En el amplio y jugoso paisaje musical que definió la última década del siglo XX, el trip hop se ganó un lugar prestigioso. Incluso tres décadas después de su gestación, el género continúa fresco y su influencia se puede ver hasta en artistas como Mon Laferte. Como pauta su canción ‘Tenochtitlán’, el sonido que nos convoca tiene componente ligado de lleno a las ciudades y la intensidad emocional embebida dentro de ellas. Aspectos tan relacionados a la cotidianidad de muchos de nosotros, que vemos necesario evocarlos aquí. Por eso inauguramos “Entendiendo el Trip Hop”, una nueva saga de reseñas de discos clásicos para entender porque aún nos moviliza tanto escuchar aquella mezcolanza de sonidos tan propia de cualquier metrópolis cargada de historia y cultura como lo es Bristol.
La ciudad británica que da orígen al trip hop está situada a pocos kilómetros de Gales y fue uno de los mayores puertos de esclavos desde 1700 hasta 1807. Aquel aspecto tan relevante e inhumano de la historia del imperio británico, generó que Bristol eventualmente contenga una gran diversidad étnica. Dentro de ese espacio portuario en dónde las aguas se evaporan para humedecer el paisaje y confluir con su historia, se dio una singular multiculturalidad que se refleja en las diferentes tradiciones sonoras que construyeron al trip hop.
Uno se puede preguntar de dónde viene el “hop” que aparece en el nombre, considerando que con el diario del lunes, nos resultaría más fácil asociar al género con el rock alternativo o la electrónica. Sin embargo, un aspecto fundamental en la génesis del sonido, es el uso de los samples tan característicos del Hip Hop. Esos sampleos tan grooveros acompañados de guitarras que nos remiten a ritmos de rock, daban pauta no solo de la influencia estadounidense en los músicos de Bristol, sino también de la continuidad de un sonido consolidado en el canon inglés con el uso de instrumentos analógicos. Evidencia de esta diversidad de influencias fue The Wild Bunch, grupo de DJs, entre ellos, Grant Marshall, que contaba con la participación de grafiteros como Robert del Naja y raperos como Tricky. Estos individuos, con puntos fuertes tan variados, serían los que formarían Massive Attack, banda fundamental para la historia del género.
Esta agrupación no es la que nos compete en la nota de hoy, pero cualquier intento por hacer un recorrido del trip hop no puede pasar por alto “Blue Lines”. Este disco es el que termina de darle forma a aquel popurrí de sonidos, forjando melodías y ritmos relajados que buscan acompañarnos en una visita por las calles de Bristol, mientras las voces nos transmiten diferentes emociones que a uno le pueden surcar la mente en un divague por la ciudad. No solo la importancia del disco radica en la génesis del sonido, sino que también su creación está relacionada de lleno al surgimiento de otra agrupación fundamental de este género. Durante las sesiones del disco, un tal Geoff Barrow contribuiría como asistente de grabación. A veces, Massive Attack le cedía tiempo de estudio a Barrow para que grabara sus cosas. Allí apareció un primer bosquejo de lo que luego sería “Dummy”, el álbum debut de Portishead.
En su aporte a aquella nube de sampleos, Portishead aparece para darle un giro a este género. Inicialmente un dúo compuesto por Geoff Barrow y Beth Gibbons, durante la grabación del disco sumaron a Adrian Utley, quien ayudó a construir las diferentes maquetas que dieron forma al proyecto. Gibbons en ocasiones también tocaba los samples que Geoff le enviaba, cambiando así la composición de los beats. La atmósfera misteriosa que caracteriza al disco bebe en gran parte del soul y jazz, y de distorsiones salidas directamente del canon rockero inglés. En este crisol, aparecen sonidos que parece que nos estuvieran hipnotizando con un aparato extraño (‘Mysterons’), nos estén asustando con el sonido de unas latas (‘Numb’) o simplemente nuestro corazón cada vez late menos (‘Strangers’), obra inmediata del scratching tan particular de Barrow. El uso de vinilos de sus propias grabaciones ultra comprimidas generaron estas atmósferas misteriosas que imperan en todo “Dummy”.
El enigma que embebe el paisaje de este disco y la contemplatividad que invita su sonido calmado, nos puede hacer pensar que esta interpretación del trip hop (que no apela tanto a esos loops grooveros de “Blue Lines”) tenía poco y nada que ver con lo que andaban haciendo los señores del ataque masivo. Sin embargo, saber que su gestación se dio junto a aquellas líneas azules que desembocaron en el azul de la portada de este disco, es el ejemplo vivo de la fluidez constante que el género permite.
En “Dummy” nos abraza un aura de intriga desde el primer segundo. Opera de inmediato un contraste entre el scratching tan importante para la gestación del Hip Hop y la voz angustiada de Beth Gibbons, que nos sumerge en algún crimen que no sabemos bien cómo se resolverá. La portada del disco ya alude a eso, pues se trata de un fotograma sacada de un corto que la banda filmó en simultáneo a la salida de “Dummy”: “To Kill a Dead Man”.
Si ya nos quedaba clara la influencia del misterio en el título del primer tema del disco (‘Mysterons’) apreciar este corto como una obra que acompaña al aura de “Dummy” da testimonio de cómo el ambiente generado por películas de los años 70 influyó a esta obra. No sorprendería que estos sonidos enigmáticos intentaran llevarnos al asiento de atrás del taxi de De Niro en “Taxi Driver”, mientras miramos por la ventana a una metrópolis aplastante y oscura con un montón de secretos y crímenes que nunca vamos a ver ni resolver, porque se los va a llevar ese exceso de energía humana que emanan las ciudades.
Inside, you’re pretending
Adentro estás pretendiendo
Crimes have been swept aside
Crímenes han sido apartados
Somewhere
En algún lugar
Where they can forget
Dónde ellos pueden olvidar
Mysterons
“Dummy” también encapsula la desgracia que se esconde en cada uno de nosotros mientras salimos por la ciudad a realizar nuestras tareas cotidianas. A pesar de la luz que acompaña e ilumina aquellas calles familiares, siempre existen lugares oscuros que nos recuerdan lo indefensos que estamos ante la inmensidad de las junglas de cemento. En ese proceso nos preguntamos “¿Dónde estamos en la ciudad?¿Los edificios nos protegen del frío de la naturaleza, o se imponen sin que les importe nuestra voluntad?”. Como de costumbre, no sabremos la respuesta a este misterio, pero haremos lo mejor por comprender que hay detrás. Hay días en los que no entendemos qué pasa a nuestro alrededor y pueden cambiar enteramente por aquel paisaje impredecible, donde una breve exposición al sol genera alegrías o desgracias, o tal vez una lluvia torrencial hace más complejo el camino a casa. Cuando asolan esas situaciones hay en nosotros una pureza humana clamando por ser atendida, como los cantos fatalistas de Beth que nos hablan de malos tiempos sin amor.
Nadie puede ver nuestra realidad completa dentro de un espacio lleno de personas extrañas que nunca vamos a llegar a conocer. Al mismo tiempo, podemos ver a cualquier transeúnte que nos crucemos. En ese proceso, cabe la posibilidad de que sintamos un fuerte extrañamiento ante los estímulos que rodean nuestro hogar citadino. Incluso treinta años después de la salida de un disco como este, cualquier humano puede empatizar con el sentimiento de alienación representado. Tal vez hasta queramos dejarnos hipnotizar por misterios ajenos a nosotros que adoramos tanto ver en películas y libros como escuchar en discos como este, mientras nos sentimos extraños y familiarizados con aquellas historias de sufrimiento que tanto nos agradan.
La permanencia de los sentimientos que emana “Dummy” da pauta de lo cíclico que resulta aquel misterio irresoluble que acompaña nuestra vida. Si no salimos de la urbe metropolitana, incluso la verdadera cara del cielo y sus estrellas errantes estarán ocultas a nosotros. También, podemos caer en caminos sin fé alguna, tales como los que describe Beth en ‘Numb’, en los que el engaño y la falsedad son pan de cada día, y por muy cuestionables que estos sean, cualquier ciudad podrá contener aquellas emociones impuras en el cemento de sus fachadas.
No todo lo que implica ver a los espacios metropolitanos es necesariamente malo. Es posible que un disco como este sea la banda sonora ideal para acompañar nuestros viajes por la ciudad cuando atardece. Por ahí hasta el menos religioso de todos nosotros puede sentirse conmovido al ver los rayos del sol que nos abandona detrás de una catedral, sea una tan vieja como la de Bristol o la que todavía funciona en nuestro barrio. Y si esa vista es acompañada de una voz que le den una razón para amar, y ser una mujer en un mundo tan hostil, no queda otra que desarmarse por millonésima vez.
Fuentes:
El origen del Trip hop. Los sonidos de Bristol. Ramona Cultural
Portishead, Dummy, creando un sonido único. Music Radar Clan.
¿Que es el Trip Hop? Soundless.
Portishead and The Enigmatic Heartache of Glory Box. Trash Theory.