N. Hardem: “Mal de Altura es mi disco más marcado por el contexto del rap en el que sucede”

En plena gira de presentación de “Mal de Altura” tuvimos una conversación con este pilar del rap colombiano acerca de la competitividad, el deporte, la ciudad, los migrantes, el trabajo y la conexión que trae vida, el vínculo del artista con su público.

Es 21 de Junio, un día lluvioso, en unas cuantas horas voy a entrevistar a N. Hardem, en el marco de la gira “Mal de Altura” por Colombia. La espera se hace cada vez más larga debido a problemas con vuelos, hoteles y taxis en una ciudad empinada que colapsa con la lluvia que azota el asfalto, así como la Bogotá que describe en su último álbum. Dicha expectativa se ve interrumpida por una historia de Hardem en instagram; la fotografía de una vitrina en el centro de la capital con símbolos en un cartel LED que representan Amor, Dinero y Salud (sí, así como su canción con Luis7lunes). En ese momento, es donde entendí el vértigo, ese del que tanto habla Hardem. Un artista que es referente, aprendiz y maestro para artistas como oyentes. Pensar en sentarme a conversar con él me hizo sentir que iba a tomar un café en la punta de la última antena antes del cielo en la torre Colpatria. 

Es que Nelson es de esos artistas con presencia por todos los rincones del rap colombiano. Si le gusta el sonido clásico del rap de Medallo, un boom bap de esos que parchan, relajan y transportan acompañado por rima ágil y asonante, vaya y escuche el EP “Lo que me Eleva”(2017) con El Arkeólogo de Alcolirykoz. ¿Quiere una carta de presentación junto a un productor, también comenzando, y donde ambos saquen los sueños y pesadillas a relucir? Escuche “Cine Negro”(2014) y deleitese con una obra donde referencias al cine se articulan con versos a modo de manifiesto de vida y obra. Le doy una última recomendación, si quiere algo donde demuestra su flexibilidad en distintos ritmos y colabore con artistas de géneros y regiones de todo el país, póngale play a “Verdor”(2021), preste atención y disfrute como suena con Briela Ojeda, Edson Velandia, Lianna, Pablo Watusi, Mismo Perro y AvenREC. Ahí me detengo, pero usted puede seguir buscando y se dará cuenta que esto parece la Red de Indra.

Pero, ya es momento de sentarnos a conversar con Hardem. Las circunstancias nos despojaron de varias horas y minutos de valiosa charla, pero aquellos minutos que quedaron son los que cuentan. Estamos en el tour de “Mal de Altura” y esta es la primera parada, Manizales. Este séptimo álbum está cargado de nubes de tormenta; atmósferas pesadas, rápidas y de peligro. Los versos y estrofas nos ponen en situación a su vez que hombro a hombro con Nelson. Algunas advertencias, anécdotas y analogías que rozan con el surrealismo, pues son casi imposibles de diferenciar con la posibilidad de lo real. Pero démonos un momento, que si ampliamos mucho el rango podemos perder el enfoque. Prenda el bafle y escuchemos el disco con detenimiento, prestele atención a esos tropiezos donde ha llovido mierda, donde se entra a la mina rezando para terminar cruzando el charco en el día del trabajador y escuchar de aquella hija con piernas, brazos y alas.

Fotografías: @somosEZR, @Techai_ y @Juvart.

Pareciera que hacer Mal de Altura te llevó a reconciliarte con Bogotá, a percibirla de una manera distinta ¿Cómo fue ese cambio en la relación que tenías con tu ciudad antes y después del álbum?

No sé si reconciliarme, nunca he tenido graves problemas con la ciudad. Es más como que me enfoqué en ella, en los detalles y en las cosas con las que no estaba tan reconciliado. Ver qué pasaba ahí, cuál era el resultado. La búsqueda no era necesariamente reconciliarme con ella, sino encontrarme, hablarle, exponerla y divertirme también. 

¿Cuáles fueron algunos de esos elementos que encontraste e, incluso, podemos rastrear en Mal de Altura

El agite, la velocidad, el rigor, el peligro. También el cambio demográfico en términos, por ejemplo, del desplazamiento forzoso en el resto del país o el establecimiento de varias poblaciones migrantes en la ciudad. A su vez, el tráfico de gente, el tránsito, que compone esa evolución de la ciudad, los nuevos cambios urbanísticos y esas vainas que están pasando que siempre tienen un pequeño impacto que repercute en un montón de aspectos.

En Bogotá hay mucha competencia y a la vez con mucha creatividad ¿Cómo es manejarse en esa escena llena de artistas y de tanto talento?

Desde donde yo estoy, que puede ser una posición privilegiada, siento que hay espacio para todo el mundo. Pero capaz alguien que está empezando puede que no lo sienta así, que le toque codear más. Para mí es una fortuna y una chimba, en primer lugar, hacer parte de una escena tan fértil; y, dos, poder aportar, participar y observar también.

¿Cómo crees que la conflictividad del país ha influenciado el rap colombiano y cuál es el lugar que ocupa este álbum bajo dicho contexto?

Es deporte. Es esa competitividad del deporte. Nadie está en desacuerdo con que los deportistas compitan. En nuestro caso, o como yo lo veo en el rap, es una vuelta de eso. Como de atletismo, en el que sí pasan cosas en el juego, ahí se queda y ya. Es un conflicto muy distinto. La cosa es que, a veces, las palabras hacen que la gente pueda tomarse las vueltas personales. Porque las personas pueden entender las palabras y relacionarse con ellas más fácilmente que con el ejercicio. Ese, en el que uno está haciendo algo, alguien corriendo, detrás de un balón ¿me entiendes? porque lo está entendiendo, lo escucha y lo imagina. Se puede ser testigo del sacrificio de alguien más, como al ver cualquier deporte, pero cuando alguien habla en una canción, uno siente que eso es para uno o para alguien más. Por eso la gente se siente más partícipe, incluso, que viendo deportes, y eso que en Colombia somos hinchas de cualquier mierda que pase. Desde donde yo lo veo, es una chimba también, como para sacarse taras morales y visajes de que uno no puede decir tal o cual cosa. Y eso de que uno no puede tener una postura confiada, porque entonces es una gonorrea, no me gusta. ¡Qué va! que chimba uno confiar en sí mismo y tener una postura sólida para reflejar lo que uno desee y compartirlo con los demás.

Hay una barra, de ‘Internacional Welter’, donde dices: “No es el trofeo es el alivio, es que hay detrás”. Ese alivio que está detrás del trofeo, aquel que verdaderamente importa, ¿es un alivio que proviene de saber que ya no hay nadie con quien más competir o viene de estar satisfecho con ese nivel al que llegaste y lo que mostraste?

De saber que hiciste el trabajo completo, sencillamente ya fuiste de principio a fin, del punto A al punto B. Conseguiste lo que querías tú y querían tus panas. Y bueno, ahora hay que descansar un día y levantarse al siguiente a seguir entrenando para ver qué es lo que hay que hacer.

¿Álbumes de rap latinoamericano recientes, como «Yeyo» y «Metal» de Lil Supa y compañía, fueron una influencia para el proceso de Mal de Altura o que otros referentes estuvieron presentes?

Creo que “Mal de Altura” es, a diferencia de otros discos que he hecho, como un hijo bien marcado por su época. Más que una referencia o una influencia directa, lo que influyó es lo que está pasando, el contexto del rap en el que sucede «Mal de Altura«, en esa agresividad, en esa sonoridad.

Ya casi se cumplen 10 años de todo este proceso que inició con «Cine Negro«. ¿Alguna vez se te cruzó ese pensamiento de cumplir 10 años de carrera a la hora de hacer Mal de Altura?

Sí, creo que está inscrito, está incluido y grabado en lo que pasa en el disco. Como una reflexión acerca de: ¡Mierda! ya llevo 10 años y más haciendo esto. Bueno, voy a ver qué pasa, voy a hacer un freestyle acerca de esto, y eso es «Mal de Altura«.

Volviendo a la actualidad y para finalizar ¿Cómo te has sentido con este inicio de tour?

Acabamos de llegar, vamos a ver cómo nos reciben. Venir a Manizales siempre ha sido una alegría inmensa. Las últimas veces, creo que ya son cuatro, han sido increíbles y cada vez se pone mejor. Entonces, el hecho de empezar acá me puso muy contento y me emociona un montón. Va a poner la vara y la energía muy alta, y el contacto se pone muy aleta para una temporada que es bien corta, pero que se siente larga ya que los shows, aunque sean pocos, están espaciados entre semanas de distancia. Con muchas ganas de romperlo.

Respecto a los show y el tour: ¿Cómo piensas llevar ese momento creativo de Mal de Altura a los escenarios? ¿Hay un cambio en el performance, en la energía con respecto a presentaciones previas?

Si bien “Mal de Altura” es un disco bastante denso, estuve preparándome. Llevo cerca de seis meses sin tocar, esperando el momento en que los primeros shows del año sean del álbum y no de otra cosa. Y claro, es difícil porque lo que siento en lugares y contextos como un estudio, mi casa, espacios donde compongo y demás, es diametralmente distinto a esas sensaciones que predominan al estar en contacto con la gente y ver la música en el espacio real, y tener ese feedback es mucha vida. No tenerlo, en algunos momentos, puede ser incluso como medio depresivo. El proceso creativo es convivir con ambas energías. La primera, como: Parce, no me siento tan bien o me hace falta esta vuelta. Y, dos: A la vez quiero construir algo para poder llegar y divertirme genuinamente. Creo que eso es como la energía de esta vuelta, lo venía pensando, sintiendo y tratando de canalizarlo, y en estos shows de «Mal de Altura«, quiero que se sienta que nos estamos divirtiendo genuinamente en el escenario. A pasarle una chimba sin excusas, sin filtros.

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