¿Cómo se mira quien está viendo siempre a los demás? ¿En qué momento agacha la cabeza y se detiene en la costura de su propio cuero? ¿De qué manera se acomoda sobre el presente una persona que tiene tan aceitado el ejercicio narrativo del tiempo? Más que disparadores, estas son advertencias a los párrafos que continúen, porque esto es obvio, pero no por eso menos cierto: a un personaje como Orco hay que hacerle justicia. Y para evitar que el dicho “en casa de herrero, cuchillo de palo” lo siga acusando con reflectores, intentaremos introducirnos, desde una de las miles de perspectivas posibles, en su historia. Nacido Julián González hace 40 años en Mar del Plata (la coincidencia compatriota con quien escribe esta nota subleva el entusiasmo), forjó su identidad artística como Orco Videos y hoy esa segunda palabra no describe ni la mitad de sus proyectos. Realizador audiovisual, productor, responsable de no uno sino dos sellos de música, director, devoto del Gauchito y detractor del queso (algo tenía que tener).
Estamos en su estudio, un lugar amplio con pocos objetos pero de presencia impactante, es un marco acorde a quien lo conduce: espectacular, brutalista, sin temor a exagerar. Por la calle pasa el camión que compra muebles y electrodomésticos, su pregón es claro aún con las ventanas cerradas. La carta de presentación de Orco le deja vuelto para pagar una ronda de birras a un contingente de alemanes: antes de sentarse, dejará su teléfono dado vuelta en la otra punta de la mesa. Este gesto tendrá su réplica hasta en los silencios que toma. Si pensamos en la vorágine que fueron varios años de su carrera, es claro que su condición de testigo de la música contemporánea argentina de la última década lo ha hecho tan consciente del ahora como de la frescura que le aporta el mullet canoso y brillante que sale de su cráneo.
Como se dice y se tuitea sobre la semejanza cromática entre la última película de Luis Ortega (“El Jockey”) y la obra de Marcos López, podríamos linkearlos. Pero lopezista es también Pablo Lescano, y ya el fotógrafo lo retrató en 2012 (para la campaña del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata). Y Mar del Plata es más Marcos López que ninguna otra ciudad costera. Y Pablo y la cumbia mucho más. Pero Orco es cumbiero, amiguísimo del líder de Damas Gratis y, como ya dijimos, marplatense. O sea: tiene todos los puntos. ¿Quién condensa tanta intensidad entonces? La foto se velaría antes de llegar al cuarto oscuro.
Al charlar es onomatopéyico, habla con calma pero al avanzar sobre las anécdotas va disparando globos de historieta que dan cuenta de la velocidad de los hechos, una cadena de causalidades, de descubrimientos de gente piola, más atrevimiento que magia. Pum. Más animarse que poder de contactos. Bum. Más insistencia que recursos suntuarios. Pam. Más mística escurrida de la tragedia que derivada de la sugestión cristiana. Bam.
Julián se fue de Mar del Plata en 2005, se sentía medio perdido, había dejado de andar en skate. No veía futuro, bien en sintonía con el momento del país: post 2001, “época de oro de la droga y la delincuencia”, dirá.
La forma que encontré de escapar fue yendo a La Plata. Cuando trabajé en el MARFICI vi a un loco en una charla decir que iba a abrir una escuela de cine en Buenos Aires. Alguien le tiró que me de una beca (ese loco era Eduardo “Cholo “ Ruderman). Enseguida me vine a vivir acá. Estudiando duré dos meses, pero me quedé. En 2008 conocí a un grupo de grafiteros, el más grande tenía una productora. Fue una época intensa: laburé como camarógrafo, realizador y para MTV. Aprendí un montón.
Una mirada cenital nos ubica frente a un rompecabezas sin bordes, podríamos empezar por cualquier lado. Y elegimos el principio que también es su actualidad. Su vínculo con la cumbia, que es a la vez su puente con Pablito Lescano.
No lo dice acá y tampoco lo pregunto porque está registrado en más de una entrevista, pero: Lescano puso la plata para rodar el video de ‘Homerun’, de Paulo Londra. El arco es curioso, el que hizo la revolución postrado desde su cama bancó una movida para el mayor dormilón del trap. Más que un chisme de sábanas, el dato habla de los ribetes de la amistad entre filmmaker y artista, que también se aloja en la ternura con que Orco aflauta la voz para imitarlo.
Entró a la cumbia desde la Villera y a Lescano lo conoció por acompañar a un amigo a hacer una nota. Lejos del faneo, Orco quería mostrarle el último video que había filmado, pero el cumbiero, siempre más rápido que el decantar de sus dedos sobre las teclas, ya lo había visto. Pablito, a la vanguardia hasta de YouTube. Ese primer encuentro bastó para hacerse amigos, aunque a veces ni la amistad consigue mermar las propias mañas.
Pablito no permite directivas, entonces Orco va y filma. A veces chocan, como en el rodaje de ‘Perrito malvado’, el tema de Damas Gratis con L-Gante y Marita.
Quizás tenga que ver que no labura con nadie, se produce solo, entonces a menos que sepa que va a ser un gol, no hace video. Pero tiene la visión, tanto con en el tema con L-Gante como en ‘No te creas tan importante’ la vio. Me llamó el día anterior. Lo coordiné pero no fui (estaba de viaje), mandé cuatro cámaras, gente que se copara a estar en Moreno un sábado a las cuatro de la mañana sin saber nada. Capitaneó Gera y terminó siendo el hit que fue.
Primer mojón de esta historia. ¿Quién es Gera? Si se responde, es preciso abrir una pestaña gruesa: contar qué es Sin Miedo.
Gera es alma matter del gigante llamado Sin Miedo, una idea que arrancó con entrevistas durante la cuarentena a figuras de la movida tropical, esas “Conversaciones con amigos” que cruzaba a colegas como Ariel Puchetta con Sebastián Mendoza o Cazzu con Karina. Y como la cumbia nació con la cadena suelta, ese ciclo se amplió con sesiones de música en vivo. La idea funcionó pero a medias, porque ¿qué es la cumbia sin público? Algo así como estrenar pilcha en una juntada y que no vaya la persona que te gusta. Una coquetería hambrienta de halagos. Transitada la pandemia, las sesiones empezaron a convocar gente y, con ello, a profesionalizar su encare. El debut de las noches con público (hoy clásicas “1 Tiro”) fue fundacional para movidas audiovisuales de este tipo y también para sus fieles, porque abrió un nuevo espacio al batallón cumbiero que manijeaba del otro lado de la pantalla. Que levante la mano el que sabe la cantidad de saltos que da el Apache Ness (ex cantante, hoy productor de uno de los sellos de Orco) durante la presentación de Pala Ancha. Trampa, amor y regresos alternan entre quienes se sienten interpelados por este género musical, “la música nacional popular de nuestra Patria”, describe Lescano.
Sin Miedo es un canal de YouTube, pero eso quedó lejísimos. A más de cuatro años de su primera grabación, hoy congrega gente que arregla en grupos para caer a hacer previa en las filas, con banderas y pilusos, a estallar el Teatro de Flores o agitarla horas antes de las grabaciones sorpresa (las que se hacen sin avisar quién va a estar arriba del escenario), a tirarse el lance estando en la fila con un 2% de batería para mandar un mensaje atrevido o dejarse guiar por la excitación del redoblante y avisarle al jefe que mañana no cuente con uno porque el nene está con fiebre. En ese escándalo de celebraciones, con remera de batik y los rulos húmedos siempre se lo ve a Orco, orquestando el registro de todo lo que suceda.
En 2016, Orco comenzó la aventura de hacer una película, “Me quedo contigo”, protagonizada por J. Catriel, con Kaydy Cain y música de Lescano. Peli que fuera de su estreno de Festival, pudo verse para los que alcanzamos a enganchar el link cuando Orco la liberó en 2019.
La estrené en 2018 en el Festival de Cine de Mar del Plata. Con Joaco – el tatuador, productor de fiestas, grafitero y actor J. Catriel – estábamos tristes porque nos habíamos separado de nuestras novias y decidimos hacerla. Venía con una idea de peli hacía diez años, la idea inicial era yo en Mardel con mi perro, después fue mutando. Tampoco sabía qué estaba esperando, porque no seguía el camino formal de una película.
Siempre había laburado solo, soy camarógrafo pero nunca me profesionalicé. En lo único que tenía alguien era en color, tengo un amigo que es el número uno, Ale Armaleo, entonces el finish quedaba bien, yo machucaba las cosas, pero en el final le encontrábamos un look, podía mantener la fe hasta el final, el color te permite eso. El equipo lo armé con amigos, pero la peli no tiene ni director de fotografía y empezó sin tener guion.
¿Cómo llega Kaydy Cain a formar parte del proyecto?
Cuando la hago en 2016 me dijeron que tenía que aprender lo que era una estructura narrativa, pero no escuché. A fin de ese año la edito y veo que estaba flojita, demasiado experimental. Ahí los conozco a Pablito y a los PXXR GVNG – colectivo español de raperos formado por Yung Beef y Kaydy Cain, entre otros-. Cuando entiendo que la peli no funcionaba me junté con un guionista. Vuelve a Argentina Kaydy y le propongo actuar.
En nuestro país no se estilan los diss tracks, pero en Buenos Aires se grabó uno de los mejores beefs en español. Y el que encuadró ese combate lirical fue Juli. Hablamos, por supuesto, de ‘Perdedores del barrio’, de Kaydy Cain.
La PXXR GVNG había firmado con Sony. La banda entrega un disco que tenían grabado, “Los Pobres”. Como no tenían intenciones de cumplir el resto del acuerdo, se cambian el nombre (La Mafia del Amor). Fueron los primeros artistas de trap en firmar con un sello grande. Después aparece Tangana, que para Sony fue apostar a algo parecido pero más estilizado. Él se había pegado con ‘Mala mujer’ y había sacado ‘No te pegas’, que era beef para ellos. Esa misma noche me llama Kaydy y me dice que tenía un temón y necesitaba grabarlo. Yo le propuse hacer el video.
Hay dos marcas de tiempo casi tragicómicas en la canción. Él frontea con poder tomarse un subte, pero el segundo es peor: la plata de ese momento ya no vale nada.
Tremendo. Le escribí a un amigo y cayó con $500.000, que era una banda de guita.
Mi misión con “Me quedo contigo” era que sea una película, que la puedas ver, que tenga un inicio, un final, créditos, con eso estaba contento. Tuvo tres proyecciones y quedó.
Pero quedó por vos.
Es difícil el mundo del cine si no estás metido. Traté de moverla. Estuvo mucho tiempo en la plataforma CONTAR. Tenía un link de Drive que pasaba hasta que me avisaron que no funciona más. Tendría que ver dónde subirla.
“Me quedo contigo” tuvo una proyección clandestina. La óptica Orco adentro y afuera del set.
Darlo todo en el momento y después vamos viendo, esa parece ser la tónica de Orco.
Llama la atención que hayas tenido conflictos con el guión, porque sos de los pocos fillmmakers locales que construye historias en los videoclips.
Pensaba, ¿cómo me van a enseñar si lo único que sé hacer en esta vida es contar historias? Desde que soy chiquito escucho historias, miro historias y cuento historias, es a lo que me dedico. Pero una cosa es contar una anécdota, otra una historia en un videoclip y otra cosa es mantener una película, que es más complejo, no quiere decir que no se pueda hacer intuitivamente, pero entre que los actores no eran actores, la peli se te va para cualquier lado. Tenía una escena con alguien en un taxi, no conseguimos auto y el personaje terminaba yendo en bici, entonces lo que venía después ya no funcionaba. Los actores no podían decir lo que yo necesitaba que dijeran para que la historia avance, no les salía o era poco natural, y eso volvía a transformar la historia.
Es un poco lo que me pasa siempre, una es la historia que yo quiero contar, otra es la que se cuenta con los recursos que se tienen y cuando se deja un poco de libertad dentro del rodaje y después lo que se termina armando en montaje. Pero una peli es una estructura mucho más grande, que tiene que durar un ahora y pico, mantenerse y entenderse. Un videoclip puede asociarse con una sensación, vos entendiste una cosa, vos otra, te tirás unas líneas de historia, es otro mambo.
¿Cambiaste la idea que tenías para filmar en el rodaje mismo, por algo que haya pasado?
Siempre pasa eso. El primer video que hice era un videominuto que había filmado con una camarita, cuando mi primo se lo contó a otra persona me doy cuenta que era mejor de lo que me había imaginado, había otro significado. Por eso me meto más en los videoclips, por más que haga algo narrativo no te doy todos los eslabones de la historia para entenderla, si hiciera algo muy cerrado corro el riesgo de hacer algo que no llegue a reflejar lo que cuenta la canción, y entonces es como si me preocupara más por contar la historia que en transmitir las sensaciones que la canción me dio. Trato de llegar a un equilibrio, contar la historia que quiero pero que también alcance a expresar la esencia del tema.
Este año Orco se cansó de ser el último eslabón de la cadena, que lo llamen dos semanas antes del lanzamiento de un tema para hacer el video (o lo convoquen y la canción ni siquiera esté terminada). Ese hartazgo es parte del germen de sus dos flamantes sellos: el cumbiero Wepa Records (compuesto por ahora por los artistas Santi Cairo, Mc Caco y Kun, el Príncipe del Acordeón) y el de electrónica, Máquina Latina.
Me empezaron a dar ganas de laburar a largo plazo, hacer una dirección creativa, que siento que muchas veces hice pero no con esa proyección. Me junté con mi amigo el Lechu, que tuvo que ponerse a investigar qué cosas, además de lo creativo y decirle a los artistas qué ropa ponerse, hacen falta para tener un sello. Después nos asociamos con Daleplay.
Tampoco me gusta esa estructura que exigen las propuestas mainstream, no me excitan más. Me gusta el under, trabajar con amigos que te permitan una proyección, poder decir este video es el primero de cinco, o el de una temporada, tipo multiverso. Con el Kun hicimos cuatro videos arriba del techo de un tren (señala la chapa que descansa a sus espaldas), fondo verde y cuatro estaciones con escenarios distintos: el tren de la cumbia. Ese es el tipo de desarrollo que quiero y vamos a implementar con los artistas.
¿Qué decisiones tomaste en ‘Ouke’? ¿Con qué libertad pudiste trabajar?
Todas. La libertad está siempre, falta en los tiempos. Me hubiera gustado seguir laburando con Ca7riel y Paco en una proyección. ‘Ouke’ me llegó una semana antes y terminó cambiándome la carrera.
¿Cómo ves el presente de los videoclips?
En 2019 y 2020 tuvo un subidón, pero mi movimiento actual tuvo que ver con eso, vi que estaba caducando. Ya pasó esa ola, la música se consume de otra manera. Hay un tema con las plataformas y lo difícil que es recuperar la inversión de un video, que es simplemente una publicidad para el artista, un dinero que no va a recuperar por plataformas. Si lo pensás así rinde más pagarle a un Tiktoker para que haga algo con tu canción. Nadie hoy mira un videoclip entero, se convirtieron en un acompañamiento, se usan mucho los visualizers por ejemplo. Las compañías piensan que es más fácil, barato y efectivo hacer otra cosa. Imagino que los directores pueden tratar de encontrar la manera de hacer cosas piolas sin que necesariamente sean un videoclip. Y si bien parece morir es un poco impredecible. De repente alguien saca un video que la rompe y levanta la vara de nuevo. Creo que con la inteligencia artificial van a pasar cosas, vas a poder hacer algo mucho más barato y volarte.
¿Laburás con IA?
¿Pensás que puede volver a ocurrir un fenómeno similar al que se dió con el trap en Argentina?
Ahora estamos hypeados, todos están mirando lo que sale, lo que se está exportando es una música que no hacemos nosotros, se hace hace cuatro o cinco años y de la que no tenemos tradición. Los pibes la harán bien, pero no es un sonido que tenga nuestro folklore, y si tenemos otro montón de sonidos para aportar, uno es la cumbia. Creo que el trap agotó a nivel mundial y se busca algo con más raíces, que suenen más locales y ahí tenemos mucho. Estoy en esa, pero la cumbia también necesita una renovación que no tiene. Ke Personajes fue el artista más escuchado de 2023, lo que está pasando con Sin Miedo y Un poco de ruido (el canal de streaming dedicado a la cumbia), pero sigue sin haber una renovación del género que dialogue con el 2024, un sonido, un paradigma actual, creo que ahí puede pasar algo, que tampoco sea RKT que no es cumbia, es otro ritmo, tiene cosas de cumbia, pero está más cerca del trap o un reggaetón hecho en Argentina. Con el RKT pasó algo y con la cumbia cumbia puede seguir si mantiene su esencia.
También veo a los pibes del plugg –Stiffy y Agusfortnite2008-, que encontraron algo re argentino con un sonido de afuera. Encontraron el estilo para hacerlo desde acá, como lo que pasó con los corridos tumbados en México, puede pasar algo similar. La cumbia tiene mucha mística, tradición, se escucha en toda Latinoamérica y es muy popular. Las cosas están dadas para que suceda.
¿Cuándo surge la idea de Máquina Latina?
Lechu estaba laburando con artistas de electrónica y dijimos, “si hacemos un sello hagamos dos”. Me parece re divertido, son dos cosas muy distintas pero a su vez podemos hacer que convivan. En la última fiesta que hicimos tocó Joaco y se subió el Kun a tocar, fue un crossover increíble. Yo soy bastante transversal a las dos, creo que hay cosas de la electrónica que se pueden llevar a la cumbia y al revés. A la cumbia queremos modernizarla y el desafío del techno es argentinizarlo, entonces parece que no tienen nada que ver pero sí.
En general los artistas de techno sacan un EP por otro tipo de plataformas, más de nicho. Nosotros estamos apuntando a que se trabaje con los artistas como con los de trap: sacar un video, que lancen temas de a poco, tener una constancia, y sobre todo que la música no solo se consuma en las fiestas electrónicas, en el mundo del djing o por descargas de Beatport, sino también en Youtube, Spotify, como disco físico. Todo esos recursos que ya se agotaron en el trap pueden ser una novedad para la electrónica. Como puede llegar a pasar que el próximo giro sea la cumbia también puede suceder con la electrónica: que el hit radial sea un techno hecho en Argentina. La electrónica es un mundo más pequeño y cerrado, con una estética repetitiva y que come del mismo lugar. Lo que hacemos con Máquina Latina es refrescar un poco eso, ahí es donde metemos un turro acordeonista arriba del escenario en una fiesta de techno.
¿Cómo nace tu fe hacia el Gauchito?
Hace muchos años fui a pasar mi cumpleaños a la Carlos Gardel con Alan Garvey y César Gónzalez. Ellos me regalaron un altar. Después fui a Corrientes y visité el santuario donde está enterrado. Hace unos días fuimos a grabar al barrio de Alan, quien a través de César se empezó a meter en el mundo del cine. Somos hermanos, ahí rodamos de locales. Después me escribió para contarme que se habían agarrado a los tiros, así que sí: el Gauchito está siempre presente.
‘Puentes’ es una canción de 2011 que Alan, con 10 años, le escribió a su madre presa y para la que Orco encontró su debut en materia de video. Hoy ese niño es un adulto a quién Julián desea introducir al equipo de artistas de Wepa.
Anillos al día, los reales y los de tinta, un altar del Gauchito Gil cortesía de Lescano, una ilustración de Supermerk2 a cargo del artista local Babelitox, el logo cegador de Wepa e instrumentos legendarios. Hay en su oficina material suficiente para inaugurar un museo, pero Orco va demasiado para adelante como para atender una conciencia historiográfica. La nostalgia no le da ni un besito.
¿Te llevás souvenirs de los rodajes?
Avisa que ya viene y aparece con el que quizás sea el instrumento qué más alegría proveyó a la música popular en los últimos 25 años. Ese mismo llamado por el artista Nicolás Romero Escalada en su muestra Tristeza de Verano: “El Roland AX-7 más famoso de la Argentina, objeto mítico que resurge como símbolo de resistencia, reclamando la solemnidad de un espacio dentro de los albores de lo ajeno”. Sí, Orco cae con EL teclado de Pablito, el original. Un objeto exhibido en la exposición de Escalada y antes en el MALBA. Un teclado empachado de gira pasó por el rigor de la burocracia de obras de arte. Cumbia transportada en un camión blindado.
La cumbia nace hace muchos años en Colombia, en una tribu ubicada en la sabana, como parte de los rituales fúnebres donde se tocaba música, a eso se le suma el tambor africano de los primeros esclavos que se liberan y por último el acordeón o la lírica europea que acaba consolidándola. Durante mucho tiempo queda como algo folklórico y de festividad colombiana y empieza a correrse a partir de los movimientos migratorios.
La teoría que decidimos tomar en Wepa es la que cuenta que un colombiano en los 60 queriendo cruzar ilegalmente a México una batea de discos de cumbia (entre otras cosas) tiene que descartarla y termina con los mexicanos. Así terminan 50 discos de cumbia en Monterrey, lo que genera un foco de cumbia en esa ciudad. Ahí comienzan a bajar un poco los BPM y a cambiar los instrumentos folklóricos por digitales que les bajaban de Estados Unidos, cambian el acordeón por sintetizadores, baterías electrónicas y empiezan a mixear. En los 90 se mezclan con el High Energy, algo que se hacía con sistemas de sonido, música disco tocada en Sound System. Los cumbieros empiezan a coparle la parada al Sound System y a usar la estructura del High Energy para hacer fiestas. Le copian la estética, esas letras puntiagudas. La primera High Energy grande se llama Polymarch y se la copia a un disco de The Commodores, una banda disco de Estados Unidos, le imita el logo y le va re bien. Después los cumbieros replican y la llevan a niveles demenciales.
Por una lado se crea la cumbia sonidera, que es más instrumental y con instrumentos digitales. La cumbia colombiana es reinterpretada por mexicanos, empieza a sonar en Zona Norte, en Tropitango por Jimmy y su Combo Negro y el Yankee. Ese es el sonido que agarra Pablito Lescano para hacer la cumbia villera, los sintes… obvio reinterpretado pero influenciado por ese sonido, que viaja a través de las barras bravas de nuevo a México pero con canciones actuales. Ahora hay bandas mexicanas que empiezan a replicarlo, hacen cumbia villera con el estilo argentino, hasta imitan el acento.
Pueden hacer el ejercicio, lo que dice Orco no es una exageración. Busquen ‘Drogado para olvidar’ de Tu Fazo.
Con Wepa queremos reactivar ese diálogo, esa línea de la cumbia entró mucho por Estados Unidos por los mexicanos, entonces en Texas, Los Ángeles, Nueva York, hay focos de cumbia. Es una nueva oleada de cumbia sonidera que tiene su estética. En Argentina se podría dar algo de lo que se armó en México con la movida de bailes, que los pibitos estén tirando pasos, es algo que está en nuestra cultura, desde Los Wachiturros, los floggers. El Kun es el principal exponente, baila arriba del tren, en sus shows. Apuntamos a que en dos años se hagan fiestas en todo el Conurbano, un domingo a la tarde primaveral, abajo de un tinglado tomando vino o Coca y tirando pasitos. Ese es el boom.