En un piso 31 de Belgrano nos espera Mir Nicolás con su disco. Santiago, fotógrafo designado, y yo, periodista designado, entramos al edificio con dos cámaras, un cuaderno de apuntes y expectativas por encima de la capa de ozono. Faltan tres semanas para “Spinettaje Intenso”. Sabemos que vamos a acceder al futuro y para distraernos comparamos el tamaño de nuestras casas con el del hall, que parece hecho para jugadores de la NBA. Estamos a punto de entrar en el limbo que significa escuchar algo que todos esperan y todavía no salió. Subimos.
Desde esa altura se ve el horizonte. Buenos Aires parece una maqueta planchada hacia el infinito. Es inspiradora. No hay rincones sin historia. En este mismo departamento se filmó la entrada de Nico a ‘Santo Grial’ y se hizo la pre-escucha exclusiva de ‘Cifrado 94’. Acá vive Desimone, el diseñador de la portada del álbum, que nos acompaña en silencio al igual que Lulo (autor del beat de ‘TeleKino’, bonus track de “SP.I”). Ambos andan cerca de Nico casi siempre y forman parte del equipo que hace posible todo esto. Aunque se lo guarden un poco, los tres están genuinamente contentos. Ya empezó la cuenta regresiva para el 6 de junio y no queda más que esperar para ver llegar el disco al mundo y preparar los cuatro shows que armaron para presentarlo durante junio y julio en Morón, Santa Fe, Córdoba y Capital.
En el departamento suena “Como tiene que ser”, álbum en vivo del Cuarteto de Jorge Anders, y apenas entramos salen más nombres de talentos argentinos. Todos los beats del disco están hechos por Nico con samples de música nacional, al igual que los de su EP “Gran Turrismo” y quién sabe cuántos más en el futuro. Me cuenta que hace poco fue a ver la formación nueva de Arco Iris, banda setentera de rock progresivo, y que arregló para juntarse con Johnny Tedesco, pionero del rock and roll en nuestro país al que mencionó en ‘Santo Grial’. Peloteamos sobre freestyle y ofrece varios co-signs: además de sus compinches Alkoy y Santiki, le gustan Sergio y Eros, y confiesa: “Antes de ir contra Sophia me muero”. Espera al final de un tema del disco para pausarlo y cuando termina de vendar un meñique de Groot nos hace la pregunta retórica: “¿Quieren escuchar eso?”.
Fotografías: Santiago Galafassi.
Durante 2022 y 2023 fui todos los miércoles a Jerga Sudaka, programa radial por el que cada semana pasan exponentes del Hip Hop nacional, viejos, nuevos y nuevísimos. A la salida se peregrina religiosamente a una cervecería que está a la vuelta de la radio y se conversa por un par de horas off the record con la mayoría de los invitados. “¿Quién es el mejor rapero del país?” es un tópico típico por la naturaleza competitiva del género. Teniendo en cuenta el peso del ego y los tantos sentidos de pertenencia por barrio y crew, escuché respuestas de todo tipo. Las dos más comunes fueron: “Mir Nicolás” y “(Un amigo) y Mir Nicolás”.
Cuando Nico habla tiene como muletilla el “es muy loco”. Hay una parte de él que todavía no se cree dónde está y lo que le pasa. Por un lado Pablo Podestá, su barrio, con el ritmo del Conurbano; y por el otro, “el Capitolio, el Capital Punishment”, la vista desde esta altura y todo lo que se mueve en la Metrópolis: “Todo el tiempo es así, A o B”. Admite, “es mucho para mí, mucha información”, pero esa doble vida a la que es imposible acostumbrarse es la que lo hizo apto para cambiar la realidad. Se mueve entre dualidades, el underground y el mainstream, los veteranos y los rookies, la cultura nacional y la cultura Hip Hop, Argentina y el mundo.
Los ojos están sobre él. La escena local quiere y espera que se convierta en la cara del rap argentino, no solo para el nicho que sabe lo que es el drumless y quién es Fede El, sino para todos. Esto incluye a la patrulla mutante internacional, Lil Supa’ y Dano entre ellos, que sabe que con este disco va a llegar su consagración e inevitable incorporación al podio hispano. Contra lo que uno podría imaginar de un super rapero latino, Nico es un pibe tímido, sin un espíritu de líder ni una presencia avasallante. Cuenta que casi ni hablaba hasta que empezó a trabajar como vendedor de ropa en la adolescencia y para subsistir estuvo obligado a encarar desconocidos. Tiene un kilometraje de callejeo digno de un Chevy, con todo lo que eso conlleva, pero podría vivir tranquilo a base de comida vegana, seguir a Chaca y estudiar lo que le apasiona. Cuando le pregunto por la presión de las expectativas no finge soberbia: “Me cago todo la verdad, me da un poco de ansiedad… pero es lo que toca. En algún momento tenía que hacerlo”.
La escena le dió el papel protagónico y él lo cumplió para poder alcanzar sus metas. “Por mi haría miles de beats y no sería rapero”, admite. Una de las razones por las que se hizo esperar “SP.I” es que Nico escribe poco: “Antes me hacía un tema cada tres meses. Hacía una bomba, está bien, pero boludo, ¿cómo vas a hacer un verso en tres meses? Sentía que no la podía colgar”. El contexto tampoco ayudaba: “Era un pendejo, no sabía mucho y tenía que trabajar. Mi último laburo fue en un lugar de frenos, todo el día sacando ruedas gigantes, buscando el mango. Sumado a que también es muy difícil todo porque acá no hay industria de rap, está Ingrávidos nomás (risas)”.
Esta personalidad parece incoherente con lo que pasa cada vez que le prenden un micrófono. Hay miles de componentes en la idea de ser el mejor rapero, códigos e ingenio para vocabulario y referencias, mañas de ñoños, complejidades asonantes, esdrújulas, estilos rebuscados y más, pero más allá de especificidades con décadas de evolución, de lo que se trata es de la capacidad de sorprender siempre. Cada vez que Nico entra a una pista se escucha una onomatopeya y se fruncen los ceños. En los detalles aparece la diferencia: él no tiene un porro, tiene una maconha con olor a prehistoria o un joint que llora grasa como un cubanito. Entre líneas hay hazañas: una vez hizo rimar “que nivel” con “A.T.R”. Lo suyo es cabuyería, con las sílabas hace nudos que no se sabe dónde empiezan y hasta dónde llegan. Ese shibari de manufactura turra va más allá de los puestos, un verso suyo da la convicción de que es el mejor porque parece que no existe hacerlo mejor.
El dominio de las formas puede bastar, pero más allá de los lujos lingüísticos, la principal virtud de Nico es el amor a la música. Su pasión es más grande que los egos y las expectativas. Sufre cuando las cosas no salen y se emociona cuando escucha a un colega hacer algo increíble. Se agarra la cabeza y se le abrillantan los ojos cuando escucha los versos que Holy K, Varoner, N-Wise Allah, Ghostpell, Lord Juco, Kingdom Kome y Dano le mandaron para el disco. Los admira profundamente. Los meses previos se dedicó a colaborar con talentos que lo motivan de todo el país: Roman Yougareth, Killimet, Komp, mhtresuno, Santiki, Calle Pura y Santino. En Jerga Sudaka declaró que lo que lo motoriza a dar todo de sí es dejarle un buen panorama a los que vienen en el futuro, que van a ser los mejores.
Su primer disco no se trata de él. Cuenta su historia, junto a la de su familia y lo que atravesaron esas generaciones con la cultura nacional como marco. Que los beats se construyan en base a samples argentinos no es un dato de color, es “una búsqueda de identidad”. Hay pequeños homenajes en cada track, menciones de Willy Crook a Crucis, que conectan camadas de músicos “que lucharon como uno y que tenían los mismos sueños”. En ‘No Vale Enojarse 2’ rapea “Piazzolla sabía de mí hablando de Alas” y esa también es una forma de posicionarse orgulloso en un linaje de artistas del país que, con más o menos reconocimiento, generación a generación, han obrado tesoros.
La idea de los samples nace en conversaciones con Dano, rapero, beatmaker (y muchísimos roles más) nacido en Buenos Aires y residente en Madrid. Ambos mantienen un chat rico en rarezas argentinas sampleables que se ha convertido en obsesión. Hay un factor de desafío en diggear, para lo que todavía se considera un principiante, y también hay una intención de naturalizarlo: “Los yankees se samplean a los yankees, los brasileros samplean Brasil, entonces es lo mismo. A mí me da mucho orgullo escuchar Patricia Sosa y Valeria Lynch, es como decirte Diana Ross. DJ Premier y Pete Rock se han hecho millonarios con esa shit”. A medida que va pasando el tracklist, Nico me revela de dónde salieron algunas cosas (algún tango, baladas, jazz fusión y rock progresivo tucumano) y, a contramano de lo que suelen hacer los beatmakers, no trata de ocultar el origen. ‘Valeria Switch’ y ‘Alma y Vida’ se delatan con el nombre y la música de ‘Skit’ y ‘La Grasa’ con Holy K (gracias Nico) es reconocible por cualquier melómano latino, tanto que es preferible no spoilear la sorpresa. “Buscar cosas de acá casi que es mi motor. Le he pedido permiso a la gente que he sampleado y ellos la mejor. Para mí es alto orgullo”, confirma.
El mayor homenaje es al Flaco, que dio nombre al disco y razón a la búsqueda. A la pregunta de cuántas veces buscó inspiración en su discografía responde: “Miles y miles, siempre lo vuelvo a samplear”. Partes de “Spinettaje Intenso” vienen de grabaciones en vivo no oficiales y obras de teatro que se encuentran buceando en el material de Luis Alberto. En uno de sus primeros temas, ‘The Neighbors’, ya lo celebraba con la línea “Tengo a Spinetta haciéndome los drumless” y también en ‘Mira mis Pies’ suelta “Le llevo a 18’ del Sol, pero solo quiere escuchar mi voz”. El Flaco logró un estilo propio y pudo volcar ahí la música negra y la esencia de Buenos Aires. Eso es lo que quiere hacer Nico.
En noviembre de 2021 anunció en Twitter que pronto llegaría su primer EP: “S.I”. La inquietud por un material solista suyo se palpitaba hacía rato. Tres años atrás había soltado el neologismo por primera vez: “Spinettaje intenso en el fanfarroneo / De wacho soñando con raps en Alfa Romeos”. Música y vulgaridad en cada línea, una síntesis de su escala de valores. En esa jerarquía se resume toda época en la que Ingrávidos Squad, el dúo de Mir y Ruin, tomó la posta del under rapero argentino. Telonearon a Mobb Deep, MDE Click, Delaossa y unos cuantos más. En cada escenario importante plagueaban y se llevaban el show con el público coreando letras de tracks que todavía no habían salido. Se estalla de risa cuando se acuerda del Ruiner diciéndole «che, boludo bajale los BPM, uh así está re chetito gato» y cómo gracias a eso apareció la fórmula de beats sucios y violencia multisilábica que desencadenó en “La Ciencia de las Malas Mañas”. Era febrero de 2019 y no había un disco de Hip Hop que suene así de podrido en todo el país.
El segundo fue “29”, un álbum colaborativo con T&K que salió en enero de 2021 después de otra larga espera. La búsqueda era un gusto a “pariseo, jolgorio, derroche y latin shit”. Las pistas las puso Dabe desde Alicante, España y gracias a su oído, su tacto y su SP1200, el álbum tiene un sonido noventero puro. A un año del primer anuncio de “S.I” (que sumó una P en la sigla y pasó de EP a LP), aseguró en su entrevista con Jerga Sudaka que ya lo tenía listo y solo le faltaba filmar un par de videoclips para salir con todo.
Empezaron a sonar versos inéditos en recitales y cyphers, alguno quedó grabado incluso, pero pasó todo 2023 sin que llegue su debut. En diciembre soltó 6 tracks de Detroit Trap en la forma de “Gran Turrismo”. Otra línea estética, muy acorde con el auge del sub-género, que ayudó a que se alivie la presión del debut temporalmente. Puertas afuera la escena quedó contenta, pero no menos expectante. Mientras, Nico daba una pelea para seguir adelante. Problemas de salud, una PC rota con la que casi se pierden los proyectos del álbum (gracias a Valen 3D por salvarlos) y transformaciones en el rap argentino a las que no todos se amoldan. Volverse solista fue un paso lógico por sus aspiraciones y la admiración que genera individualmente, pero tampoco le quedaron otras opciones.
“29” fue el sueño del rap de acá por la colaboración entre dos de los mayores referentes y su edición en vinilo, pero ahora solo está subido oficialmente en Bandcamp. De Spotify y demás plataformas se lo bajó por una pelea con el ingeniero de voces que nunca quedó clara para el público y significó el fin de la asociación con T&K. Ingrávidos La Industria está inactivo, no separado, pero el camino de Ruin se volvió mucho más oscuro. Tuvo varias idas y vueltas en rehabilitación y la promesa de su propio disco debut, «Isolation«, hoy parece más difícil de concretarse que nunca.
El crecimiento fue descontrolado en una escena joven donde empieza a entrar la plata suficiente como para generar problemas y donde es muy difícil escapar a la cantidad de droga por metro cuadrado de camarín. “Spinettaje Intenso” sobrevivió a todo eso.
Con Tiki por Derqui, lesión muscular en pelvis, me sacó del fútbol
Pero esta vez va a ser mío el DerbyIntro
En la pandemia Nico pasó por un muy mal momento de salud y no había nada seguro para su futuro. En esa época tenía su nombre y una compu que le había pedido prestada a su abuelo para hacer beats, nada más. “Me ayudó una banda comenzar el disco, me sacó de lo que estaba pasando. La música me salvó”, recuerda. Si se desviaba, eran sus padres (ambos DJs que le inculcaron su pasión) y su hermana los que lo acomodaban. Hoy les agradece a más no poder: “Estaba muy enfermo y durante mucho tiempo me ayudaron. Si no era por eso no existía nada de lo que está pasando”. En la intro de “SP.I” los reconoce (“me quedo con mis viejos que son mis brillantes”) y sueña con poder tener vinilos de su música para poder mostrarselos. Cuando firma pone el apellido antes que el nombre: para él la familia va primero.
“Siento que también parte de mi juventud se va en este disco. Estoy casi en los 30, me siento Enzo Díaz (risas). Se va una época loca que siempre voy a recordar, lo bueno y lo malo, y en esta vuelta quiero llegar así a los oídos. Contando todo, sin dejar atrás lo feo”, dice. En el tracklist está la huella de los tiempos en los que la cosa no estaba fácil para él: “Vi que no había fórmula y me vi nublado, muy solo (…) fueron años que me la pasé rapeando como un caballo. Adelante, adelante y adelante”. ‘Mi Mejor Amigo’ y ‘Alma y Vida’ tienen los versos más fuertes de su discografía hasta ahora: “En esos temas puse mucho énfasis en el rolo. Historias de muchos amigos y muchos familiares pasando cosas, toda la vida del barrio. Este disco va de corazón, esto sí es de verdura. Es difícil, pero traté de encontrar canciones que sigan ese hilo”.
La primera voz que se escucha en el disco es la de Fabián Polosecki, un periodista que en los 90 abrió puertas impensables para la televisión con reportajes y postales de la otra cara de la realidad. Mientras se vivía el despilfarro menemista, él ponía en la pantalla a ciudadanos anónimos, desde prostitutas y vendedores ambulantes hasta maquinistas de tren y cazadores, personas atravesadas por la noche, la velocidad, las armas, la inmigración o el fútbol. A los 32 años se quitó la vida, aún con muchas historias que contar, pero su forma de narrar ha inspirado a decenas de documentalistas de los márgenes que continúan la tarea. Nico toma esa posta para representar algo más grande que él.
“En el barrio había un ex-combatiente de Malvinas que era amigo de mi viejo y que había quedado re loco, con un tic y sin un brazo. Me re impactó. Cada vez que mi viejo hablaba de él se me ponía la piel de gallina”. A partir de esa experiencia se obsesionó leyendo libros sobre las Islas y la guerra, pero no quedó ahí, toda la historia argentina moderna lo moviliza. A diferencia de “La Ciencia de las Malas Mañas” y “29”, describe la búsqueda de “SP.I” como algo “mucho más social”. “La intención fue transmitir momentos que pasaron en mi vida y que transitaron los argentinos”. Así como deja la pista para conocer la obra de Polosecki, hace referencias al choque de los Pomar y las bombas en Río Tercero: “Los 90 fueron re locos según mis viejos y quise plasmar eso”.
Buenos Aires y sus cordones conurbanos son una fuente incansable de aventuras. En las piezas audiovisuales del disco se retratan con una clara impronta del cine argentino de fines del siglo pasado, no solo en sus escenarios, también en sus distancias. Su mayor aliado para escribir fue el Urquiza, el tren que pasa por Podestá camino a la capital. En ‘Palo o Palo’ lo marca: “Mi discografía fue hecha en el furgón del metrovía”. Ahora jode con eso: “Creo que escribí todos los palos ahí, en cualquier momento me tengo que poner una carpa. Gloria eterna para el Urqui”. En su recorrido entendió que “hacer una canción es una forma de meditar las cosas” y aprendió a mezclar las memorias de una nación con metáforas e ideas a libre interpretación. “Quiero dejar un hangar de preguntas sobre frases”, aclara, una vez más bajo la influencia de Spinetta.
No saben si es storytelling o el poema de Tuñón
¿Quién Disparará?
Todos los caminos llevan al barrio. Para un artista rioplatense como Nico no hay muchos llamados a la acción más poderosos que que el arrabal que lo crió deba su nombre Pablo Podestá, uno de los fundadores del circo criollo, figura fundamental del teatro argentino y una estrella en los tiempos de Gardel, de quien era amigo. Ahora Nico volvió a vivir allá y celebra la tranquilidad de las 3 de la tarde y la cantidad de dietéticas veganas que abrieron en los últimos años. “El barrio tiene de todo, cosas chetas, mi familia y también historias de violencia, es todo eso. Sexo, drogas y también tiene su rock and roll”. En todos los pibes y pibas de cuadras como la suya es que piensa cuando referencia los sucesos del pasado: “Hay hechos que no hay que dejar pasar porque es la típica, si no sabes la historia te vas a tropezar. Pasan una banda de cosas feas en el país, las nuevas generaciones se lo tienen que fumar a eso. Quiero que con mi música consigan conocimiento y que estén pillos”.
El rap argentino nunca la tuvo fácil. Talento hubo, hay y habrá, pero hasta hace diez años había muchos más “what if?” que exponentes. El material discográfico que quedó de los 90 es poquísimo. Por un lado, la hegemonía rockera nacional margina a lo que se escapa de su lógica: Jazzy Mel fue una sensación del hip house y a la vuelta de su tour europeo se convirtió en un chiste. Por otro lado, la sucesión de crisis y Cromañón hicieron que la idea de invertir en el rap se mantenga lejos. El Sindicato Argentino del Hip Hop estuvo ocho años para publicar su debut, “Un Paso a la Eternidad” (2000). Llegaron al disco de platino y al Latin Grammy, pero igual sus carreras como grupo y solistas quedaron en el olvido. Los “hijos de” eran los que tenían las pocas oportunidades que había, siendo los Illya Kuryaki & The Valderramas la gran prueba con su extensa trayectoria y reconocimiento, pero ni siquiera los nepobabys la tenían asegurada: el segundo proyecto de Geo Ramma, dúo de Valentino Spinetta y Alejandro Tocker, que hasta contaba con una colaboración con Tony Touch, nunca se publicó. Las Actitud María Marta son la gran excepción y aún así pasaron siete años desde la publicación del mítico “Acorralar a la Bestia” hasta su segundo CD. Encontra del Hombre y Los Adolfos, dos de los mayores referentes del underground noventero, nunca pudieron publicar más que demos. Y así se pueden seguir enumerando discografías de un solo álbum o ninguno.
La llegada de los estudios caseros fue la que permitió que ahora podamos trazar una genealogía rapera diversa, con características propias y desarrollada a través de varias generaciones y ciudades. Cambió la historia del rap argentino, aunque se siguen escribiendo párrafos en el capítulo dedicado a álbumes que se anunciaron y nunca salieron. Es una historia con más promesas rotas que cumplidas. Cientos de pasos en falso, sacrificios y choques en callejones sin salida que hicieron que finalmente el que actualmente está primero pueda hacer una obra con un DJ como Tedos, un estudio a la altura del de Deivid Patt, arreglistas del nivel de Taiu, Valen 3D, Bles y Tomás Villaranzo, y sesionistas que van de veteranos como Roberto Amerise y Ale Conde hasta animales de jams como Om y Tomi Velázquez de Quan. Lo más cercano a la justicia para los que construyeron todo esto hace veinte o treinta años, en su mayoría retirados, existe en “Spinettaje Intenso”. Dj Tedos con scratches sutiles hace sonar frases de Fuerte Apache y Fianru, y Nico menciona a Tortu, Jazzy Mel, el Sindicato y más. No es nombrar por nombrar, es agradecer y reconocer.
Para subir la vara del rap nacional no basta con buenos beats y buenos versos, hace falta ir más allá en cada aspecto. Nico sabe que para que todo esté a la altura “se te tiene que re encuadrar, tenés que ser Messi”. Son muchos frentes y muchas trampas: “No es para todos esto. Está el halo de luz, hay muchos pibes re piolas de la música acá, pero ya aprendí que no hay atajos. Es jodido también todo el sistema, tenés que estar activo en redes sociales, tener un estudio fijo, congeniar ideas con gente, combinarlas, tener un objetivo. Al final todo es money y con cómo está el país es muy difícil. Hay que cubrir de todo para que salga profesional como uno quiere”.
Con toda esta cronología espinosa atrás, el debut de Mir se propone ser la bisagra para que el futuro del rap argentino sea potencia. Lo manifiesta en ‘Alma y Vida’: “la nueva era”. “Ya conseguimos el conocimiento necesario para rapear bien, para estar frescos, tirar nuevas skills. Acá siempre hubo un corte de información, los pibes de los 90 y de los 2000 no tenían esa llegada de data, era muy difícil. Ahora llegó. Es un momento importante, ves a muchos pibes que son buenísimos. Es la nueva era del crack y del funk, de representar al barrio y todo lo que está pasando ahí y de colgar la bandera argentina. Que se sepa que la nueva era del rap está acá”.
“SP.I” es música para ganar las olimpiadas. Argentino como decir “a troche y moche” o “ni fu ni fa” y como Varoner tirándole flores a “El Ángel Gris”. Con un nivel de rapeo donde se riman con soltura “xilofón” y “Sigmund Freud” sin descuidar el sentido, donde se campeona sobre todas las formas que ha tomado el Hip Hop de samplers, donde abundan los detalles sin que se pierdan los conceptos transversales: la historia de un pibe, una familia, un barrio, una música y un país. El Disco de Nico Mir suena como hace años lo soñamos.
Bonus track
Ahora confirma estar “mega contento” y brinda con Simone y Lulo que también lo ayudan a poner “un poco de orden en todo el rappoport”. Para aliviar la tensión que significa dar un paso tan importante en su carrera ya está trabajando en lo siguiente el mini tour en Baires, Córdoba y Santa Fe, “Gran Turrismo 2” para continuar la jodienda del Detroit Trap y un EP de sonido ochentero que por ahora se llama “Vice City Stories”. El paso más fuerte sin dudas es la versión deluxe de “Spinettaje Intenso”. “[En total] tengo 30 o 40 temas más”, calcula.
Se sirve un clásico de veterano argentino, hesperidina y pomelo, antes de picar algo de la deluxe. Por rumores y señales esperaba colaboraciones estelares, al menos escucharlo sobre piezas de otros beatmakers (le dejo a Nico y compañía que develen las sorpresas), pero estaba de vuelta él, más suelto, probando flows y cadencias sobre pistas dionisiacas. Un swing que la mayoría de los raperos mataría por tener. Me viene a la cabeza lo que me contestó una de las tantas veces que lo crucé estos años con la pregunta de cuándo llegaba el disco: “Es mucha música”.
“Ahora tengo ciertos objetivos y esa responsabilidad de «dale tenes que hacerlo ahora». Creo que va en serio: meto mano, meto brazo”, sostiene. Tiene la cuenta clara, “por lo menos estos dos años voy a voy a estar rapeando heavy”, de ahí en adelante ya quiere pensar más allá. No es un anuncio ideal para su fanaticada, pero se lo pide el corazón, “me gustaría después estudiar otra cosa, tener otro conocimiento que pueda ayudar a la sociedad también. Hay una banda de cosas para hacer, lugares por conocer, tampoco es todo rapear. Nunca creo que lo deje, seguramente que haga muchas producciones, eso sí estoy seguro, hasta el fin de mi vida”. En 2026 veremos, lo que tiene claro es que después de tanto pelearla “es momento de cosechar”.