientras de fondo se arrancan cadencias inspiradas en Squarepusher y Aphex Twin. Así suena el drum ‘n gaze.
41. Nathy Peluso – Grasa [5020]
Por Fiore Gonzalo.

En tiempos donde la música funciona a nafta de potencias camaleónicas y donde las influencias de todos los tiempos se fusionan con los sonidos más actuales, “Grasa” asiente y suena estrictamente multisectorial. Peluso, que nos acostumbró a verla trajeada de diversas personalidades, se desliza ahora bailando por una parva de géneros y subgéneros sin adaptarse a los parámetros de cada uno de ellos, sino apropiándose, a su manera y con su impronta. A todas luces, este es un disco de jugársela y poner la firma, patentar, hacerlo suyo.
Así, contra una etimología polisémica como lo es ‘grasa’, la sandunguera propone otra concepción de las cosas. En Argentina, la palabra alude mayormente de manera despectiva a todo aquello que brilla artificialmente por el mal gusto que transmite, que es barato y vulgar, pero grasa también tienen la pizza y las burgers que más nos gustan. Acá, Nathy no quiso limitarse a lo clásico de acomodarse bajo un calificativo negativo y hacerle la contra, sino proponer a la grasa como sentimiento, como estilo de vida: ir sobrado de actitud, alardear la fuerza, bancarla y, sobre todo, recordar lo importante que es reconocerse, tenerse y amarse.
Las líricas de “Grasa” vienen a masticar y transformar el hate en combate, a partir de adjetivos autorreferenciales como cochina, rota, fuerte, coqueta, desubicada y maleante. Ahí aparecen beats dosmileros con aires a Timbaland para retratar el deseo y el placer, salsas clásicas reversionadas que puntualizan en las preocupaciones producto de la fama, R&Bs para expresar la envidia y el amor familiar, y el trap eléctrico para reafirmar la fuerza egocéntrica más necesaria.
Peluso es una referente para lo que se viene y con este álbum lo demuestra. La capacidad de maduración, fusión, reflejo y versatilidad que plasma nos hacen saber que no le tiene miedo a la crítica y mucho menos al futuro. Nathy hizo suya la grasa para regalarnos un disco redondo, un concepto auto producido y mantras para sostenernos en los momentos más vulnerables. Tienes que aprender a amarte, perra.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/nathy-peluso-grasa/
40. Sakatumba – Una Vez Iniciado El Fuego
Por Ramiro Rybczuk.

A muchos de quienes hemos compartido opiniones acerca de Sakatumba nos corren los mismos disparadores que queremos abordar en seguida: “Gulp!”, saxo, oscuridad, nostalgia, post-punk, pop, etc. Esas ideas podrían corresponder a mil bandas, pero no todas despiertan la misma urgencia. Este, su tercer disco, es un recorrido y, sobre todo, una expresión íntima. El cuarteto se da la chance de bajar del escenario del “Puro Teatro” y abrirse entre lo oscuro, donde hay mil rincones para quedarse.
El ambiente es magnético en las sombras. Hay algo entre el frío de los sintetizadores, el ritmo y el echo de las guitarras que abraza el cuerpo y habla al oído. En esa elaboración es que la voz de Renata Bade tiene personalidad, que no es lo mismo que una impostura o un simple dote vocal. No es una puesta en escena, es auténtica. Hay algo de esa sinceridad que escapa en la entonación y devela mucho más que la literalidad de la letra. Con fuerza y con anhelo se cae encima de todo y lo envuelve, lo convierte en una conversación con el oyente como si le tomara la cara con las manos para mirarlo a los ojos, sin chance de esquivar el flechazo. Así se arma un espacio para que la lírica, sin dejar de ser personal en su intención, se introduzca en metáforas y figuras particulares, despertando el interés y tomando la guardia por asalto. Las añoranzas devenidas en súplicas y pensamientos ilusorios que arman ‘Lo-Cura’, los recuerdos de viejos afectos entre cuentos de hadas de ‘Ultraviolenta’, la conversación con el otro invisible de ‘Para Olvidar’. Así mismo, cuando Octavio Baez pasa al frente, las canciones tornan a interpretaciones mucho más fluidas, hasta con cierto carácter de otras «movidas» más rítmicas del indie nacional. Envolvente, aterciopelado, también abre su melancolía para sumergirse y llevarnos: los delays abren el espacio y la delicadeza de los arreglos baja literalmente la gravedad del sonido hacia un lugar más liviano y hasta etéreo.
Se hizo un trabajo muy fino y de buen criterio para lograr que este ambiente, algo lúgubre y desolador, también sea muy bailable. Es gótico, alterno, hasta algo más tanguero. El saxo (‘Te Voy A Volver a Ver’), los violines (‘Lo-Cura’) y los teclados (especialmente ‘Descontrol’, donde lo dominan todo) hacen lugar para las melodías y motivan al movimiento, concentrándose menos en las atmósferas de ruido. Es un sonido más seco y nítido por intención, porque pone al frente a sus protagonistas sin la máscara del teatro. Se evidencia el contraste en ‘Inyección’ y ‘Última Canción Letal’, donde aparece Bela Lugosi, el ritmo se vuelve automático y van a visitar los calabozos de Joy Division y Bauhaus.
Todo se conjuga con un sentido del pop y de la composición muy plástico, con motivos que quedan girando en la cabeza y despiertan emociones como en la primera escucha. Se deja ver una influencia variada: la pesadez post-punk, el saxo de los primeros discos de Los Redondos, el movimiento entre la incomodidad y (especialmente) el juego vocal de Don Cornelio y La Zona, y hasta un talento para la melodía y las letras digno de Andrés Calamaro en temas como ‘Tu Voodoo’ y ‘Descontrol’. Estas descripciones no hablan de una situación inconexa, al contrario, lo que se ve es la capacidad de ser distintos según el momento sin perder la personalidad. La capacidad verdaderamente madura como artistas es la de abrirse y revelar las aristas que los construyen para despertar interés en el sentir ajeno. No es «eclecticismo», es ser más humano.
39. amparo basualdo – y la música? [Elefante en la Habitación]
Por Santiago Miranda.

Un hallazgo inesperado. La belleza súbita de aquello que, a base de perseverancia, florece. Amparo Basualdo se alzó con un debut tan sorpresivo como magnético, el resultado de un proceso creativo de seis años en el que las composiciones de su trabajo final del colegio secundario se convirtieron en la matriz sobre la cual edificó su presentación discográfica al mundo. Con una creciente trayectoria como sesionista y tecladista (fue, por ejemplo, jugadora titular de la banda en vivo del grupo pop Valdés en su última etapa de vida), la cordobesa reveló en “y la música?” un potencial solista que traspasa cualquier expectativa y traza un hito en los terrenos de la canción de autor.
Primero una travesía personal, durante el viaje encontró en Iñaki Ruibal (guitarrista y co-productor) y en Nano Marmaj (baterista) a los aliados con los cuales conformar el trinomio instrumental sobre el que crecieron los temas. Sobre ese pilar, las raíces germinaron: nueve piezas exultantes en sus arreglos, matices por doquier y una voz que captura retratos de realismo mágico con una dulzura y un intimismo atrapantes. Entre mates lavados y brújulas perdidas, la poética de Basualdo compila imágenes cotidianas que se entremezclan con lo fantástico desde el prisma de los sueños, la adolescencia y la ternura. Cada palabra, sonido y silencio están provistos de una entidad interpretativa brillante, un latir que le da vida a un mundo interno que se hunde en sí mismo para, finalmente, despertar:
Hoy siento cosas gigantes
que no entran en las manos
al mismo tiempo
Hoy siento cosas gigantes
que no entran en el plano
de los ojos
Carozo
Se podrían sugerir reminiscencias a experiencias como la de su compatriota Candelaria Zamar o, incluso, a la Feli Colina de “Feroza”. Pero la figura de “y la música?” es tan particular que se ata más a su propia proeza que a referencias externas. Hay algo del paso del tiempo que respira a todo momento, como si su marca, siempre indeleble y extraña, develará la forma: la de una pregunta que, como una profecía autocumplida, arranca para terminar en sí misma y liberarse. Después de todo, las canciones estaban ahí. Ahora brotan, sílaba por sílaba, nota por nota, hasta inundarlo todo.
38. Lucas Martí – El sonido de lo que nadie quiere ver Vol. 1, 2, 3, 4 y 5 [Los Años Luz]
Por Camila Caamaño.





El ex A-Tirador Láser volcó sus experimentos de cuarentena en una recopilación sonora de las turbulencias argentinas que han calado en su vida. Un deseo de ser el encargado de componer el soundtrack de un inexistente documental sobre los crímenes en el regimiento de La Tablada llevaron a Lucas Martí a expandir el croquis, y vaya si lo expandió. “El sonido de lo que nadie quiere ver” consta de cinco volúmenes: “Asalto al regimiento de La Tablada”, “Operación Algeciras (Malvinas)”, “Narcotráfico, crimen y discriminación: ¡así los vencimos!”, “Nazis en Argentina, Llegaron, garcaron y rajaron: ¡Esto nos dejaron!” e “IA y ahora que Japi hacemos?”.
Las entregas de Néstor Montalbano en YouTube quedaron suspendidas hace un tiempo. Allí, el director de “Soy Tu Aventura” dejó, casi como un oscuro presagio, la miniatura de su último video. Estas colecciones episódicas resumen, por medio de un demencial trabajo de edición, aquello que había acontecido en nuestro país en un año calendario. A la fecha alcanzó hasta 1995, el año que Menem posó junto a los Rolling Stones cuando vinieron por los 30 años de “Voodoo Lounge”.
Federico Klemm decía que «un país sin arte es un país sin historia» y nuestros cadáveres lo saben bien: un país sin memoria es un país sin historia. Arrasar ese patrimonio inmaterial suele estar entre las primeras disposiciones de quien le toque subirse al estrado ejecutivo. Andamios ya de por sí poco confiables en una nación sin cinemateca y una televisión pública desguazada, por citar algunos ejemplos.
Los cinco capítulos de Martí no son pintorescos como los mixtapes de Flight Facilites, que abarcan diferentes décadas y reviven hitos como la creación del Ipod o la captura de Sadam Husein. Lo tecnológico está aquí sostenido por la composición del cantautor, quién es a todas luces un artesano (plástico y musical). Los recortes escogidos para su pentalogía trazan un círculo que va desde el asalto a La Tablada hasta la explosión de la inteligencia artificial. En ese camino parece encontrar una lógica que se repite. Es como si el discurso dominante, de entre toda la paleta de ficciones, decidiera escoger siempre la misma. La trampa sin colores sobre la que Martí navega y se divierte. Un bucle posible tiene que ver con la carencia de archivo que nadie parece documentar en esta historia de internet, este cacho enorme de vida que dejamos ahí y no se almacena. Las conversaciones, los memes, los blogs que murieron (y volvieron en forma de newsletters) y la IA desplazándose como una madama siniestra que ignora la importancia del conservadurismo porque en un segundo puede replicar dos mil bibliotecas de Alejandría, que no tiene noción del incunable porque en su proceso es capaz de destruir y probar de vuelta, que no tiene noción porque no tiene conciencia. El decálogo de xenofobia, homofobia y racismo que sostiene la hegemonía se encabalga en los loops, teclas, cuerdas y sintes de Martí. Su otro lenguaje, el de la música, recorre una serie impresionante y atemporal.
Con la hija maldita de redes sociales y una tele vista por un promedio de edad por encima de 60 años, el matrimonio entre la caja (hoy más boba que nunca) y la tragedia no tiene chances de reconciliación. La pregnancia de los hechos trascendentales de nuestro país y la lógica de la nostalgia de las nuevas generaciones son dos preguntas que quien escribe se hace seguido. Ya hay alumnos de escuelas secundarias que se expresan verbalmente como ChatGPT, el adolescentismo comienza a reflejarse en un ídolo inmaterial, de vagancia estudiantil a pérdida de jerga volátil. ¿De qué manera se implanta el recuerdo de alguien que no llegó a tener vínculo con eso que supimos llamar medios tradicionales? Pienso en el seguimiento minuto a minuto de una toma de rehenes (pocas cosas me impresionaron tanto como la cobertura de la masacre de Ramallo), el aumento del número de víctimas en un graph de tamaño espectacular, la impresión de una placa que cambia tragedia por masacre, la voz tomada de un conductor que debe confirmar la muerte de una figura con quien guardaba un vínculo personal, montajes que se nos volvieron tatuajes cerebrales. De la era digital como la tierra prometida y la internet con fines colectivos cuesta cada vez más encontrar rastros. Las intenciones de Martí tampoco son esas, más bien lo contrario: encuentra en el absurdo de una realidad ficcionalizada por los medios, un loop espectral del que es imposible escapar.
37. Vinocio – Horizonte
Por Facu Delgado.

Cuenta una receta milenaria que en la sobremesa de un abundante banquete con vino y amigos se forma el Vinocio. La amistad y la bebida se maceran en un clima primaveral filtrado de sepia, donde la sonoridad relajante del jazz lleva a presenciar un post almuerzo en la rivera de Vicente López. En este marco, la banda oriunda del norte del Gran Buenos Aires sirve “Horizonte”, una interpretación nostálgica de algún espía melancólico que observa el mar desde una playa vicentelopense. Cada nota, cada ritmo y cada melodía es una pincelada que conforma un ambiente vibrante en una versión retrofuturista de la década del 60, invadido por el sentimiento del sacudón bailante, caderas a la brisa y brazos libres de smog.
Su capacidad para transmutar nuevas imágenes y experiencias en música es casi alquímica. Junto con sus colegas, la banda exhibe una constante evolución sonora sobre bases lo-fi. Sus inicios estuvieron marcados por los sonidos del soul y el jazz rap, pero “Horizonte” representa un collage prolijo de instrumentos, formando un aura familiar que trasciende modas y tendencias, demuestra calidad, consolida su estilo ecléctico que profundiza en los sabores del latin jazz y exporta esa versatilidad en el aire. En la línea de su predecesor, este quinto trabajo cae de lleno en un jazz aventurero, que acompaña a la imaginación a pensar por encima del instrumental, señalando nuevos trayectos a explorar.
Composiciones sofisticadas, armonías complejas y arreglos intrincados son parte del menú, al mismo tiempo que los ritmos bailables y las melodías pegadizas. Los aportes del saxo de Chiljud son cálidos y envolventes. Asiste en los momentos claves donde se destaca por sobre el resto de los instrumentos, como en ‘Awah’. Mientras, en el track que le pone nombre al disco ahondan en el uso de voces suaves, al igual que en ‘Don Blackman’, homenaje al gran pianista de jazz-funk. Por su parte, la batería mantiene viva la llama del jolgorio durante toda la obra con un groove irresistible.
Para ellos, grabar cosas con sus amigos es un vicio, una costumbre. Es un camino ilusionante el de Vinocio, que está pronto a presentarse en el décimo aniversario del Lollapalooza. Un hito que define un antes y un después en una carrera definida por la camaradería, el deseo de experimentación y la pasión por alcanzar nuevos confines.
36. Milo J – 166 [Dale Play]
Por Agustín Wicki.

Milo J es un bienaprendido. En las casi dos horas que tarda el 166 en llegar de la estación de Morón a la terminal de Retiro siempre tuvo tiempo para pensar en todo. Los errores y los aciertos de Duki, los trucos de Kanye West y de Charly García, y el manifiesto andante de la argentinidad que es Malandro. Mirando la ventana por Juan B. Justo también se dio cuenta de que el único camino que tenía era el propio, aunque sea demasiado vertiginoso para cualquier “negrito cantor del west” (no cantante, cantor).
En sus últimos meses como menor de edad publicó su segundo álbum: “166”, la crónica de un pibe de barrio casi como cualquier otro que con 16 llega a hacerse un lugar entre los más escuchados de su país, llenar estadios y girar por Iberoamérica. ¿Cómo lo logra? Con buen oído y los pies en la tierra.
Si 2024 evidenció el desgaste de la generación de Duki e Ysy A con quejas, tanto honestas como deshonestas, por la reiteración cansina del discurso de “lo logré” y el autohomenaje, Milo J es una respuesta natural de los barrios populares. Ni la victimización ni la meritocracia: la realidad. Camilo, sin alzarse como portavoz, representa a los chicos de familias laburantes y marca la diferencia entre mainstream y popular. “166” tiene montaje de sonido como una superproducción, pero narrativamente todos son hechos reales. Los prejuicios le fruncen el sueño y rapea: “Que fácil hablar de los negros con pan en la mesa y zapas en los pies”, pero la imagen más fuerte es al final de ‘PARAÍSO (daña)’ coreando con toda la banda un himno ajeno, ‘De la Risa’ del Mala (una de las letras más bolaceras que se hayan escrito desde ‘As de Cartón’).
No es nuevo: la fama y la plata confunden a la gente. Especialmente a las estrellas jóvenes, las que antes de los 20 ya tienen a toda la carroña de la industria oliendo su plato. Por eso Milo se queda en casa, pegado a la confianza de mamá y los berretines del barrio. “166” tiene el mismo recorrido que su colectivo, del Conurbano a Capital, ida y vuelta. “Juraría que hay menos peste que donde viven los de traje”, certifica respecto a las esquinas marginales de Zona Oeste. El “paraíso” daña, por eso se desvincula, y, si cada tanto se prende a la de quién es el más gallito, es más por el escudo de su equipo que por una cuestión de ego. Lo que no vale es la hipocresía de hacer de cuenta que todo sigue igual y por eso el hincapié en lo que quedó detrás, los amigos que no vio más, las horas que no durmió y el apetito que dejó de lado por el hambre y la obsesión de encerrarse en un estudio. Todo eso se ocupa de decirlo para que nadie se lo olvide.
“166” empieza con Charly y termina con Charly. Abre su momento pappocatatónico (“Hay que prohibir el autotune”), y cierra la música eterna de ‘Los Dinosaurios’. Un homenaje y la otra mejilla para unir a la cultura argentina. Y no es solo reproducir las lecciones de vida, hay una ambición sonora latente en todo el disco, como en la de ningún artista argentino apto para toda la familia. De Kanye toma los encuentros entre distorsiones industriales, beats magnánimos, estribillos pop y coros góspel. Incluso cuando solo canta Milo se escucha el call & response. A “Casi no toco en Uruguay por no ser alumno regular / si dejé el colegio pa’ josear” responde su conciencia: “No lo hagan”. Con su voz grave, cartera de cadencias y el tune, encuentra un río de sensaciones posibles. En la melosa ‘A Vos’ pasa de una despedida dramática digna de una llamada a miles de kilómetros a, en la línea siguiente, susurrar en el oído de la rompecorazones. En ‘No Hago Trap’ le grita y escupe al género más bastardeado de todos.
Una vez más la escuela de Kanye y la virtud de poder dirigir un equipo de beatmakers que recargue las canciones sin sobreproducirlas. Junto a Zecca y Lisan lograron no ver la música en canales del Ableton, sino con una orquesta de posibles efectos y géneros que se conjugan coralmente. Del trap a pasajes industriales a arreglos de funk carioca, puede haber solo cuatro compases o directamente ninguno. En ‘PARAISO’, la pieza central del disco, la voz cambia de color 6 veces y el beat tiene 10 etapas. Hay una preocupación por escapar de lo repetitivo y básico, no en función del prestigio intelectual, sino de la fuerza de una canción y de una palabra.
Su cumpleaños 18 Camilo lo pasó en el Estadio de Morón. Sin marcas, de blanco, con amigos e ídolos personales como Nito Mestre, cortó la torta y repartió para todos. No tiene pasta de famoso, pero está en el centro de todo. Su virtud es atender los consejos de los que vinieron antes y prestar atención a que es el primer pibe de su zona al que le hicieron un mural y vive para verlo. Por eso no tocó en Vélez, Huracán, Ferro ni River: llevó a todos a la cancha de su club. ¿Para qué salir del barrio si entran todos ahí?
35. Sirio y Superior – Sons of Sybaris [Vinyl Digital]
Por Martina Belatorre.

Entre los grandes hitos del rap argento que presenciamos en 2024, este disco brilla como un destello ineludible. Primero porque fue realizado junto a Superior, productor alemán y maestro del sampleo que trabajó con artistas como Eto, Jay Skeese, Vega 7 The Ronin y Estee Nack. Así, Sirio logra alzar la bandera celeste y blanca y el nombre de Rosario en el mapamundi del drumless.
Por otro lado, suena como si hubiese sido destilado con maestría, sublime en su esencia y sólido en su construcción. Se debe oír como quien se toma el tiempo de admirar una obra en la sala de un museo. Con samples por momentos celestiales, evoca las armas que cruzaban los cielos en las epopeyas de Homero. El rosarino vuela por los aires, sueña ostentoso en términos artísticos y crea un universo en el que conviven Botticelli con Botinelli y esbeltas diosas griegas con la ‘Milonga de la toalla mojada’ de Edmundo Rivero. Un mundo en donde la mitología grecorromana se fusiona con el lunfardo. Una conjunción azarosa de estilos distintos pero que forman parte de un pasado vital para el arte. Sirio es un descosedor de instrumentales que nada contra la corriente de un río bravo. Sobre esta onírica escenografía, invoca a las almas de los MCs que fueron leyenda, no mencionándolos literalmente, sino honrándolos al rapear como una hiena cazadora. Tira barras filosas como un cuchillazo: “Rimas milimétricas, Fibonacci”.
Además de las participaciones impresionantes de DJ Boogieman y Estee Nack, el integrante de los Golden Boyz convoca a sus hermanos del mismo colectivo: Troubless y Varoner. Este último, en ‘Luxury’, relata el inicio del camino junto a sus amigos en la música: “Si nunca tuviste nada, trust in your power / Todo esto comenzó como una idea vaga”. No es casualidad que Agustín Wicki y Santiago Galafassi hayan decidido llevar esta historia a los cines con el documental “Tesoros Invisibles”. Brindemos por la película, por el lugar que han alcanzado, por aquella idea vaga y por esta pieza majestuosa que es un trofeo en el estante del rap argentino.
34. Choosey – Mitosis En El Estudio
Por Camila Caamaño.

Empecemos por la portada. Lo vemos a Choosey con el pañuelo árabe en la cabeza pero también hay un perfume Paco, una jarra pingüino, cartas españolas, un Peque usando un fajo de plata como teléfono y, abajo a la izquierda, la única parte de la ilustración sin colores: los personajes de Gorillaz dentro de una lata de sardinas a medio abrir, al igual que la portada de “Hello Nasty”, el álbum que los Beastie Boys publicaron en 1998. Un linkeo para nada rebuscado si leemos con la estirpe que, además de Joe Valance, se identifica el rapero de Trelew. De ese trío intergaláctico quiere revolver Camilo, quien asegura que nadie recoge su guante en Argentina.
A tono con esa jungla de tapa, se suman los samples del disco, que van bajando como monedas en jueguito de cascada. Son varios los puntos adictivos del álbum. En ‘DVD’s’, se toma la base de la canción con la que en los 90 se promovía una publicidad antipiratería. Nadie que haya alquilado una película en ese entonces olvidará el «no robarías una cartera«. Criminal del copyright con tendencias reggaetoneras, Choosey se monta a pistas que peinan al ‘Papi Chulo’ de Lorna, ‘Danza Kuduro’, ‘La Batidora’, el mamarre de Guaynaa, el boom de Tito el Bambino y le queda aliento para imaginar un dúo con Juliana Gattas. El atracón no deja una simple pesadez. Entre el namedroppeo de youtubers y personajes actuales, el chubutense imprime: «Somos visitantes como Luisito Comunica en el Fuerte Apache«. Otra adaptación que toma del trío de Brooklyn es el clima de fábula. Así como en «The Move» los Beastie Boys samplearon al grupo chileno Los Ángeles Negros y su microcuento inolvidable, el pibe del sur trae para su molino el ‘Twist del Mono Liso’. Pero lo de Choosey no es un mero implante: desde el jolgorio experimenta y aporta con mucho carácter a la vitrina del rap argento contemporáneo. Y a juzgar por lo que está pasando: empiecen a amucharse, vamos a necesitar espacio.
33. mhtresuno – De la Villa Pal Mundo [Yuukii]
Por Agustín Wicki.

Martín tiene una visión. Más que un sueño, es su futuro. De la Villa 31 a todo el planeta. Puede ver las giras, los papeles y la huella. No va a dar lo que todos piden, su destino es ser punta de lanza de un movimiento nuevo e inspirar a las próximas generaciones a hacer algo con su talento. Él lo pone en el dembow, un género caribeño que no es popular en Argentina al punto de que casi nadie sabe cómo bailar algo tan rápido. La consagración va a estar dedicada a la música, el barrio y la familia. Martín Herrera de la 31, MH31, se presenta a todos en su primer disco: “De la Villa pal Mundo”.
El dembow sirve como la base del álbum, pero no es el todo. Así como una villa miseria argentina y una barriada dominicana representan lo mismo, también las poblas, los tugurios, los champeríos y los ghettos. Latinoamérica es tan rica en expresiones culturales que a veces parece más distinta de lo que realmente es. Por eso MH puede hacer que convivan en una obra argentina música bailable centroamericana (reggaetón incluido), corridos tumbados y funk de las favelas brasileñas.
La familia aparece como refugio y guía, el consejo paterno y el amor materno. Salir del barrio es para poder sacar a la mamá de ahí. Es una historia conocida, pero que no pierde vigencia ni autenticidad. Por eso el disco tiene uno de sus momentos emocionantes en ‘Yo Aprendí’, con un niño, Facundo Groel Brizuela, y una estrofa simple cantada a dúo: “Mami / yo aprendí a ser feliz / cuando tocó partir / a buscar mi rumbo”. El final de la obra llega en un audio de WhatsApp de mamá, Graciela Antonia Brizuela, con una bendición y ánimo a seguir con la música.
“De la Villa pal Mundo” es para los chicos y de los chicos. Suena varias veces al principio o al final de los temas un pibito que festeja “esto es de la villa pal mundo, eaaaaaaaaaaaaa”. El momento más especial se produce cuando mhtresuno y compañía no hablan, escuchan. Un chiquito que se hace llamar Ciro de la 7 les viene a mostrar un tema que está escribiendo. Ciro chasquea los dedos para marcar el ritmo y canta: “Estamos metidos en lío / a pesar de todo yo siempre sonrío”.
El nombre del interludio es ‘Esperanza’.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/mhtresuno-de-la-villa-pal-mundo/
32. Polus – Bajo la Influencia
Por Vera Rentero.

«Amanecí sin saber que fue ayer / Una wacha sin sostén, pastilla en el mantel«. Así da la bienvenida el poluszaza después de decirnos que no le gusta nada de lo que hace y que solo quiere estar solo, bajo la influencia de la crudeza boquense. No solo las sustancias dañinas inundan el paisaje del disco, sino que también escuchamos como los sonidos del sur estadounidense penetran en las fronteras más sucias del cono sur americano.
Acá no hay miedo a reconocer los horrores de la vida ni la irreverencia. Polus no se detiene ante nada y le trae sin cuidado que pensemos que es la asquerosidad encarnada en persona. Pareciera que nada puede contra su ego, pero en esta realidad, solo le queda luchar contra el nihilismo tóxico que tanto parece invadirlo todos los días y llevarlo hacia la destrucción. Esta demencia la podemos escuchar antes de un drop que parece salido de los confines más esquizos del Youtube gamer de 2012, dónde Polus grita «No soy David, tampoco soy Goliat / Voy a causar armagedon en toda la ciudad«.
31. Marttein – Marttein
Por Camila Caamaño.

Después de interactuar con sus consumos culturales y traducirlos no sin cierta interferencia, Marttein se acaricia las paletas con la lengua y organiza su lenguaje en un cuarto disco que oficialmente se ubica como primero. Al storyteller del reviente porteño le bastan 24 minutos para pulir sus inquietudes y expulsarlas con el ritmo ansioso de la época.
En momentos donde los artistas manipulados por la industria hacen explícito el cuentito del alter ego como una emergencia de discurso para vender nuevos trabajos, Marttein se ubica en una esquina fumando largo. Pero tampoco es el narcisista de actor de método que no voltea si se lo llama fuera del alias. La cancha de años de escenario y el entrenamiento corporal que practica para este disco (méritos compartidos con Roma Trigo) lo profesionalizan y preparan para la masacre contemplativa: asusta, confunde, calienta y manijea. Si películas como “Mundo Grúa”, “Pizza, birra y faso” o “Picado fino” fueron agrupadas con el rótulo de Nuevo Cine Argentino, en la flamante tradición de Marttein hay algo que se encauza hacia la nueva música argentina.
Para el disco se filmaron videos de sus nueve canciones, en un mismo recurso de planos secuencia que sostienen una continuidad narrativa y se ven en conjunto como “MARTTEIN: UNA PELÍCULA ARGENTINA”. Un rodaje intenso igual que el artista que lo ejecuta: dos días de filmación entre Avellaneda y Villa Domínico, con la dirección de José Fogwill y Clemente Bruzzone. Los leitmotivs de ambos materiales son tan actuales como conducentes: ansiedad y fracaso. De la mano de un rubio de cintura de baby tee y calzones de abuela, este vampiro sale en busca de experiencias que lo distraigan un rato de la tortura de este presente. En esa distracción, mediada por sustancias y condimentos varios, habrá una trampa: la de la falsa suspensión del tiempo. En la noche sólo el deseo rige la demanda, mañana será otro día. Ese es el conflicto que sostiene “MARTTEIN”: quiebre y entusiasmo, desesperación y morbo, estímulo e impotencia. «Me duele que para sonreír tengas que arruinarte tanto«, señala en ‘El rubio’, primer corte del álbum.
¿Qué estamos haciendo para pasar el rato? ¿Consumimos series y películas por una búsqueda vital o son sólo distracciones para postergar las preguntas del disfrute propio? Marttein se te para al lado como las voces tentadoras de los dibujitos animados, pero no es un binomio perfecto, su diablura tiene heridas sin tratar, las fisuras de su personaje discurren por los coros argentos (‘Adelante’ o ‘Llamalo’) y en el encanto del peligro.
El riesgo se extiende también en la forma que encuentra para decirlo todo: la spoken word. Un molde performático donde el rubio aflora con luces y sombras. Tradicionalmente hablando, Marttein casi no canta: escoge la poesía del cotidiano para reverenciar al pasado con la elocuencia de una relectura del presente: guiños RKTeros (“AAA”), secuencias turbias (“Llamalo”) y baladas de un romance a destiempo (“Para Amarse”) son las micro historias que teje sin que se le desdibuje la sonrisa.
Al detalle de la performance se le coloca el código del lunfardo. Usa palabras y expresiones como soguear, aparato, disc jockey (la pronuncia como se escribe), cachar el mambo o pucho. Su danza no tiene intenciones aleccionadoras, la premisa Marttein expone la dolorosa compulsión de ser un joven de veintipocos en un mundo que lo pretende dócil y tal vez adicto al juego (o al escolazo, diría él). Artista y productor, el disco tuvo un primer trabajo bajo sus propias manos y derivó luego en distintos nombres elegidos especialmente. Un pendejo que pasó más de la mitad de su vida en la noche tiene con qué atreverse a dejarnos boca arriba.
30. Anabella Cartolano – Sur
Por Ramiro German.

Es realmente complicado relatar la belleza que reside en lo simple. “Sur” carga con la misma sencillez con la que Anabella Cartolano se mostraba en sus lives de Instagram durante la pandemia: directo desde su habitación, desconectada del hastío de la cuarentena, brindando un poco de entretenimiento en covers y bosquejos de canciones a los pocos viewers que, expectantes, disfrutábamos de una compañía amena y cálida que ayudaba a salir un poco del encierro.
Cuatro años después, la fórmula no cambia. Si bien se despega mucho del sonido indie de Las Ligas Menores, la intimidad sigue siendo el núcleo de sus composiciones. Canción a canción, los sentimientos mutan, pero no abandonan la simpleza de la chica neuquina que hace más de 15 años reinventa su vida en Buenos Aires. Si bien el encierro prolongado no suele ser bueno para las mentes creativas, un exilio fugaz puede ser el impulsor de grandes cosas. Anabella hizo un escape a Chubut, sin planes pero con el celular lleno de ideas acumuladas. La magia serena de la Patagonia hizo su trabajo.
“Cuando no puedo más con una situación escribo un tema. Ahí, en mis canciones, está todo plasmado lo que me pasa”, mencionaba en una entrevista con el colega Gaby Plaza. Así, “Sur” es un diario personal que arranca con la resignación del duelo amoroso desde ‘ABC’ hasta ‘Sobra querer’, en la que suelta todo el veneno de sus heridas al tono indignado de “mi amor no mereces”. De ahí en más, le siguen diferentes estadíos: ‘Bandurria’ pinta un paisaje desolador con el piano imitando una caja musical, tal como si fuera el soundtrack de un largo viaje de ruta en un día gris. Por su parte, ‘En viaje’ y ‘Un recuerdo’ rompen el esquema tristón y suman una pizquita mínima de pop que crece con el disco. Finalmente, ‘Corto y al pie’ y ‘Atenta’ son un poco blefaristas con sus teclas en loop, un bajo que arrastra todo y sintes deformes.
El disco cierra como corresponde, con una carta de despedida, de la misma forma en que todo empezó. Fuerte y clara, la voz de Anabella es acompañada por una guitarra arpegiada. Se siente como si estuviéramos en el estudio junto a ella.
29. Sujeto No Huye – Sujeto No Huye
Por Franca Hernandez.

Sujeto No Huye parió un debut deslumbrante. Como ese momento donde la pila de CDs acurrucada en un rincón de la casa parece cobrar sentido. Todo un bagaje nacional e internacional se escurre por la guitarra y se demarca como metrónomo en el proceso creativo de un grupo bipartito entre La Paternal y Gerli.
Las diferentes capas que componen la atmósfera del proyecto hacen del ambiente un remanso. Acá se abre una alternativa para que el rock, el Hip Hop y el folklore se sienten a cenar juntos hasta que empaticen mutuamente en la sobremesa y se embriaguen de sus mejores cosechas. Las historias se cuentan de forma tal que parecieran pintar esos escenarios oníricos que uno construye al dormir. Como también se encuentran nuevas formas de darle vida a las fotos que saca la mirada en los momentos de intimidad.
28. Lnt. Noire – Lnt. Noire
Por Vera Rentero.

La cultura argentina siempre dio lo mejor cuando supo involucrarse con otras identidades culturales del mundo para crear algo nuevo. La mezcolanza que entrega Lnt. Noire con su propuesta de house que se expresa tanto en español como en creole (sublimes palabreos de la mano del haitiano Pedro Lyricko, gran estudioso del rap de Francia) es prueba tangible de esto. Por mucho que nos pueda pesar tras el mundial de 2022 aceptar una convivencia positiva con cualquier aspecto francés, la música de nuevo nos prueba que la unión hace la fuerza y sirve los mejores frutos.
Si hay que abrazar otros paradigmas musicales autóctonos para la Argentina fuera del paraguas rockero que tanto tapa la hermosa lluvia de influencias de nuestro territorio austral, «Lnt. Noire» es el sonido ideal para pasar una linda noche de previa antes de la fiesta o para animar un poco las tardes del fin de semana. Bienvenido sea un disco como este: ¡viva la diversidad!
27. Doly Flackko y Emirsito – Piola Vago
Por Camila Caamaño.

La homogeneización del sonido mainstream dirige un proyectil hacia zonas de identidad no maleables. En los pespuntes de quien hace guiado por el fuego propio, aparece un rapero sin ánimos de endiosar las ventajas de vivir en la capital del país. Si el frío corta la cara y el viento, en su ridícula solidez, es capaz de enloquecer, Doly Flackko asimila la hostilidad de su Patagonia natal y la condensa en “Piola Vago”. En un claro homenaje a la portada de “El Vigilante” del dúo salsero compuesto por Willie Colón y Héctor Lavoe, las fuerzas que cobra con su pareja productora (Emirsito) caminan por otros territorios: la boina del trombonista se reemplaza por una visera Nike y las historias de desamor cobran otra urgencia. En esa misma prisa que enseña a valorar lo simple, Doly es tierno y también temerario («Yo quiero estar con mi sobrinita viendo Paw Patrol / Pero me toca estar en la calle haciendo el descontrol«), compone desafiante, apurando en temas que pocas veces superan los dos minutos y no conocen de estribillos. No los necesita: las advertencias del pibe de Río Gallegos son uno a uno. Aunque no acuse meneo, tiene la cintura preparada para dejar su voto a favor de la salud mental (“Necesitás una sesión con un psicólogo, no Bizarrap”).
Sin amabilidad, los nexos nacionales son ante todo anecdóticos (como la mención a los locales Todo Moda) y también empatizables (desayunar té con galletitas de agua), porque lo que Doly desea es aportar con un disco de sus pagos, de Santa Cruz. Su postura es de origen, pero trasciende a la música propia. Doly ha venido a Buenos Aires y poco tarda en llegar la certeza de saber que su lugar está en el sur, que no quiere hacer lo mismo que todos (ni sonar como casi todos) y que, como un disparo de luz sobre la insoportable blancura de la nieve, su obra empieza a levantar cabezas. La endogamia artística prueba a mirarse más allá de sus hombros. Después de todo, no llamaría casualidad al hecho de que Ysy A haya buscado a Emirsito para producir el primer tema de su último LP. Ojo con la palabra conquista cuando no se pronuncia desde los márgenes.
26. Lucio Mantel – Los Ancestros
Por Santiago Miranda.

¿Y si la memoria es un hilo fantasma? Lucio Mantel suspira y se atreve a desandar el riel, solo para encontrarse con que, aún a ciegas, el camino está repleto de luz.
De extenso y destacadísimo recorrido, el cancionista porteño plasma en su sexto disco de estudio una investigación sobre sus raíces personales y musicales. Con el duelo como disparador, “Los Ancestros” se anima a navegar a contracorriente del tiempo, en un viaje espectral plagado de misterio y claridad en simultáneo. Diez canciones forman un entretejido diáfano, donde los arreglos instrumentales brillan como las reliquias de un baúl de recuerdos, con la voz y la guitarra como guías conductores. Desde allí, Mantel indaga en la tradición folclórica a través de la mixtura, entre aires clásicos y modernos, con la ayuda de más de una veintena de músicos invitados y Juanito El Cantor como socio creativo. Aires de chacarera, vals, bossa y balada folk danzan vibrantes sobre las piezas que, unidas, componen un relato resplandeciente. “Alguien que no conocí traigo adentro”, dice en el track homónimo, para revelar la estela de sus antepasados y resumir el espíritu de una obra que se proyecta hacia la trascendencia.
Lucio logra mirar para adelante sin escaparle al dolor, una actitud que siempre trasluce una versión superadora de uno mismo. Esa es su gesta: reconstruir el porvenir desde el interior, ahí en el punto exacto en que la música opera de artificio. Es un homenaje a lo permanente, a aquello que sobrevive a pesar del tiempo, cuando el vacío se transforma en sonido.
25. Mir Nicolás – SP.I Deluxe Edition
Por Agustín Wicki.

Nico Mir se para sobre los hombros de gigantes. No es solo el Hip Hop, ni los más de cien años de música grabada en Argentina: es la humanidad entera. Quien estudia accede al mundo y Nicolás no hace otra cosa que prestar atención. No solo a los libros y a los documentales, a todo. Pone a la historia antes que a sí mismo. Por eso, aunque todo sorprenda, siempre viene de algún lado, del diggin’ intenso o de parar la oreja a los chascarrillos en el barrio.
2024, el año del rap argentino, tiene su cara. Después de años de espera llegó “SP.I”, su debut solista. No hizo falta que pase otro lustro para el próximo: en cuestión de meses Mir publicó otros tres discos: uno solo, uno con Santiki y, ahora, uno con Nico Miseria. “SP.I Deluxe”, que no es una versión expandida sino una secuela con todas canciones nuevas, no tiene la redondez fulminante de su predecesor, pero el spinettaje lo mantiene intenso. Nuevamente todos samples argentinos, pero ahora con beatmakers invitados: Irivrte, Lulo, Valen3D, Castellanos, Tomi Velázquez, Bles y Halpe. Pista a pista, verso a verso, Nico ya está en un nivel donde es imbatible por más de que no renueve concepto.
El disco, que no es deluxe pero si de lujo, parece más un video de highlights de Neymar en el Santos que un partido entero. Estrofa a estrofa cae mandanga como Charly con Sabina. No se puede parar de escuchar, tampoco cazarlas todas a la primera. Nico ostenta tener más trenes que Pino Solanas, más marcas y gas que Pepsico, y más planes que De Narváez. “Por lo que diggié me habla Dios al in-ear”, dice en su momento más fuerte, pero también da lugar a la vulnerabilidad: “Secuencias de todo tipo, perdón si me pongo gótico / Antes de ser quién soy, fui paciente oncológico”.
Jaloner hace temblar una muestra de Jorge López Ruiz, se reúnen Alas en ‘Buenos Aires es de Piedra’ e Ingrávidos Squad en ‘Podestá Militia’. Con Sirio celebran la amistad de Rosario Central y Chacarita; con Dano, Nico Miseria y Mar Marzo reafirman sus alianzas musicales. ‘Polígono’ es la clase de canciones por las que se inventan los premios. Por eso, en este acto, se le entrega el Premio Spinetta a Canción del año a Mir Nicolás y Constanza. Felicitaciones a ambos.
Nadie rapeó nunca así en territorio argentino y lo mejor es que no se va a ir a ningún lado. Esto va para los chicos, para que las generaciones futuras tengan hombros un poco más altos a los que subirse.
24. Miserere – Quiebra Todo [Noiseground]
Por Ramiro German.

El dolor evoluciona a bronca cuando está cubierto de injusticia y Miserere lo porta de estandarte en defensa de sus códigos. Acá la rabia fue completamente masticada y procesada. El quinteto no trata de escupir con verborragia desenfrenada todo el veneno. Más bien estudiaron y tragaron todo el enojo para generar un antídoto sonoro que los proteja en el frente de la lucha contra el atropello civil y los abusos de poder. “Quiebra Todo” tiene cero sutilezas. ¿Es hardcore punk? Sí, pero la ira se apodera del sonido desde el primer minuto, lo lleva al extremo, cachetea el grindcore y se torna más visceral a cada instante.
El hardcore siempre tuvo espacio en la Argentina, especialmente en tiempos de gobiernos acérrimos al conservadurismo. Aunque las bandas se ubican en el circuito underground nacional sin generar una masividad exorbitante, sonoramente esta década cuenta con un torrente de producciones innovadoras y deslumbrantes, generando gran variedad de combinaciones en sub-géneros frescos que nutren el ambiente. Miserere ya tenía 3 años dando vueltas por el circuito hardcore de Baires antes de lanzar este gigante debut y no es la primera muestra de sonido que nos presentan bajo su sello. Su previo EP, homónimo, difiere mucho en sonoridad con lo más reciente. Hay una evolución que se nota instantáneamente, tanto en calidad como en el foco musical del grupo, que ahora busca una dirección mucho más apegada al metal sucio. Sin embargo, masticar la furia y escupirla de forma catártica se mantiene como marca de nacimiento para el quinteto.
Instrumentalmente, “Quiebra Todo” es como recorrer una montaña rusa con los ojos cerrados. No te esperás cuando un breakdown fresco te lleva a descender para tensionar cada músculo hasta el fin. Ni mucho menos estás preparado para cuando el ritmo apresurado de la batería y los machaques de las guitarras te cargan en un salto violento hasta la cima nuevamente.
Es imposible no contagiarse del idealismo anarco plantado en las letras de las siete canciones que forman este debut: la batalla ante la traición a los valores de barrio, la pelea contra el adoctrinamiento dogmático o las reyertas internas contra la pesadumbre y angustia. Sea cual sea la razón, la cólera y el pesimismo se amalgaman entre las distorsiones, los gritos y la brutalidad para invitar a ponerte los guantes y quebrar todo el dolor de la corrupta sociedad, así poder tirar para adelante a pesar de la injusticia.
23. Alejito y Tom Acosta – No Gangsta Bars Vol. 3
Por Migue Yassir.

La identidad del Dirty Club está en cada guiño picaresco de sus integrantes a la hora de performar tanto con el lápiz como con las teclas. “Descubrimos que somos sucios y no raperos”, chamuya Alejito en ‘Bersa’, tema que oficia de cierre para un disco que podría ser eterno. “No Gangsta Bars Vol. 3” es un hermoso pedazo de arcilla que los pibes moldean para darle formas grotescas que al mismo tiempo se ven elegantes. Son Donatello y Miguel Ángel con visera y chomba.
Alejito pinta paisajes urbanos sobre drumless a la vez que pistea instrumentales de Detroit con la holgura del que gira el volante con una sola mano. Tom Acosta logró encontrar un hilo conductor entre los hihats traperos, vocales de soul y vientos para hacer que todos los beats -en un ejercicio de sinestesia- suenen como la portada. Es el soundtrack de un barrio suburbano en el que conviven los vecinos tomando mate en la vereda con las secuencias delictivas que florecen cuando se esconde el sol.
A lo largo de los 10 tracks aparecen líneas que reflejan cuán propio perciben a Glew: “No le puedo hacer a cada pozo de mi calle una canción”, dicen en ‘Punto Pickit’. Es una obra de barrio y familia. Un retrato vívido, como las pinturas de Antonio Berni, donde en cada detalle se puede percibir un sentimiento.
22. Lucy Patané – Hija de Ruta
Por Martina Belatorre.

Este es un disco que tiende constantemente a rebelarse contra la fuerza de voluntad y de madurez que nos exige la vida a diario, para encarar las responsabilidades tediosas y aburridas que forman parte de la adultez. Es un postulado contra el sistema por quitarnos minutos con los trámites burocráticos y por exigirnos coherencia y estabilidad emocional en un mundo patas para arriba. Y es para esto que Lucy hace el ejercicio de evocar ese estado de la niñez que es la impresión sin pensamientos. La libertad de poder exteriorizar el enojo, el miedo, la tristeza o el berrinche. Como en ‘La maldad’, en la que termina emitiendo sollozos cantados como llanto de nena caprichosa: “Waaaaahh”.
Ya en la tapa podemos verla a los 7 años tornando los ojos pintados, como en estado de hastío. También tenemos como último track ‘Estoy aburrida, papá’, canción que grabó de chica con su hermana y en la que “Mini Lucy” figura como colaboradora. La perversidad dulce de la infancia, la travesura que es un acto reflejo inmediato, sin barreras cargadas de prejuicios. Esa libertad e instinto de niño también pueden ser creatividad pura para un artista, una fuente infinita de material propio. Y es sin dudas parte de la arcilla maciza con la que “Hija de Ruta” fue trabajado.
Parece impensado que después de un tema como ‘Bukkake’, cargado de rasgueos desparramados en una línea de bajo rebuscada para coronar casi al final con un par de gritos, venga ‘Restos fósiles’, con un arpegio lento y una letra que dice: “A mí déjenme bailar entre los escombros de un error / Ya no hay más, yo me quedo acá / Restos fósiles de un amor / Para vos y para mí / Y un dantesco porvenir”. Las canciones van abriendo un camino que por momentos es curvo sin aviso y te hace pegar volantazos. Con feats como Proyecto Gomez Casa y Marttein, producciones de Punga (quien ha trabajado con artistas como Ronpe 99 y The Colorated) o coproducciones con Juanito El Cantor, “Hija de Ruta” tiene versatilidad sonora e histrionismo. Una sensación de rock frenético generado por un combo de riffs de guitarras con distorsión y baterías desesperadas, junto a la potencia energética que porta Lucy en algunas canciones. Pero también una profunda carga emocional en otras, con melodías más lentas, instrumentos acústicos y una voz más susurrada.
Lucy siempre tuvo el destino de ser la cantautora que es. En este disco se rompe todas las membranas del corazón, mostrándonos el diamante en bruto que hay dentro mientras nos inyecta punk por las venas. “Hija de Ruta” es una sacudida bestial; te puede enternecer y hacer llorar, como también hacer mover la cabeza y dar el primer empujón de un pogo.
21. Fotos Viejas – ya me arrepentí
Por Ramiro German.

En la constante evolución de las tecnologías, la fidelización del sonido se apoya en la creencia popular de que mientras más nueva la tecnología detrás de un disco, mejor es la calidad musical. Aun así, todavía quedan en pie guerreros del sonido analógico que con mucho trabajo construyen un ambiente donde prima la composición y donde las herramientas de grabación son solo eso: herramientas para registrar las emociones arraigadas a cada canción.
Lucciano Trabatto es uno de esos locos y a base de una Tascam ubica el espacio justo para que la melancolía costera que cargan sus composiciones tengan la magia justa que necesita reflejar el sonido de Fotos Viejas. Se puede nombrar a Duster o Low para dar una idea de por dónde va la cosa, pero Javier, Luana y Lucho tienen una fórmula distinta para poner el slowcore en nuestro mapa nacional, que no solo se trata de una letra bajonera, una voz cansada y guitarras cortantes. Acá hay un retrato reflexivo de un ser luchando contra el cansancio de los golpes de la vida. Con una combinación entre serenidad y melancolía, se recorre una encrucijada sobre si el tiempo pasado fue mejor o si es mejor no mirar hacia atrás porque, a pesar de todo, ese recorrido es lo que llevó todo hasta el presente doloroso.
Hay una sensación asociada a cada canción: como la rabia en ‘Golpes’, la negación de ‘Ni se te ocurra nombrarla’, la aceptación en ‘Que amar no es perder’ o la más pura tristeza de ‘Deslizandonos’, casi como imitando las etapas de un duelo. Si en “Entre Sombras” de Buenos Vampiros se puede sentir como la atrapante oscuridad del mar lleva a la profunda angustia, en “Ya me arrepenti” se puede sentir la tristeza al borde de los acantilados marplatenses, donde la brisa áspera del invierno te golpea en la cara constantemente.
La experiencia de este trío (que regularmente conforman Ileso, Buenos Vampiros y muchas tarimas de sesionista por parte del señor Pousada) te sabe ubicar fácilmente en el estado más puro de cada sentimiento, ya sea por los platillos aturdidores de Javier, los acordes desgarradores de Lucho o los coros desconsolantes de Luana. Juntos, se potencian con el sonido roto e impaciente de la cinta, que le pone presteza a una ejecución instrumental irreplicable.
20. AgusFortnite2008 y Stiffy – Murió la Música [Dale Play]
Por Fiore Gonzalo.

Stiffy y AgusFortnite2008 son los rostros del momento. Son ellos quienes encabezan la nueva ola de artistas que nos golpean con sonidos tenaces, eléctricos y bañados en frescura. Si bien ya habían trabajado en múltiples proyectos juntos como SwaggerBoyz, “Murió la Música” marca el punto y aparte. Deja claro que los chicos están en otro lugar, uno donde se dilucida para el oyente el resultado de arriesgarse creativamente con un álbum coherente en su interior, aún dentro del caos sonoro que propone.
La retórica es esa: cagarse con gusto en absolutamente todo. La pauta viene de fondo y respeta la génesis de su impronta (que en definitiva, es que todo lo que hacen sea muy suyo) para encarar este trabajo: la portada, la estética, las líricas, los videos y las bases. Todo es hand-made entre amigos. Si bien SwaggerBoyz da sede en Argentina a algo que encontró sus orígenes en Estados Unidos con mixtapes como los de Dj Smokey, fue justamente acá que esa nueva movida se llenó las venas de sangre azul e interpeló a una amplia franja etaria en su espectro más difuso (no inocentemente Pitchfork está hablando de ellos).
Algo que llama fuertemente la atención, más allá de las obviedades relacionadas a lo tiránico que es su sonido, es la lista de colaboraciones. Los SwaggerBoyz traen a una cúpula de renombre con Neo Pistea, El Doctor y Hi-C a su terreno distópico y los hacen bailar ahí, retorcerse, salir de sus zonas de confort y ponerse la camiseta de I LOVE SWAG. Más allá de que en la parcialidad cada feat tenga su personalidad y su funcionalidad para con el disco, el que se roba la escena indiscutidamente es ‘MEJORALITO’, con Neo. Tony The Kid se banca enteramente que Agustín le desarme toda la voz y lo ponga bajo un beat tajante. Así e impunemente se lleva el tema por robo, aportando la cuota justa para crear un track con una impronta bélica y elegíaca que encanta. Otro highlight es ‘YO ESTOY’, del que se pueden decir mil cosas, pero lo esencial es que solo ellos podían subir a HI-C a una base de RKT, and they made it.
“Murió la Música” pone capas sobre capas, sonidos irónicos y efectos glitcheados super psicodélicos y humorísticos, todo dentro de una caja de pandora que revienta de la manera más estrepitosa para aturdir banger tras banger. Si bien es complicado explicarle a alguien ajeno y anclado en sus estandartes el valor artístico que trae la propuesta de estos chicos, podemos afirmar que ellos son la luz incandescente de una bengala en un terreno de quietud. Acá hay música que las grandes mayorías no elegirían para el día a día, que no gusta porque parece tosca e incluso incomprensible, pero que es una trompada definitiva para la industria de la comodidad.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/agusfortnite2008-y-stiffy-murio-la-musica/
19. Noelia Sinkunas – Unión y Perseverancia
Por Agustín Wicki.

A Noelia Sinkunas le sobran recursos pianísticos. Basta escuchar su reconstrucción del himno nacional argentino para dimensionar sus capacidades. Tiene una consistencia imponente (esta es su tercer aparición consecutiva en nuestro recuento anual de discos argentinos) y chapa suficiente como para que la llamen músicos tan disímiles como el trapero Ysy A, la rockera de fantasía Marina Fages y una cantante consagrada como Julieta Laso. Sea tango, chamamé, milonga, cumbia o fusiones, sus manos son una autoridad en la materia.
“Unión y Perseverancia” es su obra más ambiciosa hasta la fecha, un paso más allá de la tremenda “Salve” de 2022. Junto a 12 sesionistas y 7 cantantes invitados que aportan su color y hacen a una unión musical que trasciende géneros y generaciones. Ricardo Mollo y Tomi Llancafil comparten un dueto dramático (“Soy árbol derrumbándose en la nada”) donde la simbología del árbol, las raíces y ramas con su relación con el agua y el fuego, se explora en un paralelo con sentimientos humanos y la historia de una cultura autóctona. Leo García ruega que lo busquen y Daniela Herrero hace una arenga a su propio corazón. Sus voces conviven con la enorme bandoneonista Milagros Caliva, jóvenes violinistas, contrabajistas, guitarristas y otros que diariamente le ponen el alma a la música de su tierra. ¿Quién sabe más de perseverancia que ellos?
La berissense hace camino andando por la senda de lo tradicional hasta llegar a lo experimental. “A veces me siento tango y otra veces chamamé”, confiesa Sinkunas a través de la voz de Luciana Mocchi en la primera estrofa del álbum. El ánimo alegre de ‘Tradición’, ‘El rápido’ y ‘El Levante’ coexiste con arreglos y jueguitos inesperados que refrescan lo típico, mientras que en los momentos de improvisación libre quedan aromas folklóricos imposibles de obviar. Una nueva y definitiva versión de ‘A Don Páez’, con cuerdas que tensan y un piano arremolinado, la epopeya que es ‘Te Vuelvo a Ver’ y una concatenación de sentimientos encontrados como lo es ‘El Errante’ hacen esta renovación. Hay de lo nuevo y de lo viejo, de lo clásico y lo rupturista, de lo personal y lo universal, pero no hay nada más ni nada menos que música argentina.
18. Cielorroto – Fiebre del Vino
Por Agustín Wicki.

Un moco puede ser una guerra cuando el cuerpo toca los cuarenta en la escala de Celsius.
Cadáveres exquisitos del eco, sueños de horas y una manta empantanada en sudor frío. Días de vahos y noches de carilinas. No vale paracetamol, hay que aguantarse para que el cuerpo limpie todo. La fiebre se parece bastante a depurarse creando.
“Fiebre del Vino” es el debut de Cielorroto. Un portal a los segundos pre-arcoiris.
En su búsqueda de conocerse a sí mismos, alsina.carson y nn.carvalho llegaron a un punto incómodo entre el rap y la poesía: son demasiado raperos para los poetas y demasiado raperos para los raperos. A ellos simplemente les llegó el libro indicado en un momento en el que tenían la sensibilidad abierta. Después afinaron en el taller de poesía de Gabriela Stoppelman, que, como en “La Problemática de Jacarandá”, oficia de maestra de ceremonias. En tiempos de valientes buscan escuchar al otro, ver qué pasa y qué les pasa con eso, y recién después salir a desagraviar los Pollocks que hay por doquier. Pertenecen a una bohemia que ya no existe sin romantizarla. Viven con la verdad: “Toda canción es de amor y todo chiste es de angustia”. Se levantan todos los días: “Si el sol no sale encuentro fuego como el homo sapiens”.
3458thw (Emi para los amigos) transmutó samples de soul agrieta y paisajes del tercer cordón del Conurbano en pistas hechas con su celular. Hay tanto como cera caliente, anís, medianeras rasgadas y alucinaciones febriles. En la cata se perciben dejos de otras duplas raperas, Niño Maldito y Cálido Lehamo, Mach-Hommy y Tha God Fahim, pero en sus palabras los autores marcan otros nortes: Nina Simone, Billie Holliday y João Gilberto. El jazz se abstrae en drumless y el latinoamericanismo en realismo mágico.
Me cayó un avión en la punta del zapato
Le hice un regalo a mí abuelo y lo maté de un infarto
Último Bastión de Carasucias
Entre rare flows y desfiguraciones literarias, Arson y Carvalho caminan por un mundo caótico. La dieta de la uva no saca el hambre, pero los pone a tono con el contexto y les calienta el pico como para rehacerlo en sílabas. Bien o mal, el motus es uno: “Esto nos sale caro y vale tanto que te lo regalo”. Si en tu ciudad hay un sarpullido es por la pandemia de la C y la doble R.
17. Lola Parda – Dolores
Por Santiago Miranda.

Y entonces, canta. Y no solo canta, sino que pronuncia. Yo-no-te-comprendou, susurra, al impostar un falso spanglish que es puro charme, mientras las palabras pasean, delicadas, por su boca. Sobre ese ademán, Dolores Aguirre renace, una vez más. Si la trayectoria reciente de Perotá Chingó (el dúo al cual pertenece desde hace más de diez años) ha estado marcada por la mutación, en “Dolores”, su primer larga duración solista, Lola Parda (antes Lola Membrillo) hace lo propio y se reconvierte, esta vez bajo el traje de crooner.
Lola sintetiza experiencias inmediatas (el experimento electroacústico de “Tu nombre en mí” y el folk casero de “Parda”) y extrae su virtud última para maximizar a la voz como protagonista absoluta. Del lounge jazz al blues y al bolero, domina el lenguaje del desamor con una labia y una elegancia exquisitas (¿quién más podría cantar “garcharme al universo” sin perder una sola gota de encanto?). A su lado tiene a Lowrenz, colega de larga data desde Perotá hasta Planeta Fungi y co-artífice del disco, que ensambla un team musical de grandes baluartes (basta nombrar a Sergio Verdinelli, entre otros), compuesto de voces, percusiones, cuerdas y vientos, destinados a impartir un sello clásico y atemporal. Cada canción se construye con su orquesta propia, ínfima por momentos, con arreglos cuidadosamente direccionados para rodear el timbre de Lola, una seda fina que exhibe su gracia con el cuchillo entre los labios.
Bajo ese gesto, “Dolores” derrama penas sobre la bruma suave de una pitada de cigarrillo. Es una fiera nocturna, de ánimos taciturnos, que alberga tanto al desgarro romántico y sofisticado de ‘Tú no me convienes’, como a la belleza abismal de ‘Amor Amor’. Los retratos se encadenan uno detrás del otro para firmar una fábula que encuentra en la monumental ‘Fuego y volcanes’ su cierre decisivo: el fin de aquel cuento que se cantan los amantes al oído, antes de besarse y desaparecer en la penumbra.
16. Genosidra – Haxan Tek [Hiedrah]
Por Migue Yassir.

El panorama de la música electrónica en Latinoamérica es tan diverso como el continente mismo. Lo bueno de esta diversidad es que una gran porción existe por fuera de los géneros más populares del dance como el house y el techno. Acá es donde entra Genosidra, que vino desde Colombia a Buenos Aires en 2018 y supo construir una identidad propia tanto en solitario como en grupos, siendo Blanco Teta -banda de punk experimental, de las más cautivantes de Argentina- el más reconocido.
El productor bogotano es de esas personas que comprenden el arte de forma holística. Sus años de estudio dedicados a los cientos de ritmos regionales de nuestra tierra sumado a su interés en la música experimental y la cultura del club, constituyen una mochila llena de pociones. Cual alquimista, mezcló ingredientes oscuros con altos niveles de síntesis del sonido y extrajo de ritmos latinoamericanos los sabores más fuertes para dar a luz a “Haxan Tek”.
Las canciones de este disco no las escuchan en Mandarine Park. Esta es la música que suena en los clubes alternativos, los que están al margen del ecosistema de progressive house y melodic techno con precios exorbitantes en sus tickets. Si buscan un álbum para bailar de forma descontrolada, escuchando tambores sudacas y transpirando vestidos de cuero y tachas, definitivamente es por acá.
15. Renzo Montalbano – Hasta Luego [Indie Folks]
Por Martina Belatorre.

Imaginario: el sol reflejado en un vaso de vermú mientras brindás con amigos. Ya desde el primer tema, que suena a opening de película, esto es pura música: pop del bueno. Por encima de todo, un disco suave y delicioso. Renzo es el último romántico. Fascina el contraste que genera entre el swing alegre de la primera luz de la mañana con sus letras, por momentos melancólicas e introspectivas. Los colores están perfectamente elegidos, con tintes que pasean orgánicos entre el BSO, la bossa, el jazz, el yacht rock, el bolero y una mezcla de funk y pop japonés de los 80, y van pintando cada track junto a una voz porteña, elegante y versátil. “Hasta luego” coquetea con muchas estéticas y géneros, haciéndoles un honor espectacular. Sonidos que parecen sacados de una fantasía, de una época muy anterior, pero son gestados en la Buenos Aires de 2024.
Coros celestiales, sintes y teclados deleitables, percusiones con congas y bongos, vientos precisos, bajos tan buenos que resultan obscenos y guitarras que acompañan atinadamente, regalando solos rockeros que suenan bestiales en el momento adecuado. Esta minuciosidad, digna de quien talla una escultura, la convierte en una pieza que aspira tanto a la divinidad como a la sabrosura en iguales medidas. La cara de Gativideo en su versión solista desborda puro estilo en temas como ‘Cómplices’ y, al mismo tiempo, se muestra completamente vulnerable en otros como ‘Fuerte’, donde confiesa: “Hay algo que siempre soñé, pero nunca logré / Quisiera ser más fuerte y no temerle a la vida”.
Montalbano reafirma una vez más su talento como un compositor exquisito, creador de canciones brillantes que evocan la sensación de estar en un salón de mármol con pinturas renacentistas en la cúpula. Además de estar en la música, la consistencia del álbum está en la verosimilitud de su relato, genuino y sincero. Bajo ningún personaje, Renzo abiertamente le canta una carta a su amorcito o cuenta que a veces puede llegar a sentirse estancado al ver que a su alrededor todos cambian. Casi al final, ‘Señorita’ sorprende con un rasgueo de guitarra jazzística, rápido, al estilo de Django Reinhardt en ‘I´ll see you in my dreams’. La frutilla de un postre con crema chantilly, servido en copa.
14. Ceretti – Todos los hombres son iguales [La Banda del V.I.P]
Por Dante Sabatto.

Ceretti compone música como si jugara con muñecas. A fin de cuentas, ¿por qué no tomarse las fantasías en serio? Esa es la pregunta que “Todos los hombres son iguales” responde con un pop electrónico delicado, intenso, por momentos minimalista y luego súbitamente expansivo. Como en ‘téléphone’, que suena precisamente como un ringtone aumentado hasta ocupar el espacio de una canción. O, desde el mismo inicio, en ‘el chico más lindo’, que expresa esa poética lúdica qué va a caracterizar todo el disco (pero, una vez más, sólo si entendemos que los juegos son algo completamente serio).
Son muchos los lenguajes que permiten este ida y vuelta del juego y la seriedad: el melodrama es uno de ellos, y el preferido de nuestro pop nacional línea Miranda!. La referencia al dúo de Gattas-Sergi quizás es demasiado obvia: Ceretti se inspira más en Pimpinella o hasta en Julio Iglesias, cuyos melodramas son menos autoparódicos. Este género está absolutamente presente desde el título. Quizás el mejor ejemplo sea ‘hoy le quiero ver’ (imposible no ver en ese pronombre un chiste queer: ¿hay ahí un género neutro o, como revela la letra, un “usted”?). Esa canción compone una fantasía digna de una novela de Puig y cierra dramáticamente con “otra boca ya no quiero besar / otra pija ya no quiero chupar”.
Pero la brillantez de este disco es que no se queda sólo en este lenguaje, sino que emplea otros: el camp más descarado, la balada romántica y la saturación del bubblegum bass. ‘amor amor amor’ implosiona en melodías sintéticas, pero ‘por el mar’ y ‘el viaje’ son cajitas de música. No es habitual encontrar algo tan decididamente kitsch en nuestra música. En esa oscilación los papeles se intercambian: lo inmenso de la tragedia romántica colapsa en un orden minúsculo. Eso es, por definición, el pop como forma de vida: el goce sufrido, el sexo con lágrimas. La última canción, ‘el final’, lo hace explícito narrando en primera persona una cita de Grindr que termina en homicidio. Y hasta esto parece ser una parte normal del fantaseo erótico: lo ominoso, que siempre estaba ahí, sólo se ha llevado hasta las últimas consecuencias. Así, en tonalidades magentas, Ceretti va configurando un nuevo sonido que puede tomar la tradición electrónica argentina sin nostalgia y superarla con la sencillez de un chiste o un orgasmo.
13. Cerounno y VinylTracker – De camino al palacio
Por Migue Yassir.

El fenómeno Cerounno – VinylTracker es el de un colectivo en el que se subieron muchísimas personas con cada lanzamiento. “JC Paradise” fue una bomba de EP que despertó la curiosidad del panorama y “Del otro lado” como primer LP fue otra demostración de capacidades de parte de la dupla, pero sin dudas lo que pateó el tablero fue “De camino al palacio”. El encargado de las letras estuvo además en dos de los cyphers con más impacto del 2024: ‘#CYPHER VOL.2‘, organizado por Acru, y ‘RAPSINCORTE 51‘ de Foyone con una performance, por lo menos, muy buena.
Arrancaron en José C. Paz contándote que van a reclamar lo que les corresponde, pero no es algo dado de arriba. No es el destino. Buscan corresponder a la gloria haciendo obra. Son totalmente conscientes de que el viaje se hace al andar, superando cada desafío con el objetivo último claro. No hay distracciones. VinylTracker pone los cimientos instrumentales con la solidez del hormigón y la elegancia de una alfombra roja. Cerounno despliega la caballería de versos, robustos y sofisticados al mismo tiempo.
Cuando escribe es emotivo, hábil con la rima y rapea con un convencimiento tan brutal que es contagioso. Si bien la mano de Vinyl es exquisita para hacer los beats, los eligió todos Cero de una carpeta de drive. Hizo su propia curaduría y le salió tan bien que parece a medida. La imaginería de reinado, príncipes y el palacio está acompañada por la arquitectura instrumental. Las flautas de ‘Introducción’ ya marcan una forma de sonar que a lo largo de todo el disco va a estar presente con vientos y cuerdas que suenan medievales. Drumless armados de clarinetes, traversas y trombones junto a samples de soul conforman una imagen acústica respecto a la obra que invitan a verla como un todo más que la suma de sus partes.
El camino al palacio está marcado a fuego por cada línea en la que Cerounno manifiesta las cosas que le esperan. Si no te habías subido antes, ahora es el momento de sacar un pasaje para esta caravana que comandan Lautaro y el Chiqui.
12. Clamor – Para No Olvidarte [Inerme]
Por Ramiro German.

Es casi imposible encontrar una sola palabra que pueda definir a un disco y, aún así, “Para no olvidarte” logra ser una síntesis clara de “juventud”. A través de ocho tracks, los pibes de Clamor crean un retrato fiel de una etapa en la que se transitan fuertes roces con la rabia, la impotencia, los desamores, el llanto y el dolor que nutren a uno en el camino hacia la madurez.
El emo tiene un largo recorrido desde las sombras del rock argentino y a partir de esta década salió a relucir con artistas de gran proyección como WRRN, (quienes tomaron un lugar en nuestra lista de 2023) o Cursi no muere, coronando espacios cada vez mayores e impensados para un nicho que parecía recluido a un público muy específico. Hay un sentimiento colectivo de incertidumbre que se escapa por los poros de cada joven y bandas como Clamor capturan lo más crudo de esos sentimientos para volcarlo en un sonido que interpela las almas más necesitadas de desahogo.
Como sí Title Fight se hubiera criado en la ribera quilmeña escuchando a Fun People en los recreos, estos cuatro chicos ponen un sonido hiper explosivo nacido del hardcore y una simpleza tan elocuente en letras que retratan lo más personal de momentos que los marcaron en una etapa vital de aprendizaje. Frenéticas mas no simples, las canciones gozan de pasajes llenos de ira donde las guitarras se van apoyando una sobre la otra para no caer en desesperación, mientras la batería tira la rienda emocional siempre hacia adelante. La riña constante entre las voces de Julian Dodds y los gritos de Luca Cardozo se apegan a la sensación de una lucha interna de emociones.
Los Clamor la vivieron. Todos la vivimos. Y aunque cada uno curte su cuero con un molde distinto, en menos de treinta minutos se pueden revisitar sus crudas memorias, como para no olvidarte.
11. Sunlid – no mires atrás [¼ Compañía Discográfica]
Por Chiara Pizzichini.

A Orfeo le dijeron que no mirara atrás mientras regresaba del Inframundo para salvar a su amada Eurídice. No se resistió y la perdió para siempre. Darse la vuelta, posarse sobre el recuerdo habiendo leído el diario del lunes. La angustia y el placer en simultáneo de repasar lo vivido en las filminas de la memoria. “No Mires Atrás”, el álbum debut de la banda Sunlid, es un testimonio sobre el impulso humano e irresistible de perseguir la nostalgia y los vaivenes emocionales que vienen con aceptar que ya nada es igual.
Este álbum se suma a la oleada de bandas del under argentino que reivindican el shoegaze y el rock atmosférico. Pero a diferencia de agrupaciones como Clamor, que suelen identificarse con el sonido más solemne asociado al género, lo que hace especial a Sunlid es que saben balancear los momentos sonoros pesados ―capas de guitarras eléctricas distorsionadas, pedales de fuzz― con los más livianos, logrados por riffs de guitarra tintineantes y sintes airosos afines al pop alternativo. La interpretación vocal de Lucía Taubas es uno de los aspectos más conmovedores: su voz, cálida y expansiva, atraviesa la pesadez de las guitarras como la luz que entra en un prisma y se refracta en los colores del arcoiris.
‘invisible’ es uno de los temas que mejor representan la tensión agridulce que la nostalgia provoca y que tan bien está lograda sonoramente a lo largo del disco. Empieza con una progresión de acordes agudos y chirriantes muy similares al inicio de ‘No Surprises’ de Radiohead. De repente, explotan las guitarras, pero luego, se retraen, mientras la vocalista adopta un falsetto etéreo y los instrumentos adquieren un tono dulce, casi de canción de cuna. “Nadie viene / por mí”, lamenta Taubas hasta el hartazgo, acompañada de nuevo por el aluvión de distorsión que evoca la sensación de un hueco ardiendo en el pecho.
Otras menciones honorarias se llevan, en primer lugar, ‘respirar’, quizás el tema con más impronta de shoegaze con sus guitarras crocantes y filtradas, un sinte que aporta frescura y una interpretación vocal de Taubas que remite a los momentos más hipnotizantes de Elizabeth Fraser de Cocteau Twins. Por otro lado, en ‘hablar de vos’, la cantante concluye: “Al final me equivoqué / No eras lo que me faltaba”, sobre el tire y afloje sonoro característico del grupo (la batería potente con un ritmo staccato, el avasallamiento de guitarras que parecen desplegarse como un origami infinito y, luego, un desenlace a riffs más suaves y alt-pop). La advertencia de “No Mires Atrás” es que la tristeza es el precio que pagamos por recordar lo que alguna vez nos hizo felices. El recuerdo, incorpóreo, desaparece en el instante que volvemos a la realidad.
10. Carlos Aguirre y Almalegría – Melodía que va [Shagrada Medra]
Por Agustín Wicki.

¿Qué pasa si ponemos a un pianista a pensar en percusión? Lo más probable es que se interese por explorar los timbres. El asunto es que Carlos Aguirre no es simplemente un pianista y en este caso “pensar” fue más bien montar un laboratorio de investigación rítmica que trabajó durante siete años antes de publicar este, su primer álbum.
En 2021, con ya cuatro años de exploración metódica en Almalegría, Aguirre contaba: “En el folklore argentino, todo se redujo al bombo. A diferencia de otros países latinoamericanos, donde lo afro es muy fuerte, como en Perú y Brasil, y lo rítmico está muy vivo con la existencia de grupos de tambores. Con Almaalegría, estamos abordando la creación de claves rítmicas, como si fueran una cuerda, pero tocando chacareras y zambas”. “Melodía que va” es la obra que da sentido a esta búsqueda tan abarcativa que tiene una sensibilidad litoraleña.
Primero vino el sondeo tímbrico, así es como es es posible una canción como ‘Falsas Coordenadas’, que contiene resortes de suspensión automotor, spin spark shaker, pandero cuadrado con escobillas, platillo chino, triángulo, sartén, cascabeles, cencerro, gong, placas radiográficas, chapa frotada, timbre de bicicleta, campanitas, campanas de fundición rototom y campana tibetana. Lo siguiente fue una profundización acorde de ritmos latinos, que desemboca en ‘Brinquendo do Triangulinho’, que lleva la corriente del Paraná hasta el norte brasileño para un encuentro de triángulo, pandeiro y acordeón.
Lo que primero fue un trío se convirtió progresivamente en un sexteto. El Negro Aguirre, pianista, guitarrista, cantante y una docena de roles musicales más, sabe elegir compañeros y darle tiempo a cada proceso. Esos tiempos se sostienen porque, ¿quién no quiere compartir música con él, una de las grandes figuras de nuestro folklore hace rato? y, más todavía, por el amor a la música. A diferencia de otros ejercicios experimentales, acá no se percibe una intención rupturista, sino una inquietud creativa luminosa. El nombre Almalegría le queda perfecto a estos mosaicos.
Poco a poco Aguirre y cía. desarrollaron un lenguaje musical tan nuevo como es posible. Las bases son una interpretación libre de folklores latinos, la experiencia y la pasión. Siete composiciones del Negro y una de Ramón Navarro bastan para que este álbum abra una puerta y una escuela que ojalá tenga una continuación con estos nombres propios u otros. La música es infinita.
9. Entre Sombras – Buenos Vampiros [Casa del Puente]
Por Migue Yassir.

Buenos Vampiros dibuja en el gráfico de calidad de su discografía una curva ascendente, con un pequeño detalle: arranca bastante arriba. “Paranormal” (2019), “DESTRUYA!” (2022) y la reciente adición de este 2024 configuran un tridente de álbumes que muchas bandas desearían presumir. Cada uno de ellos destaca tanto por su solidez en conjunto, como por los temas memorables que guarda. ‘Momentos’ o ‘14 de Febrero’ en su debut, hasta ‘Desmotivada’ o ‘Me Paralice’, son himnos que pueden llegar a destrozarte el corazón si te agarran desprevenido.
Este disco inicia su viaje por los pasadizos más góticos del rock. Sin reventar la distorsión y sin guturales, encontró un color único en la oscuridad por la que transita. ‘La calma del cementerio’ ya setea el plano general de la obra: una atmósfera de armonías terroríficas, con una batería que camina lento pero pesado y la voz de Irina que invita a sumergirse en el miedo, la nostalgia y la desesperación en cada una de las escenas retratadas. “Entre Sombras” es un castillo en ruinas. En cada habitación hay un recuerdo, una historia y los restos de un presente que ya no existe. Recorrerlo requiere no solo valentía, sino saber que vas a enfrentar emociones fuertes y desgarradoras a lo largo del trayecto.
Dentro de los sentimientos asociados a lo negativo también existe el dinamismo, como lo plantea el taoísmo. Hay luces que se encienden por momentos y dejan ver ráfagas de amor y esperanza a través de imágenes como en ‘Puedo ver el mar en tus ojos’, donde Ignacio Perrotta canta:
Allá está la luna
Esa que buscábamos
Justo antes de llover
Justo antes de llover
Puedo ver el mar en tus ojos
Otro puntazo es la inclusión de la leyenda Ana Curra, pionera del punk en España, que como referente de la movida madrileña fue inspiración para muchísimas bandas que buscan ese sonido lúgubre y siniestro. Espíritu que la banda marplatense capta a la perfección, haciendo de su música una película de terror que verías una y otra vez por el escalofrío que genera en el cuerpo. El tema que cierra, ‘Déjenme solo’, funciona como síntesis del viaje e inspira la emoción necesaria para cantar arrancándose la garganta, hasta la última línea: “Solo espero estar bien”.
8. Sirio e Irivrte – Cadillac One
Por Lautaro Yanes.

Con Irivrte como arquitecto de atmósferas tensas y Sirio como narrador explícito, este proyecto de tintes cinematográficos entremezcla la cruda realidad rosarina de la actualidad con evidentes referencias a las ciudades dominadas por el crimen organizado en los Estados Unidos de los 70. Esa combinación de escenarios, deviene en un disco que bien podría ser la banda sonora de una película de mafiosos argentinos inspirada en los más grandes clásicos de gangsters. Los loops hipnóticos de Irivrte y los rapeos ásperos de Sirio logran mantener a quien lo escuche en un constante estado de alerta.
Nicky Barnes, uno de los criminales más importantes de la década de los setenta en Nueva York, habita el mismo espacio que Marco Rúben, máximo goleador de la historia de Rosario Central. Referencias ficticias y lejanas se entrelazan con nombres cercanos y tangibles que ya forman parte del imaginario colectivo rosarino. Es a través de esa pizca de ficción, agregada por el narrador a una historia cargada de crudeza y realismo, que “Cadillac One” condensa los deseos de paz y la necesidad de salir a buscarse la vida de una infinidad de pibes. La presión, la ansiedad, el miedo y el anhelo de una realidad mejor son sensaciones que se transmiten a los tímpanos del oyente a través de las instrumentales de Irivrte. De alguna manera, logra que parezca que cada uno de sus drumless se está desangrando. En sus barras, Sirio asegura sentir nostalgia por una realidad que ya ninguno de los protagonistas de esta historia parece estar seguro de haber vivido. “En estas calles nunca hubo cariño, armas y silicio desde el inicio / Quisiera tener recuerdos de cuando éramos niños pero ya no los consigo y se me empañan los vidrios”.
El espíritu soulero detrás de ‘Good Nights‘ o ‘Seda Persa‘, las reminiscencias a Pink Floyd en ‘Spitter Hero‘ y la influencia de la música latina son algunos de los canales que El Turco utiliza para el diseño sonoro del álbum. Nichess One, de Venezuela, Franco Carter, de España, y Nowaah The Flood, de Estados Unidos, se unen a la lista de personajes secundarios que ya integraban los argentinos Varoner, Troubless, H De Perra y Roman YG. La riqueza de las colaboraciones no solo amplía los matices de la obra, sino que también sirve como puente entre personas de distintas geografías pero con historias muy similares.
En su ciudad natal, a la que llegan a comparar con la tundra y nombran como Cracolandia a.k.a La Ciudad de los Zombies, los integrantes de Golden Boyz encuentran un alto nivel de ambición y desidia. En un paisaje donde la esperanza flaquea, el disco recuerda que siempre hay lugar para la expresión y la creación como formas de resistencia. Sí bien no desaprovechan las oportunidades para tomarse algunas de estas tragedias con algo de humor, lejos está este de ser un álbum con un mensaje esperanzador. Más bien, probablemente quede grabado en la memoria colectiva como un retrato de época.
«Cadillac One» es un testimonio ineludible de su contexto. Es una pieza que ofrece una mirada cruda y despiadada a una realidad compleja. Lejos de intentar resolver los conflictos que expone, este proyecto se limita a plasmarlos, casi como un documento sonoro que quedará para quienes deseen entender esta era desde una perspectiva visceral y auténtica.
7. Juliana Gattas – Maquillada en la Cama [Sony Music Argentina]
Por Diego Hottier y Juan Diego Ortiz.

La figura de Juliana Gattas dentro de la escena argentina es única. Una artista con más de veinte años de carrera junto a Miranda! que combina la música y la actuación, alegría y tragedia. En su búsqueda relega la solemnidad del arte para resaltar su lado absurdo mediante el juego, la improvisación y la intuición. Dibujos hechos en ratos libres, películas de los 70 y hasta prendas de ropa compradas en ferias americanas conforman los matices del universo estético de una diva que baila, goza y disfruta, pero a la vez, deja entrar la tristeza y siente una inmensa soledad.
El proyecto solista nació previo a la pandemia de la mano del productor chileno Alex Anwandter, quien propuso hacer un disco pop bailable con influencias ochenteras sin perder la sensibilidad de las letras emocionales que Juliana, en su rol de intérprete, intensifica con un tono dramático y performático. “Maquillada en la cama” nos invita a un recorrido por la vida de la artista basado en personajes explorados en sus inicios como cantante. Indaga el significado de estos rótulos desde la perspectiva personal abordando temas como la libertad sexual y el deseo. En la canción que da nombre al disco, Juliana elige exhibir su arte y su historia de una manera real y contradictoria. Muestra la dicotomía del dolor y el placer, la constante contradicción entre la soledad que puede generar estar maquillada en la cama al término de una noche cuando las cosas salen mal y, al mismo tiempo, la liberación y el alivio posterior que inunda la habitación cuando la presión se desvanece. El baile y el humor son conceptos presentes en toda la obra, a través de ellos se establece un diálogo introspectivo de pregunta y respuesta entendido como acto de despojo que puede dar pie a lo absurdo y a la fantasía.
Particularmente, Juliana logra un impacto multisensorial: cantante, intérprete, actriz, vestuarista y diseñadora. Dentro de una industria pop por momentos rígida, sumado a su exigencia artística hacia las mujeres, Gattas se desenvuelve en un lenguaje novedoso.
“Maquillada en la cama” construye una imagen de diva poco frecuente: se mantiene distante de la figura pop entendida idealmente como una diosa inalcanzable y, si bien no rompe por completo con ese imaginario, lo exagera hasta ridiculizarlo. En esta honestidad que presenta Juliana se encuentran, por un lado, los toques cómicos inherentes a su personalidad y, por otro, la cercanía y complicidad de quien admite no tener su vida resuelta. A sus cuarenta y cinco años, no tiene preocupación por dar respuesta a sus relaciones amorosas sino que sale con amigas, disfruta del tiempo a solas en casa y los momentos compartidos con su hija.
Cambiante como las interpretaciones del disco, sus looks arriba del escenario y su repertorio actoral le permiten adentrarse en mundos diversos. El arte de la interpretación es el del maquillaje, pero se trata de un impulso que va más allá de lo superficial; el camuflaje la convierte en otra persona, se funde en la historia de sus creaciones dejando de lado momentáneamente la suya. Entre la melancolía y la comedia, la fama y lo bizarro, se mueve permanentemente la última diva con sus personajes, esos que habitaron desde los inicios de su carrera en los bares de Palermo y que hoy le permiten disfrutar su consagración como ícono del pop argentino y, por qué no, latinoamericano.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/juliana-gattas-maquillada-en-la-cama/
6. Dillom – Por cesárea [Bohemian Groove]
Por Valentina Gigena.

Dillom parece crear con una conciencia envidiable. Conoce a su público, pero también está dispuesto a empujar los límites de lo que se espera de él. Tiene las herramientas para llamar la atención de rockeros nostálgicos, fanáticos del Hip Hop y entusiastas del pop más chicloso. En su disco hay samples de Vox Dei, Swans, Kanye West, Maria Elena Walsh e incluso Miranda!. Coquetea con todos, pero no termina de darle el gusto a nadie. Porque sumergirse en su obra significa aceptar sus reglas, dejarlo escarbar en lo oscuro y estar dispuesto a volverse víctima de sus juegos mentales.
El rapero porteño construye una historia que se va desarrollando a lo largo de todo el tracklist. Este recurso, -que ya fue explorado en la música contemporánea por artistas como Rosalía y Tyler, The Creator-, ahora se retuerce para montar una película de horror.
La escritora argentina Mariana Enriquez, -principal exponente del género en la literatura contemporánea latinoamericana-, considera que la función del terror es la de “ensayar en la ficción los miedos de la vida real”. Esta idea se condice con la experiencia creativa de Dillom, que afirmó en entrevistas que el relato que narra el disco estuvo inspirado por un interrogante: qué hubiera pasado si, frente a las adversidades con las que se encontró a lo largo de su vida, hubiera tomado las peores decisiones. La elección del título dialoga con la idea de “ser arrancado de un lugar donde estás cómodo (el útero materno) y traído a la vida contra tu voluntad”: el “primer trauma” del ser humano.
Para Dillom, la búsqueda de nuevos sonidos y conceptos, junto con algunas decisiones éticas y estéticas, forman parte de su manera de concebir el arte. Llevar a cabo las ideas que lo inspiran, incluso aunque resulten “poco comerciales”, como invitar a músicos del calibre de Alejandro Terán y el Cuarteto Divergente (cuerdas), dejar de usar tantas palabras en inglés (diferencia abismal en relación con las letras de “POST MORTEM”), rendir homenaje a la cultura argentina reconociéndola como constituyente de su propia identidad, y darle voz a sus amigos (Juan Lopez y Broke Carrey en coros, Fermín en instrumentos y producción, No Duermo en dirección creativa). En tiempos donde sobran artistas que consideran más rentable quedarse callados, Dillom demuestra su versatilidad, su capacidad para generar debates, alzar banderas y, fundamentalmente, armarse de la valentía necesaria para realmente molestar.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/dillom-por-cesarea/
5. Ramiro Gallo Quinteto – Todas las cosas, y el tiempo [Shagrada Medra]
Por Agustín Wicki.

Año 1917. Una prostituta le rompe el corazón a un poeta y se escribe lo que de ahí en adelante va a entenderse como una letra de tango.
Año 1960. Terminan los años 50 y termina, otra vez, la era del tango. De ahí en adelante los ortodoxos, gran mayoría, dejan de contar aportes en el género. Aparentemente, lo único que queda es el recuerdo: lo que no tenemos.
Año 2000. El santafesino Ramiro Gallo, con 34 pirulos, funda su quinteto y se propone trabajar exclusivamente con composiciones propias, casi siempre puramente instrumentales. A esta altura no existe tanguero que no esté obsesionado con el tiempo. Hace mucho más de lo que se quiere admitir que el género mira para atrás. Gallo busca ver adelante. A veces se pierde y enrosca sobre sí mismo, pero en general encuentra.
Año 1954. Astor Piazzolla graba su creación ‘Lo Que Vendrá’. Su tango, al que después le va a llamar “música contemporánea de Buenos Aires”, tiene fijación con la modernidad, lo progresivo, el futuro. Para cuando presenta el octeto y las formaciones siguientes, el escándalo y el impacto es apabullante. Décadas más tarde su nombre todavía parece hacer sombra a quienes decidieron innovar por caminos atípicos. La comparación está a la vuelta de la esquina. El sentido común dice que ya ni en el tango ni en el tango nuevo tiene sentido intentar. Ya está todo hecho.
Año 2024. Ramiro Gallo Quinteto publica “Todas las cosas, y el tiempo”. En la portada aparecen los cinco integrantes, Alfredo Gobbi, Pichuco, el Polaco Goyeneche, Gardel, Salgán, Borges, Evita, Maradona, Messi y la Negra Sosa. Una suite dividida en ‘Todo Llega’, ‘Todo Se Irá’, ‘lo que Se Fue’ y ‘lo que Se Queda’ da nombre y sentido a la obra, que reflexiona sobre los lapsos y la plasticidad de lo que fue, lo que es y lo que será. Ramiro sigue convencido de lo que busca. Y encuentra.
Año 1924. El dúo Gardel-Razzano hacía su debut radiofónico en la Radio Grand Splendid. Pocos meses después el uruguayo José Razzano se retiró del canto por problemas en sus cuerdas vocales. Un centenario después Carlitos sigue cantando e inspirando Buenos Aires. “Hasta Dios se quedó a escucharte”, entona Patricia Barone en ‘Gardel, en el Cielo, con Guitarras’ de “Todas las cosas, y el tiempo”. En la canción no prima la nostalgia, el relato es en tiempo presente.
Año 1963. Horacio Salgán estrena “Música Japonesa en Tiempo de Tango”. Es apenas un símbolo del abrazo entre la cultura nipona y la argentina a través de la música de raíz. La admiración que se cristaliza en esa obra está a punto de alcanzar un siglo de historia y ‘Una Calle en Tokio’ es fruto y prueba de que no se perdió. Este vals criollo que vibra alrededor del erhu de Aria Zheng hace correr los buenos aires de China y Japón por el reloj de arena.
Año 1981. Néstor Marconi y la Orquesta Metropolitana del Tango estrenan ‘Alfredeando’, un homenaje sentido a Gobbi, uno de los violinistas que cambiaron para siempre el gotán. “Fue el padre de todos nosotros, los que luchamos para hacer un tango mejor”, había dicho Piazzolla sobre él. 42 veranos después Ramiro Gallo, otro violinista que es escuela, le hace un tributo en vida: ‘A lo Marconi’. Con el homenajeado en el fuelle, el ahora sexteto se pasea por un estilo renovador de Néstor, aquel que le dio nuevos aires al tango cuando parecía que estaba agotado. El ciclo vuelve a empezar.
Año 3024. En algún lado alguien baila ‘La Cumparsita’ con alguien más. Mientras, un conocido suyo llora por eso que no vivió, un tercero rezonga por lo que ya no vive y otro se alegra sin precaución por el porvenir. Todos al mismo tiempo. Todos, en algún tiempo, son el mismo.
4. Fin del Mundo – Hicimos Crecer un Bosque
Por Ramiro German.

Al oír por primera vez “Hicimos crecer un bosque”, uno puede idealizar al disco como una especie de refugio ante las inquietudes, que te hace sentir cuidado, protegido de cualquier pesar. Esa primera idea, sin embargo, se siente inconclusa, más aún si se da por sentado que las chicas de Fin del Mundo buscan que los sentimientos interpretados en cada pasaje acompañen al oyente por sobre el tiempo de escucha. Ese espacio seguro, forjado con una sonoridad apacible, va más allá de resguardarlo. Más bien, funciona de ayuda para que alce sus propios muros.
Desde ‘Una temporada en el invierno’ hasta ‘Vendrá la calma’, todo se siente como transitar un mismo sendero: no hay desviaciones, bifurcaciones, ni parates que te saquen del camino. Por momentos dream pop, por otras bien apegadas al post-rock, siempre entrelazándose de forma orgánica, cada pieza fluye sin repeticiones, variando en melodías y emociones con decenas de detalles brillantes. Hay secciones armoniosas a cuatro voces que se muestran como la calma previa a una tormenta furiosa de distorsión y otras enteras donde las guitarras se hacen con el caos, mientras bajo y batería sostienen la serenidad. La calidad sonora es lo máximo a destacar tras las composiciones. Las grabaciones a mano de Estanislao Lopez y la mezcla de Nicolas Aimo añaden una inmersión natural que invita a sumergirte en el viaje que crean las cuatro mentes maestras detrás de cada instrumento.
“¿Será que algo mejor nos va a pasar?”, gritan al unísono Julieta, Lucia, Tita y Yan, antes de despedirse con la certeza de conocer la respuesta desde hace tiempo. Demostrando que la solución es colectiva, las Fin del Mundo nos enseñan con su debut que no se puede reverdecer un bosque en soledad.
3. Varoner e Irivrte – Fiebre de Oro: Aurum
Por Flor Viva.

El elaborado arte del storytelling cobra vida de nuevas maneras en el segundo disco como dupla de los rosarinos Varoner e Irivrte. A partir de una escenografía dibujada por las infalibles instrumentales del productor, “Fiebre de Oro: Aurum” introduce un universo con una multiplicidad de referencias tanto al mundo del cómic como a la icónica música que pavimenta de forma constante los caminos del Hip Hop. De Quique Alcatena a Dionne Warwick sin escalas y sin colorear fuera de las líneas de este Gotham sudamericano.
El estilo narrativo del álbum se muestra abierto, bosquejando un mundo e instando al oyente a entrar sin poder escapar ni predecir sus horizontes. “Pongo el ambiente tenso, tanto así que escuchan el disco con suspenso”, en sus acertadas palabras. El protagonista, un personaje por momentos borroso, pero siempre presente como guía, resulta un proxy artístico para las inquietudes así como también los valores innegociables con los que Varoner articula su recorrido: “Supe quien quería ser después del primer verso / Armamos el bondi, nos hicimo’ el boleto / Su objetivo es ser real, el mío hacerlo correcto”.
Los ácidos versos que condimentan la obra se vuelven una vez más algunos de los mejores escritos en el rap argentino e hispanohablante en general, con la nitidez argumental que caracteriza la música del rapero litoraleño. La alquimia que lo une con Irivrte se revaloriza luego de su anterior referencia como dúo, “Spectacular Raps” (2019), y propone una evolución por parte de ambos que revitaliza el poder de esta unión. Incluso en la insistencia en distintos aspectos de su perfil, como la disciplina y la competitividad, Varoner y su pluma encontraron nuevas formas de bordar puntos de vista sobre la escena. “Desde que busco el mérito en la hoja, milimétrico”, subraya, enseñando cómo lo calculador y meticuloso lo llevó junto a su secuaz a construir un marco conceptual de límites bien claros, volcado en un sonido diseñado al dente.
Las colaboraciones constituyen también el tejido narrativo como escoltas del aura propuesto, guardianes de su cohesión argumental: el aporte del español SD Kong brilla desde lo hondo de su voz hasta lo puntiagudo de sus rimas, mientra que la incomparable presencia y culto rosarino de Sirio en uno de los mejores tracks del disco es incandescente.
“Aurum” es, como proyecto artístico, redondo y, como manifiesto de principios, muy contundente. Varoner e Irivrte se plantan firmes frente a una ciudad con claroscuros contrastantes – una urbe en llamas – y la pintan desde lo ficcional con una arrolladora claridad. La atmósfera del trabajo se vuelve inevitable canción a canción, asfixiante, nítida e intrigante en todas sus esquinas. Nada de rap masticado, servido en bandeja: un recorrido, un ambiente y una colección de reflexiones que inspiran e impulsan a salir a recolectar las jugosas carnadas que guarda en su interior. “Estas crónicas se esconden, hay que buscarlas”.
2. Saramalacara – Heráldica [Bohemian Groove]
Por Vera Rentero y Agustín Wicki.

Sara Froján nació el primer noviembre del milenio y creció en la frontera oeste de la capital argentina. Tiene en el abdomen tatuado “Mataderos”, el nombre de su barrio. El anonimato de internet y el graffiti fueron formativos. De “Corea”, su tag en las persianas y vagones, a Saramalacara hay un salto a la masividad poco amigable para alguien de una generación que parece venir de fábrica con ansiedad social. Si para cualquier hijo de vecino volver a tener once, tomar chocolatada y mirar Nivel X es una fantasía habitual, para Sara es un escenario de salvación. En 2019 publicó su primer tema, un trap casi hecho sin ganas, de pura estirpe soundcloud rapper, donde ya estaba la nostalgia como marca de agua.
Casi cinco años después Sara es la mayor exponente de todas las músicas de la era digital en Argentina y recorre el mundo gracias a las miles de personas que la siguen. Llegó su primer álbum, donde colabora con sus ídolos y suena exactamente como quiere sonar, pero la nostalgia crónica sigue ahí. “Heráldica” expresa todas las vicisitudes que agobiaron su existencia, condicionada por internet como vía de escape para huir del sufrimiento real. La angustia del presente pulula maquiavélicamente y le hace creer que el pasado siempre fue mejor. Ese anhelo por la inocencia del ayer y el dolor de hoy conforma una de las bases de la obra. Desde el principio queda clara esta dualidad contradictoria: “Cuando más feliz era… / Cuando menos opciones tenía”.
Los escuderos de Sara, Dayvan y Evar, son los encargados de hacer realidad su imaginario de fantasía digital etérea. Las etiquetas “digicore” y “hyperpop” con las que la han catalogado nunca le hicieron justicia del todo, pero en “Heráldica” se vuelve obvio que son insuficientes. La herencia musical del cloud rap cargado de intensidad emocional, una corriente fundada por los Sad Boys y la Drain Gang en los 2010, envuelve el proyecto y la elección del sueco Fredrik Okazaki (productor del último mixtape de Yung Lean, “Stardust”) como ingeniero de mezcla da pauta de esto.
La especificidad de referencias de Sara es una de sus armas. Otros tratan de ser universales lavando todos los detalles, ella menciona cada influencia de su personalidad. La intertextualidad de las letras de “Heráldica” nos lleva a un cuarto lleno de posters con todo lo que amó de los tiempos que añora. Así invoca al espíritu de Avril Lavigne, frases de tumblr, los fanfics y más expresiones que fueron de y para la juventud en su momento. En las tendencias emo más populares y posteos de internet había sentimientos fuertes, aún si casi nunca terminaban como obras artísticas acabadas. Esto último, el criterio y la ambición para darle al cuerpo de trabajo dimensiones a la altura de sus dolores y escondites, es lo que hace a “Heráldica”, veinte años más tarde, el cierre de círculo para toda una generación y su consolidación creativa.
En su corta carrera, Sara mantuvo extrañar como motivo recurrente, pero ahora abrió una ventana a los complejos que inspiran esa necesidad de escapar del presente. El álbum contiene menciones explícitas a las autolesiones y llega a declarar que quiere quitarse la vida. La realidad es aplastante. Todo está mal y no se trata de valentía sino del ¿para qué enfrentarlo? En todo “Heráldica” hay rastros de una representación de la fe en Dios como algo real y tangible. La religiosidad es el camino que emprendió para poder escapar de los males que le atormentaban. Se observa que, después de exponerse a situaciones que contribuyeron a su malestar mental, necesitó una salvación que la ayudara a sentirse mejor y encontrar su lugar en el mundo.
Hablé con Dios, me dijo que mi lugar era otro mejor
DIAMANTES&KALASHNIKOV
Hay una percepción atea generalizada en la juventud de observar la religión como una fantasía para gente que tocó fondo (incluso Sara juega con esta idea cuando dice “y ahora soy creyente, como un fisura en rehab”), pero el poder de darle sentido al mundo y la vida no es algo a subestimar. Creer ordena el interior y ofrece explicaciones. Ella no sólo se bautizó antes de presentar este álbum al mundo, sino que en ‘tu droga’, al final de “Heráldica”, nos plantea la conclusión de una etapa de su vida. Para no sucumbir a la muerte y las vicisitudes digitales, debemos mejorar y lidiar de la mejor manera posible con la realidad. Para Sara, esta herramienta será su fe. Quedará en nosotros encontrar lo que mejor cierre con nuestra cosmovisión.
Reseña completa: https://lucumalucuma.com/resenas-cpt/saramalacara-heraldica/
1. Mir Nicolás – SP.I
Por Flor Viva.

El rap argentino viene coleccionando abundantes mutaciones y pisteando curvas musicalmente deliciosas, pero, más aún, estirando sus raíces en nuestro suelo con plena originalidad y fuerza. Nada corona este proceso como el debut solista de Mir Nicolás.
Metódico, melómano, hambriento. Su comportamiento artístico lo planta (y quizás contraintuitivamente) como productor antes que como rapero y, a la vez, como el mejor rapero de la Argentina. Sus decisiones artísticas parecen quirúrgicas. Las virtudes que explaya en este disco son muchísimas. Codo a codo, su amor por el proceso y el resultado, además de su maestría a la hora de hilar rimas. Muchos rapean con multisilábicas, y sin embargo pocos logran que la estructura suene natural, que la métrica sea del talle exacto del contenido, que la importancia de lo que se dice rebalse las sílabas donde se calza.
De espíritu barrial dolineano y con el decir vivo y práctico del lunfardo de los adoquines, su pluma juega con seriedad entre sinécdoques de altura y el atractivo léxico de un turro elegante. Las brasas de los versos en “SP.I.” hacen líquido el lenguaje, algo que Nico sabe moldear a su gusto y placer. Las alusiones y referencias que intercede le dan cuerpo a la decisión de escribir desde lo más profundo de aquel alma nostálgica y prepotente de lo rioplatense. Traza lecturas sociales filosas y muestra una osadía lírica a la que ya nos tiene malacostumbrados, mientras que sigue hallando formas de sorprendernos a cada paso.
En simultáneo, las instrumentales no son meros contextos de situación para las palabras: cada una dice cosas, hace cine de escenas familiares y arrabaleras, hunde sus garras para samplear de los oscuros rincones de grabaciones no oficiales y temas de pocas reproducciones del bajofondo musical argentino. Todo eso, desde ya, adicional al multihomenaje que se yergue en los casi 50 minutos de este LP y que tiene como mayor agasajado al prócer entre próceres: el eterno, Luis Alberto Spinetta.
Hay un ánimo en Mir Nicolás de dejar el Hip Hop nacional mejor que como lo encontró. Puede verse tanto en su manera de escribir como en su deseo y empuje para constituir imbatibles instrumentales con ataduras de nudos fuertes a su galopante argentinidad. Y, además, con bordados que marcan su amplísimo rolodex de influencias y colegas a quienes él mismo ha alumbrado, como muestran los RSVP de N-Wise Allah, Dano, Varoner, Mar Marzo, Ghostpell, Holy K, Lord Juco y Kingdom Kome.
Así, la pieza mete las manos en el nutrido barro de la música argentina para convertirse en el mejor proyecto con pies firmes en la cultura local que el Hip Hop le ha regalado a nuestros artistas. En el firmamento del rap de acá, nunca ha habido un álbum como este, pero, a su vez, la pertinencia de “SP.I.” desborda de los márgenes del género. Es un disco pero también una respuesta inesquivable a algunos debates que atañen al patriotismo y sus formas contemporáneas, al involucramiento de los artistas con el mundo que los rodea. A las generaciones de músicos jóvenes, su conocimiento sobre la idiosincrasia, y hasta el humor y la política nacional. “Sólo Ingrávidos no muere, como mala yerba / Cuido mi energía aunque llegues de día / A mí me odian como si se me enoje D’Elía”.
Un compositor dedicado, Mir Nicolás nos acerca una obra más grande por dentro que por fuera: cada detalle nos abre nuevos circuitos de conexión a la memoria cultural del Río de la Plata, nos hace recorrer las rutas nacionales a través de guiños, de gestos o de golpes sobre la mesa. Hamaca nuestros oídos por caminos asfaltados de instrumentales que se cuecen detalladamente con compases de un rapeo guapo y atrevido, que no deja tras de sí nada más que aplausos.
La nueva era del rap, del crack, del funk